Marley A. Wayne

Nadie conoce a Marley, porque Marley no habla jamás. Murmura, sopla, silba o gruñe, pero no articula ninguna palabra. Padece mutismo selectivo. Es una actriz sin guión, un cuerpo sin alma. Si quiere puede ser indescifrable y lo es. Es muy expresiva, lo que tiene mucho mérito teniendo en cuenta su incapacidad de hablar. Puede tener un aspecto inocente, pero siente todas las emociones, incluidas las malas, de manera vívida y real. Su gesto se pone tanto rojo de rabia como de vergüenza, sus ojos lloran por igual de felicidad y de tristeza. No es inquieta, pero sí activa y rebosante de actividad hasta sentada. Sus brillantes ojos lo atrapan todo y lo convierten en una emoción, pero rara vez en un pensamiento. Cuando piensa o relaciona, siempre lo hace en imágenes. Si experimenta algo bonito o agradable, piensa en un paisaje soleado y verde y sonríe. Si le dicen algo terrible, una tormenta truena en su mente y llueve por sus ojos. Es simple, tal vez sosa, pero encantadora y extraña. Le gusta la pintura, ayudar a su abuelo, pasear. Nada más. Sus relaciones son escasas porque vive apartada, y la gente no suele aceptarla porque no pueden relacionarse plenamente por ella. Es sincera a su manera, no sabe como tratar a la gente y no es precisamente tímida, sino más bien se deja llevar por sus impulsos sin ningún tipo de regla. No las conoce.

Marley es una chica sencilla sobre todo en lo referente al aspecto. Le gusta llevar petos, vaqueros y gorros cuando hace frío. No tiene mucha ropa, la justa y siempre sucia de tierra. Suele llevar sombreros de paja para no quemarse la cara. Su pelo es castaño pelirrojo, y su tez pálida, rara de ver en los distritos bajos. Tiene el rostro, el torso, los brazos y la espalda cubierto de pecas, saliéndole miles más en cuanto sol hace incidencia demasiado rato en su delicada piel.