The Hunger Games.
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AMBIENTACIÓN.
La guerra ha transformado a Norteamérica en el país de Panem, dividido en doce distritos controlados por el tiránico Capitolio. Los Juegos del Hambre obligan a dos jóvenes de cada distrito a luchar por su vida en un espectáculo televisado con único vencedor.

Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
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Mensaje por Edzel Greyjoy Dom 27 Ene 2013, 10:10

Holaaaa! Bueno, como me gusta muchisimo escribir, y veo que por aqui hay gente a la que le gusta leer y eso, pues voy a poner en este post algunas de las cosas que he escrito ^^ aviso de primeras que tienen algun tiempecillo, porque no he tenido mucho tiempo ultimamente para ponerme a escribir, asi que son cutres T__T y si, son mierdosos, pero espero poner algo nuevo pronto va??

Espero que os gusten!


Última edición por Edzel Greyjoy el Dom 27 Ene 2013, 10:27, editado 1 vez
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Mensaje por Edzel Greyjoy Dom 27 Ene 2013, 10:17

Wajaja esto es una redacción de lengua que hice y que además tuve que leer en voz alta en mitad de la clase xD

Abro los ojos, tras mi sueño eterno. Aún recuerdo el motivo de porque he pasado tantos años en un profundo sueño. Nada ha cambiado, excepto yo y mi forma de pensar. Paseo por la estancia. Es pequeña, no tiene muebles, a excepción de la cama deshecha en la que he despertado. También hay una cristalera, amplia, pero está cubierta por una cortina gruesa, de aspecto aterciopelado. Corro la pesada cortina, y el fogonazo de luz del exterior hace que en mis ojos aparezcan chiribitas. Pero merece la pena, el paisaje es bello, y más visto desde mi punto de vista, a ras de suelo, desde la primera planta donde me encuentro. Abro la cristalera, y la fragancia del bosque, fresca, agradable, inunda mis pulmones, reconfortándolos. Justo enfrente de mí hay un pequeño sendero, por el que se va al pueblo. El cantar de la naturaleza penetra en mis oídos, y hace que esboce una sonrisa. Me concentro en el paisaje. Junto al sendero, rodeado de arboles y arbustos, hay algunas ardillas que corretean de aquí para allá, graciosas, divertidas. Las manos y los brazos de los árboles sujetan las flores, y las hojas, como si fueran accesorios. Un ruiseñor se posa en una rama cercana, y canta. Su cántico maravilloso hace que haya merecido la pena estar dormida tanto tiempo. Avanzo con la mirada hasta el riachuelo que lleva agua limpia, fresca y cristalina, en la que te puedes ver reflejado, como si fuera un espejo. Repito, que nada ha cambiado. Casi puedo ver desde donde me encuentro los peces anaranjados nadando corriente arriba. Por un momento percibo el sonido del agua al caer por la cascada que no llego a ver. Corre un pequeño viento que ondea mi cabello blanquecino y largo. Sigo mirando más allá del río, entorno los ojos, y veo un pequeño cervatillo, marrón, diminuto, tierno, que bebe leche del vientre de su madre inocentemente. La cierva me mira, nuestros ojos se encuentran, y presiento como si ella me fuese a hablar. Ladeo la cabeza, y cierro los ojos, cuando los abro ya no están. El viento me susurra palabras mágicas, que yo no logro descifrar. Cierro la cristalera, y echo la cortina.
Vuelvo a mirar por el mismo sitio que horas antes. Ya es de noche. Los pájaros ya se han acomodado en sus nidos, y los primeros grillos, ya comienzan a cantar. Eso significa que la primavera ya ha hecho su magnífica aparición. Miro al cielo, que está despejado, por lo que la Luna brilla más que nunca. Sus rayos inciden sobre el río, y siento la necesidad de andar hacia él, pero me quedo en mi venta. Mi ventana da una gran explanada, que antaño fue un campo de batalla, suspiro al pensar en las personas que fallecieron en el mismo lugar donde yo estaba. Grupos de niebla blanca se mueven a mí alrededor, aportando al lugar un aspecto fantasmagórico. Las nieblas adoptan aspecto de persona, y deambulan lentamente por la explanada. Las almas de los caídos en las batallas, las almas de aquellos que no podrán volver a respirar, las almas de los que no podrán volver a casa, las almas de los que dejaron una familia atrás. Miro al cielo, de nuevo, y veo como cae una estrella fugaz. Un deseo, una esperanza, una ilusión, que se desvanece junto a la estrella. El cielo se comienza a empedrar de estrellas, y yo vuelvo dentro de la habitación, cierro los ojos.
Cuando despierto no se cuanto tiempo he pasado durmiendo, pero me da frío, es como si hubieran pasado meses. Vuelvo a mi ventana. Al abrir la ventana, el contacto frío y duro del cristal bajo mi pálida piel hace que retire la mano, pero la ventana ya está abierta. Un aire totalmente gélido me golpea en el cuerpo. Saco la mano fuera, es un día terriblemente nublado y totalmente frío. El invierno ya ha llegado. Sobre mi mano cae un pequeño copo tímidamente, que se derrite fugaz. Detrás del pequeño copo vienen más, y más. Los copos comienzan a cuajar, y en un santiamén está la explanada cubierta por una fina blanca capa de nieve. ¿Qué es la nieve? La nieve es algo efímero, igual que el tiempo. Es algo que no es rojo, algo puro, agradable. La nieve son las lágrimas de las almas que hay en el cielo, las almas de aquellas personas, que sus corazones se han congelado. La nieve, es como una acumulación de sentimientos, de los que las personas se han querido desprender. Las cúpulas de los árboles ya se han tornado blancas, y el cielo grisáceo sigue arrojando nieve. En este momento, un caballo, igual de blanco que la nieve, está cruzando el riachuelo, y se acerca a mi ventana, la nieve cruje bajo sus pezuñas. Me percato, que de su frente clara, nace un pequeño cuerno, en forma de espiral, que intenta rasgar el cielo. El caballo se acerca a mí, y me roza la mano con su húmedo hocico. Noto el poder de su magia bajo mi mano, su energía positiva, y su lucha por mantener el bien. Me doy cuenta, por su cuerno, de que se trata de un unicornio. Parece darse cuenta de que yo se que es, porque se da la vuelta, y una ráfaga de viento lo borra de mi vista. Sin dejar huellas, nada, tan solo el leve calor de su piel bajo mi mano. EL frío comienza a helarme los huesos, y cierro la ventana. Me tumbo en la cama. ¿No ha sido hermoso ver la naturaleza desde aquí, y escuchar como me susurraba el viento? ¿Acaso no merece la naturaleza que la respetemos para que todo el mundo pueda disfrutarla? Toso, una tos seca, que sale de lo más interno de mi ser, y que desgarra mi garganta. Mi cuerpo se convulsiona sobre la cama. No tengo nada para beber. Me llevo la mano a la boca, y veo que de mi boca sale sangre. Noto como por mis ojos caen lágrimas, mi vida se escapa, y no hay vuelta atrás. Las lágrimas de mis ojos también son sangre, que terminan por manchar mi camisón blanco. Me estiro en la cama, y me arropo. Me sale sangre también por la nariz, y siento como me ahogo entre la tos y la sangre. Cierro los ojos. Es el momento de pagar por mi mal en el pasado. Mi alma se va de mi cuerpo. Pero soy feliz, porque antes de morir he podido ver la naturaleza susurrarme, y la nieve caer. Mi cuerpo se queda inerte sobre la cama, y mi alma vuela al cielo, a encontrarse con la Luna.
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Mensaje por Edzel Greyjoy Dom 27 Ene 2013, 10:18

Otra cosilla....

Caminamos por el bosque. El sol golpea nuestras caras, mientras tú, te muestras cariñosa.
Paramos para comer, en una explanada junto al pequeño río, que lleva agua fría y cristalina. Ponemos el mantel sobre el suelo, y sacas el almuerzo, que has preparado con tanto empeño y afecto. Comemos lentamente, disfrutando cada bocado. No necesitamos hablar, pues nuetras miradas lo dicen todo. Tras comer, te acurrucas a mi lado, y yo, acaricio tu pelo. Tu pelo castaño rizado, está esparcido sobre mi regazo. Jugueteó una y otra vez con los gruesos tirabuzones que lo forman. Finalmente, te quedas dormida sobre mí. Acurrucada en mi regazo, abrazada a mi cintura, sujetandome, para mantenerme a tu lado.
Escruto tu rostro dormido. Los parpados, se mueven, pero estás dormida. Por tus labios gruesos, se cuela aire,que expulsas lentamente, haciendo ruiditos mientras respiras. Tu tórax se eleva, con cada ráfaga de aire que inspiras. Pero llega un momento, en el que todo cambia. Tu rostro angelical, se vuelve para mí repugnante, causandome asco, y ganas de vomitar. Cada movimiento de tus párpados cerrados, me recuerda a un sapo, que no para de parpadear. Los movimientos de tu cuerpo, comienzan a causarme nauseas. Cada ruidito que haces al dormir, rechina en mi mente, haciendome enloquecer.
Te aparto bruscamente de mi lado. Haciendo que te despiertes, y me mires extrañada. Intetno fingir que no me causas repulsión, y consigo esconder ese sentimiento que acabas de causarme. Te acercas, y me acaricias. Resisto como puedo las ganas de vomitar que me causas. Acaricio tu rostro, sigo fingiendo que me importas. Te acercas al riachuelo, y te mojas los pies. Por un momento deseo que te escurras, y que te arrastre la corriente hasta la cascada, que hay metros abajo. Me acerco a ti, y ruego que ni se te ocurra besarme, pues eso sería la gota que colmaría el vaso.
De tu comisura derecha, sale una pequeña sonrisa, que me repugna,como todo tú. Tomas mi mano, y recorremos juntos la pequeña distancia hasta la cascada. Te metes en el agua, y te sumerges. Saliendo mojada, y causandome mas nauseas aún. Pues el pelo se te pega a la cara, y la ropa ancha se ajusta a su cuerpo. Eres delgada, pero yo te veo gorda y deforme. De nuevo coges mi mano, y me arrastras. Forcejeo, pero termino dejandome, porque no quiero hacerte daño. Una pequeña cascada está a nuestro lado. Nos ponemos debajo. El agua moja nuestras pieles desnudas, que están rozandose, hayá donde no nos cubre la ropa. Tu simple contacto hace que se me revuelva el estomago. Acercas tus labios a los míos, y me besas, como de costumbre. Cedo, y dejo que me beses, pues quiero parecer lo más normal , para después dejar la relación. Buscas mi mano, y me sumerges contigo. Ya no se que más pasa bajo el agua, pero me sigues causando repulsión. Salimos, y yo huyo de ti, llegando hasta la orilla. Jadeando. Decido que ya es tarde, y tenemos que volver. Pero en mi interior estoy deseando que te vayas, para que se me pase la sensación de continuo mareo que llevo encima, dandome la sensacion, de que estoy pedo. Corremos al campamento improvisado.
Tú estás en el riachuelo, enjuagando los platos. Te acercas a mí, una vez que los tienes limpios, y me conduces al agua. Metemos los pies, teniendo cuidado con el verdín que crece en el fondo. Echas los brazos a mi cuello, tus senos rozan mi cuerpo. Tus labios rozan los míos, tu lengua busca la mía, y nos besamos. Eso ha sido la gota que colma el vaso. Te aparto de mí con brusquedad. Y salgo del río. Me sigues, como un perrillo faldero, y me giro con fuerza. Te empujo, y te caes al agua de culo. La repugnacia que había intentado esconder sale de golpe, haciendo que me limpie los labios, con un gesto de repugnacia del que tu te percatas. Reculas al ver mi expresión deformada, e intentas huir de mí.
Te agarro por las manos, y te escupo en la cara. Comienzas a llorar. ¿Por qué? Porque sabes muy bien lo que biene después, y que todo ha sido un sucio juego, una relación sin sentido, donde escaseaba elamor. Un pasatiempo de verano. Te tiro al suelo. Vuelves a mojarte. Gritas y gimes. Pataleas. Pero yo te estoy sujetando, mientras meto tu cabeza en el agua. Ahogarte es dificil, pues sacas la cabeza constantemente del agua. Mosqueado por la continua repulsion que me causas, comienzo a golpearte la cabeza contra las piedras del río. Finalmente de tu cabeza sale sagre. Sangre que chorrea por mis brazos, tiñendo el agua del color del odio y delm amor. Rojo. Un rojo que cubre todo el riachuelo. Que mancha mis ropas. Te sigo golpeando. Gritas, desesperada. Te abofeteo, y ahogo, te sumergo, y cuando ya apenas te quedan fuerzas a acusa de la gran pérdida de sangre, dejas de forcejear, al ver que es inutil ganarme. Con una triste y cansada sonrisa, me miras. La sangre ha teñido el agua más aún. Tu cara también está cubierta por sangre, que gotea hacia abajo, perdiendose en tu escote. TU pelo se ponde pringoso y caliente a causa de la sangre, que contrasta con el agua gélida. Aún con la sonrisa en los labios murmuras que me quieres. Sale sangre también de tus odios. Yo, aún con la cara demacrada, vocifero que te odio, que nunca te quise. Lloras, lágrimas cristalinas como el agua, pero que al resbalar por tus mejillas, terminan por juntarse con la sangre de tu cara, tornándose rojas. Con tu último aliento dices de nuevo que me quieres. Seguidamente, te vuelvo a sumergir. Dejándote sin vida alguna. Salgo del agua, victorioso, pues he acabado con aquello que me causaba repulsión. Miro mis manos. Ahora son las de un asesino. Las de un jóven asesino, uno que ni siquiera alcanza la mayoría de edad. Me derrumbo, y no dejo de mirar mis manos. Miro tu cuerpo, sin vida, que el agua ha arrastrado hasta la orilla. Te doy la vuelta, y miro tu cara. El agua a limpiado la sangre de tu rostro, que ha perdido esa úñtima sonrisa. La sangre aun sigue saliendo pausadamente de tu nuca.
De repente vuelve la lucidez a mí. Y me asusto. Pues lo he hecho sin pensar. Comienzo a llorar. Todo lo que te he hecho ha sido una tontería. Lo hice por un cruce de cables. Incapaz de ver lo que he hehco con mis propias manos de asesino. Busco un palo. Que sea fuerte. Vago por los alrededores del pequeño picnic, hasta que hallo un palo. Largo, y fuerte. Justo lo que buscaba. Vuelvo donde yace tu cuerpo sin vida. Y sin dudarlo, atravieso con un fuerte golpe del palo mi cuerpo. Que opone resistencia ante el impacto del palo, que rasga mi polo,y atraviesa mi piel. Mi pelo corto de crispa, y lanzo un grito de agonía.Saco el palo, y pensando en que aún te amo, me atravieso varias veces, gritando cada vez que penetro mi piel. Finalmente, con un golpe seco y certero atravieso mi corazón. Caigo al suelo. No puedo hablar. Mi corazón da sus últimos latidos. Siento los pulmones encharchados de sangre. Siento como de mi cara sale sangre. No es sangre, son las lágrimas, que recogen aquellos últimos sentimientos amorosos que sentí hacia ti. Me escuecen los ojos. Los cierro para siempre, pensando por qué lo hice.
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Mensaje por Edzel Greyjoy Dom 27 Ene 2013, 10:18

Otra mas...
Los árboles se apelotonaban a los bordes del pequeño paseo. Apenas la luna se podía ver a causa de las espesas nubes que invadían el cielo. Recogí la parte delantera de mi vestido y corrí por el sendero. En un intento de olvidar el daño que sus palabras me habían causado. Cada vez me alejaba más de la pequeña casa de techo rojo que me había visto crecer. No pude evitar que las lágrimas aflorasen de mis ojos, los ojos heredados de mi abuela, la mujer que tanto había hecho por mí. Apareció ante mí el pequeño riachuelo que debía cruzar para ser libre, para salir de las garras de la fiera que me había mantenido lejos de cualquier comunicación, lejos de él, la bestial. Introduje uno de mis pies en el agua helada, a continuación avancé a duras penas por la pequeña corriente que luchaba por llevarme rio abajo. Sus palabras martilleaban en mi mente. Yo le había entregado todo, y él nada a cambio, tan solo sufrimiento. Aquellas últimas palabras habían ido acompañadas de duros golpes. Me estremecí al recodar el aspecto que debería tener mi espalda. Me miré las muñecas una vez estuve al otro lado del riachuelo. Allí estaban, las finas líneas que días atrás habían sido profundo cortes hechos por él, y su ansia de controlar todo. Pasé la yema de mi dedo por encima de una de ellas, suspiré profundamente, y volvía a mi camino con paso ligero. No había cogido nada, solo llevaba el pequeño colgante de mi madre, que ahora se movía en mi cuello. Me paré de nuevo, estaba cansada. Intenté olvidar todo, los malos recuerdos de él, sus palabras dañinas, sus golpes, sus falsedades, su doble personalidad, todo, pero aquello seguía anclado en mi mente, no se iría fácilmente, probablemente nunca desaparecería. Restregué mis ojos, las lágrimas caían por mis mejillas, no quise imaginar el demacrado aspecto que tendría, pero no me importó. Supuse que tendría los ojos rojos inundados por lágrimas, ojeras, y el pelo negro como el azabache enmarañado. Volví a correr de nuevo, mientras pensaba, que habría deseado nacer hombre, así no habría tenido que soportar una vida llena de sufrimiento. Pero mi madre siempre me dijo que la vida como mujer no es fácil, pero que nosotras debemos hacer lo posible por que todo cambié, porque dejen de existir los hombres que se creen superiores, porque desde pequeña había crecido sabiendo que todos éramos iguales. Mi madre me había aislado del mundo, por el simple echo de que no quería que yo conociese las barbaridades que se hacían simplemente por el hecho de ser mujer. Me caí de rodillas, el cansancio terminó por hacerse dueño de mi cuerpo. Me arrastré hasta debajo de un árbol, e inspiré lentamente el frescor del aire. Mi corazón latía a mil por hora, igual que cuando él levantaba el puño, y descargaba toda su ira contra mí. Me trataba como un saco, y me golpeaba cada vez que su equipo de fútbol perdía o no se encontraba bien, pero yo no tuve el valor suficiente de hacer lo debí de hacer, denunciar, pero el echo de que aún le quería me lo impidió. Tras descansar un rato me levanté, y caminé lentamente, mientras mi pelo se revolvía. Ya sentía mis pies arder, cuando vi desde lejos la ciudad bañada por los rayos del amanecer, entonces supe que ese sería el lugar donde empezar una nueva vida, el lugar donde intentaría dejar atrás mi pasado lleno de dolor y de malos tratos.
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Mensaje por Edzel Greyjoy Dom 27 Ene 2013, 10:19

otra cosaaaaa.....
Me miro en el espejo. ¿Cómo me veo? Gorda. Demasiado gorda. A pesar de que todos me dicen que deberían engordar más. Sí, claro, y ponerme como una foca. No necesito comer más de lo que como, porque si lo hago corro el riesgo de engordar, y si lo hago, no podré ser la más delgada del instituto. Como te lo digo. La más delgada. Necesito serlo. Es mi reto personal.
Mi cuerpo en ropa interior se refleja en el espejo ancho y rectangular del cuarto de baño. Las piernas son demasiado gordas y rechonchas, tanto como para hacer que ande dificultosamente. Los brazos son grandes y grasientos. Y la parte que más me asusta mirar, mi tripa. Es redonda, grande y deforme. Y allí donde me aprienta el culotte me saca grasa hacia arriba, como si deseara juntarse con la que la espera en la barriga. Presiono mi tripa, con tanta fuerza, que las manos se quedan marcadas. Dos formas rojas sobre la superfice amorfa. Ella cruje y gruñe, para que le eche alimento. Es como tener un perro que te sigue hasta que le das de comer. Pero yo apenas le hago caso. Ignoro los ruidos que salen de mi interior, siempre, a pesar de que me desgarren por dentro.
Miro hacia la esquina del cuarto de baño. Hay una báscula. Blanca y cuadrada, que me está pidiendo a gritos que me suba para comprobar mi peso. Con pies temblorosos me subo a la báscula, que me delata el exceso de peso. ¿Cómo he podido engordar, si apenas he provado bocado en toda la semana? ¿Serían aquellas raspaduras de manzana?o ¿los pocos guisantes que he comido hoy para almorzar? No tengo ni idea. Pero mi exceso de peso hace que me desmorone. Me siento sobre el inodoro, y sollozo apoyando las manos en mi cara. Mi cuerpo se convulsiona con cada gemido, y las bocanadas de aire se atropeyan al entrar por mi boca. Helado, quiero helado. No, no, no puedo. Chocolate, sí, algo de delicioso chocolate. No, no,no lo necesito. No me hace falta consolarme con la comida, porque si cometo un pequeño exceso, me pasa factura. Deshecho de mi mente cualquier idea de comer. No pienso ingerir nada.
Me levanto. Necesito hacer algo de ejercicio para perder lo que he engordado. Me pongo la ropa y salgo al pasillo. Me cuesta andar. Si, claro, seguro que es debido porque la grasa inunda mis venas, y hace que me canse. Bajo las escaleras. Cada paso es una tortura, una agonía. Los excesos pasan factura. Paso al lado de la cocina. Deseo comer cualquier cosa… No, no lo deseo, no tengo hambre. Huele a bizcocho casero… No,seguro que está podrido. Daría lo que fuese por un mordisco. Pero la cuestión es, ¿de verdad lo deseo? ¿sacrificaría mi gran esfuerzo por un bocado debizcocho? La respuesta es no. Paso de largo, y salgo al jardín. Me tambaleo. Estoy un poco mareada. Uf,debe de ser el sol.
Me tiendo sobre el cesped, y comienzo a hacer abdominales. Mientras las hago, pienso la vergüenza que me da salir a la calle o a comprar ropa, pues siento que la gente se va a reir de mi gran y deforme cuerpo. 1, 2, 3, 4, 5,… Cada vez que subo, el aire me rasga la garganta. 19, 20,21,… Debo de pensar en que los chicos me miraran más cuanto más delgada esté, estaré más atractiva. 33, 34, 35, 36,…. Podré andar mejor. Podré dedicarme a bailar, hacer deporte. 48, 49, 50. 50 abdominales. Me dejo caer sobre el cesped, y me incorporo a pesar de lo cansada que estoy. Mis piernas dudan en tirarme, pero las ignoro. Paso de nuevo por la cocina, y vuelvo a ignorar los rugidos de mi estómago. Subo las escaleras. Dudando cada paso. Finalmente llego a mi habitación. Voy hacia la cama. Pero mis piernas rechonchas son más rápidas,y me arrojan contra el suelo. Estoy mareada. Veo puntitos. Me cuesta respirar…
Veo cosas, mientras estoy sobre el suelo. Sueño. Sueño con aquella chica de un par de años atrás. Aquella a la que no le importaba llevar una talla 38, 40, 42 o 44, la misma que reía, y repartía simpatía. La misma que comía un poco de todo. La misma a la que no le importaba su aspecto físco. La misma que no se cansaba. La misma que sucumbió en el mundo de la delgadez extrema. La misma que no come nada. La misma que está obsesionada con su peso. La misma que se ve gorda, pero que en realidad es un saco de huesos. La misma que está desmayada en el suelo de su cuarto. Al borde del precipicio, por querer ser la más delgad, por creer que un cuerpo delagado es más atractivo. La que piensa que el aspecto físico es todo, y no le da importancia al interior. La misma chica, que no quiere reconocer que es presa de una enfermedad. Que cada día la atrapa más y más en su red, y que hace que le quede poco oxígeno en las garras de la enfermedad. Poco tiempo.
Cuando abro los ojos estoy todavía en el suelo. Me levanto con dificultad. Tengo sueño, demasiado sueño, como para seguir en pie. Rebusco en mi mesita de noche, hasta encontrar una caja blanca y amarilla de somníferos, que he comprado en la farmacia. Me tomo uno. Lo trago con agua. Me acuesto en la cama. Y finalmente cierro los ojos. Sin saber muy bien si voy a despertar del seno del sueño que me está enredando.
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Mensaje por Edzel Greyjoy Dom 27 Ene 2013, 10:25

otro mas....

Lunes. El despertador hace que me levante. No lo hago, porque quiero que mi madre venga a despertarme como cuando era más pequeña. Me acurruco entre las sábanas,esperando que la puerta de mi cuarto se abra, y mi madre me estreche entre sus brazos.
No quiero ir al instituto, y el que no quiera ir, no se debe a que no me guste estudiar, porque eso si que me gusta. Estudiar hace que salga del mundo cruel e insensible que me rodea. El motivo por el que no quiero ir a clase, esque, allí hay persona que me hacen sentir mal, fuera de lugar, y eso me duele.
Mi madre no ha venido a despertarme, y ya debería estar desayunando. Me levanto sin ningunas ganas, y me preparo el desayuno. Miro con un suspiro el calendario que está colgado en la pared de la cocina. El viernes tendré que hacer una exposición oral delante de todo mi instituto. Y la simple idea de subirme a una tarima, hace que se me quiten las ganas de existir.
Termino de tomarme la leche caliente, me visto y voy al instituto.
Llego a casa llorando. He escuchado los comentarios desagradables sobre mí, a las chicas que se sientan delante de mí en clase. Los han dicho “sin querer” demasiado alto.
Ya no se que hacer. Cada día me dan menos ganas de ir al instituto. Mis compañeros me hacen demasiado daño, y mis amigos intentan apoyarme, pero no saben que hacer ante la situación.
Miércoles. Cuando he llegado al instituto había un dibujo amorfo hecho a tiza blanca en la pizarra. Me representaba a mí. Leo los comentarios que han puesto al lado del dibujo, son tan desagradables como siempre. Aguanto las ganas que tengo de llorar.
A penúltima hora tengo educación física, y la profesora me saca para enseñar a la clase como se hace un ejercicio. Escucho las risas de mis compañeras. Las lágrimas se acumulan en mis ojos, pero no puedo permitirme darles el gusto de verme derramar lágrimas por sus actos en contra de mí.
Para finalizar las clases tengo historia, y el profesor nos dará las notas de los exámenes. No me equivoco, el señor mayor que nos da historia nos entrega los exámenes sobre la Revolución Francesa. Cuando me entrega mi examen, me dirige una mirada severa, miro la nota. Y de nuevo las ganas de llorar me embargan. Mis notas han descendido. Ya apenas estudio, pensando en lo que he podido hacer mal, para que mis compañeros me traten de ese modo. Y el tiempo que estudio lo hago vagamente y no dejando de pensar en porqué me hacen daño.
Viernes. Ha llegado el día de mi exposición oral. Me armo de valor cuando entro en clase, pero en seguida me derrumbo. Un grupo de chicas de mi clase me señalan con el dedo con carcajadas sonoras. Me siento en mi mesa y hago como si repasase mi exposición.
Una de las chicas de mi clase se acerca y me tira del pelo, riéndose y burlándose. La ignoro y sigo concentrada en mis apuntes, con el corazón martilleandome en las sienes. No se como decirle que me deje., Tengo miedo de que al hacer eso me cojan más odio…
Después del recreo, una de las chicas esas que me hacen daño, me invita a saltarme las clases, porque dice que me quiere poner guapa para que deslumbre en la exposición. No le digo que no, y voy con ella a los servicios. Dice que mi corte de pelo está pasado de moda, y saca unas tijeras de su mochila.
Zas. Zas. Zas. Y mechones de mi rubio dorado, caen sobre el lavabo y el suelo. Me ha dicho que no me mire en el espejo. Le hago caso. Después me maquilla y me da ropa, extremadamente apretada. Le hago caso de nuevo y me pongo el conjunto.
Cuando ya estoy lista, según su parcer, le doy las gracias por haberme ayudado y el timbre suena.
Salgo hacia el salón de actos. Todo el instituto está ya comenzando a sentarse en las sillas y bancos. Un profesor me dice que me siente y junto al escenario, y que espere a mi turno.
Una serie de alumnos salen al escenario. Unos tocan música, otros bailan, otro leen poesía, etc. Y ya es mi turno de salir al escenario. El profesor encargado pone mi pen en el ordenador, y el power point con mi trabajo se ve en el proyector. Escucho las risas de todo el mundo, y no exagero diciendo que son las risas de todos. Comienzo a contar mi trabajo. Hay gente que se muestra interesada en las palabras que salen de mi boca; pero entonces cuando ya casi me he olvidado de que estoy en un escenario. Escucho las palabras que salen a gritos de la boca de una de mis compañeras. Insultos, palabras mal sonantes. Toda la gente la mira. Y yo definitivamente rompo a llorar, bajo del escenario corriendo y salgo del salón de actos. Me meto en los aseos. Me miro en el espejo. Mi pelo que había sido largo, ahora está corto y con trasquilones. Hay una especie de flequillo que es demasiado corto y encrespado. El maquillaje de mi cara es exagerado. Demasiado rimel, demasiada sombra de ojos verde. La base de maquillaje clara, hace que mi cara parecza blanca, y mis labios ahora están pintados de un rojo brillante. Mis lágrimas hacen que el maquillaje se me corra. Miro la ropa que tengo puesta. Los pantalones demasiado estrechos están rotos y la camiseta manchada y rasgada. Parezco un auténtico payaso.
Me quito el maquillaje, y me pongo mi ropa. Espero con lágrimas en los ojos a que suene el timbre. Nadie ha venido a buscarme. Cuando la alarma indica que las clases han terminado, salgo fuera del centro, a esperar a la chica que me ha hecho esto. Ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Cuando el grupo de amigas que me critican salen y me ven, rien con aire triunfal, y se dirigen a donde estoy yo, repletas de insultos.
Cuando la chica que me ha cortado el pelo, va a abrir la boca, mi mano se dirge a sus labios, y le doy un fuerte puñetazo. Me mira con rabia y se lanza a mí, como una serpiente, repleta de veneno. Sus dedos tiran de mi pelo. Mis puños la golpean en la cara y en el cuerpo. Ella me muerde, y sus amigas me sujetan y me golpean. La gente del instituto se apelotona a nuestro alrededor. Y corean mi nombre, para darme fuerzas.
Por primera vez en mucho tiempo, me siento llena de valor. Y grito palabras hacia ellas.
-¡Nunca más! No volveréis a hacerme daño. Creéis ser las amas del mundo, pero no lo sois, porque haciendo daño a los más débiles no vais a llegar lejos. A mi me habéis hecho daño, pero ese daño me ha hecho fuerte. No soy ni gorda, ni fea, ni puta. No sabéis nada de mí, y por lo tanto no tenéis derecho a opinar sobre mi aspecto ni a juzgar mis actos. ¿Sabéis por qué me atacábais? Simplemente porque me teneis envidia, y queréis ser el centro de atención, pero os aseguro, que así, no váis a conserguir nada.
Dichas estas palabras salgo del circulo de gente que se a formado a nuestro alrededor, y entre vitoreos abandono el lugar.
Por fin, siento que me he quitado un peso de encima, ahora soy fuerte, y ya no me harán daño de nuevo.
Edzel Greyjoy
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Mensaje por Shailene G. Deere Dom 27 Ene 2013, 11:33

Ya sabes lo mucho que me gustan todo lo que escribes, así que te animo a que escribas cosillas más de vez en cuando que hace muuucho que no leo nada nuevo, si no, meteré a tu user en un sótano y la obligaré a escribir, he dicho e.e
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