Helena's file.

La gente que conoce a Helena suele llevarse una buena impresión de ella. Es despistada por naturaleza, pero lo compensa con su encanto natural. Digamos que hay personas que nacen con “ángel” y Helena es una de esas personas; aunque ella en realidad es retraída y suele encerrarse en sí misma, ejerce sobre los demás una atracción difícil de explicar. La mayoría de la gente a su alrededor trata de protegerla y eso es algo que la desconcierta aunque tampoco puede decir que le disguste del todo.
Siempre intenta ayudar en todo lo que puede, aunque generalmente le cuesta concentrarse y hacer una sola cosa sin que su imaginación vuele una vez más.

A Helena le gustan mucho las noches en el distrito, cuando todo está en silencio y nadie le está diciendo qué tiene que hacer o dejar de hacer. Entonces sube hasta el desván de su casa y, arrebujada en una manta, se sienta en el tejado a contemplar las estrellas, sin que nada se oiga a su alrededor.

También ha sido muy aficionada desde pequeña al arte viejo europeo, debido a las raíces europeas de su familia paterna, que llegó a Panem mucho antes de que fuera conocido como Panem. Le encantan las imágenes de las esculturas de Bernini, las pinturas de Miguel Ángel y los antiguos templos griegos.

Finalmente, no es que los odie, pero a Helena realmente no le gustan nada los libros. No entiende cómo su padre es capaz de pasar horas y horas sentado ante unas cuantas hojas de papel.

Hay que reconocer que Helena es una joven agraciada. Muy al estilo de la belleza en la Antigua Grecia, de donde recoge su nombre, es rubia, con ojos claros y penetrantes enarcados por unas cejas algo más oscuras y pelo algo ondulado en las puntas. Sus labios son muy sonrosados desde siempre, así que no suele usar pintalabios.
También tiene la piel bastante pálida, herencia directa de su madre, aunque si en verano pasa mucho tiempo al sol se suele poner de un color rosa muy desagradable para luego comenzar a tostarse poco a poco.
Finalmente, un rostro ovalado enmarca sus rasgos de una forma muy equilibrada.

El día que Helena nació fue el primero en todo el mes que no llovió. Una lluvia fina pero constante se había instalado en el distrito a principios de febrero y llevaba allí veintitrés días, pero el veinticuatro la lluvia cesó, las nubes se abrieron y el sol volvió a lucir. Cuando ese día estaba terminando, Helena nació. Hija menor de una familia de clase media, desde el principio fue la niña mimada de la casa. Sus dos hermanos mayores, Eudor y Myles siempre peleaban entre sí, pero ella tenía una personalidad definitivamente mucho más compleja e intelectual. Aunque siempre odió leer, le encantaban las historias de su padre sobre la “vieja Europa”, como él la llamaba.

La familia Luce provenía directamente de Italia y, aunque había emigrado a Panem cuando aún era conocido como Estados Unidos, la familia seguía conservando nombres y apellidos típicamente europeos. Quizá el padre de Helena se consideraba una especie de conservador del arte clásico europeo y por eso guardaba con celo las imágenes de esculturas, pinturas y distintos edificios en el sótano de la casa y por eso se las enseñaba a sus hijos siempre que podía, aunque la atención de Eudor y Myles solía disiparse con bastante velocidad.

Cuando Helena entró en el colegio, rápidamente se dio cuenta de que eso no era lo que ella quería hacer. Le costaba concentrarse y nunca sacaba buenas notas, así que en cuanto pudo, salió de allí y comenzó a trabajar para ayudar en casa. Ha trabajado en una de las típicas centrales eléctricas del distrito, pero lo dejó pronto y ahora es recepcionista en prácticas en uno de los hoteles de lujo para visitantes del Capitolio y figuras importantes que hay en el distrito cinco. En principio, en cuanto cumpla los dieciocho podrá ascender a recepcionista de hecho y su sueldo subirá. Helena no tiene la vida hecha, pero sí tiene el camino configurado. La Cosecha de este año sólo es un último obstáculo que salvar.