Leander N. Syrling

Describir a Leander puede resultar muy fácil, o, por el contrario, muy difícil. Ella es ese tipo de persona que es como el anverso y el reverso de una moneda. De cara al público se muestra de una manera muy distinta a como es en realidad, o a como le gustaría ser.
Así que, viendo esa primera cara de la moneda, lo primero que has de saber sobre esta chica es que muy extrovertida, demasiado. No le tiene vergüenza a nada, ni siente pudor en ninguna situación. Es la primera en lanzarse a la aventura sin importarle las consecuencias que puedan llevar sus acciones. Viéndolo así, podrías pensar que si no le teme a absolutamente nada y se atreve con todo, no tiene en muy alta estima el valor de su vida.
Le encanta divertirse, pasárselo bien y, sobre todo, pasar de todo. Es muy irresponsable y a veces hasta puede llegar a ser irrespetuosa. Nunca hace comentarios sarcásticos o bordes, aunque, si se siente realmente amenazada, puedes llegar a conocer la parte dura como la roca y fría como el hielo.
Efusiva, impredecible, risueña, amable, generosa, provocativa, mentirosa, con un gran sentido del humor, alegre y pacífica, son algunos de los rasgos más destacable de Leander.
Pero, si le das la vuelta a la moneda, lo que te encuentras es justo lo contrario. Al principio esta chica era de lo más tímida, pero con el tiempo, fingiendo ser extrovertida, ha dejado de serlo. Sin embargo, en las situaciones embarazosas, aunque en realidad parezca que no le importe en absoluto, lo cierto es que suele pasarlo mal.
Su vida, por encima de todo, es lo que más le importa. Estar a salvo, no correr peligro, todas esas cosas. Pero también es cierto que su parte rebelde la controla y domina, lo que la invita a hacer cosas algo arriesgadas.
Hace tiempo era de manera distinta. Jamás faltaba el respeto, se mostraba como alguien cobarde, era tranquila, no inquieta como ahora. No solía hacer chistes ni reírse de nadie, no le interesaba la fiesta, el pasar de todo, el pretender ser la mejor en todo, el ligar y nada más que ligar.
Leander cambió. Y no lo hizo para bien. Su hermana pequeña, con la que se llevaba dos años, enfermó y murió, lo que le supuso un duro golpe a la chica. La quería demasiado, y la muerte se cobró su vida. Al principio se encontraba deprimida, sola, aislada del mundo, encerrada en sí misma sin dejar que nadie pasara al otro lado de su gran fortaleza.
Un día decidió que su tortura había finalizado, y para compensar el dolor de la pérdida de su hermana, aprendió a bloquear cada recuerdo y sentimiento que la ataban a ella, así como ser una persona completamente distinta, y prometió no volver a ser como era. Con su hermana, también murió ella.
Pero, aunque Leander lleve años pretendiendo ser alguien que no es, aún le quedan restos de esa persona que es realmente. Aun hay circunstancias que lidia como la vieja Leander, aunque de manera interna.
Ella nunca te hablará de su hermana. Nunca pensará sobre ella. Nunca hará comentarios, y si le preguntas simplemente te contestará con las mentiras que ella ha llegado a creer. Aunque en cierto sentido sigue atormentada por su pérdida, la fuerza psicológica que tiene esta chica es insuperable.
Leander puede ser mil cosas, puede ser quien ella crea conveniente, la chica que puede conseguir cada propósito que le venga en gana, aquella que le plante cara a la verdad con una mentira, aquella que se haga la valiente para ocultar su cobardía, quien en realidad muestra una sonrisa cuando sólo hay lugar para las lágrimas. Leander es como una montaña rusa de emociones y sentimientos que gira y gira entorno a una sola verdad tapada por los despojos de un pérdida que acabaron con ella.
Gustos: el lujo, el dinero, pasárselo bien, los chicos guapos, no hacer nada, la lluvia, la comida, ser el centro de atención, el alcohol y los animales.
Odios: los Juegos del Hambre, los hospitales, la soledad, las injusticias, perder, que la utilicen, que le lleven la contraria, que la regañen, las fotos, la muerte.
Fobias: a la muerte, es claustrofóbica, no soporta las alturas, a los animales muertos y a la sangre.

Una larga cabellera rubia dorada que generalmente lleva suelta y lisa. Unos ojos grises, desafiantes, que en días nublados se muestran como azules. Una sonrisa enérgica, blanca y perfecta. Unos labios carnosos, rosados, apetecibles. Un cuerpo esbelto, cuidado, rápido, ágil, sigiloso, con unas curvas que son objeto de envidia y una tez bronceada. De altura media, Yudith puede presumir de belleza. Es una chica con unos rasgos muy definidos y realmente bella. Sus ojos son el reflejo de su personalidad, un contradicción todo el tiempo. Mientras sus labios pueden pronunciar groserías, sus ojos pueden decir todo lo contrario, son, como ella dice, el reflejo de su alma.
Posee unas manos finas, lisas, pequeñas, con unas uñas todo el tiempo cuidadas y más bien largas, pues son la primera arma que saca en cuanto se ve en un aprieto.
Sus piernas y brazos están tonificados debido a que le encanta estar en forma y sentirse bien consigo misma.
Unos pómulos alzados, la nariz recta y fina, y unas cejas perfiladas son los rasgos que le dotan de una belleza a simple vista.

Leander fue criada en el seno de una de las mejores familias del Distrito 12. Su padre es comerciante y su madre es la propietaria de una de las farmacias del distrito, así que la comida nunca le ha faltado. Quizá sea por eso que puede presumir de buen cuerpo, y no de uno que esté en los huesos, además, al vivir en estas condiciones, Leander nunca tuvo que pedir teselas y eso le daba la seguridad de que no iba a salir, o al menos de que sus posibilidades eran bastantes escasas.
A sus dos años, su madre volvió a quedarse embarazada de una niña de ojos azules y pelo negro. Nadezhda era su nombre, como el segundo nombre de Leander, de hecho fue esta última la que decidió que se llamara así. Ambas se querían, se respetaban, no se separaban nunca, pero, un día, no se sabe como, Nadezhda pilló un virus que la dejó hospitalizada durante semanas, hasta que finalmente, su cuerpo débil y pequeño, no aguantó más. Leander no se sintió peor nunca. Se perdió así misma, se dejó morir de alguna manera. Pasó meses en un estado en el que no quería nada, no sentía nada, no sabía nada. Pero un día despertó y sufrió el cambio de su vida. Pasó de un extremo a otro en un abrir y cerrar de ojos para así olvidar a su hermana y superar su pérdida.
Trece años era la edad que tenía cuando Leander se convirtió en lo que hoy día es. Y desde entonces, no ha cambiado. Siempre intenta divertirse, ser la mejor en todo, meterse en los problemas justo y, por encima de todo, llenar ese hueco vacío de su interior con algún ligue. No ha conocido el amor verdadero, pero es sólo porque teme atarse demasiado a una persona y que un día desaparezca sin más.
Aunque esta es la penúltima cosecha para ella, todo puede pasar, y lo que terminaría por romper a esta chica sería salir elegida, pues, como ella misma admite, salir con vida de la Arena, sobrevivir a 23 chicos y a todas las artimañas del Capitolio, sería imposible.