Breanna J. Barnard

Breanna es una chica obligada a madurar rápidamente. La despojaron de su adolescencia al lanzarla a los Juegos con quince años, cuando apenas era una niña con sueños e ideas en la cabeza. Siempre fue algo seria, pero tenía una gran imaginación y sus padres siempre pensaron que llegaría lejos si seguía estudiando. Pero eso no ocurrió.

Fría, elegante y más inteligente de lo que se cabría esperar, si no fuera por su físico, podría pasar por una mujer de veintitantos. Ahora, con diecinueve, no tiene que preocuparse por su futuro, por estudiar ni por cuidar una familia, ¿qué hacer entonces?
Desde hace cuatro años, Breanna es mentora. Es una joven fuerte ante el mundo, y no se esconde de su pasado. Quiere vencerlo, cambiarlo. Para ello pone todas sus energías en ayudar a sus nuevos tributos a volver a casa. Es por eso que se ha reforzado, ha levantado un muro que le impida sentir afecto, porque Breanna es peligrosamente racional, y sabe que si se encariña con un tributo que no consiga salvarse, no podrá ayudar a los siguientes.

Por supuesto, Breanna no es ninguna heroína. No tuvo tiempo de madurar correctamente, y puede ser vulnerable cuando su coraza se resquebraja lo más mínimo. Por eso es que a veces se hunde, y necesita desahogarse de alguna manera... lástima que la mayoría de las veces no escoja buenos métodos para ello.

Nombre: Breanna.
Segundo nombre: Jade.
Apellido paterno: Barnard.
Apellido materno: Callaghan.
Apodos Bree.
Distrito: Once.
Fecha de nacimiento: 22/Septiembre.
Edad: Diecinueve.
Horóscopo: Virgo.
Orientación: Heterosexual.
Ocupación: Mentora.

Estatura media, tirando a alta, mide 1,71. Delgada, no le gusta comer demasiado, y desde luego aborrece todo lo que contenga grasa. No es que esté obsesionada con el físico, pero esas cosas le dan cierto… asco. Hace ejercicio a menudo, siempre que se lo permiten sus tareas. No se puede negar que la chica es guapa, aunque el tener casi continuamente esa expresión de mala… ejem, de mal carácter, no le favorece del todo. Suele llevar el cabello rubio suelto, a su aire. Sólo se lo recoge cuando hace deporte o está especialmente enfadada. Sus ojos son azules, de un tono grisáceo, ligeramente rasgados. No tiene mucha fuerza, de hecho no tiene ninguna, una de las razones de que su victoria fuera casi un milagro.

Nació en el distrito 11, hija de agricultores que por suerte en la vida mantenían una posición económica relativamente buena en comparación con el resto del distrito. Hija única, sus padres no se atrevieron a tener más hijos por si alguno acababa en los Juegos. Breanna creció como una niña normal. Fue al colegio, hizo amigos y no le dio tiempo a nada más. El año que cumplió quince fue seleccionada para los Juegos del Hambre. Mala suerte, puesto que no tenía teselas ni hermanas mayores que fueran en su lugar. Su compañero fue otro chico del distrito, mayor que ella, al que no conocía y al que no puso interés en conocer.

Tenía miedo. Morir no era algo en lo que una niña de su edad pensara habitualmente. Su mentor fue listo y supo hacia dónde dirigirla para ganarse al público. La presentaron como una adorable niña con cara de ángel que quería ser fuerte para volver con su familia. Dieron en el clavo. Su puntuación fue de un 6, algo normal teniendo en cuenta que no había tocado un arma en su vida. Descubrió que tenía talento para al tiro con arco, y hacia eso se enfocaron todas sus energías. Aprendió a preparar trampas y a detectar venenos y sobre todo a cómo actuar ante las cámaras.
Una vez en la arena, Breanna corrió a esconderse. Consiguió hacerse con un arco, y la gente del Capitolio hizo el resto. La niña era lista. Sabía que en el frente a frente no tenía nada que hacer. Se dedicó a esconderse y sobrevivir a las pruebas de la arena. Fue contando los muertos que cada noche aparecían en el cielo, y cuando sólo quedaban dos, se armó de valor y fue a buscarlos. Al primero le atravesó la garganta con una flecha. Al segundo, malherido, consiguió cubrirlo con unas bayas venenosas al contacto con la piel. Le costó conseguirlas sin tocarlas, y de hecho cuando salió de la arena proclamada campeona, tuvieron que amputarle dos dedos. Claro, que eso para la tecnología del capitolio no es nada, y al despertar ya tenía su mano como si no hubiera pasado nada, aunque en parte fuera robótica.

Después de la Gira, Breanna se recluyó en su nueva casa. Se trasladó allí con sus padres, que a día de hoy siguen viviendo con ella. El primer año lo pasó en un estado lamentable, una sombra de lo que había sido. Pero poco a poco, con mucha ayuda, consiguió salir del agujero y ser la Breanna que ahora es.

En la actualidad se dedica a ser mentora cuando llega la cosecha. El resto del tiempo, lo pasa a caballo entre el Capitolio y el Distrito 11. Esta joven tiene una entereza de la que la mayoría de adultos carecen, por lo que sabe jugar bien sus cartas. La gente del Capitolio a la que enamoró sigue agasajándola con regalos, pero nada es gratis en esta vida. La mayor parte del tiempo se limita a visitar a un par de ancianos, a comer con ellos y atender alguna charla insulsa. Otras veces... Pero nada de eso le importa. Sabe que si los tiene contentos, podrá convencerlos para que manden regalos a sus tributos. Y eso es todo lo que a ella le importa en estos momentos.