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AMBIENTACIÓN.
La guerra ha transformado a Norteamérica en el país de Panem, dividido en doce distritos controlados por el tiránico Capitolio. Los Juegos del Hambre obligan a dos jóvenes de cada distrito a luchar por su vida en un espectáculo televisado con único vencedor.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
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{Wake me up when September ends.} ~Hugo Brennan.
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{Wake me up when September ends.} ~Hugo Brennan.
x Hugo Brennan x
ARCHIVADOR. ARCHIVADOR. ARCHIVADOR.
es un rebelde bastante inteligente y con amplios conocimientos en el ámbito informático y hacker. Se expresa mejor mediante acciones o escribiendo, oralmente se suele desenvolver bastante mal si no es para bromear o burlarse de alguien. Pasó una infancia dura que le inhibió emocionalmente, y es reacio a establecer relaciones que vayan más allá del interés. Su vida son ideales, cosas que él considera como ciertas y que cumple aun arriesgo de su vida o integridad, pero al mismo tiempo necesita el odio y la rabia para poder enfrentarse a la sociedad en la que vive y a la que desprecia. Necesita amor como cualquiera, pero está empeñado en no permitirlo por miedo ya que no ha tenido relaciones sentimentales profundas y nunca ha recibido cariño suficiente.
~ http://www.hungergamesrol.com/t763-hugo-brennan-stroud ~
Última edición por Hugo Brennan el Miér 01 Ago 2012, 17:53, editado 3 veces
Hugo Brennan- DISTRITO TRES.
- Mensajes : 243
Re: {Wake me up when September ends.} ~Hugo Brennan.
ROLES EN MARCHA.
# P A R T I C I P A N T E S. Hugo Brennan & Leight Bernanke.
# L U G A R. DISTRITO 3. Calles (LINK).
# T Í T U L O. The sparkling smoke.
# T R A M A. Es el cumpleaños de Hugo, que lo pasa en soledad y lamentándose de su vida hasta que llega una visita inesperada.
ROLES FINALIZADOS.
#1 # P A R T I C I P A N T E S. Hugo Brennan & Elliot Scott.
# L U G A R. DISTRITO 6. Barrio en Ruinas (LINK).
# T Í T U L O. La red del doctor.
# T R A M A. Hugo se dirige hasta el distrito 6 para conectarse a su red de internet y tratar de acceder a la red privada de un médico que, supuestamente, utilizó el cadáver de su madre para experimentos. Elliot Scott, hija del médico, descubre sus tácticas y sale a su encuentro.
# F I N A L. Hugo y Elliot se conocen, se hacen amigos y deciden empezar a planear cómo sacar los crímenes del médico que asesinó a la madre de Hugo a la luz, resultando ser este médico el mismo padre de Elliot.
#2 # P A R T I C I P A N T E S. Hugo Brennan & Saoirse McAvoy.
# L U G A R. DISTRITO 3. Colegio (LINK) -> Hospital (LINK).
# T Í T U L O. Puente informático con los rebeldes.
# T R A M A. Hugo se sube a la azotea de su colegio para realizar un encargo de su tío, el controlador hácker del distrito 13 Theodore Brennan. Le pilla con las manos en la masa la agente de la paz del distrito, que trata de detenerlo pero empieza a la vez a bromear con él.
# F I N A L. [i]Saoirse logra atrapar a Hugo tras una persecución por el distrito en la que el chico huye delante de la agente torciéndose un tobillo y dándose golpes. Acaba en el hospital tras caer del tejado de una vieja fábrica. Saoirse averigua su nombre y confisca su portátil, que se lleva para investigar que hacía. Ella se despide devolviéndole el beso que Hugo le había dado para escapar de ella cuando casi le tenía.
Última edición por Hugo Brennan el Miér 01 Ago 2012, 17:44, editado 4 veces
Hugo Brennan- DISTRITO TRES.
- Mensajes : 243
Re: {Wake me up when September ends.} ~Hugo Brennan.
# P A R T I C I P A N T E S. Hugo Brennan & Elliot Scott.
# L U G A R. DISTRITO 6. Barrio en Ruinas.
# T Í T U L O. La red del doctor.
# T R A M A. Hugo se dirige hasta el distrito 6 para conectarse a su red de internet y tratar de acceder a la red privada de un médico que, supuestamente, utilizó el cadáver de su madre para experimentos. Elliot Scott, hija del médico, descubre sus tácticas y sale a su encuentro.
# L U G A R. DISTRITO 6. Barrio en Ruinas.
# T Í T U L O. La red del doctor.
# T R A M A. Hugo se dirige hasta el distrito 6 para conectarse a su red de internet y tratar de acceder a la red privada de un médico que, supuestamente, utilizó el cadáver de su madre para experimentos. Elliot Scott, hija del médico, descubre sus tácticas y sale a su encuentro.
- Spoiler:
- ~1~Hugo Brennan escribió:El corazón me latía a mil por hora, por muy poco científico que eso sonara, poco inteligente para en el distrito en el que me encontraba, pero lo cierto es que en aquel momento me daba un poco igual. Me encontraba en un edificio un tanto ruinoso, pero que al menos se mantenía en pie. Sabía que si llegaba a la azotea podría conseguir buena señal, que era lo que necesitaba en ese momento. Bueno, y un poco de aire. Me paré en medio de las escaleras y jadeé, para luego sentarme en un peldaño y sujetar mi maletín contra mi pecho mientras recuperaba el aliento y suspiraba. Había llegado al distrito hacía una media hora, sabía a donde me dirigía, pero que me avistara un agente de paz había complicado un tanto mi plan. Al ver que huía de él, muy a mi pesar por la tentación de enfrentarle, el muy imbécil se había puesto a perseguirme por las calles del distrito. Le conseguí dar esquinazo, por suerte, pero enseguida supe que me había perdido. Aquí, en al parecer un barrio ruinoso y abandonado. No era el lugar más idóneo, pero si tenía suerte, una posición privilegiada desde allí mismo convertiría al barrio en un lugar en el que nadie pudiera descubrirme mientras venía a hacer lo que tenía que hacer. Me incorporé de nuevo y subí las escaleras a toda prisa, abriendo de una patada la puerta metálica atascada que daba al exterior. Había un par de edificios delante, pero aun con ello se tenía una buena panorámica del distrito.
Me arrodillé en el suelo mientras miraba a los lados, nervioso, y abría mi maletín para prepararlo todo. Saqué mi ordenador portátil (un auténtico lujo regalo de mi tío) e inicie el sistema mientras miraba al aire e inspeccionaba los alrededores. Si no me fallaba la vista, aquella antena que podía observar en la lejanía era mi salvación. Abrí un programa para descifrar contraseñas, y cerré el puño en señal de victoria al ver que había conseguido conexión al internet del distrito, emitiendo incluso un pequeño grito que resonó por el lugar. Enseguida me puse a trabajar, iniciando un programa y abriendo varios documentos sobre la operación en los que había trabajado hacía unos días. Sólo necesitaba una media hora para que terminara una descarga de archivos que eran vitales para el siguiente paso, que me asegurarían mi cometido personal aquí. Esos archivos me permitirían infiltrarme en una red privada desde la que tendría acceso a información confidencial. Había intentado acceder a esa red desde mi distrito, pero había descubierto que tenía que conseguir la conexión desde el mismo distrito 6 para poder conseguirlo, cosa que acababa de hacer. La red privada de un médico que, según había averiguado, estaba implicado en la extraña desaparición del cadáver de mi madre, que nunca se había encontrado. Al parecer habían incluso experimentado con ella. Si todo sale bien, la verdad saldrá a la luz y yo mismo ejecutaré una venganza contra ese médico de pacotilla.
Ahora tendría que hacer tiempo para que diera lugar esa media hora. No podía usar el portátil, ni moverlo, pues cualquier pequeño fallo podía dar lugar a la interrupción del proceso y tendría que volver a esperar. Con la información que esperaba obtener de esa red a la luz, iría al hospital y se la echaría en cara, y conseguiría que le despidieran o penalizaran, incluso conseguiría su muerte si hacía falta. Me levanté y di un paseo por la azotea, con las manos en los bolsillos y un gesto serio, sumido en mis pensamientos. Era muy importante para mí conseguir aquello.~2~Elliot Scott escribió:El primer día que ocurrió, pensé que había sido alguna imaginación mía debido a la falta de sueño. Al día siguiente, ocurrió lo mismo, por lo que el factor de la casualida se desvaneció al instante. Desde que mi padre decidió por mí, que ya era hora de tener mi propio ordenador, había hackeado todos sus datos y archivos para tener completa información sobre las investigaciones de mi padre las 24 horas del día. De éso hacía ya unos cuantos años. Conocía todas sus investigaciones con todo detalle: en qué consistía, quiénes participaban y por supuesto, los errores que cometía cada día. Me satisfacía descubrir que todas mis resoluciones a sus problemas, él mismo las descubría días después de mí. Quizás sería verdad que era una genio.
Hacía ya casi un mes que una persona demasiado curiosa había intentado entrar a la conexión del distrito y además, entrar a los archivos de mi padre. Parecía increíble, pero por primera vez en mi vida, defendí las propiedades de mi padre. Reforcé las seguridades de conexión para que ese desconocido no las pudiese saltar, había deducido que aquella personita era un experto en ordenadores. Yo no me consideraba una fanática de la tecnología, pero tenía la ventaja de pertenercer al Distrito 6 y mi rival no. A lo largo del mes, llegué a considerarlo un juego y me preguntaba si aquella persona se habría percatado de una extraña existencia que le impedía penetrar en los archivos secretos de mi padre. En sí, no quería proteger a mi padre. Quería asegurarme que la única que iba a desvelar a todo el mundo la verdadera naturaleza de mi padre, sería yo.
No fue una sorpresa cuando descubrí la primera semana que aquella persona pertenecía al Distrito 3, el lugar de la tecnología. Sonreí para mis adentros cuando recordaba las constantes amenazas de mi padre cuando le enseñaba pequeños robots que fabricaba a la edad de ocho años. Era extraño, pues podría haberlo hecho, en cambio me mantuvo a su lado creando aún más preguntas en torno a mi padre.
Encendí mi ordenador para ver si aquella personita continuaba su viaje hacia aquí -lo había deducido puesto que su ubicación las últimas horas se había estado dirigiendo hacia aquí-. Revisé sus últimos historiales, ya estaba aquí. Teclée varias veces, podría rastrear fácilmente su ubicación, estaba ahora en mi terreno, en mi "hogar". Tenía ventaja, y éso me hacía sentirme muy segura. Se encontraba en los barrios en ruinas de mi distrito, ¿qué pretendía dirigiéndose allí? Entonces entendí por completo lo que pretendía, tenía poco menos de media hora para impedirlo. Cerré la tapa del ordenador sin apagarlo y salí de mi casa -mi padre no se encontraba allí, estaba en los laboratorios, como siempre-. Vivía en una de las zonas más céntricas del distrito debido a necesidades de mi progenitor.
El odio que sentía hacia aquel desconocido se había estado transformando durante aquellos días en algo parecido a respeto. Quería conocerlo cara a cara, necesitaba huir a la rutina en la que me encontraba encerrada. Corría tan rápido como podía, pero mi estado físico no era el mejor del lugar por lo que tenía que parar cada dos minutos para recuperar el aire. Finalmente, tras veinte minutos de maratón llegué a los barrios en ruinas. Abrí el ordenador y rastrée la señal de mi enemigo. Como si de un navegador se tratara, el ordenador me dirigía los pasos, pero aquel lugar era como un laberinto de edificios ruinosos; podría estar en cualquier sitio. Pensé de nuevo, razoné con aquella inteligencia que me descubrieron muy de joven y analicé el lugar. ¿Dónde se encontraba la antena más cercana?
Con un intento de sonrisa, me senté sobre el borde de una acera y le escribí a mi rival: "¿Estás enfermo?" Era un mensaje claro, conciso y con ironía; y lo mejor de todo, desde una IP desconocida. Después moví varias veces la tapa de mi ordenador, como si se trata de un espejo para que reflejara justo exactamente donde se encontraba la única antena que se encontraba en un estado aceptable.~3~Hugo Brennan escribió:Apoyado en un muro con los brazos y mirando al infinito, seguí reflexionando acerca de lo que tenía que hacer y debía hacer luego. Nunca había estado en una situación así, muchas veces había robado información e investigado, pero siempre detrás de la protección de mi distrito o mis lugares para realizar tales operaciones, siempre preparado para huir por si alguien me rastreaba, tal y como había aprendido de mi tío. Allí estaba, por decirlo de alguna manera, en territorio enemigo. No sabría donde esconderme, ni qué hacer si me atrapaban. Y por lo tanto en peligro, claro. Era fácil operar tras una pantalla -al menos para mí- pero otra cosa era arriesgar el pellejo. El sabotaje siempre había sido entretenido y putear al Capitolio era muy divertido y reconfortante, pero en esta ocasión era un tema personal y debía solucionarlo no sólo a través de internet. Por lo menos no me la estaba jugando con los agentes de la paz ni con el Capitolio, sino que venía a ser un asunto interno. No por mucho tiempo, por desgracia para ese doctor al que he estado investigando.
Aparte de tales preocupaciones tenía un mal presentimiento. Al caso le rodeaba un aura bastante siniestra, pero no era eso tampoco lo que me preocupaba. Más bien era que alguien pudiera intervenir en el plan, que alguien se hubiera dado cuenta de lo que había estado haciendo. No me había pasado jamás, pero una vez era la primera. Y no era recomendable que la primera vez que me exponía de aquella manera no estuviera seguro de que saliera bien y que nadie iba a interponerse en mi camino. Seguramente cuando contactara con el doctor él mismo y más gente lo haría, pero debía tener el camino despejado hasta entonces.
Sólo pasaron cinco segundos cuando escuché un pequeño pitido de mi portátil. Se me aceleró el corazón, temiendo lo peor. Me tiré prácticamente al suelo, y contemplé con alivio que la descarga de los archivos seguía su curso, a un ritmo lento pero seguro. Revisé la conexión y también estaba bien, excepto... un mensaje. Era sumamente difícil contactar con un equipo remoto desde otro sin tener los datos suficientes, yo mismo tendría muchos problemas para hacerlo, pero algo o alguien lo había conseguido. Intenté calmarme diciéndome a mí mismo que debía ser automático, alguna especie de aviso enviado por la red al notar mi conexión. Eso no debería suponer problema, pues había descubierto la clave y estaba dentro a vista de todos legalmente. Hice que mi equipo revisara el mensaje en busca de virus capaces de colarse en mi ordenador y tirar por la borda mis planes. Pero era inofensivo. "¿Estás enfermo?", decía. Entrecerré los ojos, extrañado. ¿Que si estaba enfermo?
Me di cuenta tras un par de minutos de reflexión. Alguien sabía a qué clase de datos trataba de acceder y el mensaje sólo me lo comunicaba, como restregándomelo. Alguien sabía lo que trataba de hacer y podría impedírmelo si no hacía algo. Reforcé la seguridad de mi ordenador, y también bloqueé cualquier interacción para que no llegara ningún otro mensaje ni posible invasión a mis archivos. Rastreé la IP del mensaje, pero fue imposible. Al parecer estaba jugando con alguien que sabía lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo no me había detenido, al menos por el momento. Me levanté de un salto, aún más nervioso y preocupado, pero al menos estando seguro de que no podría volver a acceder a mi ordenador. Si alguien quería interrumpir lo que estaba haciendo, debía localizarme y enfrentarse a mí directamente.
Tal vez pudiera hacerlo yo antes, así que volví a acudir a mi ordenador y traté de acceder a cualquier registro de conexiones del distrito. Me exponía a ser encontrado yo también, pero al menos seguía siendo inaccesible. Puse un filtro a trabajar e introduje las coordenadas del barrio, cualquier conexión en al menos un km a la redonda sería localizada por mi ordenador, incluida la mía. Sólo tenía que esperar y preparar una ruta de huida si se confirmaba que ese usuario sospechoso se dirigía hacia mí.~4~
.Elliot Scott escribió:Mi mensaje puso alerta a aquel desconocido que intentaba conseguir información sobre mi padre, ya que pocos minutos después, me atreví -aunque sin poco éxito- a infiltrarme en su ordenador. Había reforzado su sistema de seguridad y podría llevarme unas horas poder saltar ese muro de seguridad, después de todo la informática no era de mis rasgos fuertes. Al observar que aquella persona no iba a contestar a aquel mensaje de aviso, abrí un nuevo documento con el que poder hacer una serie de cálculos. No había contestado a mi mensaje de reflejos que le había hecho con la tapa del ordenador, sin duda, lo había puesto muy nervioso. Debía aprovechar mi ventaja, estaba actuando en un terreno que yo conocía y además, aquella persona seguramente habría viajado de manera clandestina, por lo que se encontraría de forma ilegal en el Distrito 6. Teclée números, letras, símbolos; todo con el propósito de intentar entender cuánto tiempo me quedaba antes de que aquel desconocido lo llegara a saber todo de mi poco querido padre.
Cuando le di a enter, la vista se me iluminó. Agradecía que por los barrios en ruinas la gente no acostumbrase a dar paseos, puesto que no podría deducir que iba a pasar a continuación. Respiré y decidida, marché hacia el edificio con la única antena estable tan deprisa como mis piernas adoloridas me permitían -puesto que la carrera de antes me había dejado bastante debilitada-. Si no me había contestado, era porque hasta ahora no se había percatado de mi presencia escondida y el desconocido estaría más alerta que nunca. Eran tantas las preguntas que se aglutinaban en mi mente, que no me atrevía a abrir la boca con miedo a perderlas. La más importante era: ¿por qué quería conocer el trabajo de mi padre? Por lo que sabía, los únicos errores vitales que cometió mi padre fueron mi madre y yo; él mismo lo reconoció. No podía ser una persona que trabajaba para el Capitolio, ya que todas las investigaciones del Doctor Scott les convenía demasiado a los mandatarios de arriba. No. Era un rebelde, alguien que no compartía los pensamientos del Capitolio. Pero la pregunta seguía estando ahí, ¿por qué mi padre? Él sólo investigaba curas para las enfermedades de la actualidad, curas más bien, definitivas, para erradicarlas. Había escuchado rumores, sobre levantamiento en otros distritos, pero algo en mi interior no paraba de sugerirme que toda aquella trama tenía otro transfondo.
Despacio y sin hacer el menor ruido, subí los últimos escalones que me condujeron hasta la azotea del edificio ruinoso. La puerta estaba abierta, seguramente por el desconocido. Tenía poco tiempo, me quedaban menos de diez minutos para que la descarga de los archivos de mi padre finalizara. No sabía si quería impedirlo, primero quería conocer los motivos de aquella persona, y después, un diálogo pacífico entre nosotros -porque una batalla cuerpo a cuerpo era lo menos que me convenía, además, no iba a llegar hasta tales extremos por mi progenitor-. Espiré agotada y me asombré al encontrarme con la espalda de un joven, quizá no mucho mayor que yo o de la misma edad. Analizaba toda la situación, mis sentidos estaban al máximo.
Allí se encontraba, sentado, tecleando en su ordenador tal y como yo había hecho hacía unos minutos. Elliot Scott era poco conocido en los otros distritos, quizá algo en el Capitolio, por lo que dudaba que aquel joven supiera de mi existencia -la hija no deseada del médico-. Tragué saliva, tenía ventaja, lo sabía; sólo tenía que jugar mis piezas bien. Di unos pasos hacia él, bastante sonoros para que se percatara de mi presencia y con un rostro vacío, le dije:
-Eres muy malo escondiéndote, ¿no? Podrías haber fabricado una nano-antena para no llamar tanto la atención~5~Hugo Brennan escribió:Huír. Es lo único que tuve en mente los minutos en los que mi ordenador detectó esa otra conexión a la redonda. También me había dado cuenta de que, de todas maneras, sólo la antena que había localizado era la que daba señal en el barrio. Se podían ver otras en la lejanía, pero ninguna debía funcionar correctamente. Si alguien más era capaz de ver eso, sabría su posición sin ningún tipo de mecanismo informático. Y seguramente se estaría dirigiendo hacia allí para tenderme una emboscada. Aunque todo aquello me asustaba, en cierto modo también me reconfortaba. Un enemigo al menos era alguien, no tener a nadie era peor que cualquier cosa. Al menos eso pensaba yo. Sin embargo, ese enemigo era cuanto menos extraño. Había demostrado notables capacidades informáticas, pero aún así no se había limitado a sabotearme a distancia, como sería lógico. Quería enfrentarme personalmente, o tal vez enviara a alguien. ¿Alguien conocido del médico, tal vez? No sería extraño que tuviera especialistas a su lado que hubieran notado la infiltración en sus archivos. Lo cual, como es obvio, resulta un problema para mí. Era algo que tenía en cuenta, ya que tampoco había sido demasiado cuidadoso con las infiltraciones. Prácticamente había forzado el acceso varias veces, y eso era fácilmente rastreable, demasiadas pistas y pocas sin borrar.
Pero no me pillaría desprevenido. No podía mover el portátil, al menos no lejos del edificio, y debía evitar a toda costa que interfirieran con las operaciones de mi ordenador. Inspeccioné la rectangular azotea. Había algunos escombros por el suelo, seguramente de otros edificios, cuerdas de tender la ropa y otras cosas que no supe identificar. A un lado estaba la puerta, a los lados los derruidos muros que enviarían a la calle con vuelo directo a cualquiera que no tuviera cuidado. Con un salto considerable desde una zona sin muro podría llegar a la ventana edificio de al lado en caso de emergencia. Con todos aquellos elementos seguramente habría algo arrojadizo con el que defenderme, pero no era la violencia lo que me llamaba, a no ser que mi enemigo también se mostrara hostil. La mejor opción sería la huida, pero no podía mover el portátil. Pero pronto se me ocurrió una solución para eso.
Me senté, y tecleé sin ton ni son, mientras sujetaba la funda para que se mantuviera erguida y cubriera mis instrumentos. Ya le había oído llegar, un ruido en los pisos inferiores había activado mi alerta y mi corazón, y ahora le veía pasar por la puerta. La, mejor dicho. Haciendo honor a la verdad, no era lo que me esperaba. ¿Un fortachón, tal vez? ¿Alguien que destrozara mi equipo con un mazo y me instara a que dejara de meterme en asuntos de otros amenazándome de muerte? Pero no, allí estaba, una simple chica y encima aproximadamente de mi edad. ¿Qué tenía ella que ver con todo esto? -No contaba con que nadie pudiera encontrarme aquí-confesé, pero sabiendo y jurándome en mi mente que no volvería a cometer otro error. Al fin y al cabo mi plan no era acabar allí, sino conseguir otros escondrijos que ya había barajado anteriormente. Todo por aquel maldito agente que me había desviado. -En fin, ¿quién te envía? o mejor dicho, ¿quién diablos eres y qué quieres? Estoy un poco ocupado y supongo que no te conviene que te vean aquí, así que vete-le dije, de mala gana, y quitándole la vista de encima. Seguramente se creía que yo la estaba subestimando, que por no verla peligrosa dejaba de tener importancia. Pero no era así. Había logrado enviar aquel mensaje, y con ello aparte de un cierto respeto hacia ella me había surgido hasta más curiosidad por cómo había podido descubrirme y qué iba a hacer si verdaderamente lo sabía todo. Realmente esperaba que me contara la verdad y no que tuviera a dos matones esperando abajo a su señal una vez descubriera lo que estaba haciendo. Tal vez era solo un señuelo para entretenerme. O tal vez pensaba detenerme ella misma de alguna manera. Debía seguir siendo precavido.~6~Elliot Scott escribió:Su voz sonaba tranquila, a pesar de que le había pillado con las manos en la masa, en pleno trabajo para descodificar los documentos de mi padre. Me crucé de brazos -ya que llevaba el ordenador en una mochila medio rota- mientras me soltaba la típica retahila de preguntas, mientras tanto, en mi mente apartada del mundo exterior me preguntaba a mí misma cómo reaccionaría mi padre ante aquella situación. Seguramente él movería cielo y tierra con todo su poder social para que aquel chico acabase entre rejas o en algún lugar peor -quizás el destierro-. De todos modos, yo no era mi padre ni mucho menos, no había heredado su ética moral. Suspiré cuando el joven terminó, parecía que estuviera sobrevalorándome, pero seguramente pocas personas habrían podido acceder a su ordenador con el simple propósito de dejarle un esclarecedor mensaje.
-Eso mismo debería preguntarte yo -dije seria, después de todo era él el que estaba intentando hacer algo ilegal. Para ganarme durante unos minutos su confianza, retrocedí sobre mis pasos y cerré la puerta, la cual produjo un extraño ruido metálico, como si todo se fuera a derrumbar de un momento a otro; aunque sabía que éso era muy improbable-. Estoy sola, nadie más me ha seguido, aunque sería un tanto extraño que alguien hubiera seguido a una inocente chica que pasea tranquilamente por las calles de su distrito. Debería haber llamado a un agente de la paz, quizá me haya confiado demasiado, pero... He de confesar que tenía muchas ganas de conocerte. No sé si te habrás dado cuenta, pero yo he sido la que ha impedido que tú, chico del Distrito 3, pudiera acceder a las investigaciones e información sobre uno de los médicos más importantes de este distrito.
No quería darle información sobre mí, todavía no. Pretendía primero, conocer a mi rival, conocer sus propósitos. ¿Quién aparte de mí podía odiar al famoso Doctor Scott? Todo el mundo le admiraba, y en teoría, yo también debía hacerlo. Di unos pasos hacia aquel chico, quien seguía pegado hacia su ordenador. En cierta medida, me esperaba a alguien más... ¿mayor? Conocía a pocas personas con aquellos conocimientos de la informática, y en su totalidad eran todos adultos -a los que fácilmente se les podía ganar en menos de media hora-. Parecía tener un aspecto frágil, aunque presentía un enorme potencial. El corazón me latía demasiado deprisa, debido al gran esfuerzo físico y al sentimiento de poder haber encontrado al fin un rival de mi categoría -y quien sabe, después aliado-.
-Así que nadie más que yo se encuentra por estas calles ruinosas, y me temo que vamos a estar solos durante algunas horas. La gente se suele congregar aquí por la noche. Ya que tú eres un invitado ilegal a mi distrito, deberías ser tú quien respondiera a mis preguntas. ¿Qué es lo que pretende un chico de tu edad hackeando los archivos de Elliot Scott? Que yo tenga en cuenta, los médicos curan, no hacen daño -había decidido tomar esa posición ingenua, aunque claramente sabía todos los horribles experimentos que llevaba a cabo mi padre. Recordé aquella vez por mi octavo cumpleaños cuando me llevó a su laboratorio y como regalo, me enseñó a hacer una autopsia de una manera un tanto extraña. El hecho marcó el resto de mi vida, sobretodo por haber visto el rostro de una mujer fallecida y su cuerpo abierto en canal. Recuerdo haber vomitado durante tres días seguidos.
Mi mirada iba directa hacia los ojos de aquel chico, fría como el hielo, esperando las respuestas de todo un mes.~7~Hugo Brennan escribió:Suspiré. No se iba, ni se iría. Empezaba a olerme de qué iba al asunto, y curiosamente cada vez estaba más tranquilo. No porque supiera que podría librarme de ella y seguir con mi plan, y tampoco porque empezaba a intuir lo que estaba haciendo allí y por qué insistía en hablar conmigo. ¿Curiosidad informática? ¿Intercambio de datos, tal vez? Ella misma me lo diría, porque pensaba sonsacárselo para quitarme las dudas de encima. Pero al parecer ella también tenía sus dudas respecto a mí, lo cual era obvio. Ella sabía lo que yo había estado haciendo, y me había seguido hasta allí. Era casi admirable, incluso un poco temerario. Yo podría haber sido cualquier persona, otra que no hubiera tenido miramientos en secuestrarla para seguir con el plan... o tal vez matarla. Pero yo estaba allí, con ella plantada frente a mí, mientras intentaba aparentar que todo me resbalaba. Pero lo cierto era que, en el fondo de todo, estaba la importante razón, el tema de mi madre. Y yo no confiaba en esa pequeña espía como para contarle absolutamente nada, por muchas represalias que pudiera tomar. El plan dentro del plan era hacer como que confiaba en ella y ella confiaría en mí. No era la primera vez que mentía. Sonreí para mis adentros.
Escuché todo lo que esperaba escuchar, y la examiné lentamente mientras cerraba la puerta. Venía sola, me había descubierto por su cuenta y ha estado interfiriendo en mi plan desde el mismo principio. Pensándolo bien, estaba allí mismo y no en otro lugar por su culpa. Temeraria, pensé de nuevo. ¿Venir aquí sin decirle a nadie a dónde vas para conocer a un hacker anónimo? Incluso yo exponiéndome aquí había sido más precavido. -Obviamente no sabía que eras tú, pero créeme que temía que era alguien-dije, con cierto tono de burla. Me levanté cerrando el maletín, sin moverlo un milímetro, y sacudí los pantalones mientras metía las manos en los bolsillos. Paseé lentamente sin separarme demasiado del maletín y mirándola fijamente. -Es justo que sea yo quien responda a tus preguntas, lo admito-dije, asintiendo-. Has jugado bien todo este tiempo y pareces querer darme problemas hasta el último momento. Lo que no entiendo es qué haces aquí, y por qué te importa tanto ese maldito doctor. Te aseguro que no tengo ningún motivo personal-dije, dando una patada a una pequeña piedrecilla-. ¿No es obvio? Sólo quiero robarle información para venderla y sacar tajada. A eso me dedico. Me es indiferente si cura o hace daño, lo único que espero es que eso sí que interese para quien trabajo. Y tú...-me acerqué unos pasos hacia ella, mirándola fijamente-estás interfiriendo. Así que o me dices por qué o vete, no te interesa ni me interesas.
No he estudiado teatro, pero la mentira fue convincente hasta para mí. No era la primera vez que mentía, ni sería la única. Tenía lógica. Los hackers nos dedicamos a eso, mi tío lo hace. No es precisamente poco habitual que se robe información, se filtre o se venda. Si se lo tragaba y la había engañado e intimidado lo suficiente saldría de allí y me dejaría acabar con todo esto. Aunque yo seguiría mi duda de por qué quería involucrarse tanto. Estaba siendo reservada, pues por el momento no me había revelado nada que yo no supiera ya sobre ella, más que su identidad en persona. Si habría logrado engañarla, tal vez consiguiera sacar algo más. La verdad es que me confundían sus intereses, y algo me decía que iba a ser difícil sonsacárselos. Pero no tanto como sacarme a mí la verdad. Pensándolo bien, era mejor que se marchara cuanto antes. Por mucha curiosidad profesional que tuviera en ella y sus motivos, no era suficiente como para apartar lo verdaderamente importante.~8~Elliot Scott escribió:Sus palabras llegaban a mis oídos, tan frías como el hielo que casi sentía la escarcha sobre ellos. Sabía que mentía en cuestión sobre mi molesta presencia durante su hackeo, quizá sospechase algo, pero no lo suficiente como para poner las debidas protecciones para que yo dejase de interferir. De algún modo, sentí ganas de reír, pero me sentía incapaz; después de todo, no era una situación cómica. Me divertía ver cómo aquel joven me preguntaba sobre mi obsesión protectora con mi padre -el doctor misterioso-. De algún modo era en parte egoísmo, yo quería ser la única en destruir a mi padre y alzarme sobre él. No pude evitar cruzar mis brazos al escuchar aquella maldita mentira, porque estaba mintiendo, lo sabía. A veces se me podría considerar un detector de mentiras, a veces, y aquel caso era el idóneo. Mi padre tenía dos cuentas completamente separadas, la oficial y la privada. La oficial por supuesto se encontraban todos sus logros e investigaciones -sin tener en cuenta los errores que cometía día a día-, mientras que en la privada era una especie de diario desde que comenzó con su carrera en la medicina. Podía sentirme orgullosa de haberme leído toda su vida, había ocasiones en las que quería vomitar -incluía fotos la mayoría de las veces-, mientras que otras sentía mucha rabia por cómo investigaba. Era un hombre malvado, del Capitolio, sin duda. No, él no pretendía obtener información sobre las investigaciones de mi padre, ni siquiera había intentado acceder a la cuenta oficial. Aquel joven quería ir más allá, descubrir la oscuridad de lo logrado por mi progenitor. ¿Y qué conseguiría él vendiendo errores en medicina?
Parecía tener sólo mera curiosidad en mí, quizá solamente quisiera descubrir cómo me había interferido en su calculado plan. No le costaba mentir, ni siquiera tendría remordimientos, lo sabía por experiencia. La gente como él era así. Ahora me exigía a mí respuestas, ¿era el momento idílico para contarle todo? Quería saber si podría encontrar en él un aliado o un enemigo del que me tendría que desechar. Daba igual si alguien más conocía mi identidad, además, ni siquiera podría sabotear mi base de datos. Lo único que podría saber sobre mí, sería lo único que le quisera contar yo. Respiré profundamente y dije:
-Por lo que puedo deducir, eres una persona que quiere sacar a la luz la verdadera naturaleza de Elliot Scott. Deseo impedírtelo puesto que yo quiero ser la única en destruir a ese hombre. Te parecerá extraño debido a que lo he defendido hace unos instantes, pero en este distrito y en los demás la imagen de este hombre es equivalente a la de bondad. Presiento que de alguna manera ha llegado a tu conocimiento alguno de sus hechos más "oscuros" y te has decidido a saber quién es realmente este médico. Llego vigilándole mucho tiempo y me pareció muy interesante que otro ser humano en Panem tuviera la misma afición que yo. ¿Mi objetivo hoy? Conocer a ese individuo con el que comparto al menos una cosa y comprender su propósito -había ocultado la mayoría de la información, pero en esencia, era aquéllo. No era una mentira, tampoco una verdad. Simplemente una historia paralela a la mía, quizás-. ¿Puedo saber al menos tu nombre? Es para saber a quién me estoy dirigiendo...~7~Hugo Brennan escribió:Veía en su cara su gesto de cierto escepticismo. Capté que mi mentira no había sido tan efectiva como pensaba. Seguramente se me estaría pasando un detalle de la ejecución de mi propio plan que ella no había obviado como espía de mis métodos. Se había dado cuenta de algo que yo no, sabía cosas que yo no temía que supiera nadie, y por eso estaba ahora en esa azotea dándome la brasa. En cualquier caso, aquello no era un problema. Mi plan estaba a salvo, yo estaba a salvo. De igual manera ella era la única que no estaba a salvo, ya que no creí que guardara ningún truco bajo la manga que pudiera usar contra mí a esas alturas del partido. Lo único que tenía esa chica era datos de mi plan, pero no podía impedir que se realizara. En diez o quince minutos tendría la información que necesitaba descargada en mi portátil. Luego un posible forcejeo si trataba de impedirme largarme de allí -del cual no creo salir perjudicado- y correr para realizar mi venganza hacia Elliot Scott amenazándolo públicamente. Dicho de forma bastante vulgar pero acorde con la rabia que sentía hacia su persona, le tendría bien agarrado por los huevos. Tal vez incluso tuviera tiempo de planear otra manera de joder a aquel médico, incluso a distancia para no exponerme, pero antes tenía que librarme de aquella chica. Una vez le diera esquinazo los datos estarían a salvo en mi portátil y mi plan seguiría adelante. Si, así sería.
Reí sin que se me notara, pues me hacía un poco de gracia lo que me estaba diciendo. Si se creía que iba a picar, estaba muy equivocada. ¿Que estaba en contra de el doctor Scott también? Ya, claro. Por eso había estado saboteándome en vez de permitir que le hundiera. Sopesé sus argumentos, y aquello de que "ella misma quería acabar con aquel hombre" no me sonaba muy convincente. Si era así, ¿por qué no lo había hecho ya? Además, no podría haberme estado bloqueando estos meses sin tener acceso directo y no restringido a toda la información que yo quería obtener, es decir, tenía que estar dentro o ser muy cercana a esos archivos. Parecía tener acceso a sus datos y saber muchas cosas que yo no sé (aún), y si no había hecho nada... eso sólo podía implicar que estaba del lado del doctor y que era un topo que venía a averiguar mis intenciones personalmente, para luego dar luz verde y que enviaran a alguien para detenerme. Ella era inteligente, se le notaba, y por eso la habían enviado a hacer que yo cantara como un pajarito. Quizá incluso llevara un micro. Mi condición de hacker no me permitía confiar en nadie, de todas maneras. Decidí continuar con aquella red de mentiras.
-¿Entendí "al menos"?-dije, divertido-. Creo que estoy en lo cierto al aventurar que no sabrás mi nombre, pero si muchas cosas más. En fin... mi nombre es Jimmy. Y estás en lo cierto, quiero averiguar más de lo que se tiene a la vista de ese capullo, puesto que tuve acceso a cierta información que me animó a formar un plan tan arriesgado para saber más cosas. De hecho... bueno, no sé si decirte esto, pero... trabajo para alguien que me proporcionó esa información cuyo nombre e identidad no te convienen saber, no son gente legal, y están enemistados con Scott y por ello quieren destruirle, empezando por su carrera. Desconozco sus motivos, pero prefiero no preguntar. Me pagarán una gran suma de dinero si consigo lo que quieren, y para ello debo llevar a cabo mi plan. No sé que harán ellos con esos datos, así que lo siento, pero no busques alianza conmigo, soy un simple intermediario.
Si mi plan fuera peor, tal vez podría haberla usado y aliarme realmente con ella, pero ahora no la necesitaba, aparte de que era muy arriesgado dado que no me creía lo que me había dicho acerca de estar también en contra del doctor. No podía darme nada que yo quisiera, podría incluso quitármelo, así que simplemente estaba estorbando. Podía continuar con aquellas mentiras hasta que se cansara y se largara, pues si no era hostil no me suponía más que una molestia.
Hugo Brennan- DISTRITO TRES.
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# T R A M A. Hugo se sube a la azotea de su colegio para realizar un encargo de su tío, el controlador hácker del distrito 13 Theodore Brennan. Le pilla con las manos en la masa la agente de la paz del distrito, que trata de detenerlo pero empieza a la vez a bromear con él.
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