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AMBIENTACIÓN.
La guerra ha transformado a Norteamérica en el país de Panem, dividido en doce distritos controlados por el tiránico Capitolio. Los Juegos del Hambre obligan a dos jóvenes de cada distrito a luchar por su vida en un espectáculo televisado con único vencedor.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
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Yo soy Nom, Nom Luna.
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Yo soy Nom, Nom Luna.
Pasé el dorso de mi mano por mi frente para quitar el exceso de sudor que caía sobre mis ojos y por mis mejillas. El sol pasaba su lengua sobre mi cuerpo, quemándome en un intento de tostar mi pálida piel mientras estaba en alta mal trabajando con las redes que coloqué durante la madrugada. Jalaba con fuerza contra un pequeño banco de peces que chapoteaban y movían sus colas frenéticamente en un intento de escapar a una muerte segura. Que curioso, de alguna forma así me sentía cada vez que nos cosechaban. La única diferencia es que ellos peleaban, muchos de nosotros no.
Gruñí cuando pude alzar la red por encima del borde del bote de madera y dejarlo caer dentro de una pequeña cava que tenía para mantenerlos frescos. Era agotador, pero el dinero vale la pena. Jadee mirando al cielo y la posición del sol, ¿Qué hora será ya? ¿Medio día? Todavía me quedaba buscar las almejas, cangrejos y langostas en las trampas que tengo instaladas en el lecho marino. Me quité la camisa y mis short, de nada me servirán abajo. Antes de lanzarme al agua tomé una mascara, mi cuchillo y un bolso tejido con fibra de palmera. Gracias al cielo que Abuela me enseño todo eso.
No me cansaba de sentir todos los días el como el agua impactaba mi cuerpo, refrescandolo e introduciendolo a ese trance sin gravedad donde podía sentir perfectamente que volaba. Patalee hacía el fondo, buscando a mi alrededor la pequeña boya casera que coloqué para reconocer mis lugares predilectos. No son muy visibles, hace tiempo aprendí por las malas que dejar una clara señal era como invitar a todos los pescadores del lugar a robarte tu comida para una semana. Peces de colores me evitaban nadando con sincronizacion hacía el lado contrario, eran adorables y muy venenosos gracias a un inútil experimento del capitolio. Aparté un jardín de algas marinas para poder sacar la jaula repleta de cangrejos. JÁ. Que suerte, hace unos días solo pude encontrar un solo cangrejo y muerto. Agarré un extremo alejado de las pinzas que intentaban agarrarme y nade lo más rápido posible al bote, el pecho me dolía en exigencia de oxigeno.
Dí una gran bocanada de aire al llegar al exterior, joder, cuanto sol. Subí a una pequeña rampa del bote la jaula. Allí se quedará hasta que venga con las langostas. Ese viaje fue lo mismo que con los cangrejos, solo que era una sola. Vale, hoy no busco las almejas, las dejo para mañana como primera tarea, desde mi posición puedo escuchar los motores de los pescadores dirigirse a mi punto.
Subí con facilidad y ordené todo en la cava, separé la mercancía para el manco del puerto y para el puesto de comida. Los hombres, como siempre, llegaron gritándome improperios y dedicándome gestos obscenos. Yo por supuesto, les lancé uno de mis cuchillos para atemorizaros.
Si, un típico día en alta mar.
Gruñí cuando pude alzar la red por encima del borde del bote de madera y dejarlo caer dentro de una pequeña cava que tenía para mantenerlos frescos. Era agotador, pero el dinero vale la pena. Jadee mirando al cielo y la posición del sol, ¿Qué hora será ya? ¿Medio día? Todavía me quedaba buscar las almejas, cangrejos y langostas en las trampas que tengo instaladas en el lecho marino. Me quité la camisa y mis short, de nada me servirán abajo. Antes de lanzarme al agua tomé una mascara, mi cuchillo y un bolso tejido con fibra de palmera. Gracias al cielo que Abuela me enseño todo eso.
No me cansaba de sentir todos los días el como el agua impactaba mi cuerpo, refrescandolo e introduciendolo a ese trance sin gravedad donde podía sentir perfectamente que volaba. Patalee hacía el fondo, buscando a mi alrededor la pequeña boya casera que coloqué para reconocer mis lugares predilectos. No son muy visibles, hace tiempo aprendí por las malas que dejar una clara señal era como invitar a todos los pescadores del lugar a robarte tu comida para una semana. Peces de colores me evitaban nadando con sincronizacion hacía el lado contrario, eran adorables y muy venenosos gracias a un inútil experimento del capitolio. Aparté un jardín de algas marinas para poder sacar la jaula repleta de cangrejos. JÁ. Que suerte, hace unos días solo pude encontrar un solo cangrejo y muerto. Agarré un extremo alejado de las pinzas que intentaban agarrarme y nade lo más rápido posible al bote, el pecho me dolía en exigencia de oxigeno.
Dí una gran bocanada de aire al llegar al exterior, joder, cuanto sol. Subí a una pequeña rampa del bote la jaula. Allí se quedará hasta que venga con las langostas. Ese viaje fue lo mismo que con los cangrejos, solo que era una sola. Vale, hoy no busco las almejas, las dejo para mañana como primera tarea, desde mi posición puedo escuchar los motores de los pescadores dirigirse a mi punto.
Subí con facilidad y ordené todo en la cava, separé la mercancía para el manco del puerto y para el puesto de comida. Los hombres, como siempre, llegaron gritándome improperios y dedicándome gestos obscenos. Yo por supuesto, les lancé uno de mis cuchillos para atemorizaros.
Si, un típico día en alta mar.
Nom Luna- DISTRITO CUATRO.
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Mar 05 Jul 2022, 03:23 por Ariadne Rusrtenber
» Holiiiz...Nueva tributo aqui :D
Dom 23 Ago 2015, 23:37 por Proinnteach Munro
» Deion Schnitzler
Dom 23 Ago 2015, 23:33 por Proinnteach Munro
» Klaha Razz.
Dom 23 Ago 2015, 23:33 por Proinnteach Munro
» ≡ DOS AÑOS DESPUÉS...
Dom 23 Ago 2015, 23:31 por Proinnteach Munro
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Dom 23 Ago 2015, 23:30 por Proinnteach Munro
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Lun 24 Nov 2014, 13:36 por Gabriella-Phantomhive
» Holaaa, soy nuevo :)
Sáb 04 Oct 2014, 06:26 por Nicholas D. Jane
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Sáb 26 Jul 2014, 06:53 por Helle Ehle
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Sáb 26 Jul 2014, 05:50 por Helle Ehle
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Jue 15 Mayo 2014, 06:12 por Marly