Ajax Tahiel Targaryen

Ajax es un hombre con una personalidad aparentemente llana y tan profunda como un charco. A primera instancia es un témpano de hielo sin ningún tipo de sentimientos, pero su verdadera personalidad está oculta bajo toda esa coraza hacia el mundo exterior que él mismo se ha fabricado con el paso de los años. Eso sí, hay cosas que caracterizan a Ajax tanto en su mejor día, como en el peor de ellos. Es terriblemente pedante, hasta el punto de creerse el rey del mundo, aquel que jamás comete un error y del que todos deberían aprender, el cabecilla de cualquier equipo, el sobresaliente en cualquier deporte. Siempre tiene la razón, absolutamente siempre, nadie sobre la faz de la tierra le hará creer que se ha equivocado, aunque pueda demostrarle tal cosa, él nunca lo admitirá. Tiene unos aires de grandiosidad que eclipsan a cualquiera, si hay algo que no le falte a Ajax es autoestima, su ego es excesivamente grande y se siente de lo más orgulloso de ese hecho. Siempre lucha por ser el primero en todo, le gusta destacar por encima de cualquiera y haciendo cualquier cosa, él siempre ha de ser el mejor. Su inteligencia es algo irrefutable, cuando le conviene es capaz de idear el plan más ingenioso en apenas unos segundos, a pesar de ello uno de sus defectos más destructivos es su impulsividad. Desaprovecha todo atisbo de inteligencia debido a su imprudencia.

Por si fuera poco tiene la astucia suficiente como para escabullirse de todo lo que no le convenga o simplemente no le apetezca, aunque nunca lo hace con demasiado disimulo, pues ese no es precisamente su fuerte. Es completa y absolutamente directo, dice las cosas a la cara de la forma más rotunda y cruel, la sinceridad la lleva siempre por delante, aunque en ocasiones va un poco adornada con su propia opinión subjetiva y para nada agradable. Mordaz y ácido, no cualquiera puede lidiar verbalmente con este muchacho. No es persona de acatar órdenes, el individualismo es su creencia más firme, irónico, siendo alguien que debe tener la vena del compañerismo de equipo latente las veinticuatro horas del día. Desconfiado hasta la médula, no se fía ni de su propia sombra por lo que trata de actuar siempre por su cuenta. Lleva el egoísmo hasta puntos insospechados, mirando siempre por su bien y por el de nadie más, o al menos eso es lo que le gusta que crean. Eso sí, aunque haya dos o tres personas en este mundo a las que tenga estima y por lo tanto, proteja, eso no implica que de vez en cuando les haga la puñeta, según él, es parte de su encanto. Pero en lo más fondo de su ser,  Ajax es alguien terriblemente melancólico, solitario. Ahora, tiempo atrás era una persona mucho más amena y cálida.

Prefiere ser odiado a que se compadezcan de él. Por lo que siempre hará sufrir a los demás y fingirá no tener sentimientos algunos, alejándose así un poco más de su parte humana, esa que tanto lo atormenta en el interior de su coraza. Desconfiado por naturaleza. Entrar a su privilegiada lista de gente que le importa es todo un reto. Los desconocidos que lo rodean pueden contemplarlo como un auténtico altanero, siempre rodeado por sus compañeros de equipo, pues así es como se muestra ante aquellos que desconoce: intimidante e imponente. En un ámbito ya más cercano y amistoso, Ajax posee un carácter envidiable. Siempre está disponible para aquellos a los que quiere. Cariñoso y sencillo, será y hará cualquier cosa por ellos, cualquier cosa que necesiten de él. Se entrega al cien por cien, lo cual explica su obsesivo-compulsiva desconfianza: el miedo a entregarse y verse defraudado es formidable

Ajax es una persona que puede ser serio, muy serio, pero también es alguien sarcástico al que le encanta confundir a las personas con su ironía. No hace favores a menos de que sepa por seguro de que le serán devueltos algún día. Y a pesar de toda su complicada personalidad y lo difícil que es de llevar con el muchacho, no tiene ninguna intención de modificarse.

Ajax de pequeño siempre fue el típico joven cautivador y de buen parecer. Mide aproximadamente 1,79 metros y su peso es de 80 kilogramos, aproximadamente. Tez blanca y piel perfecta, nívea y magnética al tacto. Sobre su cabeza, cabello de tonalidad rubio cenizas, llegando a confundirse a veces con un dorado brillante a la luz del sol; lacio pero con unas ondas apenas visibles en sus puntas, corto y con estilo propio pero moderno.

Sus ojos sin duda son su orgullo, pues siempre han sido azules, el azul característico de la casi mayoría de los pobladores del marítimo distrito cuatro, tan o mas azules que el mar Seclusiano; su profunda mirada te hace pensar que puede leer cada uno de tus pensamientos y su semblante casi siempre aburrido transmite paz. Y si de su sonrisa hablamos es de aquellas sonrisas que compran lo que sea.

Ajax no es un chico muy musculoso a pesar de haber pasado largas horas de extenuante y excesiva actividad física, sin embargo, siempre ha sido un muchacho sumamente atractivo, esbelto y de gran agilidad en sus movimientos. Su metabolismo parece rechazar totalmente la idea de aumentar de peso por más que se atiborre las veinticuatro horas del día.

Todo el que lo conoce cuenta que el muchacho es poseedor de una belleza encantadora y se asegura siempre de permanecer en perfectas condiciones, es algo obsesivo con su apariencia puertas adentro de su habitación. Sus facciones son intermedias, entre suaves y toscas, de mandíbula cuadrada y una mirada sobria y cautivadora.

Si hay algo que llame la atención de Ajax, más allá de sus ojos extremadamente azul marino, o su tez inusualmente nívea por tratarse de un habitante del soleado distrito cuatro, es su apellido. Aquel que al oírlo mencionar ya te lleva a desconfiar o incluso cuestionarte de dónde proviene. Hasta el mismo muchacho de cabello centellante se lo preguntó en su correspondiente edad. Y la respuesta era tan sencilla que era imposible encontrar algún traspié. Sus antepasados eran habitantes de una remota tierra llamada Grecia, extinta incluso mucho antes que el sitio donde ahora es Panem se haya convertido en cenizas para renacer como el ave fénix. Embarcaron en las costas, siempre subsistiendo en base al mar, considerado tanto amigo como enemigo, respetable hasta puntos insospechados.

Segundo hijo de Ezra y  Melibea Targaryen, siendo el entonces el hermano menos de Riiver, de unos veinte años de edad. Era una noche bastante veraniega por tratarse del mes que culminaría el año -  el característico diciembre de días templados y noches de vientos turbios e inseguros – cuando Mel estaba preparada para dar a luz. Pero la mesura de la complaciente noche no era más que una paradoja para la familia. Como era costumbre en esas noches de agradable temperatura y suaves brisas con aromas salitres, los habitantes de las costas se dedicaban a disfrutar del mar o de la misma penumbra decorada con la visita de las luciérnagas centellantes; sin embargo, Ezra y el pequeño Riiver navegaban formando parte de esa pintura pacífica a la vista y solo bastó y cambio repentino en el aire. Las suaves brisas rápidamente se arremolinaron en feroces ventarrones y si bien Ezra que era un marinero experimentado, logró controlar la situación, tranquilizando como pudo al pequeño Targaryen. Pero cuando la suerte no está de su lado, no hay nada que pudiera trabar la inminente. El ventarrón había sido lo suficientemente fuerte para arrancar de raíz los altos árboles terrestre/marinos, separando grandes ramas y arremolinando las finas lianas que tenían sobre sus hojas. El bote no se hizo pedazos en un abrir y cerrar de ojos mientras que Riiver no detenía su incesante llanto, ahogado por el sonido vibrante de las corrientes de aire. Ezra terminó con un fuerte golpe sobre su sien, aquel que lo llevó a la muerte instantánea.

Melibea había sido trasladada al hospital más cercano por los vecinos, y allí, con el recién nacido Ajax sobre sus brazos, recibió la noticia que era equiparable a una bomba explotando dentro de sus entrañas. Los habitantes que habían visto la embarcación de los Targaryen hicieron las mil y una para al menos rescatar a Riiver, con apenas cuatro años de edad, desecho por la desaparición de su padre entre el oleaje violento.

Los días no fueron los mismos para la familia. Si bien el nacimiento de un nuevo niño significaba una dicha, en Panem ya de por sí significaba un nuevo tributo en la rueda vacilante de la suerte. Una nueva opción para ser seleccionado en los futuros Juegos del Hambre. Pero la pérdida del patriarca había eclipsado cualquier otro dolor. Melibea tuvo que ser fuerte, al menos para el pequeño Riiver quien presenció en primera persona el desastre.

Los años pasaron, pero el dolor permaneció en carne viva. Para Riiver era una tortura tener que regresar al agua, pero era lo necesario para no morir de hambre. Fue entonces como Ajax sirvió como un ancla. Un soporte que traía paz a su hermano; aquel que le enseñó todo lo que sabe, desde montar una pequeña trampa submarina para peces adeptos a las profundidades, como a hacerse de un anzuelo con lo que se tenga a la mano. Eso sin mencionar los entrenamientos a los que Ajax fue sometido desde sus cortos 10 años de edad. La escuela ya de por sí era difícil, imaginaos con horas extras de arduo entrenamiento físico, de combate y supervivencia. Y todo por esos repugnantes juegos. La vida también ya de por sí es difícil de transitar, más sin una figura paterna a la cual seguir… Pero Ajax no se queja mucho al respecto, ya que tiene a Riiver; quien, a pesar de todo, comienza a mostrarse cada vez más distante y ausente, con esas ideas revolucionarias ridículas en su cabeza. Y Ajax teme, porque no quiere volver a quedarse sin padre.