J. Zac Ronfurd Grey.

Tercer y último hijo de Jay y Violet Rondfurd. Nació en una calurosa tarde-noche del mes de Septiembre, en el momento que daba comienzo la caída de las hojas. Tuvo una infancia excelente junto a sus dos hermanas gemelas entre ellas y dos años mayores que él, Caroline y Hamme; ambas rubias y de ojos azules claros como el cielo. Su relación siempre ha sido buena y envidiable, como uña y carne. Ninguno de los hijos de la familia Rondfurd Grey puede quejarse de su crianza, ya que se les han concedido todos sus caprichos y han sido queridos por igual; incluso excesivamente. Jay era un pescador conocido en el distrito y que se afianzaba de grandes cantidades de dinero. Violet es una simple vendedora de pescado en la plaza, pero que no carece jamás de clientes. Sus padres nunca quisieron que fatigase su cuerpo trabajando de joven y tan sólo lo enviaron a la escuela para prepararse físicamente.

Con los miserables 12 años ya estaba en perfecta forma y listo para dirigirse a la Cosecha sin temer a la muerte. La suerte estuvo de su lado y no ocurrió nada, es más, ningún fiel conocido había salido elegido. Durante ese último año se esforzó al máximo y en su delgado cuerpo comenzaron a aparecer músculos que antes no había. La habilidad con la espada lo caracterizaba en comparación con los demás alumnos, la mayoría eran increíbles con el tridente, en cambio él era hábil con todas y cada una de las armas. Toda su familia estaba orgullosa de su empeño y sobretodo su padre, se enorgulleció de su hijo y alardeó bien de este por todo el distrito; mas un día de ese año todo empeoró y en la familia se adentró un agujero negro, un vacío. El señor Rondfurd pareció en su barca a causa de un terrible temporal mientras pescaba con su mejor acompañante. Su padre siempre quiso morir ahí, es su barquita pescadera destartalada. La tristeza inundó a todos y John empezaba a carecer de ese apoyo especial para continuar entrenando y preparándose, por tanto a esta temprana edad abandonó los estudios.

Al siguiente año los tres hermanos, esta vez menos esperanzados, fueron hacia la Cosecha cabizbajos. La acompañante dio su discurso pesado y habitual que John se sabía de memoria y repetía mentalmente. Sacó un nombre de la urna y un ovillo se formó en la garganta de todos los presentes. La pija capitolina ladeaba el papelito y lo mostraba, oculto, a los presentes. Los labios de la rubia empezaron a abrirse y a iniciar un nombre ‘’C…’’ ¿C? Seguro que es Claudine, la hija de los Weils, pensó Zac. ‘’Ca…’’ Tragó saliva. ‘’¡Caroline Rondfurd!’’ El muchacho escupió e insultó a la mujer con descaro, luego miró a su hermana con rostro de pena  y se acercó a su oído. – No te vas sola a la Arena…  La del Capitolio cogió otro papelito y nombraron, ahora sí, a un hijo de los Weils: el pequeño Tim. La gente volvió a enmudecerse dado que su familia era muy famosa en el distrito marítimo. Alguien rompió el silencio, gritando a los cuatro vientos. ¡Me presento voluntario como tributo!, salió de las palabras de John. Dio un beso en la mejilla a la otra hermana gemela y se encaminó al escenario. Algunos pensarán que lo hizo por cubrir al niñito, pero no, no quería dejar a su hermana sola. Se colocó en medio del escenario y dedicó una sonrisa pícara y falsa a la acompañante. Tomó la mano de su hermana con fuerza y la levantó. ‘’La voy a sacar de aquí’’.

Tic, tac. Tic, tac. El reloj de la Cornucopia descendía poco a poco. Jadeó del nerviosismo, sin perder de vista a Carol. Observó a los del 2, que aunque fuesen supuestos aliados, nunca se fio de ellos. 4. Vamos. 3. Lalalalala. 2. 1. Tomó aire. 0. Echó a correr. El viento le galopaba en el rostro y se congeló, no había plantas ni apenas un pigmento colorido en el área, sino que había nieve, una extensión de blancura. Se centró en el Cuerno Dorado, tan reluciente como en la tele. No dudó en agarrar una espada que se encontraba justo en el centro, para ello tuvo que asestarle unas cuantas patadas a un pequeño muchacho, pero sin llegar a asesinarlo. El pelo rubio se le ondeó cuando dio media vuelta para observar a su hermana, ya estaba listo para defenderla. No lo encontraba. Empezó a asustarse y, lleno de furia, dio espadazos a tutiplén, algunos acertados y otros no. Su hermana no estaba por allí. Empezó a caminar rápido hacia un cuerpo en el suelo, no parecía totalmente inmóvil, por tanto quería rematarlo. Le dio la vuelta y… Un rostro blanco como la nieve muy similar al de él se le presentó. ‘’Hijos de puta’’, dijo. Justo en ese instante unos pasos se acercaban por su espalda, obviamente dispuestos a atacar. Con habilidad, se giró y clavó la espada a un chico moreno, muy musculoso. ‘’Púdrete’’. Estaba claro que sus mismos aliados le temían, estaba claro que las tenía todas a su favor; excepto su hermana. A continuación volvió al Cuerno y cogió una mochila y una botella de agua.

Permaneció gran parte de su trayectoria en la Arena escondido entre la escasez de vegetación. Todos sabían que podía cargase a los demás en un abrir y cerrar de ojos, pero prefirió ocultarse y ser más listo que ellos. Su principal diana: tributos del distrito 01 y la femenina del distrito 02. Su transcurso fue bueno y apenas recibió algún patrocinio (aunque el frío era insoportable y tuvo que ingeniárselas para robar a los del 8, saltando de un árbol hacia a ellos pero sin atacarlos)  pero le daba igual, ya que poseía fuente de agua suficiente y la posibilidad de alimentarse con unas bayas cercanas a su lugar de asentamiento. No todo iban a ser pajaritos volando y vida feliz, un día un mono con la cara de su hermana le atacó. Recibió unos cuantos arañazos y esto le debilitó en gran medida, aunque tenía suficiente para continuar; mató al muto clavándole la espada en su rostro por mucho que le doliese. Unos días después, casi en el final de los Juegos, el Capitolio ya cansado de que no hubiese acción, organizó un Banquete en la Cornucopia. Allí habría cosas, pero eso no es lo importante para John; sino que iban a ir seguro sus enemigos. Un sonido simulador a una campana se adueñó del ambiente en el área nevada: el Banquete había empezado. El rubio ya estaba allí y se encontraba oculto entre los arbustos de detrás de la Cornucopia. Nadie apareció al principio, sin embargo la presa se ofreció a su cazador un rato después. Saltó de su escondite y se abalanzó hacia el fortachón del 1 y a la pelirroja del 2. Por increíble que pareciese, la del 1 había muerto. Tanto la muchacha como el muchacho fallecieron. Sonaron los cañonazos pero… llevaba contados 22 cañonazos. ¿No faltaba alguien? Una sombra emergió de la oscuridad y cogió una mochila. Zac ya no iba a permitir que se le escapara alguien. Persiguió a la sombra y se abalanzó hacia ella. La tiró al suelo y le clavó la espada en el ojo sin mucho trabajo, a pesar de las convulsiones de la chica morena que simulaba frágil y tonta. La del 10, muerta. Las trompetas empezaron a sonar y un aerodeslizador se acercó hacia John. La escalera adornada se postraba ante él y, con la cabeza bien alta, se adentró en el aparato.

Cuando estaba curado lo llevaron a su casa y allí le esperó su hermana Hamme, que lo recibió con un abrazo, mostrando un sollozo. ‘’¿No te alegras? He vuelto… ¡He vuelto!’’. La chica esbozó una sonrisita fingida y le comentó el problema. Su madre se había suicidado. No pudo con el dolor de la muerte de Caroline. ‘’¿Qué? ¡Pero si os están vigilando, no pueden permitirlo!’’, gritó John empezando a soltar lágrimas. Lo había conseguido, una simple tirada al mar para que todo pareciese un accidente. John ofreció a Hamme un lugar en su casa llena de riquezas pero esta lo rechazó, no se sentiría bien, dijo. Hasta ahora, después de tantos años, no sabe nada más de ella. Una vez, en el año de los 71th Hunger Games, se rumoreó el suicidio de una chica rubia en los mares del 4, mas nadie le da explicaciones de ello.

La vida se le alegró con la llegada de los 72º Juegos del Hambre, donde, por fortuna, conoció a la que cree el amor de su vida: Seven, del distrito 7, la tributa ganadora del anterior año. Al principio su relación se basó en amor-odio, pero cada vez aumenta y su amor es casi irrompible. Está loco por la morena y no lo esconde, es muy detallista con ella y le dedica cada día una sonrisa. Como la que le regalará a su esperado hijo, fruto de un desliz en el trayecto del tren hacia el Capitolio. Actualmente viven en la casa de John, ya que es más lujosa que la del 07, empezando a formar una familia un tanto peculiar.

John siempre ha sido y será el típico jovencito de buen parecer. Aproximadamente, mide 1’87 metros, como es obvio, se trata de una persona bastante alta; su peso es de 80’5 kilogramos. Posee una tez blanquecina, aunque cabe destacar que es de fácil bronceado. Piel suave y tensa con el destaque de algunas arrugas en la zona de la boca cundo sonríe. Cabello de tonalidad rubio claro que en exposición a los rayos de sol puede llegar a confundirse con el color dorado; muy liso y ligeramente largo, con un peinado sencillo que da juego a su flequillo. Sus facciones son suaves,  de mandíbula definida y una mirada cautivadora.

Sus ojos  siempre han sido azules con una ligera mezcla grisácea, característico de la mayoría de los habitantes del distrito marítimo, tan azules como el mar que decora este mismo, el distrito cuatro; su profunda mirada hace simular a los que lo observan que se encuentran en la playa, observando el oleaje. Y si nos centramos en la sonrisa, es de esas que encandilan a cualquier muchacha; sin embargo sus gruesos y carnosos labios suelen ser un problema.

Zac (o John) es un chico muy musculoso debido a haber pasado largas horas de entrenamiento en gimnasio después de los Juegos y excesiva actividad física, quiere mantenerse sano y en forma para no dar mal aspecto a sus futuros tributos. Siempre ha sido un muchacho esbelto y de gran agilidad en sus movimientos, aunque cada persona tiene su opinión. Su metabolismo rechaza totalmente la idea de aumentar de peso, por suerte, ya que se atiborra las veinticuatro horas del día (o casi).

Spoiler:

Se le puede definir en varias palabras: hablador, sociable, vago, romántico y leal a los suyos. Es de las típicas personas que no se enfada con facilidad, sino que soporta todo e intenta que todos sean felices. Atento e inteligente, encuentra la resolución a cualquier problema sin pararse a pensar mucho, aunque su ocasional comportamiento similar al de un niño empeora su imagen. Reconoce que tiene un punto sádico y burlesco, pero es muy complicado que salga a la luz. Su familia (aunque sea pequeña) es su centro, su misión, su vida; jamás los abandonaría. Odia el arte en general, otro de los puntos en los que no congenia con Seven, sin embargo es un enamorado de la música y se pasa el día escuchándola; así como comiendo, es un glotón sin remedio. Es cuidadoso con su salud y, sorprendentemente para todos, no cayó en las garras de la droga; intenta por todos los medios que Seven deje de fumar. A pesar de no ser el uno para el otro exteriormente, John es un romántico y se pasa el día alabando a Seven y consintiendo sus caprichos.

Su situación respecto al Capitolio es neutral, algunas veces simpatizante y otras contrario. El trabajo de mentor ha hecho que fuese evolucionando su opinión respecto a los Juegos, para mejor.