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AMBIENTACIÓN.
La guerra ha transformado a Norteamérica en el país de Panem, dividido en doce distritos controlados por el tiránico Capitolio. Los Juegos del Hambre obligan a dos jóvenes de cada distrito a luchar por su vida en un espectáculo televisado con único vencedor.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
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Jude Kyriakov O'Dahm {distrito 9}
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Jude Kyriakov O'Dahm {distrito 9}
JUDE KYRIAKOV
O'DAHM
O'DAHM
# JUDE KYRIAKOV O'DAHM # DISTRICT O9 # 16 YEARS # I'M A SURVIVOR. # I HATE THE CAPITOL # I WILL DO EVERYTHING TO SAVE MY FAMILY. | Superviviente. Desconfiada por las duras experiencias que ha tenido que vivir para mantenerse saludable, para proteger a su familia. Es un poco borde sin darse cuenta, es tajante pero no porque se lo proponga, sino porque odia tanto el mundo en el que vive que dice las cosas por su nombre, es sincera, y eso a veces se puede tachar de arrogancia o mala educación, pero lo hace sin darse cuenta. Es muy coqueta y no le da mucha importancia al sexo. Tiene una mala opinión de los hombres, referente a su personalidad. Le cuesta cogerle cariño a la gente, pero cuando se lo coge es para siempre si no hay traición alguna. Es muy protectora con la gente que quiere, y no tiene problemas en mostrarse agresiva para salvar a alguien. Es valiente, y no acaba de comprender sus sentimientos. Quiere mucho a su hermana pequeña, Némesis. ROLES ACTIVOS ◈ { 2 3 - O 7 } . DISTRITO 10. LLANURA. Lino Horseman & Jude Kyriakov O'Dahm ◈ { 2 7 - O 7 } . DISTRITO O9. RESIDENCIA KYRIAKOV. Eric K. Airëk & Jude Kyriakov O'Dahm ◈ ROLES FINALIZADOS ◈ { O 7 - O 7 } . DISTRITO O9. FÁBRICAS. Drew S. Ainsworth & Jude Kyriakov O'Dahm ◈ { O 9 - O 7 } . DISTRITO O7. CALLES. Arya N. Ravenwood & Jude Kyriakov O'Dahm ◈ { 1 1 - O 7 } . DISTRITO 1O. GRANJAS. Phoenix R. Williams & Jude Kyriakov O'Dahm ◈ { 1 2 - O 7 } . DISTRITO O9. CALLES. Aaron N. Közák & Jude Kyriakov O'Dahm ◈ { 2 3 - O 7 } . DISTRITO 08. ESCUELA. Mortak Riverside & Jude Kyriakov O'Dahm ◈ |
Última edición por Jude Kyriakov O'Dahm el Mar 30 Ago 2011, 11:17, editado 5 veces
Jude Kyriakov O'Dahm- TENIENTE. DISTRITO TRECE.
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Re: Jude Kyriakov O'Dahm {distrito 9}
¡help!
{ O 7 - O 7 } . DISTRITO O9 . FÁBRICAS
# DREW S. AINSWORTH & JUDE KYRIAKOV O'DAHM
# DREW S. AINSWORTH & JUDE KYRIAKOV O'DAHM
- Spoiler:
- Drew S. Ainsworth escribió:Y otro día más de trabajo. La rutina diaria no podría ser más aburrida: levantarse, desayunar algo, ir al colegio, comer si puedes, ir a trabajar, caer rendido en la cama. Y otra vez lo mismo, tooooodos los días. Aunque el colegio es más jodido, no te dejan fumar y escaquearte es practicamente imposible, y si lo haces te llevas collejas a tutiplén... y lo que no son collejas. Por eso, "me gusta ir" a la fábrica: aquí soy dios (H) O algo así, llevo desde que no levantaba un palmo del suelo aquí por lo que domino el arte jabonatorio como la palma de mi mano. Además, soy bueno haciendolo, para que mentir. Así que obtengo ligeros beneficios a cambio de mis obras maestras, el jefe hace la vista gorda cuando me escaqueo a fumar a la sala de máquinas.
Por lo tanto, estoy más tiempo fumando que trabajando, pero bueeeeh me lo paso bien (?) Coge una papela, coge tabaco, desmenuza tabaco, ponlo en el papel, pon el filtro en su sitio, vete rodando rodando rodando rodando hasta que ruede del todo (?) Chupa y tacháaaaaaan! A fumáh.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Miró a ambos lados de la calle y se escurrió hasta la parte trasera de la fábrica. ¿Por qué se escondía? Porque no debía estar allí, no era su sitio. Jude trabajaba en la factoria de fabricación de plásticos, situada al otro lado del polígono, y se estaba escaqueando de su turno, fingiendo una enfermedad que por suerte no sufría. Desgraciadamente la muchacha olía normalmente a petroleo, un olor parecido al de la gasolina, debido a las largas horas que pasaba al día trabajando el plástico. Andó escurridizamente pegada a la pared trasera del edificio y al cabo de un rato llegó a una pequeña puerta de metal oxidado. La abrió con sigilo y entró sin hacer ruido. Estaba en un largo pasillo y se oía el incesante ruido de las máquinas, que trabajan tantas horas que tenían que reponerlas cada poco tiempo.
Había muchas puertas, pero averiguar cuál de ellas llevaba al almacén de jabones era difícil. Podías llegar a las máquinas, llenas de trabajadores, y se podía meter en problemas. Pegó el oído a todas las puertas, y entró en la que no se oía ruido. Cerró tras de si y se apoyó en la puerta, reprimiendo una exclamación al ver que no estaba sola. No había ido al almacén de jabones, estaba en una sala vacía, con ventanas en las partes superiores de la pared, muy pequeñas, pero abiertas. Allí había un chico, mirando a través de ellas, fumando un cigarro. Se quedó en silencio, esperando que no se hubiera percatado de su presencia.Drew S. Ainsworth escribió:Oh la vida, que puñetera puede ser. Oh el tabaco, ¿por qué narices siempre me hace pensar? No tengo ninguna necesidad de hacerlo, de la última vez que pensaron la gente de los distritos surgió la revuelta y de ahí, los maravillosos Juegos del Hambre. Por lo que no hay que pensar, malo. Aún así, yo sé que tengo vena de escritor y en otras circunstancias, tales como vivir en el Capitolio o simplemente, haber seguido viviendo en el 1, habría sido un best-seller (H) Pero como no es el caso, disfruto del humo contaminando mis pulmones mientras comparto mis pensamientos con mi riñón (?)
Lo bueno de esta sala, que no hay ni dios. La gente normal suele salir a fuera de la fábrica, a respirar aire fresco y esas cosas... Pero yo no soy normal, soy feliz con mi aire embotellado en una sala decrépita, alejado del mundo sin tener que poner una falsa sonrisa e intentar llevar una agradable conversación sin sentido o soportar a trabajadores quejandose sobre su vida. ¿Hola? ¿Tengo cara de que me importe? No, cada uno tienes sus problemas, no necesito más.
Pero algo rompió mi rutina. Lo que es peor, entró en mi santuario. IN-CRE-DI-BLE. Aunque... espera. Es una tía. No solo una chica rubia normal, está cañón. De ese tipo no existen en esta fábrica. Y tan silenciosas, menos - Sí, te veo. Y aunque cierres los ojos, todavía seguiré haciendolo - era tonto pero tampoco tanto.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:El chico se quedó pensativo un rato, durante el cual Jude se hizo la ilusión de que era lo suficientemente silenciosa como para no ser descubierta, se giró, empezó a girar el pomo de la puerta cuando una voz masculina y sensual la despertó de su cuento. Se giró alarmada y vió que el muchacho la estaba mirando atentamente, mientras sostenía el cigarro entre sus labios. Nunca hubiera imaginado que los trabajadores de las fábricas estuvieran tan buenos, pero independientemente del atractivo sexual que sentía por ese ser en concreto, debía salir de allí. No podía estar en aquel lugar, y ahora que había sido descubierta debía inventarse algo rápido.
- Me he equivocado de habitación. Busco el almacén de jabones. - aclaró apartándose el pelo de la cara en un gesto muy suyo. Su voz era firme, sin dudar de las palabras que salían de sus labios. Lo miró a los ojos segura de si misma y siguió hablando. - ¿Sabes dónde está? El encargado de la zona de plásticos y derivados del petróleo me envía a buscar algunos. - mintió. Aquella fábrica era la de las mujeres, por lo cual al chico no debería sorprenderle lo que le estaba contando, pero... ¿Y si le preguntaba para qué los quería? Inspiró profundamente y mostró una expresión serena, mientras notaba la adrenalina recorriendo sus venas.
En esos instantes que el chico decidía si creerse o no las palabras que Jude acababa de contarle, ella se dedicó a observar la sala con más detenimiento. Era una estancia grande pero un tanto mohosa. La pintura de las paredes se caía, la madera del suelo crujía bajo los pies y más de un tablón estaba salido. En el techo estaba colgada un bombeta, alrededor de la cual revoloteaban moscas nerviosamente. La luz se apagaba y se encendía cada dos por tres. Aquél lugar parecía abandonado, de hecho, la sala ya no tenía uso, pues algo le decía a la chica que no era la sala de fumadores.Drew S. Ainsworth escribió:Le di otra calada larga e intensa a mi cigarro que amenazaba con su extinción mientras la chica pasaba del shock silencioso inicial de haber sido descubierta a pensar rapidamente una excusa, que tal y como la contaba casi parecía hasta creíble. Pero siempre se ha dicho, las grandes mentiras están en los detalles y respecto a eso, la suya era nula en ellos. Empezando porque estabamos en una zona donde solo había máquinas y salas como esta, o sea, no gente, no jabones, no nada. Y hay que entrar por atrás, cosas que nadie hace, excepto moi. A parte del simple pero más importante hecho de todos, en esta sección se fabricaban los jabones de lujo para el capitolio. ¿De verdad se cree que la fábrica de plásticos necesita un jabón con olor a lavanda y en forma de estrella?
Pero decidí seguirle el rollo, era divertido. Con movimientos tranquilos y pausados, me levanté de la mesa en la que estaba sentado y me acerqué más a la chica, quedandome a dos pasos de ella, lo suficientemente cerca para que no pudiese huir corriendo - Hacía mucho que no pasaban por aquí, ya hasta había pensado que habían dejado sus orgías lésbicas con nuestros jabones especiales a un lado... - si ella miente, mis mentiras pueden ser mucho más bestias - Así como dos semanas, ya me estaba empezando a poner triste - fingí una voz triste y melancólica mientras me secaba dramáticamente una invisible lágrima que se me caía del ojo.
Di un paso más en su dirección, acortando distancias - A todo esto, ¿por qué te han enviado a ti? - la pregunté inquisitivamente, ponerla en un aprieto y tals. Ahora tenía que ser el momento en el que se quedaba patidifusa por lo que acababa de decir de la orgía, se derrumbaba llorando para contarme toda la verdad y su maltrecha vida, yo la consolaba tiernamente porque soy un chico toh decente y al final, me la tiraba encima de la mesa. ¡Si es que soy un santo!Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Lo escuchó con atención, muy alerta. Sabía que podía meterse en un lío y bastante grande. Intentaba robarle al capitolio. Alzó una ceja ante el comportamiento del chico. Le dió la sensación que era de esos que se creen que pueden hacer lo que quieres porque están cañón. Se notaba que no conocía a Jude, superviviente, orgullosa y fuerte. Su expresión se mantenía imperturbable mientras intentaba comprender cómo alguien podía ser tan idiota. Hizo una calada, y tranquilamente la muchacha se lo quitó de la boca, lo tirño al suelo y lo apagó con el pie, sin importarle si ensuciaba sus zapatos, pues más maltrechos no podían estar.
- Deja de imaginar esas fantasías lésbicas, que estás tan caliente que podría hacer tostadas. - comentó con una leve sonrisa arrogante y burlona. Lo apartó con una mano, empujándolo por el pecho, y fue a sentarse a la mesa, sin intentar huir. No era su estilo. - Mira, no sé si mi encargada me ha mandado a robarlo para la fábrica o para ella misma, pero yo cumplo órdenes. Quiero mi sueldo, no es nada raro. - dijo tranquilamente, era coherente.- Me han enviado a mi porque soy eficiente, y mi jefa confía en que haga las cosas sin llamar al atención. - se encogió de hombros, tan tranquila contando mentiras que internamente pensó que sabía demasiado de eso. Se soltó la cola alta de caballo que llevaba, dejando su pelo marrón y ondulado libre. Apoyó el pie en la silla que había delante de la mesa. - ¿Esto es tu escondite? Vaya mierda de sitio.Drew S. Ainsworth escribió:Se quedó impasible, mirando al suelo donde yacía muerto y adesastrado mi cigarro, MI cigarro. Y encima lo había pisado, ya no había recuperación posible de tal accidente. Tenía que decirle adiós por mucho que le pesase en el corazón y en el alma, pero tenía que ser fuerte y sobrellevar esta dura situación sin llorar, él podía. Y encima le apartaba desdeñosamente, a él, y le acusaba de estar cachondo, como se atrevía. Bueno, de eso último ya era algo crónico, pero detalles a parte... Esa chica estaba invadiendo su espacio personal e intransferible, algo que solo se puede hacer si se recibe favores sexuales a cambio. Me di la vuelta, y la seguí con la mirada a cada movimiento que hacía.
Ahá, así que estaba confesando: era una ladrona. Ya la tenía medio metida en el bolsillo, o podía hacerlo, era solo cuestión de tiempo. Me acerqué más hacia ella, eso de estar hablando con alguien tan lejos no era lo mio. Puse una sonrisa burlona, sus mentiras me encantaban pero debía admirar su capacidad de invención - Con todo mi respeto, o tu encargada es estúpida o tu eficiencia es digna de ser refutada - dije solemnemente - Porque si esto es no llamar la atención, un elefante en una cacharrería es un ninja en comparación contigo, nena - no perdí mi gran sonrisa, eso sí, burlona. Inspeccioné mejor a la chica en cuanto se soltó el pelo, realmente estaba buenorra. Definitivamente no la había visto por ningún sitio, porque alguien como ella era difícil no captar la vista del miembro masculino. Me acerqué más hasta apoyar mi mano en la silla con firmeza - ¡Eh, ladrozuela! No te metas con mi sitio, si no te gusta te largas - dije todo ofendido. ¡Habrase visto! Encima de colarse aquí y permitarla quedarse, se queja.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Se contuvo para no soltar una carcajada. le hacía gracia el comportamiento del chico, y a la vez sabía que el suyo propio también era curioso. No era sorprendente llegar a la conclusión de que eran incapaces de llevar una conversación amigable, o simplemente convencional. apoyó las manos en la mesa, detrás de su espalda, y le miró alzando una ceja. ¿Estaba dudando de ella sin nisiquiera conocerla? ¿Qué clase de idiota era ese chico? Soltó un ligero "tsé", mostrando que no estaba de acuerdo con sus simples palabras. Lo miró a los ojos, con expresión arrogante, decidida a replicar por lo que acababa de decirle.
- Había dos opciones, ésta u otra sala. En ninguna había ruído de máquinas. Oí algo en el pasillo y entré en las más cercana. Pura cuestión de suerte. - se limitó a explicarse. Podría decirse que le estaba contando la verdad, era completamente creíble. Una jefa que mandaba a una empleada a robar para ella: nada fuera de lo común, pero ese chico era tan desconfiado como Jude. Simplemente quería el jabón para ella misma y para su familia, escaseaba el dinero, como en muchos hogares. Oyó las palabras del muchacho y se levantó de la mesa de un salto. puso una mano en su pecho y se acercó a su oído. - Qué pena, a cambio de lo que busco yo también podría hacerte un favor, pero si quieres que me vaya, lo haré. No tengo ganas de que vayas a avisar a tu encargado y estar yo aquí todavía. Tonta no soy. - se alejó acercándose a la puerta. Giró la cabeza y volvió a murmnmurar - Una pena, sí. - asió el pomo de la puerta, a punto de abrirla.Drew S. Ainsworth escribió:Ella, como toda persona en este distrito, estaba acostumbrada a mentir por lo que casi sonaba real y creíble. Casi. Sino fuese porque él también sabía mentir, ¿quién no se había intentado colar en cualquier sitio de este lugar para robar? Por favor, hasta él se había robados sus propios jabones. La iba a explicar que el almacén no estaba ni ligeramente cerca de aquí, pero... ¿realmente quería gastar tanta saliva? No creo, era demasiado vago. Prefería la actitud pasiva-observativa. Y con observativa me refiero comerme con los ojos a esa tía, porque otra cosa no se podía hacer.
¡Era una calientabraguetas! ¿Qué tio se puede resistir a lo que acababa de hacer? Un gay, porque otra cosa no es posible. Y todo el mundo sabe lo que favor significa llegada a una edad. Su voz me había erizado la piel, era realmente sexy y al mismo tiempo le gustaba ser escurridiza y esquiva. Pero no se iba a ir así sin más. O no... Con rapidez me acerqué a ella por detrás, puse mi mano donde la suya asiaba el pomo deteniéndolo, mientras con la otra empujaba la puerta para que no pudiese ser abierta. De esta manera ella quedaba entre mis misculosos y tatuados brazos, a cero centímetros de mi - ¿Dónde te crees que vas? - susurré en su oido, sensualmente y muy despacio, vocalizando cada sílaba - Verás, estoy considerando tu oferta pero como comprenderás, todo trabajo tiene que tener una cuota inicial...Jude Kyriakov O'Dahm escribió:¡PAM! Fue inmediato. Su cuerpo contra el de ella, y el impedimento. No le permitía huir. Su plan estaba funcionando a la perfección, aunque esperaba obtener la mercancía antes de hacer nada. No es que no quisiera, pero... era tan idiota. Y a la vez tan buenorro. Se estaba haciendo un lío mental muy grande, como siempre que estaba indecisa, como siempre que había hombres de por medio. ¿por qué entorpecían su vida? Si se hubiera encontrado con una chica hubiera hechado a correr como si no hubiera mañana y hubiera vuelto otro día, o a otra hora, o por otro lugar. Malditas complicaciones y malditos hombres. Ojalá todo fuera fácil: Ojalá hubiera nacido en el Capitolio que tanto odiaba.
- Oh , vamos, no me fío de ti. Vas a usarme y luego no me darás el jabón. - le acusó, sin apartar la vista de la puerta ni un instante, pensativa todavía. - Además, ¿Te has creído que soy una fulana?' No me refería a ese tipo de favores. - comentó fingiendo estar alarmada y contrariada por el comportamiento del chico. se giró, quedando de cara a él, con la espalda tocando la puerta, fría y metálica, antónimo total de la situación. - Aunque puede que cambie de opinión... pero solo si me traes el jabón.- susurró, con los labios tan cerca de los suyos que al hablar se rozaban. alejó su rostro un poco, para que pensara sin claridad sin verse abrumado por el comportamiento de Jude.Drew S. Ainsworth escribió:Cuando había dicho que era una calientabraguetas, me había confundido totalmente, era peor. Primero se insinua de la forma más sexy posible y ahora, resulta que soy yo el malpensado y perturbado que se quiere aprovechar de ella porque ella es inocente, casta y pura. ¿Qué les pasaba a las chicas de hoy? ¿Qué tiene de malo un polvo salvaje con un desconocido en una sala abandonada de una fábrica? Nada, absolutamente nada. Ya nadie sabe disfrutar de los dones de la vida... ¿En qué se ha convertido esta sociedad de hoy?
Me reí de ella - Ah claro, que yo tengo miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiles de razones por las cuales debería confiar en ti, ¿cómo me he podido olvidar de eso? - dije sarcasticamente, exagerando todo bastante. Lo peor de todo, es que seguía jugando. Me tentaba demasiado, estaba a un milimetro de simplemente... un beso. Y donde te lleve un beso. Pero, no era tan tonto, o sea, sí podía serlo pero robar eran términos mayores con los cuales andaba ligeramente muy cuidadoso - ¿En serio crees que soy tan tonto? - pregunta retórica, obviamente - Me pones, pero de momento no tanto como para jugarmelo todo por una simple chica más.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Esta vez si se rió, con malicia, y sin perder la sonrisa traviesa. Aunque el chico la estuviera rechazando si las condiciones eran que él robara el jabón primero, seguían tan cerca el uno del otro como cuando le había impedido a Jude que se marchara del lugar. El sol se había escondido detrás de algunas montañas y la sala estaba tenúemente iluminada por la luna y la lámpara, que emitía una luz parpadeante y poco potente. Miró un momento hacia fuera, viendo que se le hacía tarde y que no estaba consiguiendo absolutamente nada.
- Siento hacerte arriesgar tu puesto de trabajo que tanto cuidas, pasando todo el rato fumando en una sala prácticamente desierta .- se burló la chica, sin perder los ánimos. - Yo me la estoy jugando. Sigo aquí, no me he ido, pero tu estás en tu fábrica, tranquilamente charlando con una chica que se está jugando el pellejo. Disculpe, honrado caballero. - dijo sonriendo todavía, segura de si misma, sin seguir ningún plan, dispuesta esta vez a irse de verdad. "son todos unos moñas, dicen que quieren tema pero a la hora de la verdad se rajan" pensó divertida. - Y ahora, por favor, déjame salir de tu fábrica, tengo muchas cosas que hacer en soledad. - comentó finalmente, tan cerca de sus labios como la otra vez, rozándolos de nuevo. Con sus finos dedos, Jude dibujó formas en la parte superior del pecho, debajo del cuello, distraída, esperando la liberación.Drew S. Ainsworth escribió:Tenía cojones, o ovarios en su caso. Pero no le iban a servir para nada, se había topado con una pared bastante inamovible, de hecho solo era movible en estos momentos por una cosa, y visto que era una frígida, no lo iba a conseguir en un futuro inmediato. Pero vamos, que no estaba para nada preocupado, nadie me iba a echar de menos. Ni el la fábrica ni en casa ni en ningún sitio, todo el mundo sabía que iba por libre. Ya nos podían dar las 3 de la mañana, sin más - ¡Por fin alguien que me entiende! - exclamé con fingido entusiasmo - Creí que nunca nadie me iba a comprender como tu lo acabas de hacer, creo que estamos hechos el uno para el otro - sentencié con el mismo entusiasmo de niña de doce año que acaba de descubrir unos zapatos nuevos - Así que disculpada quedas my fair lady, pero me temo que no te vas a ir a ningún sitio alejado de mi - dije con la mejor de mis sonrisas, casi parecía un caballero de verdad.
Se me hacía difícil llegar a una conclusión coherente y que nos favoreciese a ambos cuando la tenía tan sumamente cerca y se empeñaba en ponerme cachondo con su contacto, la muy jodida sabía lo que hacía. Pero obviamente yo también, y solo había dos opciones plausibles aquí: daba la alarma y se jodía un rato o la ayudaba y me arriesgaba. Y la primera quedaba descartada, no pensaba perder a una juenorra de esa manera - La única opción que nos queda aquí es que te ayude, pero claro, todo tiene un precio en este mundo...Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Qué extravagantes pueden llegar a ser los hombres. qué bipolares, qué cambiantes, y qué incomprensibles. Jude ya creía que se iría con las manos vacías y sin embargo de repente el muchacho estaba de su lado y dispuesto a ayudarla por unos favores que no se deberían considerar eso, pues no supondría esfuerzo alguno. Sonrió ligeramente al ver que las cosas salían bien, y solo en su cabeza se alegró tiernamente por su familia, que podría limpiarse gracias a todo eso. No mostró sentimiento alguno exteriormente, pues ni ella misma los comprendía, ese afán protector hacia sus familiares, ni estaba acostumbrada a exteriorizar lo que sentía.
- ¡Oh, vamos! ¿De verdad nos vamos a quedar aquí? Este sitio es un asco. Requiero cierta limpieza e higiene, así pues matemos dos pájaros de un tiro. - le comentó. Se lo quedó mirando, esperando a que comprendiera a lo que se refería sin tener que terminar la frase, pero lo hizo por si acaso, pues los hombres no son muy inteligente, y este sinnombre menos. - Vamos al almacén de jabones. Yo obtengo lo que quiero y tu lo que quieres, quedamos en paz. - añadió, satisfecha por el trato que acababa de conseguir, y abriendo un poco la puerta cuando el chico bajó los brazos.Drew S. Ainsworth escribió:Ahora de repente, estaba dispuesta a todo. Es ceder un poco en una situación peligrosa y todo son buenas palabras y galanterías, casi parecido a antes. Ahora solo tenía que pensar como cojones iba a llevarla hasta lo que era el almacén de jabones, algo complicado. Eso sí, se iría al de mediana calidad porque vaya, el de baja calidad es una mierda y está peor que el cuartucho en el que estabamos, y el de alta, digamos que tiene así como muy mucha seguridad y no pienso jugarme la vida por un posible polvo.
Abrió la puerta ligeramente, pero con decisión y fuerza la cerré de un portazo. La miré penetrantemente directamente a los ojos - Creo que para que me arriesgue por ti voy a necesitar que me convenzas un poco más... Sino lo haces, bueno, quién sabe lo que podría pasar - me hice el inocente encogiendome de hombros. Volvía a estar atrapada entre mis brazos, sin escapatoria y más la valía empezar a jugar en ligas mayores o mi paciencia se agotaría, y no era responsable de lo que pudiese hacer entonces.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Rodó los ojos, cansada ya de ese absurdo juego al que llevaban jugando tanto tiempo. Así se les iba a hacer de día, de tanto decir sí, ahora no, ahora sí. Soltó un largo suspiro, mostrando así su cansancio por esa repetitiva situación. De pronto se apagó la luz y se oyeron voces en el pasillo. Debía ser hora de cerrar ya la fábrica. Muchos pasos y muchos hombres que recorrían los pasillos por los cuales había estado Jude unas horas antes. Intentó mirar al chico con la poca luz que había en la sala, solo la luna en el cielo y un resquicio de luz que penetraba por la ventana. Esperó, pacientemente casi sin respirar, a que se apagaran las voces para hablar, pero de todos modos lo hizo en un susurro, solo tras oír como se cerraba la puerta trasera de golpe. Ahora no pensaba en cómo salir, pero la ventana era una opción perfecta si las salidas estaban cerradas con llave. No se conocía la fábrica, pero para eso podría arreglárselas sola.
- ¿Tengo que enseñarte una teta para que me lleves al almacén? - preguntó, murmurando, burlona. - Te he dicho que solo haremos el trato allí, nada de avances por ninguno de los lados. Nadie debe tener ventaja.- añadió, razonando lógicamente. Sinceramente ese sitio le daba mucho asco, y estaba segura que cuando empezasen ya no pararían, había demasiada tensión en el ambiente. - Creo que ya no queda nada, vamos. Se escurrió entre sus brazos y abrió la puerta. Sacó la cabeza por la abertura y miró a ambos lados. No había nadie. El edificio estaba submido en un completo y absoluto silencio.Drew S. Ainsworth escribió:Se había hecho tarde, realmente tarde. Hora de cerrar de la fábrica, todo dios se largaba a casa. Eso quería decir que quedaban las luces de emergencia, las puertas principales cerradas y seguridad por todos los lados. Yupi. La situación no podía mejorar. Aunque bueno, viendolo desde un lado positivo, ahora no podrían ser pillados si él la dirigía claramente dicho, ya que no hay ni dios en este fantasmagórico edificio. Me resigné a hacer lo que ella quería, total ahora ya daba igual.
La empujé con suavidad fuera de la sala hacia el pasillo cogiéndola del brazo, con un decidido movimiento la acerqué a mi - Solo una simple y muy importante regla: si quieres que todo salga bien, sigueme a mi y a mis instrucciones. Es una órden, no una pregunta - la susurré con decisión y sin esperar respuesta o soltarla, eché a andar a través de los pasillos. Me conocía esta fábrica con los ojos cerrados, había pasado toda mi vida ahí, era algo ya casi natural. Y menos mal, porque estaba todo más oscuro que la boca del lobo, y ella sola podría haber acabado vete tu a saber dónde. Finalmente, tras recorrer media fábrica llegamos a una puerta, saqué mi manojo de llaves y la abrí, menos mal que todo dios confiaba en mi y tenía las llaves de todas las puertas, sino ibamos jodidos. Entré y por suerte, las luces de emergencia estaban encendidas y a través de las ventanas, entraba la luz de la luna - Tachán, el almacén.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Caminó alerta al lado del chico, que la llevaba agarrada de un brazo, por toda la fábrica. El camino le pareció largo pero se esforzó en memorizar los giros que habían hecho y los tramos de los pasadizos que habían recorrido, pues necesitaba esa información para volver otro día al almacén. ¿Y si la próxima vez se encontraba un empleado feo y gordo? A este no le haría favores, no señor. Andó con sigilo, más que nada por costumbre, pues siempre procuraba no llamar la atención y obtener lo que querías sin que la vieran. Hoy había fallado. Finalmente llegaron a una puerta. Jude se paró y esperó paciente a que abriera con la llave. La muchacha cerró la puerta tras de si y contempló la estancia. Era una habitación grande, llena de cajas de cartón con etiquetas con el símbolo del capitolio. Una de ellas estaba abierta y había jabones de todo tipo envueltos individualmente por unos papeles con estampados y letras. Las paredes del lugar eran blancas, lisas, impolutas, y el suelo de baldosas claras.
En el otro extremo de la estancia había una puerta de madera donde ponía: Despacho de almacenamiento. No se lo pensó ni un instante. Cogió al chico de la mano y se lo llevó corriendo hacia allí, entraron y cerró la puerta de golpe. Empotró al chico contra la puerta y le plantó un morreo de infarto, pero separándose pronto.
- No sabes como me has puesto cuando has empezado a ordenarme cosas. - le susurró al oído. Se hallaban en un despacho bastante corriente. Había un escritorio lleno de papeles, lápices y otros artilugios propios de despachos. Una fotocopiadora muy antigua residía en una esquina, al lado de un sofá granate. El resto de las paredes estaba ocupado por estanterías y armarios llenos de archivadores varios con mucha información, seguramente sobre la producción de jabón de la fábrica.Drew S. Ainsworth escribió:Vi como examinaba toda la sala, que para mi era el día a día. Aunque claro, esto comparado con mi zona y el almacén de los artículos de lujo era una mierda, pero obviamente, no iba a llevar a una ladrona allí ni mucho menos. Me había distraído un poco mirando la sala, cuando la chica en cuestión me arrastró de improviso al despacho, empotrándole contra la puerta. Era todo un topicazo muy típico, pero joder, era un tío y lo que me estaba pasando una de las fantasías con la que me tocaba cada noche. Lo que no debía hacer era besarme tan poco tiempo, no dejes hambriento a un león.
- Entonces... - dije suavemente mientras la mordisqueaba el cuello juguetonamente hasta llegar a su oído - No hables - mi voz era decidida, era un órden. Menos hablar y más jugar jwjw. Con decisión, una mano se colocó en su nuca para acercarla a mi boca, donde la besé profundamente, mi lengua explorando su boca, jugando con la suya, mientras mi otra mano se colocaba en su culo, para pegarla completamente a mi. Y dios como me ponía, si el resto era tan bueno como el beso, me la pedía para Navidad.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:¡Qué voz más, ashdgasd! No se habría imaginado nunca que intentando robar jabones terminara liándose con el empleado más sexy y más buenorro que debía haber en toda la fábrica. La poca importancia que le daba al sexo, es decir, que no era la típica romántica que antes de besar a un hombre debía estar locamente enamorada, lo facilitaba todo. Y la verdad es que mucho. Pero todo eran extremos, y realmente se estaban pasando un poco en cuanto a espontaneidad. Se habían dirigido unas cuantas frases bordes, habían discutido ligeramente sobre las razones de que ella estuviera allí y de si se hacían o no cómplices pero... una pregunta se formulaba en su mente. ¿Cómo se llama el chico que estoy a punto de tirarme? Pensaba mucho durante los besos, y más si estos eran tan apasionados y fogosos. Sus lenguas se juntaron y movieron casi compasadamente, despegando sus labios solo algunos instantes para coger aire, cambiar de posición y volver a juntarlos.
Aún así, se separó un instante para hablar.
- Jude. Sólo para que puedas gritar mi nombre.- le dijo burlona, esperando que después de esa aclaración por su parte él hiciera lo mismo y le aclarara un poco sobre su persona, que seguía siendo un completo misterio para la muchacha. Notó como la mano del chico se colocaba en su trasero y como la acercaba, estando sus cuerpos muy juntos. Notaba su ropa, constituida por una camiseta de tirantes granate y unos pantalones por al cintura, cortos, de color marrón oscuro, pegada contra la del muchacho. Se separó de nuevo para quitarle la camiseta, dejando su torso desnudo, y bajó sus manos hacia su pantalón, bajando la bragueta de éste.Drew S. Ainsworth escribió:Se me había olvidado por completo que no sabía ni su nombre. Era un hombre, una vez que la sangre iba hacia lugares donde otras veces no estaba, la mente dejaba de funcionar completamente y empezaba a pensar con otra cosa. Y bueno, era un nombre... Tampoco era para tanto, pero ya que se empeñaba - Drew - y era lo que iba a hablar que tuviese que ver con su persona, hay que separar negocios de placer.
Me paré para observarla detenidamente cuando se quitó la camiseta, mordiéndome el labio y pensando en nada bueno. Y aunque no me hubiera desabrochado los pantalones, mi potencia lo habría hecho (?) Me quité la camiseta con un movimiento rápido, deja ver todos mis tatuajes, ays mis nenes. Y sin dilación, la cogí y subí en plan caballito, pero por delante (OFF: tu me entiendes xD) sujetándola por la espalda mientras la besaba ferozmente, jugando con su lengua e intentando ganar ese pulso. Fui andando hacia el pequeño sofá, dónde me senté quedando ella todavía encima mio. Seguí besándola un momento más, hasta que en un momento de pequeña separación para coger aire, que se necesitaba, me lancé cual depredador a su cuello, besándo, lamiendo y mordiendolo con suavidad pero con pasión, desde la clavícula hacia la oreja, dónde me entretuve un rató en su lóbulo, jugando con el, mordisqueandolo.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Escuchó su nombre y lo archivó en su mente, pero no le dio una excesiva importancia, pues ahora su cabeza ya rondaba por otros parajes mas bien lejanos y poco inocentes. No dejó de besarle en ningún momento, sino que subió sus piernas agarrándose con firmeza y determinación a su cuerpo de torso desnudo. Drew la llevó hacia el sofá, entre besos apasionados insaciables, y se tumbaron allí, sin despegarse. Se quitó los zapatos sin calcetines con un movimiento de pies y se bajó los pantalones, quedando completamente en ropa interior, dejándole ya a él la tarea de deshacerse de estas prendas cuando quisiera, más bien pronto.
- Oh vamos, no me hagas esperar. - le dijo en un susurro interrumpido por lo pequeños gemidos que provocaban los besos del chico en su cuello de piel fina. Cuando volvieron a besarse con normalidad Jude le bajó los pantalones, y se desprendió de ellos. Los bóxers se veían notablemente abultados. Con una mano le agarró el trasero con firmeza, juntando sus cuerpos y también sus zonas privadas que entraron en contacto, separadas por finas piezas de ropa. Sus labios se movieron hasta su oreja, la cual mordisqueó, y finalmente bajaron hacia su cuello, en el cual se quedó, mordiéndolo y besándolo con maestría.Drew S. Ainsworth escribió:Se notaba que sabía lo que hacía y eso me ponía aún más todavía. Ahora, simplemente en ropa interior, nuestro contacto quemaba y pedía a gritos ser tocado cada segundo. Cuando se dirigió a mi cuello, oh dios ahí me volvió loco. Era sin lugar a dudas uno de los puntos débiles, y Jude sabía perfectamente como activarlo, a partir de ahí, ya no sabía lo que hacía. Clavé mis uñas ligeramente en su espalda mientras disfrutaba de la sensación de ella en mi cuello, y a la vez, mientras mi parte inferior me pedía más y más, calentándose hasta límites insospechados.
Con decisión, le arranqué el sujetador rapidamente y lo tiré por ahí, sin preocuparme demasiado donde cayese, y rapidamente, la tumbé en el sofá para ponerme yo encima de ella, entre sus piernas. Con una mano en su pecho, la besé en los labios con fiereza y pasión un momento para seguir bajando por el cuello, mordiendo y chupando quizás demasiado. Una que se iba a casa con la marca de la casa. Continué bajando, por la clavícula hacia sus pechos, dónde me detuve a besarlos en su totalidad un rato para luego chupar y morder su pezón sin mucha fuerza pero con maestría. Tras un buen rato, continué mi recorrido hacia abajo, besando su vientre poco a poco hasta llegar a sus bragas. Con un movimiento me deshice de ellas corriendo el mismo destino que el sujetador. Mis manos se pusieron en sus muslos, mientras le daba pequeños mordiscos y besos por la parte interior de estos, acercándome más hacia su zona más erógena.
Mi lengua fue la primera incursora en tierras salvajes. Con suavidad, fui descubriendo partes inaccesibles de ella, saboreándola con extenuación. Me introduje un poco más en ella con mi lengua, para luego seguir superficialmente y justo después, introducir dos dedos dentro de ella, moviéndolos en círculos acompañándolo con mi lengua en la superficie. Continué combinando los dos elementos, variando la rapidez, intensidad y dificultad durante un rato, notando como se estremecía y gemía bajo el poder de mis manos, hasta que paré con suavidad volviendo a hacer el mismo camino de bajada pero en subida.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Le entregó una cómplice mirada, pues sobraban las palabras. Ambos estaban disfrutando de ese momento en crecer. Una mirada que le indicaba que podía hacer con ella lo que quisiese, pues lo estaba haciendo muy bien. El recorrido que hizo, saboreándola al completo, la hizo estremecerse y gemir por su contacto. Su piel se puso de gallina y sus pezones se endurecieron con el contacto de sus labios. Un escalofrío volvió a recorrer su espalda, contagiandolo a cada una de sus articulaciones, y pronto se vió sumida en una espiral de placer que le nublaba los sentidos cuando la lengua del chico se introdujo en ella. Jugó con sus zonas más erógenas y húmedas en ese instante cual experto, y reconoció internamente que tenía arte, aunque su mente ahora estaba llena de cosas mucho más sucias que esa. Respiró con ligera difícultad por los movimientos de su boca encima de ella, pero para no hacerlo corto subió de nuevo, reaciendo el recorrido. Le besó con lujuria y una pasión próxima a desbordarse.
Se separó de él y se deshizo de sus calzoncillos, contemplando su destacable dureza, pero ayudando a que esta se hiciera más evidente , estimulándolo, con habilidosos movimientos y caricias de sus jóvenes y finas manos. Aumentó el ritmo, haciéndolo más placentero, pero luego ralentizó, tenía otras cosas en mente. Ambos se levantaron del sofá. Puso sus manos en su pecho y bajó hasta quedar arrodillada en frente a él, a la altura perfecta. Lo agarró con una mano y miró hacia arriba.
- Te haré gritar.- le advirtió con una socarrona sonrisa, antes de silenciar sus palabras con algo que entorpecía su habla. Inicialmente eran relamidas inocentes, pero luego pasó a mayor y la introdució completamente en su glándula bucal, secándola y metiéndola repetidas veces, y jugando con su lengua. Ella misma se dio placer con sus dedos mientras mantenía su boca ocupada. No quería terminar el juego antes de tiempo, así que se separó, se relamió los labios y empezó a subir de nuevo, besando todo su torso.Drew S. Ainsworth escribió:La miré juguetona al preveer lo que se disponía a hacer. Sus manos eran habilidosas y me hacían llegar hasta el otro extremo del universo, volviéndome loco y estremeciéndome por el placer. Mi sonrisa de volvió burlona al ver como estaba a mis pies, su boca hacía maravillas en mi dureza y si antes me volvía loco, ahora ya debería estar encerrado en un manicomio de por vida. Eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para permitirme disfrutar de este maravilloso momento hasta su máximo. Era tan buena en lo que hacía, que si seguía a ese ritmo un poco más, algo me decía que la fiesta se iba a acabar demasiado pronto, y eso no sería divertido para nada. Pero por suerte o por desgracia, supo cuando parar y ascender.
La cogí de la nuca y la besé con suavidad pero con pasión, pegandome completamente a ella, notando su calor junto al mio. Con lentitud, fui andando haciéndola retroceder contra el escritorio mientras seguía besándola y recorriendo mis manos por todo su cuerpo. La senté en la mesa y me pegué a ella, nuestros cuerpos pedían solo una cosa y estaba más que dispuesto a dársela en ese momento cuando de repente, algo pasó por mi cabeza - ¡Mierda! No tendrás... ya sabes - la pregunté rogando que sí, porque en la fábrica era el único momento en el cual nunca llevaba uno encima.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Soltó una risita al ver su depravada cara de placer cuando subió, notando que si ese era el precio tenía asegurados jabones para toda la vida, pues el muchacho estaba disfrutando enormemente de la situación. Se dio una interna reprimenda por lo que estaba haciendo, pero el momento se la llevaba y , al fin y al cabo, sus motivos eran más nobles de lo que parecía. Se vio apresada contra el escritorio y el cuerpo de Drew, en una encrucijada muy tópica pero imprescindible. Se giró y tiró al suelo, desesperadamente, todos los papeles que cubrían la mesa, y se sentó, apretándolo contra ella de nuevo. De repente, mierda. ¿Llevaba algo de utilidad encima? Se apartó y fue a mirar a sus pantalones, rmiró por sus bolsillos, sin apenas éxito. Una pastilla anticonceptiva valía mucho dinero y tenía que encargarse directamente al Capitolio, que te lo llevaba desde el distrito seis.
- A ver por aquí. - murmuró, abriendo cajones con rapidez y rebuscando en ellos. No había casi posibilidades de encontrar nada, pero, para su sorpresa, en el tercer cajón de la izquierda, que tuvo que forzar ya que hacía mucho que no se abría, lo encontró. Rompió el plástico con los dientes, volviendo a sentarse en la mesa, y colocó el trozo de látex donde realmente le correspondía estar. Jude puso sus manos en el cuello del chico y lo acerco a ella, juntando sus labios y susurrando rozándolos.- No te encantes, ve al grano.Drew S. Ainsworth escribió:Estabamos adesastrando el despacho, pero... ¡a la mierda! Un gato entró por la ventana (?) Lo importante era que estaba disfrutando como un enano, nunca romper la rutina había sido tan divertido. Aún así, el pánico recorrió todo mi cuerpo al ver como no aparecía cierto plastiquito importante en esta situación. Ya que ella trabajaba en la fábrica de plásticos, debería tener siempre de eso a mano. Es su deber como ciudadana del Distrito 9. Es su deber evitar la extensión del distrito. Pero era una suerte que tras mucho buscar, tuviese unos jefes pervertidos que se traen a sus putillas al despacho para hacer lo mismo que estabamos haciendo nosotros.
Cabezal puesto, obedecí su órden cual fiel perrito. Me situé entre sus piernas en buena colocación y me aseguré de que estuviese bien sentada para que así ninguno se hostiase vivo. Y con un movimiento decidido y veloz, me intruduje dentro de ella hasta el tope mientras la sujetaba pegada a mi y mordía su cuello con fiereza. Empecé a moverme con movimientos acompasados y lentos, variando la penetración y combinándolo con alguno rápido y potente, para ir calentando el juego. Pero poco a poco, mi cuerpo me pedía más, así que fui intensificando mis embestidas a fuertes y profundas, sintiendome completamente dentro de ella. Besándola, mordiéndola, chupándola y saboreándola, manteniendo mi boca ocupada mientras gemidos se escapaban de ella, poniéndome más cachondo si podía con sus gemidos resonando cada vez más. Me encantaba esta Banda Sonora.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:No se esperaba que pudiera resultar tan placentero el hecho de ir a robar jabones para mantener limpia a su familia. Trabajaba muchas horas en la fábrica, robaba mucho y hacía tiempo que no tenía tiempo para eso. Pero no se sintió mal por lo que estaba haciendo, pues le proporcionaría lo que vino buscando. No se enteró de que había entrado un gato por la ventana, cosa bastante complicada porque esta era bastante alta, y que estaba abierta. La gente los oiría, despertarían a alguien, tal vez. No dejó de besar sus labios en ningún momento mientras, con una colocación excelente digna de haber sido calculada por un experto, Jude iba siendo embestida con lentitud, al principio, que ya le proporcionaba un placer notable, y que fue incrementándose mucho más de lo que jamás hubiera creído posible. Gimió y respiraba con dificultad entre besos, mordiscos y profundas y veloces penetraciones. Joder, estaba siendo el mejor polvo de su vida, aunque no iba a confesárselo a Drew por nada en el mundo. Le mordió el cuello, dejándole una marca para la posteridad que duraría mucho mucho tiempo.
- Estoy a punto.- le susurró en la oreja, en un tono sensual, que se incrementaba al estar combinado con gemidos y respiración dificultosa, cosa que mostraba el disfrute del momento. La cosa siguió aumentando mientras el chico los llevaba hacia la fotocopiadora (?). Las piernas de la muchacha se agarraron con más fuerza a él, clavó sus uñas en su espalda y profirió un grito donde su nombre se veía reflejado. - Aaaah,... Dreeew, aaah. - Puede que le hiciera sangre en la espalda de la intensidad del potente orgasmo que acababa de tener. Le daba igual. Joder. Joooder.Drew S. Ainsworth escribió:En el momento casi clímax, no sé como me vi llevándola hacia la fotocopiadora, que cliché (?) Continué mis embestidas cada vez más rápido, hasta mis máximos, con mis manos en sus glúteos para favorecer mis movimientos hacia ella y de vez en cuando, la mordía en el cuello o en el hombro, siempre que mi boca no necesitaba gemir de placer. Con su grito, mi nombre en él me hizo sentirme importante (?), ambos llegamos al orgasmo, yo con un intenso y grave gemido. Me quedé de momento dentro de ella, dejando relajados todos mis músculos y dejando caer también mi frente sobre su hombro, recuperando el aliento - Joder, que polvazo... - comenté en alto, simplemente había sido brutal.
Justo después, me separé de ella. Busqué la papelera, me quité el condón y lo tiré ahí. Toma regalito jefe. Acto seguido, empecé a buscar mi ropa, que estaba desperdigada por todos los lados. Lo primero que encontré fueron sus bragas, que se las tiré para que las cogiera al vuelo, si era habilidosa claro. Después ya fui encontrando toda mi ropa, me vestí rapidamente mientras la veía a ella hacer lo propio.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Alzó las cejas un instante, al oír lo bruto que era diciendo las cosas. Pero en fin, no podía pedirle demasiado, si encima tenía que ser inteligente, no hecharía un polvo en su vida. De todos modos se sintió ligeramente halagada por ese comentario que las madres habrían tachado directamente y sin pensarlo dos veces en "grosero". Vió como lanzaba la protección hacia la papelera y fruncio el entrecejo. Si en su fábrica aparecía un condón usado en la papelera todo el mundo se perguntaría qué hacía allí y quién lo había usado, pero eso al chico no parecía preocuparle. Esos aires de machito que tenía el trabajo asegurado le causarían el despido, Jude estaba segura. Saltó de encima de la fotocopiadora y se puso la ropa interior, tirada sin apenas mirar por Drew. Se puso la camiseta, los pantalones y los zapatos, se miró de arriba a bajo, limitadamente teniendo en cuenta que no tenía un espejo delante, y se tocó el pelo con las manos, con la intención de ponerlo en su posición habitual, pues se había despeinado con la actividad.
Regiró un momento los cajones, recordando algo que había visto allí y que ahora necesitaba. Mientras él terminaba de vestirse, pues se había entretenido mirándo como ella también hacía eso mismo. En el segundo cajón lo encontró. Abrió la puerta con rapidez, salió de allí y la cerró de un portazo. Introdujo la llave dentro de la cerradura y la giró, oyendo el "clack" significativo, anunciando que la puerta estaba sellada.
- Lo siento, pero no tengo la intención de que vayas fardando por ahí de que me has hechado un polvo, así que quédate aquí, así te conciencias de lo que no debes ir diciendo.- dijo tranquila, pegando su mejilla a la puerta, hablando claro y alto para que la escuchara. Se guardó la llave en el sujetador y fue hacia los jabones. Cogió una caja entera y la cargó entre sus brazos, esperando recordar los pasillos que debía recorrer, de todos modos lo tenía claro en su mente. Dos a la derecha, izquierda, largo tramo, la segunda a la derecha, primera a la izquierda... Siguió el camino del que tan segura estaba y llegó a la puerta. Estaba cerrada. La abrió con una horquilla, con grandes dificultades, y se marchó cargando aparatosamente la caja, intentando no ser vista, y justo un poco antes de que empezara a salir el sol. Cruzó la esquina justo en el momento que Drew saltaba por la ventana y salía de la fábrica.
Jude Kyriakov O'Dahm- TENIENTE. DISTRITO TRECE.
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Re: Jude Kyriakov O'Dahm {distrito 9}
¡in bloom!
{ O 9 - O 7 } . DISTRITO O7 . CALLES
# ARYA N. RAVENWOOD & JUDE KYRIAKOV O'DAHM
# ARYA N. RAVENWOOD & JUDE KYRIAKOV O'DAHM
- Spoiler:
- Arya N. Ravenwood escribió:Las casas en el Distrito 7 eran muchísimo más bonitas que todas las que había visto. Mi padre había decidido llevarme con él allí, ya que nunca antes había estado en aquel Distrito. Me hacía ilusión ir allí, estaba todo rodeado de bosques, era todo tan verde y fresco... No se parecía en nada a mi Distrito. Adoraba el mar, claro está, pero salir de allí de vez en cuando venía bien, y siempre había querido viajar a todos los Distritos.
Mi padre se encontraba en una reunión, me había dado dinero y me había dicho que explorara el Distrito, así que allí estaba yo, con unos pantalones de tela vaquera y una camiseta blanca y ancha por encima, nada del otro mundo, en conjunto con unas sandalias de cuero. Hacía sol, pero no calentaba tanto como en el 4, por lo que no había llevado vestido. Me paré frente al escaparate de una tienda de dulces, observando detenidamente cada uno de ellos, con gula.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Había venido caminando desde el distrito 9. No es que no tuviera nada mejor que hacer, pero cuando te ganas la vida robando y trabajando, la gente de las tiendas empieza a sospechar si cada día desaparecen cosas. Así que Jude se había resignado y se había puesto a andar hasta el distrito más próximo, del cuál saltó la valla protectora que lo rodeaba sin ningún problema. Los cables electrificadas emitían un leve zumbido, pero al ser tan bajas no hacía falta ser nadie del otro mundo para poder saltarlas. Se puso a caminar por las calles oscuras, pequeñas y poco concurridas de las afueras. Buscaba el centro, el ruidoso y lleno de gente centro, y no tardó mucho en llegar. Pero... ¿dónde estaba la tienda de frutas y verduras, en medio de la calle como un mercado? Miró a su alrededor.
A unos 5 metros había una chica de pelo rubio girada hacia un escaparate de golosinas. Parecía del lugar. Bien, de hecho todo el mundo lo parecía, incluso ella, con la camiseta de manga corta y ancha que hacía que se le viera el ombligo y los pantalones largos llenos de cortes.
- Perdona, ¿Sabes si hay por aquí cerca una tienda de verduras? - le preguntó tras acercarse a ella y tocarle el hombro con la mano para reclamar su atención. Al girarse vio que era una chica guapa, de tez un poco más bronceada de lo común que en ese distrito... debía pasar muchas horas al sol, y tenía una expresión de hambre impresionante.Arya N. Ravenwood escribió:Miraba cada uno de los dulces con curiosidad, como si pudiera saber de que estaba echo cada pastelito o cada tarta. Había uno que me había llamado la atención, era un pequeño pastelito de color chocolate, con algo que parecía nata por encima, y un glaseado de color rosa que le daba un toque sofisticado. Estaba entre comprarme ese o uno que parecía de manzana caramelizada. Obviamente uno iba a caer, hacía mucho que no comía dulce, y me apetecía darme un capricho, además mi padre me había dado dinero de sobra, lo demás lo guardaría para ahorrar dinero.
Unos toquecitos en el hombro me sacaron de mi ensimismamiento, y me giré para encontrarme con una chica de estatura más baja que yo, cabellos marrones y ojos azules. Era bastante atractiva, me gustaban sus labios. Escuché su pregunta y me llevé una mano al pelo rubio, rascándome con gesto pensativo.
-Creo que he visto una más adelante... Pero no me hagas mucho caso ya que no soy de aquí.
Hice una mueca al ver que no había sido de mucha ayuda. Mi memoria no era la mejor, y aunque me sonaba mucho haber visto una un par de calles más arriba... No podía asegurarlo.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Se quedó mirando el escaparate de esa flamante y chillona tienda de dulces en los pocos segundos que la chica tardó en salir de su ensimismamiento y responder su pregunta. La puerta de cristal estaba rodeada de un marco amarillo con algo que fingían ser pepitas de chocolate. Dentro se veía una mujer vieja con gafas colocando golosinas en su lugar, con un uniforme azul pastel que combinaba bastante bien con las paredes rosa claro de la estancia. No le extrañó que la chica se hubiera empanado mirando aquel lugar, pues ella sin darse cuenta había estado mirando cada detalle de esa tienda, y la chica ya le había respondido.
No sabía donde había una tienda de frutas. Maldita sea. La gente andaba deprisa, cada uno yendo hacia un lugar en concreto sin ganas de prestarle atención a un desconocido. Si hubiera preguntado la habrían mandado a la mierda, directamente. De modo que ese era el ambiente en el distrito siete cuando los Juegos se acercaban. No pensó mal de ellos por esa reacción, en el nueve la gente no hablaba, no se paraba por la calle, de hecho casi ni salía. Era como si guardasen luto a los niños sacrificados otros años elegidos en la Cosecha.
- Bien, gracias, no pasa nada. - comentó, mirando al calle decidiendo qué hacer. - Si no hay tienda de fruta, habrá que tomar una manzana caramelizada, ¿no? - se dijo, más para ella que para nada, y entró en la tienda. La vieja no le quitaba los ojos de encima... si al menos alguien la distraía... No era su día de suerte.Arya N. Ravenwood escribió:Me encogí de hombros, como queriendo decirle que lo sentía por no tener ni idea. Ella dijo que se iba a comer una manzana de caramelo, y se me encendió la bombilla. Iba a sonar raro, e igual la morena me mandaba a sembrar vientos, pero lo intentaría. Parecía de mi edad, eso quería decir que igual iba a los Juegos. Era una posibilidad entre un millón, pero si fuéramos juntas, cosa que sería una gran casualidad, me vendría bien ser "amigas". Ahora que la Cosecha estaba cerca y todos estaban asustados había que empezar a planear. Yo no rezaba porque no me tocara, me preparaba por si lo hacía.
-Vale, hagamos un trato, yo me compro ese pastel rosa y tu la manzana y nos damos a probar la una a la otra.
Le propuse con una sonrisa y un tono amistoso de voz. Me giré para mirar dentro de la tienda, detrás del escaparate la señora mayor, que debía ser propietaria del lugar, nos miraba entre expectante y molesta, como si no supiera si íbamos a comprar algo o le íbamos a romper el cristal y a robar los dulces que había en el escaparate.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Se sorprendió ante el amistoso comportamiento de la chica. Jude no tenía muchas amigas, pues las chicas de su distrito tenían tantos problemas como ella para mantener a sus familias y apenas tenían tiempo de compartir unas frases. Se quedó mirando la manzana un instante, y luego el pastelito que ella dijo que iba a comprarse. Era un buen trato. El problema era que su intención era robar aquella manzana. Se giró y le sonrió a la chica, asintiendo con la cabeza. Trato sellado. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y revolvió el interior con nerviosismo, hasta que una pequeña moneda apareció. La dejó en el escaparate, y la expresión de la vieja paranoica se relajó.
- Una manzana caramelizada. - le dijo, en un tono que se vio un poco que no estaba acostumbrada a comprar las cosas. Pero como de oído si que andaba floja la mujer, se la dio sin mostrar signo de que hubiera notado el raro tono de voz de Jude. Cogió la manzana por el palo y le dio un largo lametón. Le había costado dinero, iba a disfrutarla fuere como fuere. Salió de la tienda acompañada de la chica que había comprado su pastel. - Pensaba que también estarías amargada por los Juegos. La Cosecha se acerca demasiado, pero ir con la cabeza gacha no ayuda a no salir elegido, créeme. Llevo viendo toda la vida como la gente que intenta pasar desapercibida es seleccionada. - comentó, con expresión sombría, gente querida había muerto allí. Demasiada. Era un tema serio, del que no se podía hablar con una sonrisa en el rostro.Arya N. Ravenwood escribió:Entré junto a la chica a la tienda y observé curiosa como rebuscaba en el bolsillo de su pantalón, que tenía bastantes cortes. Parecía que no estaba habituada a comprar por comprar, debía de conseguir su propia comida o... La robaba. Lo comprendía, yo era de las que mejor vivía en el Distrito 4 gracias al trabajo de mi padre, pero no era ajena al sufrimiento de los demás. Sabía que había gente que apenas tenía que llevarse a la boca, por eso solía ir al puerto a llevar comida y ayudar.
Pedí el pastelito y lo pagué, saliendo tras la chica. Escuché su comentario, mientras cogía algo de nata bañada en rosa y me la llevaba a la boca con el dedo. Si, no era el momento idóneo para ponerse a comer dulces y a saltar a la comba, pero no podíamos estar asustados siempre.
-Intento ser positiva, si me toca, lo afrontaré lo mejor que pueda, amargarme ahora no servirá ni para que me libre ni para que me toque. Destino lo llaman... No se si creérmelo.
Me encogí de hombros y le ofrecí el pastelito, con una media sonrisa.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Fueron andando por las calles hasta sentarse en una repisa de la acerca, comiendo ambas los deliciosos dulces que se habían comprado. Era una escena un tanto inusual en el distrito 7, y más teniendo en cuenta que ni la chica ni ella misma eran de ese lugar. Mordió la manzana con la cabeza dándole vueltas, llena de pensamientos. Recordaba cada cara, cada expresion de horror, de todas las cosechas que había presenciado los últimos 10 años. Todos esos niños, pues muchas veces salían niños, traumatizados y sin ninguna esperanza de permanecer vivos. No sabía como uno debía sentirse en la Arena, pero le recordaba a la sensación de cuando te pillan robando algo del Capitolio, pero constantemente, sin fin.
- Yo solo temo por mi hermana. Tiene apenas la edad para entrar en el sorteo. Confío en que no va a tocarle. Es poco probable pero posible. - comentó ensimismada en sus pensamientos de nuevo, en un tono ligeramente distante. - Soy Jude, distrito 9. Hace muchos años que no ganamos los Juegos.- le contó, sin tapujos. No era nada de lo que se avergonzara, los tributos del 9 no duraban mucho, pero no traicionaban sus principios y mataban a la mitad de los tributos. No habían nacido para eso, así que se resignaban a intentar sobrevivir limpiamente, sin conseguirlo jamás.Arya N. Ravenwood escribió:Tras darnos a probar el dulce la una a la otra echamos a andar y nos sentamos en una repisa de la acera. Yo daba pequeños mordisquitos al dulce, queriendo saborearlo todo lo posible. Estaba muy bueno, el bizcocho era de chocolate, incluso tenía trozos sueltos, me encantaba la nata, y el glaseado lo hacía a un más rico, aparte de apetitoso. Escuché lo que me decía, masticando con tranquilidad, para después de tragar limpiarme los labios con delicadeza, tal y como me habían enseñado en las clases de modales.
-Debe de ser duro... Yo soy hija única, así que me tengo que preocupar por mi sola. Espero que no le toque.
Le sonreí, de verdad lo esperaba. Odiaba que salieran niños que apenas podían tomar decisiones por si mismos, ¿Como iban a apañarselas en la Arena? No tenían ninguna posibilidad ante personas más capacitadas tanto mentalmente como físicamente. Era desgarrador verles salir, completamente asustados, sabiendo que no lo lograrían.
-Arya, Distrito 4, tenemos un par de ganadores, pero nada comparable a los altos Distritos.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Tras probar el bizcocho de Arya le había quedado un gusto tan agradable en la boca que le daba pena estropearlo, aunque la manzana caramelizada estaba excelente, el gusto era muy distinto, y del dulce que ella se había comprado te cansabas al cabo de poco rato, además de que llenaba mucho. Jude miró a la chica sentada a su lado como con un gesto fino, que por supuesto no pasó por alto, se limpiaba los labios. Solo conocía un tipo de gente que se comportara de ese modo, y era la gente con dinero. Por eso Arya había comprado con tanta seguridad su bizcocho, sin apenas pensarse cómo tenía que decirlo. Tenía dinero para comprar todos los días. La envidiaba.
- Distrito cuatro, algunos allí viven bien... - dejó caer, distraída, tomando otro mordisco. El distrito cuatro era conocido por sus playas y por la gran cantidad de mariscos que exportaban al Capitolio. Ellos se quedaban un tanto por ciento muy pequeño, pero allí había más gente que vivía bien que en los distritos alejados. - El nueve es... trágico. Solo encuentro esa palabra para definirlo. - comentó con normalidad. No le daba vergüenza venir de un distrito, según los del uno, "marginal". Se pasó una mano por su liso pelo, apartándolo de su rostro, pues le entorpecía la visión. - ¿Cómo crees que será la Arena este año? Creo que este año será un poco especial, pero el siguiente todavía más. Cumplen una fecha importante.- La expresión sombría de antes volvió a apoderarse de sus facciones.Arya N. Ravenwood escribió:Al escuchar su comentario sobre mi distrito no pude más que reírme, mientras asentía con la cabeza. Era obvio que había adivinado mi estatus social, suponía que por mi forma de comer, la ropa, o porque había comprado el dulce sin ni siquiera pestañear. Me aparté el pelo de la cara y la miré, alzando ambas manos como si me rindiera, sujetando el dulce a medio comer en una de ellas.
-Si, vivo bastante bien, soy la hija del alcalde... Además, el Capitolio trata mejor a mi Distrito que ha muchos otros, por lo que he oído... No he salido casi del 4, pero lo poco que he visto...
Negué con la cabeza. La sonrisa se había borrado de mi cara al recordar a los niños con la ropa y la piel enegrecida de trabajar en las minas, o el rostro demacrado de los trabajadores que apenas tenían un mendrugo de pan para comer. Era injusto como el Capitolio lo tenía todo, y algunos no tenían ni un techo bajo el que cobijarse.
-No se... Si me toca ir espero que haya agua, se me da bien nadar, aunque el bosque tampoco es un punto flaco. Es imposible saber en que están pensando... Sus mentes retorcidas están fuera de mi comprensión.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:La ligera envidia que sentí por Arya por su estatus social elevado y las pocas preocupaciones para sobrevivir cada mes se desvaneció completamente al ver el tono abatido con el cual le contó como su distrito era favorecido, un hecho real, pero que muchos se limitaban a negar por cuestión de orgullo. No era justo que hubiera lugar más favorecidos que otros, pero la justicia era algo completamente fuera de lo común en Panem. ¿Por qué siempre que estaba cerca la Cosecha la gente se encontraba por la calle y terminaba hablando siempre de esos estúpidos Juegos? Ella misma había sido la que había sacado el tema, se reprimió mentalmente.
- No sé que pondrán este año, pero siempre es más extravagante que el año anterior. De todos modos no hay forma alguna de entender que pasa por sus dementes cabezas, pues para comprenderlo hay que estar tan loco como ellos .- le aseguró. La simpatía que sentía por la gente del Capitolio era nula, y desearía que ellos también estuvieran obligados a participar en los Juegos. ¿Cómo se sentirían los padres al ver morir a sus hijos? Tan mal como en cualquier distrito de ese país que dominaban. Miró el reloj de la plaza y suspiró.- Tengo que irme, lo siento Arya. Espero verte en otra ocasión, pero no en la Arena. Ha sido un placer.- le dijo como despedida. No sabía si abrazarla, darle dos besos... no estaba acostumbrada a las muestras de afecto, no recibía ni daba muchas, y menos a gente que acababa de conocer. Finalmente se decantó por un simple gesto con la mano, un poco forzado, se levantó y se alejó de las calles del distrito 7, volviendo por los mismos corredores oscuros y vacíos y saltando por le mismo lugar de la valla. No sabía a donde iba, pero no le importaba demasiado.
Última edición por Jude Kyriakov O'Dahm el Sáb 05 Mayo 2012, 06:03, editado 1 vez
Jude Kyriakov O'Dahm- TENIENTE. DISTRITO TRECE.
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Re: Jude Kyriakov O'Dahm {distrito 9}
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- Spoiler:
- Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Había vuelto andando desde el distrito siete, sin nada que la hubiera ayudado a conseguir comida sin tener que pagar por ello. Una lástima. Así pues se puso a andar en dirección contraria y pasó su propio distrito, queriendo ir a un lugar donde siempre estaba más bien tranquila. El distrito diez era muy próximo al nueve y también parecido, con la diferencia de que ellos tenían menos seguridad y más espacio, mucho más. Los explotadores del Capitolio querían amplio terreno para que su carne fresca creciera bien, sana y deliciosa. Las vallas del distrito diez no estaban electrificadas esos días, sus Agentes de la Paz eran más permisivos y poca gente quería irse, porque allí vivían suficientemente bien. Pasó con agilidad por encima de los cables que delimitaban el lugar, y se acercó a un vaca.
Era la granja más alejada del pueblo y el dueño raramente pasaba por el lugar, solo dejaba a los animales alimentándose a su antojo, como si le dieran un poco igual, tenía tantos. Acarició el hocico del animal, de un color marrón claro y mirada impasible. Se sentó en una roca cercana y se puso a pensar, mirando los largos y grandes prados que se extendían ante sus ojos, verdes y bien recortados. La conversación con Arya la había hecho pensar. ¿Y si salía elegida en los Juegos? ¿Qué iba a hacer? No tenía demasiado talento, había visto gente más hábil que ella morir en la Arena. Las posibilidades eran pocas, pero gente con menos papeletas había salido escogida. Frunció el entrecejo, manteniendo una expresión de preocupación pero no de tristeza.Phoenix R. Williams escribió:Aprovechando el breve lapso de tiempo que el Capitolio, inexplicablemente, les había dado de libertad para moverse entre los Distritos, Phoenix había decidido visitar los máximos posibles. Ya se conocía de antes el 4 y el 5, por ser próximos, pero los demás le eran completamente desconocidos. Sólo sabía un poco de cada, lo que les decían en la escuela. Pero la realidad está mucho más lejos, cosa que él está comprobando con sus propios ojos. El 1, el 2 y el 3 eran los que mejor estaban, cómo no. El 7, 8 y 9 hacían lo que podía con lo que tenían. El 10... ese era un Distrito de contrastes. Porque aunque se dedicaran a la granja, no podían comer todo lo que criaban.
Ahora se encuentra paseando entre las granjas, sorprendido y cautivado por la belleza del paisaje. Los padros, las colinas... En el 7 le había pasado lo mismo, esos parajes lo cautivan. En el 6 no hay de eso, todo son edificios apretujados y calles estrechas.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Oyó un ruido, el chasquido de una rama, pero estaba tan pensativa que apenas se dio cuenta, y siguió con sus cosas, pensando que habría sido algún animal. Hacía mucho que no cazaba para comer, no le gustaba, prefería comprar ya a los animales muertos, o mangarlos directamente del mercado, abarrotado de gente. Requería menos esfuerzo, y un ahorro de experiencias desagradables. Pero en la Arena la gente necesitaba cazar, a no ser que se llevaran un gran número de provisiones el primer día en la Cornucopia. Allí si no eras muy fuerte morías. Pensó en los débiles que atraídos por el hecho de tener de todo habían sido muertos con las manos en la masa por el típico grupo fuerte que siempre surgía, y al que normalmente Jude tenía manía.
Más pasos, cerca de ella, la despertaron esta vez de su ensimismamiento, o pesadilla despierta en la que pensaba constantemente en los Juegos. Se levantó de golpe y miró al chico, con un cuchillo en la mano que se había sacado del bolsillo. Al ver que no era nadie del Capitolio, o al parecer del lugar, por la cara de asombro que tenía, lo guardó, pero su expresión desconfiada no desapareció.
- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? - preguntó con voz segura y firme. Al fin y al cabo se podía ir por los distritos, pero aquella granja era una propiedad privada.Phoenix R. Williams escribió:Ensimismado en sus pensamiento, apenas se da cuenta de que no está sólo ahí. A estas alturas, Phoenix sólo es capaz de pensar en una cosa: los Juegos. Sabe de sobra que en la urna de cristal habrá más papeletas con su nombre de lo normal, tal vez todas tengan escrito Phoenix Ryan Williams. Y todo por su insolencia, por haberse mostrado burlón con la presidenta Winter. ¿A quién se le ocurre? Eso apesta a desacato, a ansias de revolución, y la presidenta de Panem no puede permitirse éso. Probablemente, hará que lo maten nada más poner un pie en la arena y de la forma más sangrienta posible. Idiota, idiota, idiota.
Pero, aún así, no está para nada preocupado. Tal vez sea por la seguridad que tiene en que le han puesto precio a su cabeza, por saber a ciencia cierta que en unas pocas semanas estará entrenándose para los Juegos. No lo sabe, pero sí tiene clara una cosa: aprovechará todos los minutos que pase allí haciendo lo que mejor sabe. Hará volar por los aires a todo aquel que se le ponga a tiro... Como a esa muchacha que le habla, le apunta con un cuchillo y que puede ser una contrincante.
- ¿Acaso importa? -inquiere, enarcando una ceja y con ese aire indiferente y un tanto aburrido de siempre-. ¿Quién te crees que eres tú, Lara Croft?Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Observó al chico acercarse. Era mayor que ella, según pudo deducir, de complexión fuerte, mandíbulas cuadradas y marcadas, y todavía dentro del sorteo de los Juegos. Cuando llevas unos años inscrito sabes la cara que hace la gente que se ha librado para siempre de esa amenaza. Tardó unos instantes en darse cuenta de que Jude tenía un cuchillo en la mano, y no relajó su expresión cuando la chica guardó el arma. De hecho se mostraba burlón. "Otro no, por dios." Pensó, rodando los ojos visiblemente, al ver el comportamiento del muchacho. Ya era el segundo que se topaba en un par de días. ¿Es que a caso no había gente... poco imbécil, en Panem? Al oír la comparación con Lara Croft confirmó sus hipótesis, pero esta vez no iba a comportarse del mismo modo que hace un par de días, no había terminado como esperaba.
- Tsé, otro idiota. - musitó, girándose y volviendo a sentarse en la roca.- Visto que no eres peligroso, haz lo que quieras.- comentó adoptando de nuevo la expresión ausente que cuando miraba los prados, casi olvidando la presencia del chico, que solo entorpecía su lugar de tranquilidad. ¿Qué había venido a hacer allí? ¿Tenía tanta mala suerte que siempre había alguien que terminaba molestándola?Phoenix R. Williams escribió:El murmullo de la joven casi le hace sonreír. Casi. Pero ese día no está para ser feliz, precisamente, y su humor ya de por sí escaso se ha vuelto inexistente. Los Juegos se acercan cada vez más, y la verdad es que lo que menos necesitaba para subirse el ánimo era encontrarse con la típica niña que se cree catwoman. Con el ceño fruncido, se coloca ante ella, tapándole la visión de los prados y los animales pastando, con los brazos cruzados sobre el pecho y toda la mala intención del mundo.
- ¿Sabes? No deberías juzgar tan rápido -comenta, guardándose para sí un 'aunque puede que te hayas acercado'. Él no se considera idiota, pero sí sabe que a veces puede ser un tanto insoportable, dada su arrogancia. De todas formas, le importa un pepino lo que la gente piense de él-. ¿Y quién te dice que no soy peligroso? Tal vez sea del 1... -dice, con un tono un tanto amenazador, sonriendo de lado y sin apartarse. El 1. El Distrito de los profesionales, el de los que en vez de recibir chupetes por su segundo cumpleaños, reciben espadas, dagas, látigos y lanzas. Por su aspecto, Phoenix podría pasar perfectamente por un profesional, pero no lo es. Puede que sepa algo de lucha y de manejar armas, pero eso a él no le va.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Miró con odio a aquel chico insoportable que la estaba molestando. ¿A caso no tenía nada mejor que hacer a parte de molestarla a ella? Tosió incómoda y rodó los ojos de nuevo, mostrando su desagrado hacia su persona. Se levantó de la roca y le empujó, poniendo las manos en su pecho y alejándole con fuerza, necesaria, pues era un chico mucho más corpulento que ella y su peso era muy superior. Dio unos cuantos pasos hacia la derecha, alejándose de él. Qué bonito que le parecía el silencio en ese momento, la soledad y su distrito, donde la gente no venía a pasear y nunca a visitarlo, pues estaba lleno de fábricas y no era para nada bonito.
- Si fueras del uno no estarías aquí, vestirías de otra forma y no habrías hecho ruido si quisieras hacerme daño .- le dijo socarrona, desde la lejanía, esperando que esta se mantuviese durante largo o infinito tiempo y el muchacho no decidiera acercarse de nuevo para molestarla aún más, pues ya empezaba a estar harta de él. - De todos modos me da igual de donde seas, porque no quiero saber nada de ti.- comentó cortante, atándose el pelo en una cola, mirando hacia otro lado, con la esperanza de que cuando se girara a su lado ya no hubiera nadie.Phoenix R. Williams escribió:Tanto el uno como el otro están molestos con la sola presencia del contrario, si bien no por los mismos motivos. Por tanto, lo lógico sería pensar que uno de los dos pondrá fin a aquel encuentro y no volverán a verse. No obstante, la joven, tal vez sin proponérselo, ha empezado algo que Phoenix no controla: un juego. Un tira y afloja de esos que tanto le encantan. Un método de distraerse durante un tiempo, de olvidar que lo más probable es que dentro de unos meses esté en el campo de entrenamiento, aprendiendo a apañárselas con un par de bayas para la arena. Nunca ha tenido de sobra, pero sí suficiente, por lo que no se ha visto obligado a hacer nada para sobrevivir. Los Juegos serían no menos que un reto para él.
- Cierto, no soy del 1 -concede, encogiéndose de hombros-. Pero sí del 4, monada. Y en el 4 nos encanta... entrenar -miente, miente aunque detesta las mentiras. Miente porque por una vez en su vida, le divierte hacerlo. Y, además, lo hace de una forma tan natural que nadie dudaría que sus palabras son mentira. Lo más seguro es que la muchacha se entere, cuando anuncien que es un tributo, que no es de ese distrito. Pero, para entonces, a él ya no le preocupará ese hecho. Incluso habrá olvidado el encuentro-. Ah, te da igual... Bueno, no te haré nada, me quedaré por aquí -continúa, andando resuelto hasta la roca que segundos antes ocupaba ella y dejándose caer sobre su dura superficie.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Jugar, eso es lo que quería, un conjunto de frases arrogantes por parte de cada uno. Ninguno se daría por vencido y siempre tacharía al otro de perdedor. Ya había jugado a eso antes, tenía su gracia pero su cabeza estaba llena de otras cosas más que de ganas de hacer el inútil hablando con alguien de ese tipo. Hizo una teatral expresión de sorpresa y desconcierto ante su obvia aclaración de que no era del uno, haciendo tan evidente que era una burla que no le hubiera sorprendido que el chico se hubiera mostrado ofendido, pero algo le decía que no era de esos, que más que nada, lo mucho que haría sería intentarse burlarse de Jude, como una pequeña venganza. Lo miró de reojo, como intentando analizar si era o no del distrito cuatro, pero era tan imposible que lo descubriera por su físico como que la vaca que tenía más cerca se pusiera a hablar.
- ¿Si eres del cuatro no tienes nada más interesante que hacer? Ve a pescar algunos peces en el mar, no pegas mucho aquí. - le dijo en tono socarrón, con una sonrisa nada sincera, imaginándoselo completamente con el set de pescadero oficial, limpiando pescado, una escena que a él en concreto le ridiculizaba bastante. - En el 3 no os tenemos mucha estima, que digamos. - comentó, acercándose al límite del prado, donde se juntaba con el bosque y había un melocotonero, del cual empezó a arrancar frutas, como si estuviera sola, algo mucho más bonito de creer que la realidad.Phoenix R. Williams escribió:- Ya lo he hecho esta mañana, ahora no tengo ganas -responde, desde la roca, mirándola con los ojos verdes brillando de una manera extraña que no deja nada en claro. Sus ojos son lo que más destaca de toda su cara, por cómo los usa pero, sobre todo, por su color: un verde muy tenue, tanto que dependiendo de la luz el iris se puede ver gris e, incluso a veces, no verse. Aspecto aparte, la muchacha le hace gracia. Pocas hay que vayan de duras, pero muchas menos que parezcan serlo realmente. Ella sí lo parece.
Ante lo del Distrito 3, Phoenix no sabe si creérselo del todo. No parece de allí porque su población, pese a no ser de las más ricas, tampoco es de las más pobres. Y ella no tiene pinta de tener una economía familiar muy estable, que digamos. No obstante, y pese a sus pesquisas -que bien pueden ser erróneas-, lo único que hace es enarcar una ceja.
- Eso es porque sois unas envidiosas ratas de ciudad. Nosotros tenemos todo lo que os gustaría a vosotros: sol, playa... aire limpio. Bueno, Distrito 3, ya nos veremos -y, sin decir nada más, se marcha de allí.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Dirigió la vista hacia los árboles, separados y esparcidos en la parte cercana al distrito, pero mucho más juntos y frondosos a lo lejos. Siguó gnorando por completo el chico, y junto a él su comentario de pescadero experimentado que ya estaba satisfecho. Siempre había odiado bastante el pescado, pero era comida, y siempre apreciaba algo que llevarse al estómago. Apoyó su rostro en una mano, impaciente, a ver si se iba, estaba estorvando sus reflexions, pero a la vez estaba relativamente divertida por la situación. Lo miró alzando una ceja, incrédula por la manera que tenía de mostrarse arrogante delante de cualquier situación. Puede que él lo considerara un arte, o llevara comportándose así toda la vida, pero para Jude era simplemente otro idiota, otro idiota pero de penetrantes ojos verdes. ¿Por qué los idiotas estaban buenos?
- No tenemos nada que envidiar de alguien que se pasa el día limpiando pescado, en fin. Adiós distrito cuatro. - se despidió dirigiéndole un último vistazo. Era de buen ver, pero nada más. Se quedó mucho rato junto al rebaño, pensando en demasiadas cosas que rondaban su cabeza. Estaba preocupada, y mucho. Al cabo de lo que le parecieron segundos, pero en realidad fueron horas, Jude se levantó por fin de la roca. Le acarició el lomo por última vez a la vaca, pensando en que alguna vez se colaría y robaría un poco de leche. Luego atravesó la cerca y se perdió en el horizonte, camino a su distrito, su verdadero distrito, del que estaba orgullosa, pero que sufría, como otros, el nueve.
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- Spoiler:
- Aaron N. Közák escribió:Las calles del distrito nueve estaban tan vacías como era habitual. No solía haber gente de noche, y más sabiendo los toques de queda, pero esta vez era diferente. Debía estar ahí, era hora punta para que gente me compara comida, y me habían chivado que esa noche vendría por lo menos, tres personas. Eso era una buena noticia, por que mis hermanas estaban hartas de comer carne, y mis hermanos, hartos de comer siempre ardilla de pelaje oscuro típica del distrito nueve, y más típica en nuestra casa. Justo cuando escuché los pasos de alguien, los reconocí enseguida.
Botas pesadas, sonido de metal, y risas despreocupadas. Agentes de la paz. Pese a que era una especie de protegido para ellos, y nunca me habían puesto una mano encima, tampoco había sido tan atrevido como para quedar en plena calle con algunos clientes, así que hoy debía esconderme. Me moví con presteza, me coloqué detrás de un bidón verde de basura, en el cual, con anterioridad, había movido para poder colocarme detrás de el, sin poder ser visto. Escuché como pasaban y su conversación cada vez se hacía más visible...
“...los juegos del hambre, serán demasiado. Este año el capitolio está preparando algo grande, te lo juro”.
Torcí el labio creando una suave linea. ¿Los juegos del hambre? No quería saber nada de ellos. Cuando con lentitud, acabaron alejándose, salí de nuevo sin hacer ruido, justo cuando escuché otros pasos, aunque esta vez mucho más sigilosos. Un cliente, quizás.
– ¿Qué hace falta para mantener limpio el distrito nueve?
Esa pregunta tenía su trampa. No era nada moral, ni nada parecido. Era una contraseña para saber que alguien le había enviado hacía mi para comprar mi comida, la respuesta correcta era “Mucho jabón, supongo”. Cualquier otra respuesta sería cosa de casualidad o una emboscada, lo cual sería... Pues una putada, para que engañarnos.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Le habían dicho en el mercado de compraventa ilegal del distrito nueve, un sitio muy bien escondido que solo abría a horas concretas, que esa noche un chico especializado en la carne de primera calidad quería vender. No tenía mucho dinero, de hecho solo una caja de jabones que había robado la noche anterior. No se conocía con el vendedor, y había la posibilidad de que fuera un Agente de la Paz tendiendo una emboscada, pero las fuentes de Jude eran fiables. Llevaba una chaqueta sin mangas de piel de vaca, una camiseta de tirantes debajo y unos pantalones tejanos cortos completamente rotos, igual que sus piernas llenas de rasguños, cosa que le daba un aspecto relativamente parecido al de una delincuente, con la excepción de que iba notablemente limpia. El día anterior había robado una gran caja llena de jabones de buena calidad para el Capitolio, una mercancía que en aquel entonces le hubiera permitido comprar todo.
No la habían informado del aspecto del vendedor, solo le habían dado una hora. Alzó una ceja al oír una pregunta mientras se sumergía en la oscuridad de un callejón del distrito nueve. Obviamente habían oído sus pasos. Se acercó hasta la silueta que apenas podía distinguir en la oscuridad, hasta que sus ojos se acostumbraron a ella y pudo ver que se trataba de un chico.
- Jabones, por supuesto, pero solo alguien como yo puede dartelos a cambio de comida. - dijo, revolviendo su bolsillo y sacando de allí un mechero que al encenderse daba una flama muy grande. Vió que se trataba de un chico un poco mayor que ella, que con mala suerte todavía estaba en el período de edad de los Juegos. - ¿Qué puedes ofrecerme? - dijo, andando al lado del chico. Quedarse quieto no era una buena estrategia para no ser descubierto, desde luego.Aaron N. Közák escribió:Sonreí medio aliviado al reconocer una chica un poco más joven que yo, que parecía ser tan... Modesta, como yo, que iba vestido de forma parecida a ella. Una camiseta negra y unos pantalones que me llegaban hasta las rodillas, acompañados con unas botas negras que pese a ser grandes, no eran nada pesadas y al moverse, apenas hacían ruido, eran ideales para mi. Empecé a caminar junto a la chica, la llevé a un callejón sin salida donde hacía los negocios, conocía a los vecinos y sabía que los agentes de la paz no se molestaban en pasar por un sitio tan innecesario. Descargué mi gran mochila con cuidado en el suelo, y reí modesto, por no decir risueño. ¿Qué tenía? Que no se hiciera demasiadas ilusiones.
– Ardilla sobretodo. Me gustaría decirte que tengo carne de perro salvaje, pero por desgracia, son demasiados y se mueven en manada, y yo tengo pocas armas como para encargarme de todos... Solo un pequeño martillo de dos manos. –Levanté la vista para fijarme en la chica. La he visto estudiando en la escuela, es más, también en la fabrica. ¿Como se llamaba? Rayos Zöbák, tu memoria te traerá problemas algún día...
– Aun así, no suelo hacer tratos hasta saber el nombre y la dirección de mis clientes. No es por nada, pero no me fío mucho de la gente desconocida. –Esa ultima parte no suele gustar a mis clientes, así que decidí adelantarme en mis presentaciones– Yo me llamo Aaron, Aaron N. Zöbák, y vivo en la plaza de más al fondo, en la segunda casa empezando en la izquierda, donde la casa tiene murallas y muuuchos niños y niñas.
Conocería mi casa, claro que lo haría. Mi madre era más conocida que yo, en las calles era de las personas más cariñosas y tiernas del mundo. En cualquier caso, la muerte de mi madre retumbo por el barrio, así que ahora esa casa tiene cierta popularidad. Vamos, toda la popularidad que se puede tener en un distrito tan humilde como el nuestro...Jude Kyriakov O'Dahm escribió:El chico la condujo a un lugar conocido para él, pues sino no la habría guiado con tanta convicción. Estaba más oscuro pero, algo curioso, había una vela al lado de la puerta de una casa, cosa que le permitió encenderla y ver mejor al muchacho que tenía delante. Le sonaba su cara, de las fábricas y del colegio, al que todavía asistía para no terminar siendo una inculta, aunque significaba una pérdida de dinero que le molestaba bastante. Su hermana, sin embargo, se ofrecía muchas veces a dejar la enseñanza, pero era algo a los que Jude se negaba rotundamente, sin ganas de perder a su ser más querido para nada del mundo. Observó atentamente a Aaron dejar la mochila sin cuidado en el suelo, ignorando si allí mismo tenía la mercancía o estaba salvo en su propia casa.
Jude bajó la vela y se sentó en el suelo, permitiéndose dejar la iluminación allí mismo para no tener que molestarse en sujetarla. De la riñonera de cuero que llevaba colgada traspasando su pecho sacó una pastilla de jabón, que tenía un valor incalculable para la gente de ese distrito, aunque ella tenía hasta champú en su casa, en esos instantes.
- Deberías afilar palos, son mucho más útiles. La ardilla tiene poca carne, la pieza no vale mucho, pero en casa solo somos cuatro, y comer carne de vez en cuando no estaría nada mal.- le dijo al muchacho pensando que, si tenía buenos precios, podían seguir haciendo compraventa después de esa noche, pues Jude intentaba buscar algo de estabilidad en la alimentación de su familia. - Puedo ofrecerte esta pastilla, y si alguna vez tienes algo parecido a un siervo estoy dispuesta a ofrecerte 5 pastillas y un pote de champú. Sí, como oyes.- Era una oferta generosa, pero después de conocer a Drew, la chica confiaba en poder robar allí siempre que quisiera, aunque no se despidió de él de modo que significara que quisiera volver a verlo.
Se quedó un rato pensando en lo que el chico le había contado. Le sonaba esa casa y se paró un momento a pensar bien en ella. Allí había muchos niños, y según no recordaba mal, el muchacho que tenía delante era el cabeza de familia, o algo por el estilo. Los niños debían necesitar un buen baño, y él un poco de descanso, pues su expresión mostraba agotamiento.
- Soy Jude Kiryakov, vivo en el este del pueblo, casi tocando la verja. En la calle de Los Narcisos, una casa granate muy pequeña, estrecha y alta. La puerta es de madera de fresno, es el número 8. ¿Suficiente? - comentó, esperando que estuviera ya agradecido por la información que acababa de proporcionarle, y depositando un poco de confianza en él.Aaron N. Közák escribió:Me rasqué la cabeza ante los detalles de la chica, parecían realistas, y no era de los que empezaba a tener dudas sobre mis clientes, pese a que por sus ropas, no parezca demasiado confiable... Es una conocida, así que tocará fiarse. De momento.
– Tienes razón. Pero tengo un problema... Tengo una puntería más bien nefasta, y eso se queda corto. –Admití. Total, ella ya había sido tributo, no podía serlo de nuevo. Ademas iba a ser mi entrenadora en el caso de que me eligieran (viendo como me trata la ley de murphie, muy seguro), así que mejor se vaya enterando de mis puntos débiles. Ademas estaba intentando ayudarme: punto de confianza– Si tengo que fiarme de ella para cazar, mal vamos. Suelo poner algunas trampas sencillas y cazar pescado con palos afilados en los ríos. Ah, y antes de que me preguntes... No, no me queda pescado. Han arrasado con el entre ayer y antes de ayer.
Torcí los labios, era cierto, para una familia de cuatro miembros, unas ardillas era poco más que una mierda. Maldita sea, ojala no tuviera que hacer esto, y cada familia pudiera comprar comida con su propio dinero, con su propio trabajo. Y aun así, nadie hace nada, vivimos con miedo, y seguramente, viviremos. Pero bueno, paranoias mentales mías de revolucionario.
– Aunque... Quizás quieras venir a cazar conmigo, si crees que puedes hacerlo mejor. –Me encogí de hombros– Siempre vienen bien un par de ojos más cuando tienes osos asomando el morro, que sí, me he topado con ellos. Cada vez son más atrevidos... En cualquier caso, hasta que te decidas... Ten.
De un compartimento secreto de la mochila, echo por mi mismo, saqué una carne ya cortada, envuelta en unas hojas de menta, que le daban un toque realmente curiosa a la carne de jabali.
– Es Jabali. Tengo suficiente como para compartirlo contigo, hace poco cacé a uno como quién no quiere la cosa, así que tengo bastante carne. Te la cambio por los jabones, y bueno, si vienes conmigo a cazar, queda todo pagado.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Su expresión no fue de sorpresa ante la aclaración del chico. No todo el mundo tenía buena puntería, la suya era buena, pero nada fuera de lo común, su fuerte era el cuerpo a cuerpo y la agilidad de apartarse rápido de sus presas y asestar un golpe mortal en los puntos flacos que tan bien se le daba reconocer. Asintió, sin alterarse ante tan sincera aclaración. Le costó entender cómo alguien confiaba tanto en otra persona que podía terminar siendo su compañera en los Juegos, ambos tenían las mismas posibilidades de salir elegidos ese año... Aunque probablemente, si ambos salían en la Cosecha terminarían formando una alianza, y más si se estaban cayendo bien.
- La puntería se me da mejor que las trampas, en eso soy un completo desastre. Pero ninguno de los dos son mi punto fuerte. - dijo sin revelale nada más, pues no creyó que en ese momento viniera al caso, ya que hablaban de comida y caza, y para ninguna de esas cosas le servía ser buena en el cuerpo a cuerpo. - ¿Tenías pescado? - preguntó haciendo un esfuerzo para que los ojos no se le salieran de las órbitas. El pescado escaseaba en su distrito y era difícil de conseguir cuando no estabas muy acostumbrada al agua, y, por mala suerte, en el distrito nueve ese era el caso. Esbozó una leve sonrisa ante su ofrecimiento, no salía a cazar casi nunca, pero le sería muy útil aprender más.- No hace falta que insistas, sí, no sé por qué pero me fío de ti. Vayamos juntos de caza. - comentó tras tenderle la mano, para sellar el trato. - Me puede ser útil si salgo elegida en la Cosecha.- añadió con expresión sombría pero sin dejar que su voz temblase ante la inminente desgracia. Llevaba tiempo asumiendo que podía terminar siendo un tributo luchando a muerte en la Arena, razón por la cual temía cogerle estima a los demás. ¿Y si luego tenía que matarlos para sobrevivir?
Al ver que Aaron le daba de su mejor mercancía por qué él también tenía una familia a la que mantener y sabía qué era lo de comer ardillas, se sacó un champú extra fino del bolsillo. Había poca cantidad, pero era eso lo que había podido consegir. Se lo tendió.
- Si tu compartes de lo mejor que tienes yo también lo haré. Vamos a salir de caza juntos, de poco nos va a servir escondernos cosas. - dijo con un toque severo y simpático, algo más bien unusual en ella, que estaba siempre alerta y no se paraba mucho a conocer a la gente.Aaron N. Közák escribió:Le dí un apretón de manos para sellar el trato, sonriente ante haber echo buenas migas con la chica.
– Tenía. –Sonreí risueño ante su reacción sosegada. Ojala cuente con alguien tan calmado si lucho en los juegos– Ni siquiera quedó para mi familia, me hicieron unas ofertas desorbitadas. Ropa para mis hermanos, comida, e incluso azúcar. Pero no te preocupes, sabiendo que consigues buenas cantidades de jabón, la próxima vez que consiga te guardaré. Aunque no te hagas muchas ilusiones. –Advertí sonriente, el pescado me sorprendió hasta mi, y sabía que había sido algo parecido a un milagro, si existiera algún dios. Cosa que sinceramente dudo, teniendo en cuenta que vivimos en un mundo en el que tenemos miedo de morir las veinticuatro horas del día. Y pese a que la mayoría de veces parezco indiferente, nada más lejos de la realidad, me afecta bastante. Me molesta más que nada.
Entonces la chica también saco algo digno de ver, un jabón de buena calidad. Normalmente, el que utilizábamos era malo y escaso, irritaba la piel y apenas nos llegaba para todo el cuerpo. Reconocí el jabón al instante, lo había visto en las fabricas, era de MUY buena calidad. Sonreí contento y cogí el producto colocandolo en mi mochila, mientras colocaba en su mano la carne del jabalí.
– No tenemos que escondernos nada. Eso es lo que quieren, que tengamos miedo. Tenemos que juntarnos, por qué juntos, podemos con ellos. –Me encogí de hombros, cojonudo Aaron, ahora pareces un terrorista– El problema es que consiguen que vivamos con miedo, yo mismo temo dejar a mis hermanos y hermanas solos... Se pueden valer por si mismos, pero la mayoría comen de la carne que cazo.
Me encontré a mi mismo confiándole mis mayores miedos a la tal Jude. ¿Por qué? Pues ni idea, pero me sentía cómodo con ella. Tal vez fuera una buena confidente, pues yo no solía contar mis problemas a la primera persona que conozco. La idea se me hizo graciosa.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Asintió y torció los labios, en algo parecido a una sonrisa que pocas veces aparecía por su rostro. Había conseguido un aliado, alguien que la ayudaría a sobrevivir en el distrito nueve, y de repente la embargó de nuevo la certeza de que podían salir los dos en los Juegos, y tener que matarse, por que solo una vez habían sobrevivido dos personas, Katniss Everdeen y Peeta Mellark, y ahora su vida era imposible, además de que no habían permitido nunca más que la gente intentara suicidarse como rebelión. Algo que podría haber terminado siendo la liberación de los doce distritos debajo del aplastante y tiránico poder del Capitolio había sido finalmente otra muestra de poder por los jefes de su mundo, mostrando que allí no se podía hacer lo que se quería.
- Bien. Alguna vez podríamos intentar conseguir peces, aunque tendríamos que alejarnos mucho de nuestro distrito. Puede que incluso tengamos que ir al 4 para conseguir buena mercancía.- dijo intentando pensar con todas sus fuerzas en el presente, no en un futuro incierto que podía significar su muerte. Pero cuando se te metía ese tema en la cabeza era casi imposible sacarlo de allí, era una festividad horrible que les pesaba encima de sus hombros, cortando casi las respiraciones de todos los habitantes de Panem.
Se guardó la carne de jabalí en el pequeño bolso antiguo de cuero que llevaba colgado a través del pecho, perdiendo algo que nunca hubiera vendido, pero de lo que ahora no se arrepentía para nada. No miró a los lados, nerviosa, como harían todos, al escuchar las atrevidas palabras de Aaron contra el Capitolio, pues estaba de acuerdo y orgullosa de pensar de ese modo, de no contagiarse del miedo que flotaba en el contaminado aire de su distrito lleno de fábricas.
- ¿Sabes? Estoy completamente de acuerdo contigo. - añadió esbozando una leve sonrisa de nuevo, poca gente se atrevía a expresar sus pensamientos tan sinceramente en voz alta, y era algo que Jude apreciaba realmente.- Oye... ¿Qué edad tienes? - preguntó distraída, dejando vagar su mente por horribles lugares que podrían ser la Arena, deseando oír una edad que no entrara en el sorteo. No le deseaba a nadie entrar en la ruleta de la Cosecha, por mucho que se lo mereciera.Aaron N. Közák escribió:¡Estaba de acuerdo conmigo! Estaba empezando a pensar que era el único que pensaba que debíamos demostrar estar en desacuerdo con el capitolio, pero no, no se podía ir contando tranquilamente, el capitolio tiene oídos en todo el mundo, y es mejor callarse tu opinión... De momento. La chica parecía estar cómoda conmigo, a parte del atractivo físico que poseía (que era innegable), era inteligente, y eso era de agradecer, estaba harto de charlas de “Hola, tengo ardillas, adiós”. Siempre es de agradecer sacarte algún que otro amigo aparte del cabastro de Drew, que eso ya es otro cantar. Entonces, me preguntó mi edad, y torcí los labios. Evidentemente, estaba preocupado por si la chica y yo podíamos coincidir en los juegos, si sería mi enemiga, si tendría que pensar en asesinarla, o ella intentaría asesinarme a mi. Pero pensé en que, si ahora mentía, conseguiría que dejara esos pensamientos inútiles. Pocas personas conocían mi edad, eran esas cosas que no se acababan de preguntar por qué nunca quedaban claras, así que decidí mentirle, mordiéndome la lengua, eso sí.
– Diecinueve. –Mentí. Por mi altura y musculatura, era creíble, y ella acababa de conocerme, no había manera para que, de momento, supiera que era mentira. ¿Te imaginas que salimos para los juegos? Debería pedirle disculpas. Bueno, eso me permitiría tener una conexión social dentro de los juegos, que ya es algo. En cualquier caso, hice que la conversación tomara otro curso, algo que a las chicas, solía dejarlas un tanto extrañadas, y de paso, dejaría de pensar en los malditos juegos. Y quizás si algún día ganaba los juegos, me convertiría en alguien influyente, y podría destruir el capitolio... Aunque sinceramente, ahora lo veo como algo imposible.
– Y... ¿Tienes novio? –No pude evitar asomar una sonrisa traviesa. Argh, Drew me está mal influenciando, aunque la verdad es que el y yo solemos hacer esa clase de preguntas para observar las respuestas de nuestras compañeras.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Le pareció ver en el rostro del muchacho que tenía enfrente algo parecido a un atisvo de alegría, probablemente por el simple hecho de que alguien estuviera de su parte. No entendió como le sorprendía tanto, pues ella conocía a bastante gente que compratía esa opinión, aunque no la iba diciendo en alto a la gente que acababa de conocer. Jude decidió tener en cuenta, en ese mismo instante que Aaron era bastante temerario (?). Escuchó atentamente la edad y se quitño un leve peso de encima, aunque peso de todos modos. No quería cogerle cariño a la gente y después tener que matarla, era algo bastante horripilante. Ya le había parecido que por su complexión física era mayor de la edad estipulada para entrar en los Juegos, pero como muchos otros podía ser que fueran más corpulentos por la necesidad de ejercicio y movimiento constante que les procuraba el hecho de tener que buscar comida para hacer sobrevivir a sus familias.
- Ya te salvas de los Juegos... qué suerte. - dijo con tranquilidad, dejando un momento de silencio, para escucharlo con atención. El distrito nueve era un lugar muy silencioso por las noches, y eso a Jude le encantaba, solo de vez en cuando estorbaban algunos Agentes de la Paz que caminaban por las calles riendo, borrachos y alardeando de poder, con la intención de castigar al primero que se pasase por delante suyo solo para divertirse y pasar un poco el rato, algo despreciable. Estaba completamente distraída y desprevenida cuando Aaron la atacó con esa pregunta tan fuera de lo común en esa situación. Arqueó una ceja, como preguntando con la expresión si la estaba vacilando, conocía a demasiados chicos idiotas, como Drew, pero cuando el chico mantuvo su expresión, sin signo de burla se encogió de hombros.- No, digamos que no tengo mucho tiempo para pensar en relaciones cuando me paso el día trabajando, robando y cazando.- comentó con una sinceridad que la sorprendió a ella misma. - ¿Y tu? ¿Tienes en tus redes a alguna pez? - preguntó un tanto curiosa, ya que si ella había tenido que responder a esa pregunta el muchacho no saldría airoso de esa conversación.
Pasó una ráfaga de viento que la despeinó completamente, y se pasó una mano por el pelo, apartándolo de su rostro, molesta, pues no le gustaba demasiado tener que ir apartando sus cabellos para que no le entorpecieran la vista. Sacó un pequeño botellín de agua, de cristal. El agua no tenía un aspecto especialmente saludable, pero tampoco parecía contaminada. Era el típico estilo de agua que podían permitirse las familias de economía media tirando a media-baja. Tomó un largo sorbo, notando el fresco líquido bajando por su garganta, y se la tendió a Aaron, por si quería un poco.Aaron N. Közák escribió:– Si, supongo. –Divagué ante la respuesta de la chica, parecía haber colado. Ante la reacción cuando le pregunté si tenía novio, supongo que fue lo más positiva posible. Recuerdo la relación que consiguieron Katniss y Peeta, dentro de los propios juegos. Como a toda persona de mi edad, quiero conocer gente, y algunas chicas me interesan más que otras, pero al parecer no soy demasiado popular entre ellas, pues mis hermanos, algunos mucho más jóvenes que to tienen novias, pero yo estoy a dos velas. Drew me ha dicho más de una vez que debería ser más lanzado, pero es que si tengo que forzar mi personalidad para estar con una chica en vez de ser yo mismo, creo que no merece la pena. Levanté las cejas ante su misma pregunta, la verdad es que esta si que no me lo esperaba.
– ¿Yo? Al parecer, no soy un pez que nade por aguas fáciles. –Utilizar las metáforas de otros en mi beneficio es uno de mis beneficios, ¿estarán los agentes de la paz de acuerdo? Bueno, he sido ridiculizado por ellos varias veces, pero me gustaría decir que tampoco es que me haya callado mi opinión sobre ellos, precisamente. Cogí la botella que me tendió la chica– Gracias. ¿Así que no tienes novio? Mmh, estoy seguro que un amigo mio ahora mismo te estaría entrando de la manera más basta posible, ese chico es todo un ligón. Lo cual me hace preguntarme que demonios buscan las chicas de este distrito, la verdad.
Una ráfaga de viento se levantó, despeinándome ligeramente, pero pasando la mano por mi cabello, lo arreglé como pude... Aunque tampoco es que me importara mucho. Decidí pues que era hora de sacar mi vena caballerosa, que ya tocaba.
– Tu casa queda algo lejos, y yo tengo unas ventas por ahí antes de irme a casa. ¿Te importa si te acompaño, Jude?Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Soltó una risa limpia y sonora, sin importarle en ese instante que los Agentes de la Paz pudieran verles, de hecho de lejos parecían una parejita enamorada, sentada en el suelo a la luz de una vela, en un callejón oscuro, disfrutando de su sola compañía, ya que habían terminado completamente los trapicheos e intercambios. Le había hecho gracia lo del pez de aguas difíciles, ya que ella se sentía del mismo modo. En su distrito la gente no vivía feliz, sin preocupaciones pensando solo en relaciones, todo era mucho más complicado. Puede que las aguas difíciles fueran las de ese lugar. Pasó la mano por encima del fuego de la vela, que estaba a punto de extinguirse ya que toda la cera se había fundido ya casi, y pronto la iluminación desaparecería. Su cara era limitadamente alegre, mostrando perfectamente que no se estaba riendo de Aaron, sino de lo complicado que era todo para todos, y en momentos así terminaba riendo.
- No creo que por nuestros ambientes encontremos peces de aguas tranquilas.- añadió mirándolo atentamente a los ojos, con su mirada penetrante de color verde claro. De repente su puso un poco blanca, pues la descripción del supuesto amigo del chico que tenía delate le recordaba demasiado a alguien de quien quería olvidarse. Más que nada se había aprovechado de Drew para conseguir jabones, pero... ¿Y si era amigo de Aaron? Movió enérgicamente la cabeza un segundo, para despejar su mente.- ¿Qué amigo? Es que lamentablemente creo que conozco a alguien que encaja perfectamente con esa descripción.
Se levantó del suelo, sujetando la vela casi extinguida, y cuando estuvo de pie sopló de golpe y apagó la luz. Solo la limitada iluminación proporcionada por la luna hacía que pudieran verse las caras. De todos modos se sacó el mechero del bolsillo y lo encendió, para poder ver qué hacia el chico que tenía delante. Detalles necesarios de alguien tan paranoica como ella
- Venga vamos, acompáñame, aunque no quiero ir a casa todavía, podríamos quedarnos por algún otro sitio. ¿No tienes un escondite por aquí? - le preguntó curiosa. Ella sí que lo tenía, pero estaba en la otra punta. Era una casa pequeña abandonada, en una esquina, muy cerca de las limitaciones de perímetro, en un barrio casi sin ocupantes. Iba allí pocas veces por falta de tiempo, pero allí se sentía bien.Aaron N. Közák escribió:¿Qué amigo? Vamos, no me jodas que se conocían. Pensé en la pobre chica teniendo que aguantar las interminables charlas sobre sus hazañas sexuales, o los tatuajes que quería hacerse... Solo de pensarlo, una risa quería que se me escapase.
– Lamentable... Drew, Drew S. Ainsworth. El tío de los tatuajes y el pelo rapado, vamos ¿No me digas que le conoces? De ser así, lo siento, no puedo evitar que vaya a por todas las chicas que pueda. –Bromeé, sabía que era un buen tío, pero muy, muuuy bruto. Se quedó mirando mis ojos durante un segundo, clavé mi mirada azul en la suya, contacto visual intuitivo, hasta que finalmente, me eché a reír por el simple echo de que estuviéramos en el mismo barrio, y una persona que tan bien podía caerme, y ni siquiera me molestara en conocerla.
Me lo estaba pasando bien, hacía tiempo que no estaba cómodo teniendo una charla con una compañera del distrito, la verdad es que esa clase de cosas me demostraba que aún quedaban cosas y gente por la que seguir luchando, así que decidí tomarme la molestia de pensar, como podía estar más tiempo con ella. Tenía que seguir vendiendo mis cosas, así que, ¿por qué no acompañarme? La hica no parecía un peligro, y no me iría mal tener a un acompañante, las esperas se hacen pesadas y un poco aburridas. Y aunque conocía un sitio impresionante a estas horas... Un chico debe guardarse eso para alguien especial. Mierda Aaron, otra vez estás siendo un cursi.
– Mmmmh... ¿Sitios secretos, dices? Bueno, si te portas bien te enseñaré algo increible, pero ahora, tengo que vender mis ardillas. –Negocié sonriente, antes de pasarme la mano por la barbilla haciendo el interesante– Aunque siempre puedes acompañarme si gustas, ¿eh?
Cargué mi mochila a los hombros, antes de cerrar todos los bolsillos, guardando lo mejor que podía mi carne de jabalí. No sería la primera vez que me atracan en medio de una compra, ahora, siempre llevo un cuchillo encima por lo que pueda pasar.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Suspiró, dando a entender que sí que se lo había conocido. Intentó no hacer cara de “me lo he tirado”, pues le describía a Drew como un completo zorrón, cosa segura, pero no quería que la tomara a ella por lo mismo. De hecho lo había utilizado para obtener todos esos jabones con los que hacía mercado, y lo había dejado encerrado en la fábrica para que no lo fuera diciendo por ahí. Se arrepentía bastante de haber sido tan fácil, pues al fin y al cabo el chico rapado de tatuajes era un idiota con mayúsculas, al que esperaba no ver en un largo tiempo.
- Sí, tuve el... no sé si eso puede ser llamarlo placer, de conocerlo hace unos días. Creo que fue al inicio de esta semana, en las fábricas de jabón. Conseguí distraerlo para obtener lo que te he enseñado. Es un poco especial. Se ve que lo conoces bastante, o que es fácil de describir, ambas cosas pueden ser ¿Es amigo tuyo? .- preguntó distraída, contado sin darse cuenta información un poco confidencial, divagando sobre otras cosas para no poner cara de culpabilidad. No le debía nada a nadie, pero no quería contarle a nada ese error, del que en ese momento no se arrepintió lo suficiente.
Se colocó bien el bolso, asegurándose de que lo llevaba bien sujeto para no perder nada si se ponía a correr por cualquier situación, como la llegada de un Agente de Paz. Asintió enérgicamente con la cabeza, estaba dispuesta a acompañarle, así conocía gente con la que hacer intercambios y... ¿por qué no? De ese modo no tenían que despedirse tan pronto. Se puso detrás de Aaron y le empujó por la espalda, dando a entender que se pusiera a andar ya.
- Venga vamos, que la noche es joven.- dijo, sabiendo que la frase en ese momento no tenía mucho sentido, simplemente le salió decir tal chorrada, aunque no acostumbraba a decir tonterías. Se le hizo extraño estar haciendo un amigo, mucho.Aaron N. Közák escribió:Empecé a caminar entre risas, cortando por la callejuela, aunque eso sí, atento a todo agente de la paz que pudiéramos encontrarnos. Dos chicos de la misma edad, chico y chica, caminando solos en la oscuridad... Cualquier cosa que pensara ese agente no sería buena, y aunque estoy más que acostumbrado a aguantar los castigos físicos de los agentes, no quería que mi acompañante tuviera que aguantarlos también.
– Iremos por un camino por el que circula poca gente, va a ser lo mejor. –Advertí, sonriente. Debía parecer confiado, la comodidad de la charla lo pedía. Sonreí recordando su anterior pregunta, sobre Drew– Si, somos amigos, de echo somos amigos desde pequeños, antes era un chico más normalito, pero cuando perdió la virginidad, las cosas se torcieron. Ahora es un niño normalito que se liga a todas las chicas del barrio, hace que mi ego se desvanezca... ¡Yo siempre había sido el guapo!
Reí con mi propio chiste, aunque la verdad es que Drew siempre había tenido más carisma, así que no tiene mucho misterio que el ligue con todo lo que pille y yo de vez en cuando recoja algún pez, como diría Jude. Y eso pasa... Cada mucho tiempo, cuando encuentro una tía suficientemente interesante, sí, como la propia Jude.
– Drew nunca ha estado demasiado interesado en ir de caza conmigo, así que es cojonudo que al fin pueda enseñar a alguien ha hacerlo. Aunque si tienes puntería, no habrá ningún problema, a mi me costó mucho más aprender a cazar, tuve que aprender a ser rápido, ágil, silencioso... Fue complicado.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Sonrió en la permanente oscuridad de la noche, andando a su lado muy cómoda, tanto que se sorprendió al ver que podía desenvolverse con total soltura al lado de alguien a quien acababa de conocer. En el distrito nueve, como en muchos otros, la gente no confiaba, y menos cuando se acercaban tiempos oscuros, como los Juegos, pero en aquel momento Jude no se permitió pensar en ello, estaba harta de ese tema. Odiaba al Capitolio y siempre lo haría, por muchas vueltas que se le diera al tema, la conclusión siempre sería la misma.
Había sido un día bastante bueno, había conocido a Aaron, hecho buenos comercios e ido al distrito siete a permitirse el pequeño lujo de tomarse una manzana caramelizada. En un segundo de optimismo pensó que era imposible que tuviera tanta mala suerte de salir elegida en la Cosecha, pero no era ingenua, y enseguida ese sentimiento de ser dichosa se desvaneció tan deprisa como había aparecido por su mente. Puede que fuera también pesimista, por lo cual la felicidad, o simplemente la falta de constante preocupación, le parecía surrealista e imposible.
- Bien, tu te conoces mejor esta zona de la ciudad que yo, soy del otro hemisferio.- bromeó, comparando su pequeño distrito con e planeta entero. Soltó otra carcajada al oír los fingidamente atormentados recuerdos del chico que tenía al lado, se veía que eran buenos amigos. Ella nunca tuvo la suerte de simpatizar mucho con nadie, tenía demasiadas responsabilidades y terminaba descuidando a sus pocas amigas, si se podían llamar de ese modo. - Oh, vamos, os he visto a los dos. Ambos sois extremadamente feos, no te preocupes, no creo que haya mucha diferencia entre un tumor u otro. - se burló, con un tono socarrón, bastante relajada, pero andando con un sigilo que ya no evitaba al moverse por el mundo. - Bueno, yo de casi siempre he sido sigilosa y ágil. Nunca he cazado, pero he tenido que robar. No me siento orgullosa de ello, pero sirve para repartir riquezas y poder comer un poco.- comentó, suponiendo que Aaron la comprendería porque él también se encontraba en una situación comprometida respecto a la alimentación y la de sus familias, supuso. - ¿A donde me llevas? - preguntó al cabo de un rato, con la curiosidad reflejada en la voz, agarrada a su brazo. No era por el miedo, simplemente tenía frío, y tenerlo cerca ayudaba bastante, además que de ese modo si por alguna razón Jude se distraía Aaron tiraría de ella y la llevaría con él. Se marcharon, cruzaron por un callejón oscuro y desaparecieron, se fueron de allí sin dejar rastro.
Jude Kyriakov O'Dahm- TENIENTE. DISTRITO TRECE.
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Re: Jude Kyriakov O'Dahm {distrito 9}
¡documents!
{ 2 3 - O 7 } . DISTRITO O8 . ESCUELA
# MORTAK RIVERSIDE & JUDE KYRIAKOV O'DAHM
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- Spoiler:
- Jude Kyriakov O'Dahm escribió:No sabía qué la había empujado a ir hacia ese lugar, tan lejos de casa y a la vez tan cercano. Quizás quería comprovar que alguien que vivía a su lado vivía mejor, que en el distrito ocho estaban mejor, pero cuando paseó por las calles de ese distrito todo lo que encontró fue muy similar. Un paisaje lleno de fábricas, unas calles mal cuidadas, y una escuela donde la pintura caía de las paredes. El ambiente era lúgubre, y mucho más cuando en una semana iban a empezar los Juegos. ¿Por qué el Capitolio insistía en llamarlo un festividad? ¿Por qué los obligaba a celebrar algo tan horrible? No entendía ese gobierno, no entendía como la gente no se había revelado de nuevo. Entendía pocas cosas de aquél orden llamado Panem, de ese país creado de la antigua Norteamérica, en los tiempos de la cual la gente moría en un lugar llamado África, con mucha más frecuencia. Pero eso no perdonaba a nadie.
Abrió la puerta de madera mohosa de la escuela, que chirrió haciendo mucho ruido, y encontró dentro del edificio el mismo panorama. Entró en la primera aula a la derecha, que estaba abierta. Era una sala pequeña llena de pupitres, con la mesa del maestro coronando la clase, donde encima reposaba una manzana. Era un tópico, pero que le venía bien. Se acercó y se sentó encima, agarrando la pieza de fruta y mordiéndola, hambrienta. Hacía mucho que no comía, se había asegurado de darle todo lo que había para comer a Némesis. Debía crecer fuerte. Fuerte para luchar en un mundo cruel como en el que se hallaban, donde no importa nada, ni cómo te llames, ni tu edad, ni siquiera cómo eres, para ser tratado con completa hostilidad por la seguridad de país. Suspiró, cansada de todo eso, de no poder hacer nada. De ese constante sentimiento de impotencia.
Se soltó el pelo, que antes estaba recogido en una cola alta, para no sudar durante el camino. El cabello le cayó en suaves ondas a lo largo de la espalda, delicadamente y limpio, gracias a que había robado unos cuantos jabones de la fábrica hacía unos días. Gran adquisición, efectivamente. Cogió un montón de papeles con dibujos de los niños de encima del escritorio y empezó a pasar las hojas, contemplando el inocente arte de los infantes, hasta que se cortó el dedo índice. Dejó el montón en la mesa y se llevó el dedo a la boca, para parar la hemorragia, mientras miraba detenidamente el mapa de Panem que había colgado en la pared izquierda de la habitación.Mortak Riverside escribió:El tiempo era lo que me había llevado allí. Mi madre había nacido ahí, en el distrito 08. Me parecía increible que hubiera llegado al 10 y no haber muerto durante el viaje. Muchas veces le preguntaba como había logrado llegar hasta el distrito en el que vivía, pero ella siempre zanjaba el tema con "me duele la cabeza, no tengo ganas de hablar" Gracias a los días de puertas abiertas por fin podría saber donde se crió mi madre. Lo primero que había pensado en visitar era su casa pero por lo visto la habían destruido para construir otra encima. Así que solo me quedaba la escuela. Tal vez encontrara algún documento sobre su infancia, alguna de sus notas o uno de sus apuntes.
Avanzé por los pasillos descuidados de la escuela y entré por la primera puerta a la derecha. Tal fue mi susto al ver a la chica que estaba mirando el mapa de Panem que pegé un bote hací atrás acompañado de un respingo. Pensé que estaría vacío, no creía que se dieran clases por las tardes. A pesar de todo me parecía muy raro que solo estuviera esa chica. Tal vez su tutor había salido de la calse un momento, pues vi una manzana recién comida sobre la mesa, pués aún no se había oxidado. Miré a la chica y empezé a decir:
-Perdon..Jude Kyriakov O'Dahm escribió:Alzó los ojos un momento, al oír pasos en la lejanía, cosa que podía significar que algún maestro o tutor anduviera cerca, pero se apaciguaron. No se dio cuenta de que la puerta principal del edificio se abría con un chirrido, pues seguía ensimismada mirando ese lugar desconocido y familiar a la vez, tan parecido a las aulas del distrito nueve a las que esos días ya no acudía, pues la semana antes de la cosecha era un poco… especial. Los nervios consumían a la gente y se lo tomaban todo tan poco en serio, asustados por poder perder un familiar, que los maestros no se daban ni cuenta de cuando faltabas a las clases. Una ráfaga de viento entró por la pequeña ventana abierta que mostraba la calle y Jude se acurrucó entre sus mismos brazos, con un poco de frío, que pasó enseguida.
Dio un brinco cuando de reojo se percató de que alguien pasaba por delante de la puerta y entraba en la misma habitación donde ella se encontraba. Saltó de la mesa con una rapidez que la sorprendió a ella misma, quedando en tensión, esperando echar a correr si era un profesor, pues estaba allí en un horario que no tocaba, y al no estar en su distrito podía considerarse algo ofensivo, o por el estilo. Relajó su musculatura al ver que era un muchacho, igual un año o dos mayor que ella, que a sus dieciséis era bajita pero aparentaba completamente su edad. El físico del chico era parecido al de Lino, el chico del caballo que conoció el otro día en las llanuras, pero eso no significaba que fuera del distrito diez, pues sus facciones eran igual de parecidas en el nueve, y quizás en el ocho. Tez no muy pálida, corpulento y de pelo moreno, podría haber sido su hermano si ella no fuera tan flacucha, pues se parecían incluso en los ojos claros.
- No, tranquilo.- dijo con voz fuerte y segura, ante la disculpa del chico. – Soy yo la que no debería estar aquí.- comentó, sincera, mirando hacia otro lado, distraída, como siempre. ¿Por qué estaba allí? No le servía de nada estar tan lejos de casa, puede que quisiera sentirse mejor viendo que en el ocho lo pasaban igual que en el nueve, pero eso no la había ayudado, al contrario, solo había contribuido a que se sintiera más frustrada por el precario estado de vida de los ciudadanos de ese horrible país llamado Panem, y gobernado por psicópatas. - ¿Eres de aquí? - preguntó, finalmente, un poco desconfiada, pero pensando que si no era así, puede que se salvara de los problemas, y él también estuviera en un lugar donde no debía.Mortak Riverside escribió:Lo menos que esperaba encntrarme era a alguien ka habitación. Suspiré aliviado cuando que no pasaba nada. Me apoyé en la pared y escuché lo que dijo. Por sus palabras suspuse que no era de este distrito o al menos que le habían prohibido venir aqui, así que contarle que yo tampoco era de ese distrito no sería complicado. Era una chica bastante mona, tenía unos impresionantes ojos azules, y aparentaba unos 16 años, aunque era un poco bajita. Ya estaba con eso otra vez, porque yo midiera 1,85 y los demas un poco menos no signifcaba que fueran bajitos, Le sonreía suavemente.
-La verdad es que no, ¿tú?-dije mientras miraba la clase, era bastante parecida a la del distrito 10, en cuanto a ordén de los muebles. Seguramente el capitolio habría dado un modelo de construcción. Miré el mapa de Panem y no pude evitar suspirar al ver la franja que marcaba el capitolio. Había buscando el pasado de mi madre y me había encontrado con una jovencita, tal vez me pudiera ayudar en la busqueda de información o tal vez estuviera demasiada ocupada en hacer otras cosasJude Kyriakov O'Dahm escribió:El chico era más alto de que ella, de hecho bastante. ¿Por qué carajo Jude era tan bajita? Le frustraba bastante, porque algunos idiotas la trataban como una niña, pero el muchacho que tenía delante mantuvo una expresión afable, nada arrogante ni agresiva, cosa que la hizo relajarse un poco más, y volver a sentarse en la mesa. Cogió de nuevo la manzana y le pegó otro mordisco, pensando que algún día se haría maestra para poder comer tan bien. Le tendió la fruta al chico, ofreciéndole un alimento que no era suyo, pero al fin y al cabo eso tampoco importaba demasiado.
- No, tampoco, soy del distrito nueve, aquí al lado.- aclaró, aunque sus facciones y sus manos llenas de ampollas por trabajar en las fábricas dejaban bastante claro su procedencia. De todos modos el chico no había visto sus manos antes, cosa que habría dificultado que adivinase su procedencia.- Soy Jude. – se presentó, sin añadir apellidos, como siempre, ya que no le gustaba dar demasiada información que les pudiera resultar útil a los desconocidos. Era un poco paranoica con las teorías conspirativas, pero con el Capitolio al mando de todo no se podía esperar menos.- ¿Qué has venido a hacer aquí? – preguntó mirando hacia la puerta, y luego hacia la ventana, asegurándose de que nadie más iba a entrar por allí, más que nada para ahorrarse el susto.
No le gustaba que la cogieran por sorpresa, la hacía sentirse poco atenta y un poco estúpida, porque era incapaz de evitar un pequeño chillido o un bote que la hacían parecer mucho más débil de lo que era en realidad. Cuando estaba fuera, lejos de ninguna cerca que delimitara un distrito estaba siempre mucho más alerta, o también cuando robaba, pero nunca habría esperado que alguien entrara de sopetón a esas horas en la escuela del distrito diez, que debería estar cerrada. Supuso qe el chico también se había llevado un susto de verla, los dos parecían estar aquí a escondidas.Mortak Riverside escribió:Negé con la cabeza cuando me ofreció la fruta. Parecía simpatica la chica. Me dirjí a las mesas de los alumnos y me senté en una de ellas. Entrelaze mis manos y las dejé sobre mi muslo apoyadas. Hacía un buen día, ni frío ni calor y por la ventana entraba una dulce corriente de aire fresco que se extendía por el ambiente.
-Yo soy del diez-dije sonriendo, en realidad no me había pedido que le dijera de que distrito era, pero era lo menos que podía hacer tra contarme de donde procedía ella. Me sentía en deuda de alguna manera, por extraño que pareciese.-Mortak, encantado-mi voz sonaba calida y afable, me había dado muy buena impresión esa chica. Me miré los pies y apreté la boca con fuerza. Luego levanté la cabeza para contestarle.-Buscaba información-una cosa es que me cayera bien y otra muy distinta que confiara en ella, la acababa de conocer y no sabía si era de fiar, aunque esperaba que si.
Entonces me di cuenta de que si ella no era de este distrito tampoco pintaba nada en la escuela. Iba a preguntarle que hacía ella aqui, pero me parecio poco oportuno hacerlo. No quería parecer un interrogador como pueden llegar a ser algunos agentes de la pazJude Kyriakov O'Dahm escribió:Se encogió de hombros cuando el muchacho renegó de la fruta, si no la quería no iba a insistir, pues se le veía más bien alimentado que ella, y la verdad es que tenía mucha hambre. Había ofrecido algo que no era suyo, pero se lo había apropiado ya, directamente, y ya lo consideraba de su propiedad. Miró por la ventana, al ver que el chico lo hacía, esperando ver algo peligroso o que anunciara que tenían que irse de ese lugar de inmediato, pues ambos cometían una ilegalidad, pero encontró un exterior tan plácido y tranquilo como había estado todo el rato. No pasaba nadie por la calle, algo un poco extraño, pero no tanto al pensar que la cosecha era dentro de nada. En su distrito la gente tampoco se atrevía del todo a salir a la calle, como si eso significara que su hijo iba a salir. Era absurdo, pero como Jude no era madre tampoco los entendía muy bien ni podía empatizar mucho con ellos, solo tenía hermanos a los que proteger.
- Del diez. Vacas y ganado ¿No? - preguntó, bastante segura de que tenía razon, ya que se había pasado un par de veces por allí. - Me gusta ese sitio, es amplio, llano y muy verde.- comentó, mirando de nuevo hacia la ventana, esperando alguna novedad que nunca llegaba. No esperaba que le hubiera contado su provinencia, pero había saldado su deuda, de algún modo. - Un placer, supongo, Mortak del distrito diez.- añadió desconfiada, pero sin mirárselo con desdén. Ahora ya era un conocido. - Buscabas información, ¿eh? Eso suena serio, al menos por el modo en el que lo has dicho.- comentó. Probablemente Jude estaba molestando al chico con su presencia, pues al contarle qué hacía allí parecía algo bastante confidencial y no para compartir con una recién conocida.Mortak Riverside escribió:Ese dia estaba como medio ido. No sabia hecho bien viniendo a ese lugar, tenía a mi madre viva y es que no estuviera enfadado con ella ni nada, y enotonces porque había tenido tantas ganas de saber de su pasado, ¿por qué no me contaba ella misma las cosas? Tal vez fuera por eso mismo, porque no me decía eso. ¿Pero acaso tenía que hacer eso? Ahora me daba cuenta de que me había comportado de una manera un poco infatil. Si no me lo quería contar sería por algo.
Miré a la chica y sonreí suavemente.-Exacto-Y ovejas, eran mi vida, las que me daban la comida de cada dia y le debía mucho a ellas-Al final no es tan serio-dije meneando la cabeza, ya no tenía ganas de buscar, le iba a dar un voto de confianza a mi madre. Luego miré a la chica-Bueno, creo que aqui no pinto ya nada, hasta otra chica del nueve-sonreí por ultima vez y salí de alli. Esperaba ver pronto a esa chica.Jude Kyriakov O'Dahm escribió:El muchacho estaba bastante sumergido en sus pensamientos, como debatiendose en una lucha interna, y Jude no era nadie para meterse allí en medio, además de que le podía causar problemas. Así que esperó a que se aclarara con lo que fuera que estuviese pasando en su cabeza, mientras ella miraba por la ventana. Todo seguía impasible, y el distrito ocho de repente se le antojó aburrido. Pero pensó en Eric y Zelda, que vivían allí, y deseó vivir en otra parte. También habría fábricas, pero al menos estaría más bien acompañada, ya que en su distrito la gente era poco sociable, por así decirlo.
- Adiós, chico del diez.- se despidió, un poco sorprendida por el repentino cambio de opinión del muchacho, pero en el fondo le daba un poco igual, era prácticamente un desconocido. Saltó de encima de la mesa, terminándose la manzana y tirando el hueso de la fruta a la papelera. Luego revolvió los cajones y sacó unos cuantos libros interesantes, que debían ser de la maestra, por el nivel que tenían. No parecían para niños. Luego sacó una pluma estilográfica de otro cajón, junto a un trocito de papel y escribió una nota que decía. "Querida maestra/o del distrito ocho, muchas gracias por los libros y las manzanas. Lo encontré todo de gran utilidad. Espero poder devolverle los libros algún día, aunque en este distrito la biblioteca tiene bastanta amplitud. Disculpe las molestias. Adiós." No firmó, dejó la carta encima de la mesa, debajo de la pluma, y se marchó, con los libros en mano. Salió del edificio con mucho cuidado, pues aunque fuera mínimamente educada para explicar a los propietarios que les había robado, eso no iba a salvarla si de golpe se encontraba con unos cuantos agentes de la paz. Desapareció por las calles, corriendo, y cruzando esquinas a una velocidad supersónica para llegar pronto a casa, que empezaba a oscurecer.
Jude Kyriakov O'Dahm- TENIENTE. DISTRITO TRECE.
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Mar 05 Jul 2022, 03:23 por Ariadne Rusrtenber
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Dom 23 Ago 2015, 23:37 por Proinnteach Munro
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