TREVOR KALEHAN & RHO HEAVENSBEE (D. 12) | 75ª JDH.

ESCENARIO
C A P I T O L I O


Un enorme escenario con una gigantesca pantalla detrás. Hay un camino desde el lateral, que conduce del backstage al escenario. Dos butacas blancas esperan frente al escenario, delante de una inmensa hilera de ruidoso público.

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Casi no lo puedo creer cuando todos los tributos van pasando y sólo quedo yo. Sí, último distrito, último tributo. Los nervios que sentía al entrar en el backstage se han ido disipando a lo largo de la entrevistas, pero aún queda un leve cosquilleo en el estómago cada vez que Julius presenta a alguien más.

Mi turno. La gente del Capitolio parece no cansarse después de 23 entrevistas, aún así sé que necesito todas mis armas para gustarles a ellos y a los patrocinadores. Soy bien conocido por mi capacidad de engañar y engatusar a cualquier persona, así que cuando Julius aparece para llevarme al escenario, respiro hondo y me prometo hacer el mejor número de mi vida.

Salir ahí fuera no es lo que tenía pensado. Hay miles de filas y de asientos ocupados por capitolianos. Todos con atuendos raros que hacen que mi traje azul marino con reflejos dorados quede muy lejos de ellos. Siento algo de intimidación a cada paso que doy acompañado del presentador. Y ahí están, cuando contemplo durante milésimas las caras de los ciudadanos y pienso que Panem me está observando, los nervios vuelven. Las manos comienzan a sudar y noto un escalofrío por toda la espalda. Julius dice mi nombre. Este momento marca el inicio de la jugada. Es oír Trevor Kalehan y me ordeno mantener la calma y hacer lo que tengo que hacer. Sonrío al público, es una de esas sonrisas que le quitan el aliento a las chicas de mi distrito y parece que aquí el resultado es casi el mismo. La gente se agita de emoción, suspiran y aplauden.

Julius me sienta en un asiento blanco y hace la primera pregunta. Hasta ahora no había caído en que todo lo que tengo que hacer es contestar adecuadamente a las preguntas que el presentador tenga preparadas para mí. Y esto puede ser un problema.
Encantado de que presentes la última entrevista, no sé cómo puedes hacer este trabajo. Yo estoy nerviosísimo - dejo salir por mi boca un gran suspiro-. No está mal. La comida es genial, las duchas, las camas...No me importaría quedarme un par de semanas más - no sé qué hay de gracioso en la última frase pero la gente rompe en carcajadas. Espero a que callen-. Comparado con todo lo que hay aquí, no hay mucho oque echar de menos. Ya sabes, pasamos hambre y penuria en los distritos, sobre todo en el mío. Aunque para serte sincero yo no vivo tan mal. Si hay algo que añoro es, quizá, mi perro Zayan. Y el bosque. Echo mucho de menos todo lo que la naturaleza me reporta, no sé vivir sin todo ello. Espero, - miro hacia los espectadores y sonrío de nuevo, y esta vez, les hablo a ellos- espero por todo que este año haya un maldito bosque en la arena, sino lo pasaré realmente mal.

La audiencia ríe de nuevo, yo no puedo evitar sonreír aún más, incluso acentúo con las manos lo que acabo de decir, que no es mentira. Si hay un bosque este año, puede que tenga posibilidades. Julius me saca de mis fantasías sobre cómo poder sobrevivir en un bosque con la siguiente pregunta.
-Esa es difícil - agacho la cabeza y la apoyo sobre la mano, pensativo-. Este año, por ser Vasallaje, el grupo es algo raro. Tenemos al distrito 5, Liz y su abuelo. Si te fijas en la edad creo que eso contesta a tu pregunta, además, ¿cómo pueden estar dos personas de la misma familia intentando regresar a casa si no pueden volver los dos juntos? - cierro los ojos con fuerza porque lo que acabo de decir no es precisamente bueno- Puede que tenga posibilidades, creo que dejé claro todo lo que puedo hacer frente a los vigilantes. No estoy seguro de nada, ya se sabe que puedo envenenarme, quemarme y mil cosas más. Pero cuerpo a cuerpo puedo tener ventaja sobre muchos -me río, no porque algo me haga gracia sino para que el Capitolio tenga intriga con lo siguiente que voy a decir.- Julius, Julius- niego con la cabeza y la ladeo hacia el lado-, no puedo decirte si hay o no alianza. Pero te diré algo, nadie lo espera. Y sí, tengo una estrategia. Me encantan los juegos- miro a la audiencia y sonrío.

La gente me vitorea, y con sus aplausos y mi nombre entre sus labios sé que al menos alguien de ellos me estará apoyando cuando esté dentro. Me levanto del asiento, como quien no quiere la cosa. Supongo que Julius flipa cuando lo hago, pero no importa. De la maga derecha saco una rosa roja que corte de una de las macetas de mi planta. Me acerco al final de escenario, miro muchas caras desconocidas y cuando atisbo a una chica joven con el pelo morado, decido dedicársela a ella. Cuando la rosa cae hacia ella, un suspiro se levanta de entre la multidud. Vuelvo a mi asiento y con los labios gesticulo un "perdón" a Julius.

Última pregunta, o eso espero. En cuanto Julius pronuncia las últimas palabras, el corazón me da un vuelco. La sonrisa da paso a una mueca de tristeza, melancolía y, después, dolor. Revoco los tiempos de mi padre, la muerte de él en una explosión. Mi madre en los Juegos. Su muerte. La soledad. Mi castigo.
-Mi vida- comienzo con una voz ronca y apagada- no es muy fácil. Mi madre...- me tiembla la voz y el aliento helado de la audiencia penetra en mi cogote- mi madre me tuvo con 17 años. Sí, lo sé, muy joven, pero nunca la llegué a conocer. Cuatro meses después de tenerme fue elegida en la cosecha- no sigo, primero porque todo lo que digo me duele. Nunca he contado esto a nadie, nunca he abierto mi corazón, nunca he tenido que recodar todo el dolor que he arrastrado conmigo delante de un país entero. Y segundo, porque los espectadores han soltado tal exclamación que he tenido que silenciarme-. Fue la última tributo en morir. Se quedó a las puertas de ganar. De ganar por mí- otra pausa.

Las lágrimas quieren salir pero no las dejo. La rabia empieza subir desde los pies y desemboca en mis ojos. Los ojos me brillan, estoy seguro. Aprieto la mandíbula y cierro los puños. ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo? El Capitolio me arrebató a mi madre, ¿por qué intento ser bueno con ellos? He aquí el principio de mi transformación.
Mi padre,- continúo- me crió solo. Me enseño cai todo lo que hoy sé y me hizo quién soy. Recuerdo, recuerdo siempre una frase."Si la vida te da mil golpes, demuestra que puedes levantarte mil y una veces más. Nunca dejes de sonreír, nunca." Ojalá él pudiera verme ahora mismo, porque sabría que intentaría levantarme una vez más. Él me habría dicho algo antes de subir a ese tren- por la expresión de Julius sé que no comprende que él también está muerto, así que se lo aclaro- Una explosión de una mina de carbón se lo llevó cuando yo tenía 12 años. ¿Qué he echo desde entonces? Bueno, como ves, mi vida es una complejidad. Siempre me he encontrado solo. Dirás que alguien con un expediente así no puede estar sonriente en todo momento. Pero lo hago, Julius, lo hago. No dejo de sufrir con una sonrisa, pero tapo las cicatrices- vuelvo a quedarme pensativo y esta vez me inclino hacia Panem, hacia la cámara que debe estar grabándome- Si hay algo que tengo claro es una cosa. La muerte me ha arrebatado muchas cosas. El sufrimiento, la angustia y la soledad me acompañan, pero pase lo que pase nunca dejaré de sonreír. ¿Quién soy? Me llamo Trevor Kalehan, vengo del Distrito 12 y puede que no vuelva jamás. Pero hay algo que me motiva a acabar con todo lo que se me ponga por delante, hay una sola razón por la que levantarme esta vez. Quiero venganza. Esta vez, yo, le ganaré a la muerte, cueste lo que cueste.

La gente me aplaude furiosa. Resulta que el Trevor vengativo con una sonrisa dulce detrás es lo más potente que podía ofrecerle, y eso que esto último no lo tenía ni preparado. Me he callado muchas cosas. No he mencionado mi odio al Capitolio, ni mi pacto interno de si no salgo yo con vida lo hará Diana. No he dicho que todo esto de los Juegos me parece una mierda. Pero así es mejor. Ahora Panem tiene un chico de 17 años que va a intentar ganar, no por él, sino por su madre, por su padre, por los hermanos que nunca tuvo. Por venganza y odio.

Julius me hace levantar, dice algunas palabras acorde con mi entrevista, coge mi brazo y lo eleva al cielo. La pulsera que Nathan me dio al despedirse de mí queda rebelada y espero que él pueda verme, porque voy a hacer un único gesto más. Para el Capitolio, para Julius, para Panem, para mi madre, para mi padre, para Nathan. Antes de desparecer me llevo los tres dedos centrales de la mano izquierda al los labios y los lanzo al frente. Espero que las cámaras recojan mis últimas palbras:
-Por ti mamá, siempre estarás conmigo.