CAMINO ÚNICO.

por **The Hunger Games** Jue 10 Ene 2013, 10:26

CAMINO ÚNICO.
S I T U A C I Ó N . N O R . O E S T E .

LUGAR: CAMINO ÚNICO.

SITUACIÓN: NOR - OESTE.

ROL: SIEMPRE ROL HISTÓRICO

PLANTAS Y ALIMENTO DISPONIBLE:

Parásito malva
Amarga picante
Amarilla de Zrúntsev
Ámbar dulce
Baya azul
Acebo
Habichuela enana
Imagnea

Esta zona rojiza es una de las áreas más extensas de la Arena. De hecho, casi podemos asegurar que toda ella es de este mismo tono. En su mayor parte es desértica y árida, pero al centro, delante de la puerta número uno, existe un camino pedregoso que la cruza toda, al menos todo lo que podemos ver. Posiblemente de origen antiguo, tiene a ambos lados una vegetación explosiva. Los tonos verdes de las hojas de sus plantas inspiran confianza en comparación con todo lo que le rodea, dando imagen de ser comestibles, y los animales no se acercan a la senda. Parece un camino seguro.

Si decidís rolear con vuestros tributos en esta zona es muy importante que digáis si avanzan o se quedan parados en el inicio del sendero. Según lo que hagáis vuestros tributos descubriran nuevas zonas de la Arena o no. Al final del día, si habéis dicho que váis para un lado y lo habéis roleado, informaremos de qué se encuentra al sitio donde han llegado y se abrirá esa nueva zona de rol. El camino seguirá abierto por si los tributos tienen que volver al inicio por alguna razón.

Las medallas de sed, hambre, quemaduras, sangre y veneno vuelven a funcionar con normalidad. También la Adrenalina, de manera que si decidís rolear por el camino y necesitáis atacar deberéis desviaros al páramo yendo hacia el oeste y volver, sin que eso signifique que tengáis que volver a la puerta para ir de un lado a otro. Eso sí, si del camino pasáis al páramo tened en cuenta de que estaréis en en la parte sur-este y avanzaréis en esa dirección a no ser que digáis lo contrario. La puerta es un sitio que dejáis atrás.

por **Bourke J. Rapid** Jue 10 Ene 2013, 12:26

Vanille y yo salimos de la zona donde la puerta había desaparecido y ahora poseíamos una botella de agua más cada uno. Cuatro raciones que nos ayudarían a aumentar las que ya teníamos. Nos alejamos con rapidez sin fiarnos demasiado de los demás tributos. Ostro, con quién teníamos una alianza ya se apañaría para seguirnos si era lo que quería hacer. Porque lo único que parecía poder hacerse allí era caminar hacia delante. ¿Qué más podíamos hacer? No había sitio donde esconderse, ni donde descansar y ahora que al menos el ambiente era más tranquilo, a la luz de la luna y las estrellas parecía el mejor momento para empezar a caminar.

- ¿Estás bien, Vanille? ¿Quieres descansar? - ahora que podíamos hacerlo estábamos a tiempo. Pero si no, lo mejor era caminar hacia delante y no mirar hacia atrás más que para proteger las espaldas. Llevaba la mano en el cinturón, por si acaso, como precaución. Acaricié la carilla de la chica con suavidad. Aún me sentía con las manos manchadas, pero su aspecto no era mucho mejor, aunque tampoco pudiéramos ahcer nada para remediarlo. El agua no era desechable de aquella manera. - Vanille. - repetís u nombre, apartando el pelo de su cara y tratando de sonreír un poco. Nuestros pies daban pasos por el camino, que levantaba algo de polvo rojizo tras nuestro, como un camino marcado.

por **Vanille Diermiseen** Jue 10 Ene 2013, 12:57

No había soltado ni la daga ni la mano de Bourke hasta avanzar unos metros, separándonos de los tributos por nuestro bien, tanto fuera pues seguía los pasos de mi compañero de distrito a confianza ciega sin detenerme a pensar porque tomábamos un camino o el otro. La Arena oscurecía y yo tenía ahora un poco más de frío, el desierto siempre había sido de ese modo, según leí en los libros que mi madre tenía en una estantería. Estaba agotada, exhausta, más por la adrenalina acumulada por las horas tensas en aquella oscura sala que por el desgaste físico ejercido aquel día pero igual continuaba entera, siguiendo las grandes zancadas de Bourke a tanto como daban mis pies a veces teniendo que apurar el paso para alcanzar su alta figura con mi diminuto cuerpo.

- Estoy muy bien, no te preocupes.

Forcé una sonrisa como venía haciendo desde hacia unos días, tiré de las asas de mi mochila para acomodarla mejor a las espaldas y escondí la daga en mi cinturón para ir con más cuidado mientras seguía la dirección de Bourke. Alcancé su mano con la mía y acaricié mi mejilla contra la palma de su mano antes de agregar - Bourke - miré hacia atrás, sujetando esa mano hasta bajarla y entrelazar mis dedos con ella, no parecía venir nadie así que puse mi mirada hacia el frente, tomé una gran bocanada de aire y alargué el cuello para dar un beso a su mejilla y otro en sus labios de forma desordenada, un nuevo día los dos juntos y vivos, eso era lo más importante.

- ¿No deberíamos salir del camino? - añadí algo preocupada aunque parecía no haber ninguna sombra en aquel momento.

por **Bourke J. Rapid** Jue 10 Ene 2013, 19:23

Aquel terreno no era el que más dominaba, pero tampoco lo había sido aquel bosque extraño en el que habíamos tenido que vivir tres días enteros. Yo era más de quedarme encerrado en casa antes de venir a los juegos. No había tenido ninguna habilidad especial a no ser que contase enhebrar las agujas de las máquinas de coser de toda mi zona en la fábrica. Así que la precisión y la agilidad de mis dedos era algo mayor, pero nada más.

Miré a Vanille, que parecía mucho más exhausta que yo y no me gustaba. No solo era el desgaste físico de estar allí, yo sabía que estaba muy afectada emocionalmente por lo que había tenido que hacer unos días atrás y eso parecía estar matándola por dentro. La observé durante unos instantes culpándome a mi mismo de no haber sido más rápido y preciso con el cuchillo en su momento. Me aseguró que estaba bien, cuando yo le sugerí de parar a descansar ahora que aun era de noche y teníamos algo de ventaja sobre los demás que todavía no habían salido.

Yo no había guardado el cuchillo, porque no me fiaba de nada de lo que pudiera pasar en las inmediaciones pero ella, al parecer confiaba en mí, había guardado ya la daga y solo tomaba mi mano. Paré unos segundos al ver que la situación y apreté fuertemente su mano mientras ella se acercaba a besarme, primero el cuello y luego los labios. No podía abrazarla, por eso de llevar un cuchillo bastante grande en la otra mano, pero alargué aquel beso todo lo que pude, notando aquel cosquilleo en el estómago que nunca antes en mi vida había podido notar. Me arrepentía ciertamente de haber tenido que conocer a Vanille en aquella situación y sabía que eso me perseguiría el resto de mi corta vida.

- Por ahora parece más seguro que ese desierto, no sabemos qué se esconde. - al menos el camino parecía despejado, pero lo que lo rodeaba era un conjunto de matorrales, dunas de arena y piedra que no parecían fiables. - Caminamos por el borde si lo prefieres. - añadí tirando un poco de la chica, para apartarnos del centro del camino.

Continuamos caminando toda la noche, sin parar a descansar más que cinco o diez minutos, aunque estuviésemos muy cansados. Teníamos agua a nuestra disposición y gracias a nuestros patrocinadores y un poco a nuestra pericia podríamos aguantar un poco más con las bayas y el conejo. Cuando estaba a punto de salir el sol empecé a notar de nuevo un calor picante en la piel. No era exactamente como al entrar, que nos había llegado como una bofetada de aire caliente, era peor.

por **Vanille Diermiseen** Vie 11 Ene 2013, 00:11

¿Qué escondía el desierto? Muchas cosas pero sobretodo una tierra árida y escasez de agua, ahora entendía un poco más el motivo de las botellas de agua aunque no era mucha, sumada a la que tenía aún en mi espalda fruto de mi recolección en la Cornucopia. Hacía tres o cuatro días que estábamos en aquel campo de juego y era como si hubiera pasado toda una eternidad, una vida entre cambios de terreno y decisiones a tientas. En realidad no prefería caminar por el borde, podía haber cualquier bicho extraño, escorpiones o serpientes, el desierto por muy desnudo que fuera nunca era un lugar seguro.

Cogí por la mano libre la camiseta de Bourke y tiré de él, vuelta hacia el camino, lejos de esos secos matorrales que poca gracia hacían, ¿y si habían rastrevíspulas escondidas? Esos híbridos de avispa me daban pavor. No, mejor prevenir que curar eso siempre decía mi madre – Mejor por el camino – hice una señal para detenernos un segundo, metí bien los pantalones dentro de las botas y anude mis cordones para no tropezar, mejor prevenir la entrada de cualquier bicho extraño.

Después de eso pasemos toda la noche caminando, cobijados por las estrellas y el ligero aire de la noche, solo roto por el crujido de las botas cuando pisaban arena bajo nuestros pies. Estaba ya prácticamente agotada cuando el sol surgió imponente y abrasando cuanto estuviera en la Arena, incluso mi delicada y nívea piel, si había vivido bien, solo cansada durante la noche ahora era una tortura abanzar, me pesaban los pies, la mochila a mis espaldas y no hacía otra cosa que buscar sosiego en mi garganta por sentir la deshidratación a flor de piel.

- No puedo – añadí tras muchos pasos, los pies ya me bombeaban en un intenso dolor y tenía flato de tanto andar. Hice una señal con el dedo a Bourke para que me dejara un segundo para recuperar el aliento, doblegando mi cuerpo hasta dejar las manos en mis rodillas, respirando agitada y secando el sudor con el reverso de mi mano. Hacía mucho calor, demasiado, era abrasador. Quité la mochila de mi espalda para colocarla encima de mi cabeza, alzando los brazos, mejor algo de sombra… sombra irreal pero sombra… - ¿Dónde se supone que vamos? Andamos y andamos pero no tenemos ningún punto de referencia hacia donde dirigirnos – cuestioné a Bourke, estaba bien tener un plan, alejarnos pero no entendía donde nos querían llevar los gamemakers – ¿ Cuál es nuestro objetivo? Tiene que haber uno además del lógico de estos juegos.

por **Bourke J. Rapid** Vie 11 Ene 2013, 02:51

Vanille prefirió el camino, así que me hizo una señal para volver al medio, después de calzarse los pantalones por dentro de los zapatos. Al parecer tenía miedo de que le picase algún bicho. No le dejaría yo, fuera el bicho que fuera. A no ser que me picara a mí antes y me muriese, que en ese caso... pero no había que pensar en ese caso, Vanille y yo sobreviviríamos a la arena, ganaríamos y los dos volveríamos a casa, a nuestra aldea para vencedores y podríamos.... podríamos vivir felices y contentos allí. Me imaginé la escena, los dos recién llegados, con buena salud y cogidos de la mano frente a nuestra nueva casa. Como una pareja de recién casados, pero con a penas 16 años.

Una leve sonrisa pasó por mis labios tras esos pensamientos y luego miré a la chica, que tras salir el sol había empezado a bajar el ritmo. Bueno, no solo el suyo, a mí también me costaba, caminar con aquella calor. Sentía las gotas de sudor caer desde casi todos los poros de mi cuerpo. Seguramente olía fatal, pero aquello sería lo de menos importante en ese momento. Al cabo de un rato, en silencio, con tan solo nuestras respiraciones en nuestros oídos, además de nuestros pasos, Vanille dijo que no podía más. Paré de caminar y miré a nuestro alrededor, antes de guardar el cuchillo y acercándome a ella. Yo también estaba muy cansado y sentía los pies en carne viva. Podía imaginar que ella estaba en una situación similar. Me agaché levemente a su lado, mirándola y sintiendo el sudor nublando mi vista por unos instantes. Me sequé la frente yo también.

- ¿Quieres agua? Bebe un poco. - le ofrecí, frunciendo levemente el ceño, acariciando su cara. Me puse delante de ella, tapando con mi figura el sol, para que no le molestase tanto. Vi como cogía la mochila y se la ponía encima de la cabeza, no pude con eso, se le agotarían los brazos. - No sé a donde vamos... sé que no nos podemos quedar allí. - a parte de que era una sensación que tenía dentro de mí, no podía dejar que nos quedásemos con los demás tributos allí, frente a la puerta, para que nos cazaran como animales. - Nos quieren llevar al extremo y ver si podemos aguantarlo. - murmuré, quitándome la camiseta y cogiéndole la mochila a la chica. - Tápate con esto, yo llevaré la mochila un rato. - le ofrecí, tendiéndole la tela, que por lo que había deducido, para la deshidratación y protección contra el sol, no funcionaba así que daba lo mismo si la llevaba sobre la piel o no. - ¿Quieres que nos sentemos un poco, antes de seguir? - ofrecí, además.

por **Arena** Vie 11 Ene 2013, 03:31

Del cielo cae un pequeño paracaídas, a mitad del camino rojo y a unos diez pasos de Vanille Diermiseen, su destinataria. En su interior hay un panecillo recién horneado, esponjoso y apetecible. Sólo es de una ración. En el paracaídas, hay una pequeña nota dirigida hacia la chica que dice: Vanille, os deseo mucha suerte. Sobrevive. Yo sé que puedes. Espero te guste el panecillo. Suerte, pequeña.

por **Vanille Diermiseen** Vie 11 Ene 2013, 03:43

Estaba acuclillada en medio del camino descansando un poco los pies que bombeaban cada vez más fuerte enviando espasmos de dolor hacia mis piernas. La sombra de Bourke me sentó realmente bien, alcé un poco los ojos, entrecerrando los ojos por la intensa luz del sol brillando imponente en el cielo, asentí con la cabeza necesitaba un sorbito después de todo el camino. Bajé la mochila y abrí la cremallera, buscando la garrafa de agua para darle un sorbo [UN USO] más que supo a gloria bendita en mis labios, paladeé de gusto y pasé el reverso de la mano por mis labios, atajando las gotas de agua que caían por ellos, suspirando y volviendo a guardar la garrafa en la mochila para cerrarla y ponerla sobre mis hombros.

Busqué el cuello de la camiseta y empecé a moverlo de delante hacia atrás, buscando un poco de aire en mi torso que abrasaba, momento que aprovechó Bourke para arrebatarme la mochila en contra de mis protestas como “no, dejame”. Abrí los labios y los cerré mecánicamente pues cuando alcé los ojos claros, vislumbré desnudo a mi compañero. Rápidamente aparte la mirada, ruborizada, cosa que empeoraba más la situación con el calor. No sabía que me estaba ofreciendo pero alargué las manos para recibir una tela, suave y húmeda, giré la cabeza fijando mis orbes en la pieza de ropa y enarqué una ceja, no sabía que quería que hiciera con ella, ¿ponérmela en la cabeza?

Me levanté algo mareada y asentí, necesitaba descansar un poco aunque fueran unos minutos, corto pues la insolación terminaría peor. Tras dar un suspiro, miré a Bourke de nuevo, abriendo los ojos otra vez pues ya no recordaba que estaba semi desnudo y me avergoncé de nuevo. ¿Pero en qué estaba pensando cuando estábamos en medio de un Arena? Era el calor, definitivamente.

Antes de dejarme caer en el suelo, decidí seguir su ejemplo y buscar comodidad, subí mi camiseta hasta meter el sobrante debajo mi sujetador, buscando el fresco de cualquier manera y aprovechando la camiseta prestada de Bourke, recogí mi pelo rubio en mi cabeza, luego, más feliz, me dejé caer en el suelo y abaniqué mi rostro con la mano, haciendo aire como podía.

Tiré la cabeza hacia atrás dispuesta a decir algo pero un objeto no identificado en el cielo, me obligó a usar mi mano como visera y entrecerrar los ojos para ver su trayectoria hasta que un paracaídas fue a caer a diez pasos de mi - ¡Un paracaídas! ¡¿Estoy alucinandooooooooo!? – si, debía ser el calor pero igual gateé desde mi posición hasta allí, los diez pasos, me arrodillé y cogí el objeto que olía maravillosamente bien. Un panecillo. UN PANECILLO. Me levanté loca de amor por esa cosa deliciosa y con fuerzas renovadas me puse en pie y regresé donde Bourke, saltando encima suyo para abrazarlo por el cuello con mis manos y besar los labios del mismo impulso - ¡COMIDA! – me estaba muriendo de hambre pero mostré la pieza ilusionada a Bourke por si lo quería él, me podía alimentar con el aroma que desprendía estaba segura. La nota cayó y me agaché a cogerla, mostrándosela también a él y suspirando de felicidad – Mira, nos desean suerte. Muchas gracias señor o señora panecillo – miré a la nada pero supuse que habría alguna cámara – besé de nuevo la mejilla de Bourke, abrí sus manos y se lo dejé encima de la palma de su mano – Come.

por **Ostro Varney** Vie 11 Ene 2013, 04:44

Aún flipando por la cajita que desaparecía al tocarla, Ostro empezó a andar como pudo. Tenía mucho camino por recorrer pero su destino era encontrar a los otros dos. No se quería quedar rezagado, la noche en este camino no parecía segura ni fácil, así que apretó el paso, serrando los dientes por la molestia en la pierna.

por **Bourke J. Rapid** Vie 11 Ene 2013, 04:47

No pensé racionalmente ante el gesto de quitarme la camisa porque me había parecido lo más normal. Así ella podía taparse la cabeza un poco, que era lo peor, sobretodo teniendo el pelo largo, como ella. Parpadeé varias veces, un pelín mareado del calor y pude darme cuenta, tras unos instantes, de que Vanille había apartado la mirada. El rubor en sus mejillas podríamos decir que era mínimo, puesto que ya estaba colorada de antes, del calor. Nuestra piel estaba roja, quemada, pero la suya, que era mucho más blanquecina que la mía, parecía algo peor. Vaya, tendríamos que conseguir algo, crema para el sol o algo así.

Cargué con la mochila en la espalda y estiré las manos por si se mareaba al levantarse, pero pudo recomponerse ella sola. Sonreí levemente, porque no había digerido aún que su sonrojo y su apartamiento de mirada podía ser causa de que yo me hubiera quitado la camiseta. Me había considerado un chico algo escuchimizado siempre, en comparación con otros tributos, los profesionales sobre todo, así que no tenía demasiado claro que pudiera gustarle de "otra manera" a Vanille. Lo había pensado, obviamente, ¿qué chico de 16 no ha tenido nunca las hormonas alteradas? Pero de ahí a que fuera real, los tiros eran muy largos.

Aunque yo sí que me fijé bien en sus gestos, estaba de pie, aún, tapándole un poco el sol. El astro reflejaba intensamente sobre su blanqeucina piel y más cuando se recogió la camiseta por encima del estómago, enrollándola bajo lo que deduje era el sujetador. Aunque no lo había visto para cercionarme. Después se hizo una especie de turbante en la cabeza, con mi camiseta. Tragué saliva y me quedé en silencio, algo embobado viendo a la chica. Abrí la boca como un idiota, viendo su... viendo cómo tiraba la cabeza hacia atrás dejandome ver su cuello prácticamente perfecto.

Carraspeé un poco, para despejarme, tenía la boca bien seca pero ahora lo notaba mucho más. El calor estaba acabando conmigo y... No quería pensar en ciertas cosas. En realidad sí, pero no estaría bien, estaba clarísimo que no estaría bien. No me di cuenta de que nos llegaba un nuevo paracaídas hasta que Vanille lo gritó. Me quise acercar, pero antes de que lo hubiera hecho, ella ya había gateado hasta él y recogió su contenido. Rápidamente volvió a mí y me tiró al suelo, por lo que caí de culo con ella encima. Sonreí levemente, pensando en su alegría. No me esperé que me besara, de verdad que no, pero lo hizo. Y lo disfruté como un condenado. Le devolví el beso, apoyando una de mis manos en su cintura desnuda, con los ojos cerrados. Luego ella se separó y habló, enseñándome el panecillo. Yo hubiera encontrado más útil crema para el sol, pero eso estaba bien.

- ¿Eso pone en la nota? - musité con la boca seca. Me quedé boquiabierto por unos instantes, teniendo sensaciones que nunca pensé que llegaría a tener, menos desde que salió mi nombre en la cosecha. Tosí levemente y me comí el panecillo que me ofrecía Vanille, porque parecía tan contenta que no se molestó ni en darle un bocado antes, así que aquella [1 RACIÓN] fue para mí. Comí con habidez tragando casi sin masticar y luego volví a mirar a Vanille, que seguía muy cerca de mí, con toda esa piel al aire. Sí, estaba mucho más delgada que antes, o eso creía yo, porque era la primera vez que le veía tanta piel de esa zona del cuerpo. Recordé lo de los carros, ella había llevado un body con las piernas al descubierto y yo... casi desnudo, con unos simples calzones. - Vanille... - murmuré con la boca abierta, rodeando su cuerpo con mis brazos.

Quizás era el desierto, el calor y el hambre y la sed, que nos hacía alucinar.

por **Vanille Diermiseen** Vie 11 Ene 2013, 05:16

Me acomodé encima de él, ya que íbamos a pasar un rato sentados, ¿por qué no así? Miré como comía el panecillo hasta que invadida por el deseo, cerré los ojos y olfateé el aire, deseosa que los rayos de sol se convirtieran en bollos de crema y pastelitos de canela. Hambrienta alargué la mano para abrir la mochila, sacando un poco de cervatillo [1 ración] para llevarlo hasta mis labios y masticar. Por un día íbamos a comer algo más que bayas. Lancé una mirada y sonreí un poco mientras daba pequeños bocados a la comida, masticando tranquilamente, paladeando la comida y permitiéndome observar hacia atrás para vislumbrar algún cuerpo en el horizonte pero nada, ni una triste alma.

- ¿Sí? – tragué rápidamente la bola que tenía en la boca y giré la cabeza para clavar mis orbes azules en Bourke, cerca. Me sorprendió sus brazos en mi cintura pero en contra del calor horrible que acechaba el campo de juego, aliviaban la ansiedad de mi piel como si fueran un dichoso oasis. Tenía los labios abiertos, algunas migajas de panecillo en los labios y durante un rato me quede embobada mirando la forma de ellos. Inconsciente, maltrecha por el calor, subí la mano para delinear con la yema los bordes de los mismos, limpiando los restos y llevando a continuación el pulgar a mi boca para chupar los restos, probando tanto el panecillo como Bourke. Ascendí la mirada desde la boca hasta sus ojos, sonreí y dejé caer mi cabeza hacia delante para pegar mi frente a la suya, suspirando contra sus labios pero sin llegar a besarlo.

- Es horrible, este calor... – rocé un poco más sus labios y cerré los ojos, buscando con mi nariz la suya, no sabía que hacía pero ese calor me descuadraba la mente y me empujaba a quedarme allí, muriéndome de calor pero en brazos del muchacho. Mis mano se apoyaron en sus hombros, deslicé lentamente mis dedos hacia arriba hasta presionar la yema de mis dedos, las diez, en su cuello - ¿Ya te he dicho hoy que te quiero? – por si acaso, me sentía en la necesidad de decírselo cada día por si era la última vez. Me apoyé en su cuello para terminar dándole un beso suave en los labios.

por **Bourke J. Rapid** Vie 11 Ene 2013, 05:47

Mis manos se habían movido solas y ahora rodeaba a la chica con mis brazos. Incluso la había llamado por su nombre y no sabía para qué. Me había salido solo. Me quedé mirándola en silencio durante unos instantes, momentos en lso que ella aprovechó para limpiar mis labios con sus deditos. Eso me dejó descolocado y no pude conectar mi cerebro con el impulso eléctrico que me mantenía vivo, durante un buen rato. Sobretodo tras verla quedarse con las migajas de pan ella sola. Tragué saliva con la boca bien seca y sin darme cuenta apreté un poco el cerco de mis brazos a su alrededor. No tenía ni idea de qué estábamos haciendo, allí, en los juegos del hambre, en medio de un desierto en el que pronto podríamos morir.

La miré a los ojos cuando apoyó su frente en la mía, estirándome un poco como si el agua, el alimento que me sustentara fueran sus labios. Respiré agitadamente, más de lo que podía llegar a pensar que podía y negué con la cabeza cuando me p reguntó aquello. Si me hubiera preguntado "¿Hoy hace un sol radiante?" hubiese movido la cabeza de la misma forma, proque estaba pensando en otras cosas. En sus labios por ejemplo. En su manera de mirarme y la forma en la que se había lamido el dedo. Además de... aquel beso. Cerré los ojos y profundicé el beso sin pensarlo, era lo que necesitaba y lo que mi cuerpo me estaba pidiendo desde hacía ya un buen rato.

Por muy sediento que estuviera, besar a Vanille era lo mejor que me había pasado en la vida y... continuar besándola cada día iba a ser mi máxima prioridad desde que me di cuenta de ello hasta el momento en el que me muriera. Con el beso, no pude darme cuenta de algo, mi sangre había viajado toda hasta un lugar algo comprometido dejando a mi pobre cerebro, que ya estaba corto de sangre circulando, sin oxígeno que pudiera manejarlo.

- Vanille... yo... - murmuré abriendo los ojos de nuevo, mirando a la chica y subiendo mis manos por su espalda. - Te quiero. - murmuré totalmente convencido. Si me hubiera dado cuenta de la fiesta que parecía querer montarse en mis pantalones, no me habría puesto de aquella manera. Uno podía ser virgen e ingenuo, pero no era gilipollas. Ni tampoco estaba castrado.

por **Vanille Diermiseen** Vie 11 Ene 2013, 06:13

Claro que ni cuenta me daba del festival bajo los pantalones de Bourke, yo continuaba cómoda encima de sus piernas, solo moviéndome cuando él me acerco y atiné a seguir el ritmo más profundo, hambrienta como si fuera un pastelito de canela, dulce y delicioso – Bourke, ¿Tú? – añadí con voz algo ida como si estuviera en un mundo de ensueño, una burbuja de fantasía perfecta donde por extremo calor había frío moderado y además mucha agua, mucha comida y mucho Bourke del que poder depender durante el resto de mis días.

Mi cuerpo se estremeció cuando acarició mi espalda y noté un poco más calor como si mi piel estuviera abrasándose por dentro, lejos del leve color rojizo de mi blanquecina piel y sonreí otra vez, usando los dedos para acariciar su cuello y más tarde su cara, lentamente, sin prisas, aprendiendo cada facción. Terminé dejando el índice de mi mano derecha sobre sus labios, mordí mi labio inferior buscando algo de la humedad para saciar la sequedad de mi garganta y susurré un – shh – algo ronco después del te quiero, porque sabía que lo hacía, me estaba protegiendo y era quien pasaba las noches en la rama del árbol, abrazándome y haciendo guardia, había cazado y me había sacado de cada lío en el que me metía. Claro que sabía que me quería, no necesitaba que verbalizara aquello para saberlo.

- Lo sé – añadí y tras apartar los ojos de sus ojos volví a poner mis orbes azules sobre los labios, paré un segundo, un largo segundo deliberando que hacer, hasta que acerqué el rostro y quise probar esa ligera humedad de su boca, él podía saciar mi sed. Cerré los ojos y volví a besarlo, primero suave y luego más profundo mientras apoyaba los codos en sus hombros para peder mis dedos en su pelo. Una vez me separé bajé la mano hasta su pecho desnudo, apoye la mano y busque un poco de distancia, leve pues aún estaba entre sus brazos – Tengo mucho calor, me pican los hombros – añadí sin venir a cuento y mirando aún su boca como si quisiera besarlo más pero suspirando con los labios entreabiertos bien largo. Deslicé mi mirada un poco más abajo para buscar con mi dedo índice una gota de sudor que reseguí con el dedo en su torso.

por **Bourke J. Rapid** Vie 11 Ene 2013, 07:03

Repetí aquellas palabras en mi cabeza hasta la saciedad. La quería, la quería como no había podido querer a nadie más en el mundo y no podría repetir aquello con nadie nunca más. Ella lo sabía y así me lo hizo saber, pero yo necesitaba decirlo en voz alta. Que todo el mundo lo escuchase, que tuvieran corazón y dejaran vivir a Vanille. Aunque no fuera consciente de todo eso en ese mismo momento, porque solo podía pensar en ella y su delicado cuerpo, suave como la seda. Sí, era una buena comparación. Vanille para mí era como la seda, mi tela favorita. Suave, delicada y la cosa más bella que pudieras ver y tocar. Sentir.

Apreté un poco mis manos sobre su espalda, dejando sin querer marcados mis dedos en ella. No había sido mi intención, yo... había querido que... Pero no podía pensar con lógica, y menos con sus labios sobre los míos. Le devolví el beso, que empezó suave y despacio, pero ella se encargó de profundizarlo después, dejando que fuera consicente. Por primera vez en mi vida, que pasaba algo real. No, claro que no había sido la primera vez que sucedía algo como aquello en mis pantalones, pero era la primera vez que lo sentía real. Por alguien que existía y me correspondía y... tenía que pararla. Finalmente nos superamos y respiré entrecortadamente, tragando saliva, la poca que me quedaba.

Abrí la boca para decir algo de nuevo, pero ella volvió a interrumpir mi linea de pensamiento. Ella, con su mano, bajando suavemente por mi pecho, con... con una intención tan inocente que no se daba cuenta de lo que estaba provocando en mí y yo ahora era plenamente consciente de ello y tenía que cesar. La miré en silencio, por unos segundos, seguramente con el deseo escrito en los ojos, pero también con la resolución de que aquello no podía continuar por ese camino. Yo era consciente de lo que podía acarrear.

- Vanille... - dije por fin, agarrando su mano con la mía y sonriendo levemente, después de un buen rato sin hacerlo, porque mis labios habían estado ocupados en otra cosa. - Tenemos que seguir moviéndonos. - musité, aunque no era una buena noticia, era algo real. Teníamos que hacerlo si no quería que nos alcanzaran otros tributos, aunque no me molestaría en ese instante que apareciera Ostro y que hubiera un motivo real por el que tener que separarnos. Me dolía hacerlo, pero era lo correcto. - ¿Estás bien descansada ahora? - pregunté, ayudándola a ponerse en pie y haciéndolo yo también.

por **Vanille Diermiseen** Vie 11 Ene 2013, 07:27

- ¿Mmm? – alcé la mirada otra vez, parpadeé buscando con el reverso de la mano mis ojos para tallarlos y quitar las gotas gruesas de calor, entreabriendo los labios para soltar el aire retenido para sonreír a posterior a Bourke, grande y sincero. La idea de movernos no era mi preferida, notaba aún las piernas cansadas y los pies ya no eran cosa de mi cuerpo, era más bien un infierno bajo mis botas pero asentí, asentí porque en un punto de mi interior yo también creía que debíamos hacerlo, estábamos en unos juegos del hambre aunque me hubiera gustado estar un rato más en mi fantasía.

Me bajé de sus piernas y dejé que me ayudara a levantarme, poniendo una mano en mi frente, sentía un dolor terrible junto a un entumecimiento de mis sentidos. Giré una vez la cabeza hacia atrás, intentando vislumbrar si había alguien más ahí pero no, nadie más. Creí que Ostro vendría a por nosotros o quizás Courtney aunque no los esperemos una vez pasada la puerta uno, teníamos un trato aunque después de cambiar de condiciones quien sabía que podía pasar ahí.

Un paso hacia delante y sentí un leve mareo. No, no. Un mareo pero es que estaba débil y quería seguir sentada en aquel lugar, no moverme, qué me mataran por lo menos me iría feliz de conocer los sentimientos de Bourke hacia mi pero no, decidí tirar hacia delante, podía picarme los hombros, sentir sed inhumana y hambre canina pero debía continuar por Bourke, solo por esa fe que había tenido en mi junto a la protección férrea desde el primer día. Miré a mi compañero, hinche el pecho con mucho aire y continué avanzando, paso a paso, más lento que durante la noche pero mi paso decidido a llegar hasta el final de aquel dichoso camino.

- Un paso más y llegaremos. Seguro que encontraremos agua y… y… comida, y…. todo, todo, ¿verdad? - ilusa yo, busqué su mano para entrelazar los dedos - y podremos dormir en una cama confortable... y... ducharnos... y... todo, será maravilloso

por **Kayla A. Dankworth** Vie 11 Ene 2013, 07:35

Antes de seguir por el camino, se apartó hacia la vegetación que crecía a los lados y buscó algún comestible que le pareciese seguro. Cuando seleccionó un arbusto bajo en el que crecían unas bayas de color amarillo muy llamativo. [Ámbar Dulce]. Recogió una docena de ellas y las guardó en su mochila para comerlas en otro momento. En aquel instante no tenía ganas de comer y no quería arriesgarse a que fuesen venenosas. Allí, un paso en falso significaría el fin de una vida.

La pequeña Kay siguió caminando. Lo hizo durante horas y horas. No paró ni aminoró la marcha en ningún momento, porque de alguna forma tenía la sensación que las garras de la muerte la perseguían, la acechaban y esperaban el momento oportuno para acabar con su vida. Los ojos le escocían por el sudor que tan abundantemente salía de su cuerpo. La temperatura en aquel desierto infernal era horrible. Pero lo peor era la humedad. Allí aquella palabra no existía. A veces el sendero desaparecía y se volvía a dejar ver metros más allá. Era tétrico, y mucho más si una niña pequeña como ella viajaba sola. Pero sabía que de algún modo estaría mejor sola, mucho mejor que lo estaría con los compañeros del tributo que habían caído en sus manos. Sabía que ellos habían seguido el mismo camino, o al menos los amantes del ocho, pero no se los encontró en ningún momento. Echó de menos la zona con vegetación que había atravesado al salir de la puerta número uno, pero supo que ya no debía volver atrás. Agarró su puñal con tanta fuerza que se hizo daño y continuó. Sus piernas no paraban de moverse. Hacia delante, hacia atrás. Estaba empezando a cansarse de verdad, pero no cesó. Nunca lo hizo. Siguió caminando por un páramo desértico que parecía no cambiar nunca.

por **Arena** Vie 11 Ene 2013, 08:26

Kayla, te recordamos que sólo puedes tener un máximo de 10 bayas. Desecha las demás, por favor.

por **Ostro Varney** Vie 11 Ene 2013, 08:44

Esto era un infierno. Llevaba ya kilómetros recorridos y no encontraba a nadie, ni siquiera a Kayla, la del siete. La había perdido de vista hacía horas, cuando el sol aún estaba empezando brillando con toda su fuerza. Ahora, al cabo de un viaje que parecía interminable y de una solinata increíble, Ostro estaba empezando a desvariar. Si miraba fijamente al recorrido que le quedaba del trayecto se volvía borroso, como si la realidad se disruptiera. El ambiente era agobiante y el calor, pegajoso. Aunque aguantó las primeras horas sin hacer nada, cada vez las paradas eran más comunes y tropezó dos o tres veces. La última fue la que le tocó más. No por la caída, si no porque se dejó llevar por la desesperación y el cansancio. El golpe fue leve pese que cayó de bruces pero Ostro vomitó en ese momento, cerca de las plantas que habían al lado del camino. Estuvo un buen rato teniendo arcadas, con lágrimas en los ojos y aferrándose a la tierra rojiza del terreno.

Durante un par de segundos, sin decir palabra, recibiendo pinchazos en la cabeza, llegó a pensar que moriría. ¿Porqué le habían dejado solo? ¡No era justo, sólo tendrían que haber esperado! Se mordió el labio para quitarse esos pensamientos y para evitar romper a llorar y se alzó, con más fuerza. No había comido ni bebido aún porque reservaba sus bayas, pero en ése momento le dio igual. Cuando estuvo a punto de comer se dio cuenta que le quedaban demasiado pocas, sólo ocho, así que cogió dos ámbar dulce y dos calamistrata para el camino. Le servirían para luego, hoy tenía que terminar sin haber utilizado nada.

Y con este coraje, de repente sintió una punzada de adrenalina y siguió adelante, apresurando el paso a ratos y otras corriendo en busca de sus compañeros.