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AMBIENTACIÓN.
La guerra ha transformado a Norteamérica en el país de Panem, dividido en doce distritos controlados por el tiránico Capitolio. Los Juegos del Hambre obligan a dos jóvenes de cada distrito a luchar por su vida en un espectáculo televisado con único vencedor.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
Tras los suicidios de algunos tributos en las últimas ediciones de juegos, los distritos se han comenzado a organizar para una rebelión contra el capitolio. Los cabecillas de la revolución reparten el boletín rebelde, un folleto anónimo que apuesta por la revolución, y en el distrito 13 las fuerzas del ejército se preparan para una guerra inminente. Sin embargo, en el Capitolio, donde todavía persiste la emoción de los recién terminados 79 Juegos del Hambre, extreman las medidas de seguridad y jugarán todas sus cartas para que los rebeldes no se salgan con la suya.
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The story of my life || Charles W. Goldman
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The story of my life || Charles W. Goldman
The man who never lied.
Charlie es una persona extrovertida, pero sin embargo es muy analista, pensativo, a veces manipulador y frío. Sus actitudes son impredecibles y su carácter rebelde, no le gustan las reglas, es muy orgulloso y altanero. Se divierte haciendo enojar a la gente, por lo que no le cae muy bien a todos.
Le teme al ridículo y al fracaso, por lo que se esmera al máximo por conseguir sus objetivos en la vida. Es luchador incansable, y todo lo que desea lo cumple por sus propios méritos. Le gusta llamar la atención de todos cuando entra a un lugar y no quiere pasar desapercibido.
Le gusta andar en skate, la música, las armas, los animales y la tecnología. No le gustan las reglas, el capitolio, la gente que se parece a el en su personalidad y que se rían de él.
Es muy inseguro desde que sus padres murieron, por eso tiene la necesidad de demostrarles a los demás lo que vale. Se ensimisma a menudo, lo que le genera tener un carácter solitario y aleja a la gente de el con su actitud. Siente culpa por la muerte de sus padres, por lo que necesita a alguien que lo comprenda.
Chales tiende a ser muy perfeccionista y detallista, lo que le hace ser muy individualista y cuidadoso con sus cosas. No quiere que nadie se meta en su trabajo. No le gusta demostrar sus sentimientos delante de la gente, tampoco es muy observador.
Le teme al ridículo y al fracaso, por lo que se esmera al máximo por conseguir sus objetivos en la vida. Es luchador incansable, y todo lo que desea lo cumple por sus propios méritos. Le gusta llamar la atención de todos cuando entra a un lugar y no quiere pasar desapercibido.
Le gusta andar en skate, la música, las armas, los animales y la tecnología. No le gustan las reglas, el capitolio, la gente que se parece a el en su personalidad y que se rían de él.
Es muy inseguro desde que sus padres murieron, por eso tiene la necesidad de demostrarles a los demás lo que vale. Se ensimisma a menudo, lo que le genera tener un carácter solitario y aleja a la gente de el con su actitud. Siente culpa por la muerte de sus padres, por lo que necesita a alguien que lo comprenda.
Chales tiende a ser muy perfeccionista y detallista, lo que le hace ser muy individualista y cuidadoso con sus cosas. No quiere que nadie se meta en su trabajo. No le gusta demostrar sus sentimientos delante de la gente, tampoco es muy observador.
Charles W. Goldman- DISTRITO DIEZ.
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Re: The story of my life || Charles W. Goldman
VICTORY TOUR
76º JUEGOS DEL HAMBRE.
76º JUEGOS DEL HAMBRE.
ROLES PASADOS.
# P A R T I C I P A N T E S , ,
- Charles W. Goldman
Bethany A. Cassel
Bonnie Pike
# L U G A R , ,
- GRAN CARPA – Victory Tour
# F E C H A , ,
- 25 de febrero, 2013
# F R A S E , ,
- Ignorado.
# R O L , ,
- Spoiler:
- Charles W. Goldman escribió:Salgo de mi casa apurado; No quiero llegar tarde a la fiesta en el Distrito 9.
Al fin puedo salir de mi castigo y respirar el aire puro y fresco de las Granjas del Distrito. Me dirijo caminando hasta la estación de trenes saludo a cuanta persona se me cruza por delante hasta llegar al fin a la estación.
Miro el tablón de horarios de los trenes y me apresuro a comprar los boletos. ¡Ya es casi la hora! Simplemente espero unos segundos cuando al fin llega el tren con destino al Distrito 9. Muchos son lo que se alborotan para entrar, y de igual manera el tren va casi lleno.
Me subo tranquilamente después de entregar mi boleto y camino por el pasillo hasta encontrar un sitio vacío. Al fin podré conocer gente nueva en el Distrito 9: Ahí se juntará gente de todos los distritos de Panem, va a ser interesante.
Cuando el tren comienza a andar me afirmo en la ventana y poco a poco me voy quedando dormido.Charles W. Goldman escribió:Al fin he llegado al distrito 9. Despierto un poco despeinado en el tren, por lo que me arreglo con la mano mirándome en la ventana. Nada mal -digo en voz alta y me pongo de pie para bajar del tren.
Muy cerca de aquí se ve una enorme carpa en donde se realiza la fiesta. Me estiro el traje con las manos y comienzo a dirigirme a la entrada. Nadie me conoce, por lo que algunos me miran extrañados.
En la fila saludo a todos de forma general. Avanza muy rápido, por lo que pronto llego a la entrada. Un hombre me toma el brazo y me saca sangre con un aparato, para luego sacarme una rápida foto que me deja la vista nublada por unos segundos. Tu nombre -me refunfuña aquel hombre. Yo lo miro extrañado y repite la pregunta: Tu nombre -a lo que respondo con la misma seriedad: Charles Wade Goldman.
Espero que me diga algo, pero simplemente me aparta de la fila para que ingrese al lugar. Todo es enorme, hay tres carpas enormes, en donde supongo que hay mucha comida. Me apresuro a entrar a una de ellas, donde también hay mucha gente.Charles W. Goldman escribió:Entro sigilosamente en la carpa, quedando sorprendido por tanta elegancia y comida servida en las mesas. Nunca había estado en un lugar así, alejado de la granja y las ovejas. Nunca había tenido la oportunidad de comer este tipo de cosas.
Me acerco disimuladamente a una mesa para ver que cosas hay: Sandía en cuadritos, panes de formas extrañas, tortas enormes con mucha crema... Muchas cosas que nunca he probado. Sin que nadie se de cuenta, meto mi dedo indice en la crema de a torta y luego me lo saboreo. Que exquisito.
Me aparto de la mesa y me dirijo la barra de bebidas. Me siento y comienzo a girar en la silla. Que fantástica silla, nunca había estado en una así. La detengo y comienzo a comer unas frutillas que hay en la mesa. Que delicia. Pero esto no es solo comer: También hay mucha gente, gente famosa, como los antiguos ganadores de los Juegos del Hambre, algunos mentores que salen en televisión, etc. No lo puedo creer, yo estoy aquí, metido entre las celebridades. ¿Que va? Ni yo me lo creo.
Me quedo mirando a la gente de los diferentes distritos de Panem que hay distribuidas en las mesas. Todos conversan e incluso algunos ríen. Yo sinceramente no veo cual es el festejo, pero lo bueno es que esta es una instancia de relajo antes de que comiencen los próximos juegos de la masacre.
De pronto me fijo bien; No lo lo creo, por ahí creo que anda Nerwen Riverside con Rho Heavensbee: las antiguas ganadoras de los Juegos. Me quedo un rato mirándolas hasta que un señor me pregunta si me voy a servir algo, yo le respondo: Si, claro. Pero en un momento más. El se aleja y va a servirle un plato a las demás personas.
Esto es de ensueño, pienso mientras me afirmo en la barra y sigo pensando.Charles W. Goldman escribió:Salgo de la carpa lateral derecha con una copa de champaña en la mano, veo al frente los exteriores y me dirijo a una banca.
Me siento y comienzo a observar hacia todos lados. Me siento solo, desconocido, sin razón de estar aquí. No lo sé, creo que nadie me nota. Por un segundo siento que me hablan, pero me equivoco, son dos jóvenes que hablan en una banca cercana a mi.
Me volteo y veo la carpa izquierda. Gente extravagante está ahí, vestidos de manera ridícula a mi parecer. Un hombre alza su copa para hacer un brindis por los Juegos del Hambre. No me imagino que tipo de espectáculo harán el siguiente año.
Luego miro al frente y está la carpa central, una pista de baile y muchas luces. No se como el Capitolio puede permitirse estos lujos, mientras que en los Distritos Bajos, la gente sufre de hambre.
Me fijo en la pareja de al lado y noto que irán a dicha carpa a bailar. Sonrío y simplemente espero que alguien se me acerque. Mi cometido no será cumplido hasta el momento, porque no se me hace fácil hacer amigos muy rápidamente.
Después de pensar en que hacer durante un rato, veo un chica que me llama la atención. Me pongo de pie y me dirijo a la Carpa central.Bethany A. Cassel escribió:Aún con su hermana pequeña en brazos, Bethany entró detrás de su madre a una de las carpas de la fiesta. No pudo evitar frenar en seco al contemplar lo que había ante sus ojos. Las luces, los colores, la gente yendo y viniendo, la comida... Mirase donde mirase veía todo nuevo, reluciente y listo para usarse gratuitamente. Caminó como en un sueño entre la gente, intentando no perder detalle de nada de lo que había a su alrededor y notando cómo su hermana Cosette intentaba bajarse de sus brazos, tan maravillada por lo que veía como ella.
- ¡Bájame, bájame!- repetía una y otra vez señalando cosas, lugares o personas que veía. Bethany sonrió mirando a cada rincón que su hermana señalaba; era increíble cómo la pequeña parecía haber olvidado el pinchazo que la habían hecho a la entrada. A unos poco metros de ella vio a su madre, algo alejada de la multitud pero aparentemente feliz mirando algo o a alguien. Cuando se acercó, Bethany descubrió que a quien miraba era a su otra hermana, Dafne, que al parecer se había encontrado con un grupo de amigas del colegio y no dejaba de hablar con ellas animadamente. Antes de que pudiera poner objeciones, la madre de Bethany cogió a Cosette en brazos. - Ve- dijo con un atisbo de cordura en la mirada de hacía tiempo que no se veía- Diviértete- Bethany abrió la boca para protestar pero su madre la dio la espalda y se alejó con su hija pequeña en brazos. Sin saber muy bien dónde ir, Beth se acercó a la barra de bebidas y se sirvió una bebida que no conocía de sabor dulce. Lanzó un suspiro de pura felicidad y empezó a pasear por la carpa con su vestido rojo, dejándose llevar poco a poco por la música.Charles W. Goldman escribió:Entro desde el exterior, aún pensativo. Comienzo a mirar la pista de baile, las luces, la comida, las chicas, la gente.
Me detengo en la barra de bebidas y me siento a observar. Suspiro y pido un trago. Gracias -le digo al chico luego de recibir la bebida. Él no me responde. Gracias -insisto. Él me mira y solo se da vuelta. No se quien es, pero supongo que no quiere hablar. Me doy vuelta y me sirvo el trago.
Luego de un rato me vuelvo a dar vuelta y hay una nota en la barra que dice: Por nada. Es mi deber. Que extraño, ¿Porqué no me habla y escribe esta nota? La gente del Capitolio es extraña. Aún no entiendo bien. Luego viene una chica y le pido otro trago. Ella me lo pasa y le pregunto: ¿Porqué ese chico no habla? -indicando al muchacho. Es un Avox -me responde la muchacha. ¿Un que? -insisto. Un Avox -dice nuevamente. La miro extrañado, encojo los hombros y me volteo de nuevo. Debe ser como le dicen a los mudos en el Capitolio. Ni idea.
Pronto me distraigo. Veo a una chica y toda mi atención se fija en ella.Bonnie Pike escribió:Esto es increíble. ¡Estoy sin palabras!
Siento la música, la gente, la vida, vibrando en mi cuerpo. Es imposible quedarse quieta, y con una amplia sonrisa, hago un recorrido rápido por la sala. Voy fijándome en las personas, en sus gestos y en sus vestidos extravagantes. ¡Son tan diferentes a mí! Por inercia, busco un rostro familiar entre aquellos tan artificiales, aunque sé que no encontraré ninguno.
Comienza a sonar un ritmo de rumba, ese que tan bien conozco, y que me encanta. Ya es imposible resistirse; mis pies empiezan a juguetear acompasadamente y me conducen en dirección al escenario.
Mi cuerpo está lleno de energía, y la pista palpita el ritmo de la noche.Charles W. Goldman escribió:Pronto pasa la chica, vuelvo a mi copa de jugo, hasta que de pronto veo como otra chica comienza a bailar sola en la pista. Algunos se ríen, pero yo solo me encandilo con su energía.
Pronto comienza la música, me pongo de pie y me dirijo a ella. Hola, ¿Como te llamas? -le pregunto mientras mis pies comienzan a moverse a ritmo de la música junto a ella.
Me responde su nombre y le digo: ¿Bailamos?Bonnie Pike escribió:¡Estoy tan feliz! No puedo parar este baile.
Soy el centro de las miradas, y aunque algunos se burlen, sé que en el fondo me envidian y que les contagio mi alegría.
Por un momento noto que un chico me mira con demasiada atención, pero nada interrumpe mi baile. La música estremece mi cuerpo y mi alma.
El encanto solo es roto por la voz del chico, que pregunta mi nombre. Yo se lo digo, turbada, mientras veo cómo sus pies empiezan a bailar junto a mí, al son de la música.
-¿Bailamos?- es su pregunta.
Pero en un instante todos callan, y la sala se vuelve tan silenciosa que incluso puedo escuchar los latidos de mi corazón agitado. Ha irrumpido Winter, la acompañan sus aires de grandeza. La miro, y el sentimiento de aversión que se apodera de mí se manifiesta en la mueca de mi rostro. La rabia me consume por dentro y nubla mi mente por segundos . No escucho sus palabras, no la miro, no aplaudo cuando termina.
El chico bailarín adelanta unos pasos hacia a mí, y finjo no haberlo notado buscando algo inexistente con la mirada. Ya no quiero bailar más; ahora solo desearía despejarme afuera y tomar algo. Sin embargo, tengo que esperar a que Dylan termine su discurso para no parecer maleducada. No sabría decir el momento en que empezó, y poco me interesa.
Escucho los aplausos y voy directa a la puerta, sin mirar atrás.Bethany A. Cassel escribió:Bethany se sentía en una nube. A pesar de que el motivo por el cual estaba allí no la hacía mucha gracia, no dejaba de maravillarse con las cosas que veía y no era para menos; no todos los días tienes la oportunidad de ir a una fiesta llena de comida gratis y personas de todos los distritos. Volvió a pasarse por la mesa de las bebidas y apoyó su copa en la barra esperando a que la sirviesen otra. Pasados unos minutos se percató de que un chico que había pedido una copa a un avox la estaba mirando. Le sonrió sin saber muy bien qué decir mientras ambos esperaban sus bebidas. Pasó a su lado un chico con aspecto capitoliano que les sonrió a ambos y al que también sonrió. Vivan las sonrisas. Volvió la vista al chico que esperaba en la barra pero éste ya se había ido hacia la pista. Y creía saber por qué. Un sonido irresistible de rumba invadió la carpa y la hizo seguir el ritmo con los pies casi automáticamente. Tomó un sorbo de su copa, volvió a dejarla en la barra y se encaminó hacia la pista casi poseída por la música. A medida que andaba, su vestido rojo de tela ligera iba formando pequeñas olas, dando la sensación de estar rodeada de un mar escarlata. Sin darse cuenta llegó al centro de la pista y comenzó a girar al ritmo de la música hasta que ésta paró de golpe. Miró hacia el escenario y vio a la presidenta preparada para empezar su discurso. Genial. Permaneció callada y atenta a sus palabras. Un escalofrío la recorrió cuando hizo alusión a la suerte y a los juegos y no pudo evitar buscar a Dafne con la mirada. Aquel sería el primer año de su hermana en los juegos y no podía evitar dejar de "protegerla" en cierto modo. Aún así, aplaudió como la que más cuando la presidenta anunció a Dylan y siguió escuchando.Charles W. Goldman escribió:Al no oír respuesta aparente de mi interlocutora, simplemente continúo bailando en medio de la pista. De pronto todos los focos se dirigen al escenario; es la presidenta Winter dando su discurso. Parece estar ahí por obligación, al igual que algunas personas que suben tras de ella. Imagino que no le apetece estar rodeada de gente tan ordinaria como nosotros, pero simplemente es lo que hay.
Dice algunas palabras mientras todos le prestamos atención. Realmente la gente del Capitolio parece muy falsa. Nuevamente veo a aquella chica del vestido rojo, la cual parece muy alegre y festiva. Creo que es agradable, así que doy cinco pasos hacia adelante para acercarme a ella, que mientras la presidenta habla, parece buscar algo con la mirada. Me retracto de hablarle, para no interrumpir su búsqueda. Sin embargo me quedo detrás de ella para ver si nota mi presencia.
Ahora es el turno de hablar del vencedor de los últimos juegos, quién dice unas palabras a las que sinceramente no le doy mayor importancia. Solo comienzo a sentir olores nuevos, la gente. Estoy rodeado de personas, algo no común para mi, ya que vivo solo y prácticamente no tengo amigos más que las ovejas de mi rebaño. Hay olor a rosas, a frutas, a sudor e incluso a perfumes. No creí que la gente en otros distritos tuviera la oportunidad de obtener estas fragancias.
Luego de que todos los discursos terminan, continúa la música y con el primer tono, mis pies vuelven a moverse, es algo innato. Todos en la fiesta están en la pista bailando rumba. Ya sea solos o con pareja, pero simplemente es irresistible. Yo nunca bailo, pero esta música me hipnotiza y no deja que mi cuerpo de controle por si mismo.
Sigo unos minutos más detrás de la chica del vestido rojo, pero aún no se da cuenta de mi presencia, o eso es lo que creo. Sigo mirando hacia todos lados para ver si alguien interesante o famoso aparece. Todos estamos igual, expectantes de lo que puede suceder. Simplemente bailamos y esperamos.Bethany A. Cassel escribió:Bethany permaneció quieta y callada durante el discurso de Dylan. En otras circunstancias habría atravesado la carpa sin pensárselo dos veces para coger un panecillo y saciar su hambre pero sospechaba que no era el momento de pensar en comida. De modo que se limitó a escuchar las palabras del vencedor de aquel año. En cierto modo Dylan le caía bien pero cada vez que le miraba no podía evitar acordarse de los tributos de su distrito, Bourke y Vanille, que habían muerto aquel año. Cuando Dylan habló de las condiciones en las que había estado en los juegos la imagen de su hermana sufriendo, con hambre y muerta de miedo inundó la mente de la joven haciéndola olvidar por un momento dónde estaba. Se estremeció y volvió a buscar a su hermana entre la multitud hasta que la encontró a unos metros delante de ella escuchando los discursos con sus amigas. No podía soportar la idea de que saliese elegida en la Cosecha y que tuviese que alejarse de ella. Apretó los labios y volvió la vista al escenario; no, eso no iba a pasar. No podía permitirse pensar así y menos en una fiesta como aquella. Y menos ella. Alcanzó a oír las últimas palabras que Dylan dedicaba a Samantha y volvió a sonreír. Por fin un tema alegre. Cuando el vencedor terminó de hablar. Bethany comenzó a aplaudir junto con el resto de invitados y se dirigió sin pensárselo dos veces a la mesa de comida. Al llegar a la mesa tuvo la sensación de que alguien la seguía pero ese pensamiento fue rápidamente sustituido por una fuente llena de fresas.
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# P A R T I C I P A N T E S , ,
- Charlie W. Goldman
Oliver Undersee
# L U G A R , ,
- GRAN CARPA – Victory Tour
# F E C H A , ,
- 28 de febrero, 2013
# F R A S E , ,
- "Un gusto conocerte."
# R O L , ,
- Spoiler:
- Oliver Undersee escribió:Cuando salió de su vieja casa en el Distrito 11 y empezó a caminar hasta la estación de trenes, pensaba que su tío estaba equivocado, que por ir a ese tonto baile en el Distrito 9, nada cambiaría. Sus padres ya no estaban, y nada podía consolarlo.
Subió al tren con gran lentitud, mientras la gente se abalanzaba para pasar. Una señora lo empujó y a él se le cayeron sus gafas. No dijo nada, para ser respetuoso, pero en su interior maldecía a la señora maleducada. Fíjese más a la próxima, vieja maldita -repasó en su mente reiteradas veces hasta que se calmó y volvió a su habitual mirada angelical. ¿Está bien? -le dijo en cambio a la señora. ¿Que te importa? Mocoso -le respondió la enojada señora. Esta gente de hoy en día no respeta. Si mi madre estuviese aquí esto no ocurriría -pensó Oliver con nostalgia. Dudo un momento sobre ir o no a la fiesta, pero cuando se dio cuenta, el tren ya había partido.
Recogió apresuradamente sus gafas y avanzó por el tren mientras se las acomodaba. Llegó a un vagón lleno de niños de su misma edad y emprendió su viaje.
Al llegar a su destino, bajó del tren y con su paso lento prosiguió caminando hacia la entrada de la fiesta. La carpa se veía de lejos, por lo que no tuvo que preguntar adonde era. Aún dudaba si debía estar ahí, pero la decisión, sin querer, ya estaba tomada.
Al llegar a la entrada había una fila, con agentes de la paz y personas de todos los distritos. No tardó en avanzar y Oliver llegó a la puerta, en donde le extrajeron una muestra de sangre, y aturdiendolo por unos segundos, le tomaron una fotografía. Su nombre -le exclamó un pacificador en la entrada. Oliver Undersee -respondió el muchacho mientras se dirigía hacia dentro de la fiesta.Oliver Undersee escribió:Al salir de la fila, se tambalea un poco hasta llegar cerca de un poste, donde recupera su postura y comienza su camino. Confundido por las luces y destellos, simplemente sigue unas voces y camina hacia la carpa más grande.
Entra aún cegado por la luz, se quita sus lentes y los desempaña. Los vuelve a poner en su lugar mientras se acerca a una mesa con comida. Todo le recuerda a su madre; aquellos panecillos del distrito 11, que su madre de vez en cuando horneaba en casa, aquellas pastas de vegetales que tanto le gustaban. Todo parecía estar relacionado con ella.
Sus ojos se llenan de lágrimas de un momento a otro, en el que decide abandonar la carpa. Sus pies van lentamente llegando a la puerta, cuando escucha a la presidenta de Panem hablar en el escenario. Se voltea a verla, y entre la confusión se tropieza y cae entre las patas de la mesa.
Se sonroja inmediatamente y comienza a ponerse de pie mientras limpia su traje. Que vergüenza. Espero que nadie me haya visto. -susurra para si mismo. Intenta disimular su caída, escabulléndose entre la multitud que escucha atentamente a Dylan E. Winslet, el ganador de 76º Juegos del Hambre.
Al comenzar la música, intenta irse de la pista, para no pasar más vergüenza, pero el ritmo es tan contagioso que no puede no bailar. Se sonroja cada vez más, mientras sus pies se mueven más rápido aún. No puede evitarlo.
En su mente está haciendo el ridículo, al igual que todo el resto que baila. Pero su cuerpo dice lo contrario, y simplemente no puede detenerse. Su ritmo es mágico y desconocido aún para él. Ni siquiera tiene pareja, pero aún así baila.
Entre tanto bailoteo, tropieza de pronto otra vez, pero ahora cae encima de alguien... Un muchacho que lo mira con cara de odio. ¿Que ha hecho? Acaba de llegar y ya se ha ganado un enemigo fortuito. Trata de disculparse, pero las palabras no le salen. Simplemente calla mientras que el chico intenta salirse del embrollo, ya que algunos de los presentes los miran con burla.Charles W. Goldman escribió:Continuamos en el constante baile hipnotizante y cada vez más gente se nos une. Simplemente es inevitable. Baila sin control, sin fijarme ni quiera quién está a mi lado. No hay nada que hacer más que mover los pies y bailar.
En ese momento, llega un chico un poco extraño. Es un poco más bajo que el resto, de lentes y cabellera negra. Sus pies se mueven sin control, al igual que el del resto de nosotros. Pero el destaca por sus movimientos extraños y divertidos.
De pronto, todos nos tomamos de la ropa y hacemos una fila mientras bailamos y cantamos la conga. Según mi punto de vista, más de alguno se debe estar burlando, pero no es así. Simplemente bailamos. Luego de un rato, se desarma dicha fila y volvemos a bailar entre todos. En ese momento, el chico de las gafas tropieza con los pies de los demás y cae encima mio: Que vergüenza. Todos nos observan. Por primera vez que me ven en sus vidas, y estoy en el suelo con un niño encima. Intento ponerme de pie, pero el muchacho lo impide sin querer. Lo miro con desesperación, mientras él parece confundido. Algunos de los presentes se reían de nosotros, y nadie nos ayudó a ponernos de pie.
Aún con vergüenza nos ayudamos a pararnos y sonrojado salí de la carpa. Cuando ya estaba afuera me dí cuenta que el chico aún estaba adentro, un poco desorientado. Lo llame hacia afuera, pero el no me contestó. Tuve que entrar rápidamente hacia él, lo tomé del brazo y lo llevé hacia afuera. No te quedes ahí parado -le dije mientras lo arrastraba hacia los exteriores. Llegamos a una banca, donde comencé a limpiar mis pantalones.Oliver Undersee escribió:Todos miran a Oliver y el muchacho en el piso. Algunos se burlan de ellos. Que torpe soy. No puedo ni moverme. No conozco a nadie, y peor aún: ya me hice una reputación. No es posible. -piensa Oli mientras permanece inmóvil.
El muchacho logra poner de pie a Oli por debajo de él y luego se para con dificultad. Oli mira a todos los presentes con asombro, mientras ellos se continúan burlando de su torpeza. El muchacho ya salió de la carpa, mientras él continúa perplejo con la situación. No sabe que hacer en un momento así. Se va sonrojando poco a poco, cuando de pronto siente una mano tibia en su pequeño brazo. No te quedes ahí parado. -escucha del otro muchacho que lo jala del brazo. Mira con confusión al chico, ya que él lo ha tirado al piso, y sin embargo lo salva de la humillación. Continúa mirándolo con asombro mientras el otro se limpia su pantalón en una banca.
Gracias. -es lo único que puede articular Oli en ese momento. Aún continúa asombrado por la actitud de su acompañante. Él jamás puso pensar que alguien hiciera eso por él. Más bien después de haberlo botado en frente de todos en la fiesta. Co... co... ¿Cómo te llamas? -le pregunta Oli, aún inseguro. Yo soy Oli. Mucho gusto. Gracias por lo de adentro.
Se sienta y queda mirando al chico con admiración. Parecen de la misma edad, pero Oli tiene cara de ser menor, por su inocencia y ternura innata. No sabe como responder a su compañero, ya que no lo conoce y no sabe como reaccionará debido al accidente que ocurrió hace unos minutos. Eh! ¿Me oyes? -es lo último que dice Oli antes de que el muchacho le responda.Charles W. Goldman escribió:Continúo limpiando mis pantalones sucios, mientras ignoro al muchacho que lo ha provocado para no enojarme con él. Intento calmarme; mi intención al venir aquí fue hacer amigos, no lo contrario. Solo pienso en eso mientras el chico sigue hablándome. Prefiero ni mirarlo, porque se que me enfureceré con el y esa no es mi idea. Escucho que me da las gracias y que me pregunta mi nombre, mientras yo continúo ignorándolo. No quiero hablarle, prefiero calmarme del todo antes de hacer algo que luego preferiría no haber hecho. Se que no fue su culpa, pero igual me siento mal por haber quedado en ridículo. Saco apresuradamente las conclusiones que podrían provocar mis actos:Las personas que hay adentro de esa fiesta no se harán mis amigas por lo que acaba de suceder con la caída, por lo que si golpeo al muchacho no seré amigo ni de ellos ni el él. En cambio, si soy amable con el chico, puede ser mi única oportunidad de hacer amistades dentro de este lugar.
No te preocupes, Oliver. No pasa nada -le digo mientras aún intento controlar mi temperamento. Mi nombre es Charles, pero me puedes decir Charlie. -hago un intento por ser amistoso. ¿De que distrito eres, Oli? -le pregunto mientras intento parecer interesado. Yo soy del distrito 10. Puedes visitarme cuando quieras.Oliver Undersee escribió:No te preocupes, Oliver. No pasa nada. -son las primeras palabras que oye de su acompañante. Parece ser amigable y le inspira confianza. Aunque se nota que aún está un poco enojado por su pantalón, el cual refriega con fuerza. Mi nombre es Charles, pero me puedes decir Charlie. -continúa el muchacho, que cada vez parece ser más confiable. Ho... ho... Hola Charlie. -tartamudea Oli. ¿De que distrito eres, Oli? -le pregunta Charles. Del distrito 11. ¿Y tu? -le dice Oliver, entrando cada vez en más confianza. Yo soy del distrito 10. Puedes visitarme cuando quieras. -le responde Charles con aún más simpatía. A Oliver le brillan los ojos de la emoción al haber encontrado un nuevo amigo.
¿Y que te trae por aquí? -le pregunta Oli para entrar en ambiente. Ah, yo he venido por que mi tío me ha enviado. -le dice con cierta tristeza. Si, pero la fiesta es para disfrutar. -le comenta mientras se ríen. Que bueno conocerte, Charles. Me pareces muy simpático.
Cada vez que Oli escuchaba una nueva palabra de Charlie, su corazón latía más fuerte. Hacía meses que no tenía una relación de amistad cercana más que con su tío. Le invadían emociones en este momento: desde vergüenza hasta alegría, pero aún no lograba confiar cien por ciento en él. Algo presentía que no andaba bien.Charles W. Goldman escribió:Sin querer, voy tomándole un poco de confianza a Oliver, es algo que él inspira con su personalidad. De pronto siento que podría incluso ser un buen amigo.- ¿Y que te trae por aquí? -me pregunta Oliver.
- Bueno, vine para conocer gente nueva -le confieso algo nervioso. ¿Y tu?
- Ah, yo he venido por que mi tío me ha enviado. -me dice con cierta tristeza en su respuesta.
- Pero no estés triste. -le digo, sin saber muy bien lo que le pasa.
- Si, pero la fiesta es para disfrutar. -me comenta entre risas, por lo que río también.
- Así es. -le confirmo.
- Que bueno conocerte, Charles. Me pareces muy simpático. -me confiesa un poco nervioso. Me parece extraño, porque para mi también es algo bueno conocerlo.
- Tu también eres muy simpático Oliver. A mi me cuesta hacer amigos, pero siento confianza contigo. -era cierto, sentía una vibra especial en este niño. No sabía que era, pero siento que podemos ser grandes amigos. ¿Cuántos años tienes? -le pregunté a Oliver, quién parecía ser menor que yo.
Oliver Undersee escribió:¿Cuantos años tienes? -le preguntó Charles. Quince. ¿Y tú? -le dijo Oliver, mientras él lo miró sorprendido y le respondió. Tienen la misma edad, pero a decir verdad, Charles parece mucho mayor que Oliver, ya que Oliver tiene apariencia más infantil.
¿Con quién vives, Charlie? -le preguntó Oliver. Charles le respondió y Oli le dijo: ¿En serio? Yo vivo con mi tío. ¿Y porqué no vives con tus padres? -le preguntó extrañado. Al conocer la respuesta, Oli soltó en llanto. La historia de Charles le recordó a sus propios padres y también le contó lo sucedido entre lágrimas:
Un día en que yo estaba enfermo y en cama, era el cumpleaños de la hermana de mamá y yo no podía asistir. Le dije a mamá que me quedaría en casa con mi tío, y que ella fuera a casa de su hermana con papá.
Ese día hubo un incendio en casa de la familia de mi madre, en donde murieron todos los que estaban en la casa, incluidos mis padres. Sucedió todo hace muy poco. Aún estoy triste y un poco sensible, y es por eso que vine aquí; para despejarme un rato de mis pensamientos. Cada vez que los recuerdo, me da un tristeza enorme.
Al terminar de hablar, Oli no pudo controlar el llanto y se afirmó en Charles para llorar. Perdóname Charles, pero aún no lo he superado. Sintiendo el apoyo de su nuevo amigo, pudo sentirse un poco mejor, por lo menos durante un momento.Charles W. Goldman escribió:¿Cuantos años tienes? -le pregunté a Oliver, quién parecía ser menor que yo. Quince. ¿Y tú? -me respondió. Me sorprendió, pues yo creía que era menor. Oh, yo también tengo quince, pero creí que eras menor. Oliver se sintió un poco incómodo y me preguntó: ¿Con quién vives, Charlie? Yo le conteste que vivía solo, y el me dijo extrañado: ¿En serio? Yo vivo con mi tío. ¿Y porqué no vives con tus padres? Yo le contesté con frialdad:
A los 10 años mis padres murieron a causa de un choque automovilístico cuando me llevaban hasta mi cumpleaños.
Tengo una hermana, Samantha, con la que no me llevo muy bien. Ya sabes; ella me culpa a mi del accidente de mis padres y nos distanciamos
Al terminar de decirle eso, Oliver se puso a llorar inmediatamente, mientras me contó su historia. Sus padres murieron en un incendio hace muy poco en el cumpleaños de su tía, al que el no fue por estar enfermo. Lo debo admitir; su historia me dio un poco de tristeza, más bien que el es muy infantil y no sabe como sobrellevar esto.
Cuando terminó de hablar, estaba llorando mucho y muy fuerte. Yo no sabía que hacer, ya que nunca he sido bueno para consolar a la gente. Él me abrazó mientras lloraba y se afirmaba en mi hombro. Si hubiese sido otro, lo hubiese insultado probablemente, pero su llanto desenfadado me provocó ternura y sacó mi lado paternal. Lo mantuve en mi hombro durante un rato, hasta que se calmó y luego le dije: Debes superarlo. Me quedó mirando con su cara de pena y le volví a decir: ¡Vamos! Levanta el ánimo. Se fuerte, tu puedes.Oliver Undersee escribió:Después de pasar un rato enjugando sus lágrimas sobre la chaqueta de Charles, Oliver se pone de pie y con un ánimo cambiante dice: Vamos, no te quedes ahí. La fiesta continúa. Agarra de la mano a su amigo y lo obliga a también ponerse de pie. Vamos -insiste. Ambos muchachos se dirigen a la carpa central cuando de pronto un pleito se ha generado en sus propias narices. Una chica alta, rubia, con mucha pintura al rededor de los ojos ha encarado a un muchacho, también alto, de cabello castaño claro y con actitud desafiante. Al parecer, el chico ha besado a otra niña que está sentada en la banca con su novio, ambos rubios.
Con la actitud compasiva y comprensiva de Oli, se acerca tímidamente a la muchacha que está con su "novio", se sienta al lado de ella y le pregunta: ¿Están bien? Es obvio que Oli no puede hacer mucho más que preguntarles eso, ya que por su contextura física, ve difícil poder enfrentarse al besador. Charles está de pie junto a la banca, mirando lo que sucede. Parece ser muy analítico con lo que hace, por lo que no interviene mucho en la situación. Cuando ve que Oli lo mira, se acerca también a la banca para incorporarse.
Oliver vuelve a mirar a la chica y le dice: ¿Cómo te llamas? La chica lo mira extrañada y le responde con amabilidad. Oli se sorprende con el apellido de la muchacha y entre tartamudeos responde: Y... yo... yo... yo soy Oliver. -tarda en decir. - Oliver Undersee. Ambos se miran más fijamente que nunca, se acercan y se comienzan a hacer preguntas. - ¿Y que te trae por aquí? -me pregunta Oliver.
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- Charles W. Goldman escribió:Consuelo a Oliver durante un buen rato, hasta que por fin se seca sus lágrimas en mi chaqueta y se pone de pie. Vamos, no te quedes ahí. La fiesta continúa. -dice mientras me tironea del brazo. Vamos. -continúa. Le hago caso y comenzamos a caminar en dirección a la carpa central. Nos topamos con mucha gente que entra y sale de las carpas en todas direcciones. Me desoriento un poco hasta que Oli me suelta de la mano y va donde una pareja de rubios.
Tardo en darme cuenta de la situación. Una agente de la paz regaña a un chico que ha besado a la muchacha de la pareja en la banca. Es un lío tremendo, y Oli se ha ido a meter. Me da una mirada acusadora para que me acerque, y sin ánimos, lo hago. Cuando llego a la banca, Oli conversa con la muchacha. Se le da bien hacer amigos nuevos. Comienzan a charlar y a preguntarse cosas, tal como lo hizo conmigo. No me quiero entrometer en la conversación, así que solo me quedo parado al lado de la banca, mirando.
Se preguntan sus nombres, y ¡Bingo! Coincidencia de apellidos. Undersee. Se miran raro y comienzan a hacerse más preguntas. A esa altura de la conversación, tomo asiento para que no se me duerman los pies y comienzo a analizar la situación. El novio de la chica aún no hace nada, ni para bien ni para mal. Solo sentado ahí, atónito. Por lo que mi atención se fija en el chico que la ha besado. Sin duda alguna posee una personalidad extraordinaria. Me pongo de pie sin que nadie me note y me acerco al chico. Lo miro mientras el está ahí, simplemente de pie. Hola -le digo. ¿Que haces? No se si me responderá o no, si será grosero o amable. Nada se puede esperar de él, por que no lo conozco. Simplemente es él. Él chico que ha besado a la rubia comprometida en la banca. Y yo... yo soy el chico al que nadie conoce.Tom Pierce escribió:Madge se separó de mí violentamente, y tal como ya había imaginado me gritó un par de cosas, no presté atención a lo que dijo, sólo oía su voz chillona de fondo, puse los ojos en blanco, aburrido de que me gritaran o me sermonearan acerca de lo que podía o no podía hacer. Me decepcionó que su acompañante no empezara una pelea. Ya había supuesto antes que era un insustancial, pero no había conjeturado hasta qué extremo.
Una persona vino rápidamente a intervenir, era ni más ni menos que la chica a la que yo había estado refiriéndome toda la noche como la chica sexy, me dijo que me apartase de Madge y me arrastró hacia un banco. Me trató como si fuera tonto, estaba borracho, no era retrasado. Pero no me enfadó. Me hizo una advertencia en plan sexy, haciendo honor a su nuevo mote, que más que una advertencia pareció una insinuación. No tardó en largarse. Seguí con la mirada su camino, hasta que de pronto aparecieron dos mocosos.
”Pero, ¿qué coño pasa ahora?”, me mareó lo rápido que estaba pasando todo. Uno de ellos se acercó a mí. Me saludó, puse mi mirada aburrida sobre él, y me preguntó qué hacía. Patético, menudo pardillo.
-Recoger florecillas en el bosque, no te jode.-Puse los ojos en blanco. Me levanté del banco y caminé rumbo a las carpas. –Aparta. - Dije con un tono borde, seco y cansado al pasar a su lado.Charles W. Goldman escribió:Al escuchar su respuesta, casi caí de la risa. ¿Cómo podía ser así? Ese chico estaba zafado. Me hice un lado mientras el siguió caminando. Ya sabía que hacías. Solo quería charlar contigo. Por lo solo y ebrio que estás. El chico continúo tambaleándose en el camino y yo me apresuré a sujetarlo antes de que se cayera, lo que no sucedió. Me miro indiferente y un poco molesto. Mejor siéntate -lo tomé del brazo e insistí. En cualquier momento te caes.
No parecía ser muy amistoso, como Oliver o cualquiera aquí en la fiesta. Tampoco yo lo era, por lo que no podía juzgarlo. A lo mejor era de un distrito medio, o alto y por eso era tan altanero. Pero yo no era así: Me llamo Charles -le dije extendiendo mi mano. ¿Tu quién eres? -insistí, oponiéndome a su resistencia. Su hálito alcohólico era muy fuerte y el estaba vulnerable. Mire hacia atrás y vi que Oli aún hablaba con la chica... ¿Madge se llamaba? Ni lo recuerdo muy bien, pero le dije: ¿Y que pasaba con Madge? Los vi hace un rato charlando por aquí y ahora son casi enemigos. Creo que su intención fue hacer una broma de mal gusto o un altercado, por lo que parece ser un busca pleito o algo parecido.
Insistí en conversar con él. No se porqué me pareció que era una persona interesante. Tal vez me equivoque. ¿De donde eres? -rematé.Tom Pierce escribió:No contento con la respuesta borde sutilmente pensada para que me dejase en paz, el mocoso me persiguió acribillándome a preguntas y comentarios que ignoré. Por Dios, no se callaba. Su molesta voz sonaba como una mosca detrás de mí oreja. Bufé.
Intenté continuar con mi camino, pero sentí como me agarraba del brazo. Por reflejos, le aparté bruscamente y le dediqué mi más intensa mirada hostil.
–Y, ¿ahora qué quieres? -Pregunté con tono irónico. Ignoró lo que le dije y continuó con su monologo, ahora tocaba sesión de preguntas, por lo que parecía. Alcé una ceja, ¿Esto era una broma, o me lo estaba diciendo en serio?
-Si has venido a hablar conmigo con la intención de hacer un amiguito te equivocas de persona.-Hice un gesto exagerado que pretendía ser una sonrisa, intenté ser lo más directo que pude, ya que parecía que con él las sutilezas con él no funcionaban.Bonnie Pike escribió:Después de pasar un rato aburrido en la carpa central, me dejo caer nuevamente por los exteriores con la vaga esperanza de encontrar algo interesante.
Había oído algo acerca de una pelea o una discusión. No me interesan lo más mínimo las peleas de borrachos, si era lo que estaba pasando fuera, pero sé que adentro no voy a encontrar nada más entretenido que esto, así que me acerco un poco para ver de qué se trata.
“Vaya por Dios, si es ese chico grosero montando el número otra vez. Y mira por donde, esta vez le ha tocado aguantarlo a aquel chico que quiso bailar conmigo antes.”
Distraída, veo cómo el joven desagradable mal contesta al otro muchacho, mientras él trata de ser amable. La situación es más que humillante para el bailarín patoso, pero este continúa insistiendo.
Me parece ver como el chico rudo empuja a mi nuevo admirador favorito. Esto ya es el colmo, y no pienso permitirlo. Rápidamente me interpongo entre los dos, y digo mirando al bruto con desprecio:
- ¿Por qué no le dejas ya en paz?Charles W. Goldman escribió:Luego el me dijo que lo dejara. Yo solo quería que estuviera sentado porque con lo borracho que estaba, pronto iba a caer. Con su aliento asqueroso se acercó a mi y me dijo: Si has venido a hablar conmigo con la intención de hacer un amiguito te equivocas de persona -luego sonrío y dejo entre ver sus dientes amarillentos. De pronto y de la nada, apareció una chica, con la cual bailé hace un rato en la fiesta. Se interpuso entre nosotros, diciéndole al muchacho que me dejara en paz. Ahora si que no entendí nada.
Me sonrojé lo suficiente y simplemente aparte cuidadosamente a la muchacha. Tomé del hombro al chico y con fuerzas de flaqueza le dije: Cuídate. Solo eso. Por un momento pensé que sonó como una amenaza, pero solo era para que se cuidara de los golpes y del alcohol. Luego me dirigí a la muchacha y le dije: Gracias, pero puedo defenderme solo. Aunque ni siquiera necesitaba defenderme de el borrachín. Ella tenía la boca entre abierta, que también emanaba un hálito alcohólico. ¿La fiesta de los borrachos? -pensé. La tomé de la cintura y la conduje a una banca cercana, mientras el borrachín baboso seguía hablando incoherencias.
Siéntate -le insistí a la dama. No debes andar tomando por ahí. Saqué una botella pequeña con agua que guardaba siempre en mis bolsillos. Toma -le dije ofreciéndole la botella.Tom Pierce escribió:La chica del vestido rojo apareció otra vez. "La que faltaba" pensé, y me reí de la situación, todo era muy absurdo. Estaba claro que no me iban a dejar en paz. Esta vez se puso entre mi patético acosador y yo.
Agradecí enormemente lo que hizo, porque consiguió que me deshiciese de Charles. Lo último que necesitaba yo esa noche era que un desconocido viniese preguntándome por mis cosas. Sonreí con malicia cuando vi como Charles agarraba a la chica de la cintura. La muchacha era, por mi experiencia, superficial y muy arrogante. Apostaría lo que fuera a que sólo me había encarado para llamar la atención y buscar pelea conmigo. Me reí mientras retomé mi camino hacia las carpas, me reí pensando en cómo haría esa chica para escapar de la situación que ella misma se había buscado.
Me di cuenta de cómo el efecto del alcohol había bajado en mí. Pensé en tomarme otra copa para solucionarlo.Bonnie Pike escribió:Mi pregunta no halla respuesta, y para mi sorpresa, el chico bailarín da por finalizada la conversación pacíficamente, con tan solo tres palabras. Tras ellas se dirige hacia mí diciendo:
-Gracias, pero puedo defenderme solo. Aunque ni siquiera necesitaba defenderme del borrachín.
En realidad, yo no lo he hecho por defenderle, sino porque, sencillamente, me repugna aquel tipo estúpido que tanto disfrutaba humillando al resto de la gente.
Es gracioso que este muchacho se haga el héroe ante mí, cuando en realidad la situación le estaba poniendo bastante en ridículo.
-¿Estás seguro? –Digo, arqueando una ceja. –Parecía que la
situación se te escapaba de las manos.
Dejo que me conduzca a un banco cercano, donde insiste en que me siente y me ofrece una botella pequeña con un líquido transparente que saca de su bolsillo. Parece agua, pero no estoy segura, así que la rechazo sin darle importancia.
-Dime… -Él me dice su nombre. – Charles. ¿Qué te pasa con ese idiota?Charles W. Goldman escribió:La verdad es que parece que a esta chica tampoco le agrado. Me pregunta que me pasa con Tom y yo simplemente le digo: Nada, solo estaba ahí, diciéndole que se siente para que no caiga de culo en cualquier parte. Y como sabrás... los borrachos son muy temperamentales La quedé mirando mientras ella procesaba lo que le decía.
¿Sabes? -le dije. Creo que la gente que ha venido a la fiesta, es más falsa aún que la gente del capitolio Tu, por ejemplo -pensé. No sería adecuado decirle eso, así que simplemente la dejé sentada. Me puse de pie y me miraba desorientada. Mira... ¿Tonnie? -no recordaba su nombre. Saqué un chocolate de mi bolsillo y se lo entregue. Toma Me puse en marcha hasta la banca de mi amigo Oli otra vez. No quería saber más de esta gente tan rara.
Creo que los chicos borrachos están locos -pensé mientras me alejaba.Bonnie Pike escribió:Charles no me contesta nada en concreto. Se queda mirándome pensativo, y no puedo evitar pensar en que su expresión es similar a la de un cordero.
-Creo que la gente que ha venido a la fiesta, es más falsa aún que la gente del capitolio. -Dice.
Me reprimo. ¡De modo que piensa que soy una falsa! Es muy simple si pensó que no captaría el sentido de sus palabras. Callo, y me limito a mirarle, crispada.
Se pone de pie, y me entrega un chocolate que saca de su bolsillo mágico de Doraemon –apostaría a que lleva sus calzoncillos de repuesto ahí dentro.
- Mira... ¿Tonnie? –Comienza.
Ni siquiera tiene la delicadeza de aprenderse mi nombre. ‘Menudo zoquete´ pienso amargamente.
El chico hace el amago de retirarse, y antes de que se marche, manifiesto alto y claro: -Mi nombre es Bonnie. ¡Gracias por recordarlo, majo! – Y sonrío irónicamente.
Veo cómo él se reúne con ese crío del que no se ha despegado durante toda la fiesta.
Abro la chocolatina que tengo en la mano y tomo una porción, mientras observo al resto de los invitados. Entre ellos encuentro a Gwen, la chica de mi distrito, con actitud aburrida mientras tatarea una canción.
Miro hacia otro lado. No me gustaría encontrarme a nadie de mi propio distrito en estos momentos.
Última edición por Charles W. Goldman el Dom 17 Mar 2013, 06:38, editado 1 vez
Charles W. Goldman- DISTRITO DIEZ.
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Re: The story of my life || Charles W. Goldman
VICTORY TOUR
76º JUEGOS DEL HAMBRE.
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- Gwen C. Birnbaum escribió:Tomé una copa de lo que parecía ser vino. No lo había probado nunca, había mucha gente en la carpa principal, así que salí caminando a los exteriores que estaban considerablemente vacíos. Todos se divertían, menos yo. Había visto un par de personas de mi Distrito andando de aquí para allá, pero a ninguno le hablaba. Es más solo había cruzado miradas con ellos un par de veces y no exagero. En el Distrito suelo desaparecerme y alejarme del grupo con el que supuestamente trabajo, no me gusta la gente. Miré la copa y vi el líquido. Empecé a agitarlo, a darle vueltas. No se me antojaba, me parecía desagradable al igual que por el olor. Caminé hacia a un lado en busca de un asiento mientras se me revolvía un poco el cabello.
"Vaya aburrimiento. Al menos en este momento estaría en mi casa haciendo algo más interesante." Pensé. Suspire con pesadez. Mi cabello se comenzaba a enredar, molesta lo coloqué detrás de mi oreja. A decir verdad no entendía por que había accedido a venir, sencillamente pude haber ignorado a mi madre e irme a caminar por otro lado. El dedo índice de mi mano derecha se trasladó a mi labio inferior y se mantuvo ahí por cinco minutos aproximadamente, una maña que he tenido desde pequeña.
Comencé a tatarear una canción en tono bajo, claro, una vez que estaba ya alejada de todos. Seguía jugando con el líquido dentro de la copa, por momentos levantaba la vista e intentaba grabar en mi mente los rostros de las personas, era difícil, tomando en cuenta que me encontraba lejos de todos. Inflé las mejillas y por fin le di un ligero trago a la copa. No sabía mal. Para cuando me di cuenta ya no había más, así que puse a un lado la copa y seguí mirando a los demás con mala cara.Charles W. Goldman escribió:Llegue a la banca de Oli y la pareja feliz. Al parecer ni notaron mi presencia, más que Oliver mirando hacia atrás y sonriendo. Le sonreí de vuelta y se volteó hacia la muchacha. Conversaban y reían, felices de la vida. Mientras yo tarareaba la canción que se escuchaba de fondo. Pensando que esta sería, probablemente mi primera y última fiesta en la vida. Todos disfrutaban lo que sería una velada mágica, y lo era. Pero en mi no cumplía esa función. Cada vez me resignaba más a ser un viejo solitario y amargado por el resto de mi vida, que corta sería, por lo pronto.
Miré hacia todos lados. La vida de todos parecía muy resuelta. Los chicos y las chicas borrachos, desorientados, peleados, ligando, conociéndose. Todos, excepto ella... una chica que miraba el contenido de su copa. Lo bebió y comenzó también a observar hacia todos lados. Me miró con mala cara, mientras yo, estúpidamente la salude con la mano, acompañado de una sonrisa.
Sentí la necesidad de acercarme a ella. Pero ya era suficiente de hacer de payaso, metiéndome en la vida de los demás: Tom, Bonnie y ahora, ella. Me puse de pie y me fui a los arbustos de atrás. Ella seguía mirando un punto fijo. No sabía si era a mi o a alguna otra cosa. En cualquier caso, me afirme en un poste y comencé a tararear de vuelta la canción pegajosa de la fiesta. Tenía ganas de hacer el loco como el resto, embriagarme y dar vueltas por mi cabeza. Pero tristemente no tenía el valor para hacerlo solo, y Oli estaba demasiado ocupado para prestarme atención. Sonreí al aire y me quedé mirando a la chica de la banca del frente.Gwen C. Birnbaum escribió:Miré con impaciencia el lugar, un chico pensó que lo miraba a él y me saludó, no hice nada solo me quedé ahí mirando el árbol que estaba detrás de él. De pronto una mano jaló mi copa, antes de que la levantara de la banca donde estaba tomé la mano del chico, el cual llevaba un cuatro copas vacías -Oye ¿me podrías traer otra copa de vino, por favor?- El asintió mientras acomodaba la copa a un lado de las demás entre sus brazo. Yo miré al chico de un rato a atrás y me dirigí nuevamente al otro -Bueno, que sean dos por favor.- Sonreí y regresé a mi mundo.
No pasaron ni cinco minutos cuando el chico de las copas estaba frente a mi con dos copas en la manó, me las acercó y yo hice una inclinación en agradecimiento. Tomé las copas y me acerqué al chico del saludo. Extendí mi mano derecha y le entregué la copa.
-Valiente de tu parte saludar a una amargada desconocida solitaria- Le dije soltando en seguida un suspiro -Mi nombre es Gwen Birnmaun...Soy del 7- Le dije en un tono cortante, en ese momento no quería hablar nada más sobre mi. Fijé mis ojos un par de segundos en los de él y bebí un trago de vino, retiré con brusquedad mi mirada y vi a una chica de mi Distrito, si no mal recordaba se llamaba Bonnie, iba en mi clase, a mi parecer era buena chica, no me desagradaba, quizá pronto me acercaría a ella.
Me terminé la copa rápidamente y sentí cierta quemazón en mi garganta. Cerré los ojos un momento y en seguida sacudí mi cabeza para después abrir nuevamente los ojos. No había sido la sensación más agradable, pero no era tampoco la más desagradable. Le sonreí nuevamente al chico, pero ahora 'dulcemente' -¿No vas a beber? No te hará daño solo beber esta vez- Le dije juguetona, le guiñé el ojo mientras buscaba al chico que llevaba las copas de aquí para allá para pedirle otra.Charles W. Goldman escribió:De pronto, la chica que miraba a un punto fijo se dirigió hacia mi con dos copas del líquido purpura que andaban repartiendo por ahí. Valiente de tu parte saludar a una amargada desconocida solitaria- me dijo con un suspiro. No te ves amargada -le dije. Solo... solitaria. Como yo, pensé.
Mi nombre es Gwen Birnmaun... Soy del 7 -respondió en un tono cortante. Yo soy Charles. Del 10. Nos miramos a los ojos y bebió un trago de vino. Yo la quedé mirando sorprendido por la cantidad de vino que podía soportar sin parecer borracha, como Tom y Bonnie.
Se terminó la copa, cerró los ojos un momento y en seguida sacudió la cabeza para después abrir nuevamente los ojos. Me sonrió nuevamente con una mirada dulce, y dijo: ¿No vas a beber? -la quedé mirando con cara de negación y luego continuo: No te hará daño solo beber esta vez. Me miró juguetonamente y me guiñó el ojo mientras buscaba al chico que llevaba las copas para pedirle otra. Está bien -pensé. Una sola no me hará daño. Recibí la copa y tome un sorbo junto con ella.
Luego de unos minutos, continuaba bebiendo junto a mi nueva amiga. Era una mala influencia para mi, pero ¿Que va? Todos estaban embriagándose por aquí y por allá. Eructé. Ella me quedó mirando sorprendida y me sonrojé. No debí haberlo hecho -pensé. Que mala impresión iba a causar. Pero no fue así: ella me miró e hizo lo mismo. Nos reímos por un buen rato mientras seguíamos bebiendo.
No me hará mal -brindé por última vez luego de tomarme unas cuantas copas y me desvanecí en los brazos de mi compañera. Sabía que no debía. La adicción está en mis venas. Una y ya era una bomba de tiempo a punto de explotar. A los 5 minutos desperté y aún estaba Gwen a mi lado. Comenzó a hablarme, pero no entendía aún muy bien lo que decía. Quiero otra -fue lo primero que exclame al abrir los ojos por completo.Gwen C. Birnbaum escribió:Solté una carcajada cuando el chico se dejó caer en mis brazos, era gracioso yo me sentía extrañamente feliz, claro era el efecto del alcohol. No aguanté el pesó de Charles, así que se me dobló la pierna izquierda y caí, el seguía inconsciente así que le empecé a susurrar en el oído -¡Vamos, reacciona! No tienes aguante mírame a mi...-Me empecé a reír de nuevo, era obvia que si me había hecho efecto. Agité su brazo varias veces hasta que por fin despertó con su cómico comentario pidiendo otra copa. Mi copa estaba semi llena a un lado, así que le tome -No más alcohol para ti, mira lo que te pasa- Lo miré mientras tenía mi sexta copa en la mano. Sonreí ligeramente mientras me levantaba, luego le ayudé a levantarse y cuando estuvo de pie le ofrecí mi copa -Anda bebe- Dejé que le diera un trago y le quité la copa, yo bebí un trago y se la devolví.
Entre risas intenté caminar un poco y mis piernas se doblaron. Exploté de la risa y me agarré del brazo de Charles. Yo no me sentía mal, al contrario me sentía bien y llena de vida, aunque quizá los demás me estuviesen viendo de mala manera por ponerme ebria siendo una menor de edad pero ¿Qué diablos me importaba? De lejos vi a Bonnie y pensé en acercarme a ella, pero tal vez se molestaría por mi inmadura actitud. Bah, tenía que tomar riesgos. Tomé la muñeca de Charles y comencé a caminar hacia ella, él venía bebiendo vino a sorbos mientras sonreía, yo por mi parte solo sentía dibujada una sonrisa en mi rostro, raro en mi.Charles W. Goldman escribió:No más alcohol para ti, mira lo que te pasa -me respondió. Nos pusimos de pie nuevamente y me ofreció su copa: Anda bebe -tragué un sorbo y ella volvió a beber, y nos turnamos para hacerlo. Balbucee algunas palabras, mientras ella reía.
Caminamos entre risas y tambaleos agarrados del brazo, no me sentía normal, el efecto del alcohol era mucho lo que provocaba en mi, y esta era la primera vez que bebía algo como eso, por lo que no estaba acostumbrado a esta sensación. Comencé a decir cosas sin sentido mientras nos reíamos a carcajadas por cualquier cosa.
A lo lejos divisamos a Bonnie, la antipática y también ebria chica que vi antes y nos acercamos a ella. Inmediatamente pensé en huir, pero no tenía el equilibrio suficiente para mantenerme erguido sin estar del brazo con Gwen. Tomé otro sorbo de vino y comencé a jalar de su ropa. Vamos -logré articular. No quería estar ahí, con Bonnie. No me caía mal, pero tampoco bien, así que, entre tambaleos, tomé del brazo a mi acompañante y la arrastré hasta otra banca.
Llegamos con dificultad ahí, donde nos lanzamos a ellas como sacos de papas. Seguía mareado, una niebla se veía a mi alrededor y solo pensaba en reír. Posé mis manos sobre los hombros de Gwen, eructe y le dije: Wachumingo. Nos volvimos a reír y comencé a divisarla bien. Tiene el cabello negro, facciones perfectas, delgada, linda. Sin duda, mi prototipo de mujer, pero después de este show que tuvimos de borrachos, poca posibilidad de algo entre nosotros se vislumbraba.
Me lancé sobre ella con mis manos en sus hombros, quedando acostados sobre la banca, ella debajo mio. Pose mis manos al rededor de su cuello y lentamente acerqué mis labios a los de ella, y con un tierno beso sellé el momento.Gwen C. Birnbaum escribió:Al parecer Charles no quería ir con Bonnie, ambos nos manteníamos de pie gracias al otro, así que me deje jalar por él. Llegamos a la banca, eructó y dijo algo que no tenía sentido, pero de cualquier modo no podía parar de reír. Después de eso todo pasó muy rápido, tomó mis hombros y me empujó en la banca de forma que yo quedé debajo de él, sus labios se juntaron con los míos y ni siquiera reaccioné para cerrar los ojos.
Charles había robado mi primer beso. El efecto del alcohol desapareció de un momento a otro. Lo empujé de manera que quedamos sentados nuevamente como en un principio y tartamudeando le dije -¡¿P-por qué has hecho eso?! N-no debías- Lo miré a los ojos, sonrojada como nunca. Y suspiré pesadamente. Tal vez a mi se me haya pasado el efecto del alcohol, pero a él, probablemente no.
Con ese pensamiento en mi cabeza, me levanté y lo tomé de la mano -Vamos por otra copa, creo que necesito beber más- Agité mi cabeza, solo quedaba resignarme. No estaba molesta, pero me sentía extraña. Caminé de la mano con Charles y tomé una copa de vino, era hora de hundirme otra vez en el alcohol y divertirme nuevamente, en fin al parecer solo había sido un beso provocado por el vino.Charles W. Goldman escribió:Sentí sus labios húmedos, pero cálidos. Suaves como la seda y puros como los ventanales de una iglesia. No quería separarme de ella, pero irrumpió el momento cuando me empujó para sentarnos. ¡¿P-por qué has hecho eso?! N-no debías -dijo tartamudeando. Se sonrojó al igual que yo. No sabía si le había gustado o no, si se enojaría o estaría contenta. Nunca supe comprender a las mujeres, y esta no era la excepción.
Se levantó y tomó mi mano. Vamos por otra copa, creo que necesito beber más -dijo apresuradamente. Agitó su cabello y caminamos hasta el mesero que llevaba el vino. Cogió una copa y me ofreció también a mi, pero yo la tomé de la cintura y le dije, botando la copa que sostenía en su mano: No lo hagas. Quiero que esto sea real. Y acercando mi rostro al suyo, toqué su cabello entre mis dedos, acariciándola y lentamente volví a besarla.
Esta vez el beso duró un poco más, y ya no era causado por la borrachera, si no por el arrebatamiento de sentimientos de aquella noche tan alocada. Nuestros labios se separaron otra vez, pero súbitamente los volvimoa a juntar. Una explosión de emociones ocurría en mi interior, pero solo podía calmarme con los suaves besos de Gwen. Apreté más fuerte mis manos al rededor de su cintura y quedamos mirándonos frente a frente, siendo separados solo por siete centímetros de altura que yo tenía más que ella.Gwen C. Birnbaum escribió:-Oh, mi copa...- Miré como la copa se rompía en pequeños pedazo y el líquido púrpura se botaba por todo el pasto. Suspiré y dejé que él jalara mi cuerpo contra el suyo y me besó otra vez, ahora correspondí. Fue un beso más largo y más tierno, nos separamos finalmente y yo sonrojada lo miré a los ojos. Pero pronto se pasó mi actitud tierna, pero no del todo. En un tono seco le dije -¿Sabes qué es lo mejor? Que es amor de una fiesta. Mañana no recordaremos nada- Esa era una razón más para seguir con ese juego.
Me puse de puntas, mis brazos abrazaron su cuello y pegué mis labios en los suyos. Era a dulce, en su aliento se percibía el vino y era de esperarse que en el mío también. Me separé y me mordí el labio inferior, no me gustaba ser así, hice tanta presión en mi labio que se enrojeció, detuve la mordida cuando creí que sangraría. Finalmente lo solté y me hice a un lado, tomé unos dulces que estaban en una mesa ya casi vacía, después agarré su muñeca y caminé con él al banco donde estuvimos sentados un momento atrás.Charles W. Goldman escribió:¿Sabes qué es lo mejor? Que es amor de una fiesta. Mañana no recordaremos nada -fueron las palabras que Gwen pronunció para quebrantar el silencio. Rodeo mi cuello con sus frágiles manos y nos volvimos a besar. Sus labios perfectos, lisos y suaves junto a los míos. Se separó de mi, pero yo quería seguir besándola, mordió su labio y me soltó del cuello, pero yo quería seguir abrazándola. Agarró unos dulces y me llevó de nuevo hacia la banca.
No era necesario conocernos para saber todo de nosotros, primera vez que nos veíamos y ya casi conocía todo lo que ella era. Probablemente ella sentía lo mismo. Tomé su mano y con mis dedos comencé a recorrer los suyos. Suaves y cálidos como sus labios. Me volteé hacia ella y con mi otra mano toque su boca, lentamente recorrí todo lo que besé. Tenía mi boca entreabierta, al igual que la suya. Nos miramos a los ojos y descubrí una chispa en sus ojos.
La abracé de lado y dejó caer su cabeza en mi hombro. Las palabras en momentos como este, sobraban. Vimos como el cielo oscurecía, pero el silencio no podía durar mucho tiempo. La tomé por la cintura, rodeándola con mis brazos, y la pude hacer girar sobre mi, quedando de frente sobre mis piernas. La sostuve de la cintura y ella de mis hombros, hice el intento de volver a besarla, pero supe que no era necesario. Ahora nos separaríamos y yo nada sabría de ella por varios meses más.
Gwen... ¿Que pasará con nosotros? -dije con un evidente tono de incertidumbre. Recordé el correo, pero no sería lo mismo vernos que solo escribirnos, de igual manera le dije: Te escribiré siempre que pueda... Yo no te olvidaré. Lo sabía, yo no soy una persona que olvida rápido, sea así que esté pasado de copas o lúcido, pero las cosas importantes no se olvidan, y Gwen si era importante para mi. Lo prometo.Gwen C. Birnbaum escribió:Después del 'momento romántico' que tuve con Charles. Lo miré a los ojos. Obviamente no nos íbamos a ver, no eramos ni siquiera de Distritos cercanos. Suspiré y cerré los ojos. Tranquilamente dije -Charles, sabemos que esto no irá más allá. No será buena idea que me escribas. Hay que tratar de olvidar lo que pasó hoy y ya. No hay forma de seguir un juego de fiesta.- Me mordí el labio superior y empecé a levantarme de mi asiento, continué- Si nos encontramos después será genial, por ahora...Adiós.- Lo miré a los ojos y besé su mejilla sonriendo, me di la vuelta y comencé a caminar.
Como mi abuela solía decir 'Una señorita no mira atrás', y bien a decir verdad yo no estoy hecha para el amor, al parecer solo juego conmigo misma y finalmente termino lastimándome a mi misma lo cuál por cualquier modo que se le quiera ver es estúpido. Llegué al marco de la carpa de la salida a el Exterior. Me recargué ahí e hice el recuento de lo que había pasado durante el día, mientras jugaba con mi cabello, esperando con ansías el poder regresar a mi Distrito para platicar con mi hermana.Charles W. Goldman escribió:Gwen se alejó de mi a pasos rápidos. Pensé un momento en lo que había hecho, para bien o para mal. Yo tampoco quería engancharme en una relación sin futuro, pero como mi lema de vida: Carpe Diem, viviría el día a día y no pensaría en lo que pudiera suceder. Me levanté de la banca y comencé a correr detrás de Gwen, que ya estaba bastante alejada. Justo frenó y se afirmó en el marco de una carpa cuando llegue tras de ella. Se volteo y justo estaba yo ahí. Frente a frente otra vez.
Las palabras no tendrían sentido alguno, por lo que me precipité a tomarla del rostro y acercándome a ella la besé como nunca lo había hecho antes: con pasión. Fue un beso que seguro quedaría marcado en nuestras vidas, un beso no fácil de borrar ni de sacar, un beso con sentimiento e historia. Retrocedí con el pie izquierdo, nos miramos a los ojos y sin volver a pensarlo, nos abrazamos y nuestros cuerpos se fundieron entre besos. Cualquiera que nos viera sabría cuanta pasión existía, pasión momentánea pero duradera.
Separé mis labios de los de ella y antes de cualquier palabra, me precipité a decir: Lo sé. No nos volveremos a ver... pero si es así, quiero dejarte un recuerdo. Y volví a lanzarme a sus labios. Ya no era una sensación normal, ahora no solo pensaba en mi, si no también en ella; en como se sentía y que podría estar pensando, pero eso quedo atrás cuando la tomé de la cintura, bajando mis manos hasta llegar a la línea de sus curvas.
Dimos unos pasos hacía los árboles, y nos afirmamos en un alerce de casi 5 metros que estaba ahí. Ella tenía la espalda hacía el y yo enfrente, tomándola de las piernas. Entrelacé mis dedos en sus muslos hasta levantarla en mis brazos y elevarla hasta que quedó su cabeza a mi altura. Dejó de apoyarse en el árbol y dimos dos pasos hacia el pasto, donde con un impulso pasional, Gwen se movió hacia delante y me empujó. Pude haber evitado la caída, pero la sensación de amar en lo salvaje era más potente.
Nos besamos largo rato en el pasto hasta que nuestros labios ya estaban cansados. Nos habíamos revolcado por todo el sector entre besos, en una actitud de completa lujuria. Separamos nuestros labios y nos miramos a los ojos, estando Gwen sobre mi. Ya sabíamos que eramos infinitos y que solo eso bastaba para saber que nunca olvidaríamos este día.
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- Charlie W. Goldman
Perceus Thompson
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- ESTACIÓN DE TRENES – Distrito 1O
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- 15 de marzo, 2013
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- "Seré voluntario."
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- Spoiler:
- Charles W. Goldman escribió:De vuelta al Distrito 10 en el tren. Me siento en el último vagón, solo como siempre. Descanso mi cabeza sobre la ventana y observo lo vacío que va el transporte ferroviario. No vino mucha gente del 10 a la fiesta -pienso. Miro el techo y de pronto escucho unos pasos que se acercan a mi. Bajo mi rostro y veo una luz roja que se enciende sobre la cabeza de un muchacho, es su pelo.
Lo miro a los ojos con una ceja enarcada y pasa a sentarse a mi lado: Hola. No me quedan ni ánimos de socializar luego de esa rutina de besos que ocurrió en el 09, pero tendré que hablar con él, ya que me ha saludado. Continúa hablando de los juegos y yo lo miro con sorpresa. No había recordado que los juegos están cerca. Mis nervios comienzan a recorrer mi cuerpo y ya no puedo sentirme relajado. Mis músculos se tensan y ligeramente sonrío, hasta que mi acompañante, Perceus, me confiesa sus intenciones de presentarse voluntario. Mis ojos se abren por completo en señal de sorpresa. Nunca esperé eso, es decir, de nuestro distrito nunca había ganado nadie, solo dos personas, pero ya eran viejas, y más aún, nadie se había presentado voluntario.
Al llegar a la estación, nos bajamos del tren y caminamos hasta la plaza de justicia juntos. Yo voy a los pabellones -confieso. Si, ahí vivo. Soy pastor. Hasta luego Perceus. Nos separamos y comienzo a caminar lentamente hasta la periferia de la ciudad, temeroso aún por la situación que le espera a Perceus.Perceus Thompson escribió:Salí de la fiesta sin despedirme de nadie, ni de los amigos que he hecho ahí adentro. Se que me verán dentro de poco en las pantallas de sus televisores cuando sea tributo de mi distrito. Sea como sea, seré tributo. Mi orgullo y valor tienen precio, y ese es: Los juegos del hambre.
Tomo el primer tren que se dirige a mi distrito y camino a pisotones hasta el fondo del último vagón, donde quería estar, solo. Con la cabeza agachada, llego al vagón y me voy a sentar, cuando se escucha una voz que me hace levantar el rostro. Hola -respondo con indiferencia y paso a sentarme al otro extremo del chico que ahí se encuentra. No soy de los que guarda silencio mucho tiempo, por lo que comienzo a hablarle sobre los juegos, mi plan y lo que pienso hacer: Seré voluntario.
Los ojos del muchacho se abren por completo y observan con detención mi rostro, que levanta una forzada sonrisa. Es un suicidio, lo sé, pero haré que valga la pena hacerlo. No quedaré en el olvido y eso es lo que me propongo. Soy un inadaptado. Ni mi familia me quiere -digo sin recibir respuesta, ya que solo mira por la ventana y en el reflejo logro divisar un rostro de nostalgia. Imagino que ha perdido a sus padres o no tiene familia, por lo que cambio de tema hablando de lo que haría en los juegos. Con ese tema, el rostro del muchacho sale a la luz, de ojos verdes y pelo oscuro, barba y bigotes de pequeño tamaño. Sus orejas puntiagudas me recuerdan a alguien, aun que creo haberlo visto por ahí en el distrito, ya que ambos somos del 10.
Llegamos a nuestro destino, nos bajamos del tren y caminamos hacia la plaza. ¿Vas al centro? -pregunto con indiscreción. Yo vivo ahí, por lo que se que el no, ya que lo habría visto más de alguna vez por allí. ¿Vives en los pabellones? -digo sorprendido e incluso asqueado. No me gusta ese lugar, deprimente, antiguo y por sobre todo, extremadamente sucio y pobre. Me confiesa que es pastor y que ahí vive, por lo que mi cara de asco de reprime un poco para no parecer petulante y odioso. Adiós. Nos separamos mientras yo camino hacia el centro donde vivo, y aún pensando en lo que haré en la cosecha.
Charles W. Goldman- DISTRITO DIEZ.
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Re: The story of my life || Charles W. Goldman
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76 Y ½ JUEGOS DEL HAMBRE.
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Fate
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- 15 de marzo, 2013
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- Fate escribió:Armelia estaba muy emocionada con esos nuevos Juegos. Todos los Juegos le gustaban, por supuesto, pero aquellos eran especiales ¡Por fin iba a ejercer como acompañante! El acompañante de siempre del distrito diez se había puesto enfermo y era su turno para brillar. Vestida con sus mejores galas, que consistían en un apretado vestido rojo y largo, uno de esos de fiesta, recubierto de lentejuelas que brillaban a la luz del sol, que combinaba con su pelo largo y liso, también rojo, teñido para la ocasión. Su nariz puntiaguda le daba una imagen grotesca a su rostro que se suavizaba o estilizaba, mejor dicho, con el pintalabios rojo y la palidez de su piel. Vestida de una forma que se consideraría inapropiada para la ocasión, pues era una aparición pública y no una fiesta, sin saber que luego medio Capitolio se reiría de ella, subió al aerodeslizador que la dejó en el tejado del Edificio de Justicia del distrito diez en unas cuantas horas.
¡Qué horrible todo! Pensó al encontrarse en esas instalaciones. Saludó al alcalde y los Agentes de la Paz la acompañaron hasta el escenario, donde unas sillas reposaban detrás de las urnas, bastante separadas, de las que sacaría los nombres de los tributos. Se sentó mientras llegaba todo el mundo y cuando el Alcalde se levantó para recitar su discurso se hizo silencio absoluto. Armelia, por su parte, había localizado una cámara que la grababa y la proyectaba al final de la calle, así que se miraba y se colocaba bien los pendientes mientras todo sucedía. Apenas se dio cuenta de que ya había pasado el vídeo de lo nerviosa que estaba y el mentor del distrito tuvo que darle un codazo en las costillas para que se diera cuenta de que era su turno.
- ¡ Bienvenidos a los Septuagésimo Sextos y medio Juegos de Hambre, gente del distrito diez ! - exclamó mientras avanzaba a trompicones hacia el micrófono y se iba escuchando mejor lo que decía según se acercaba. - Es un honor estar aquí para coger los nombres de los futuros tributos. - confesó, nerviosa. Se acercó tropezando hacia una de las urnas y dijo. - Empecemos con las señoritas. - Hundió la mano entre el mar de papeles y sacó uno. - Frederica Tulligar. - pero no vino Frederica, vino otra chica que se había presentado voluntaria. - ¡Un fuerte aplauso para la voluntaria del distrito diez, Quimone Simons! - luego prosiguió con la otra urna. - El tributo masculino será Charles W. Goldman, a no ser que haya objeciones... - dijo, sin esperanzas. ¡Pues sí, había! - ¡Otro voluntario, estamos en racha! Otro fuerte aplauso a Perceus Thompson. - ¡Qué emocionante, dos voluntarios! Estaba por las nubes, no se lo creía. Les hizo darse la mano. - Daos la mano, sí, muy bien. ¿Vaya par de luchadores, no? ¡Felices Juegos del Hambre y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte! - tras esas palabras los pacificadores se llevaron a los chicos y Armelia, casi extasiada, se adentró en el edificio para poder recuperar la respiración.Knappe Leermeester escribió:Lanzo una pesa a la ventana, que se rompe y atraviesa hasta el ante jardín de mi hogar en la Aldea de los Vencedores. Me desplomo sobre el sofá y cierro los ojos hasta quedarme completamente dormido.
Al despertar, un hilo de baba cuelga de mi boca en la almohada del sofá. Mi pelo despeinado y mi barba crecida. Me siento en el sofá apoyando mis manos en el. Veo el reloj y ya casi es la hora de las cosechas. Me levanto y comienzo a caminar lentamente hacia el baño sin asimilar lo que se viene. Abro el grifo de la ducha y comienzo a desvestirme poco a poco hasta quedar completamente desnudo y me introduzco bajo la hilera de agua que cae desde la llave. Mojo mi pelo por completo y mi rostro se enjuaga bajo el agua. Esto me ha servido para despertar a la realidad y darme cuenta el día que es y lo que debo hacer en los próximos días.
Salgo rápidamente de la ducha, agarro una toalla y comienzo a secarme. Me visto con mi ropa de siempre y salgo corriendo de casa hacia la plaza. En el camino, la gente me ve y saluda, aun que algunos ya ni saben quién soy. De todos modos, los juegos no son algo que merezca recuerdo alguno. Llego al Edificio de Justicia y me subo de un salto al escenario. Hola –le digo al alcalde, que también me saluda. Tomo asiento entre el y la acompañante del capitolio, está sentada con cara de idiota y ya es su turno de hablar. No reacciona, por lo que golpeo con mi codo una de sus costillas y se pone de pie para empezar su discurso. Capitolinas –digo.
Observo detenidamente las caras de los niños del distrito. Temerosos y frágiles muchos de ellos, los más grandes ya no tienen esperanzas y los pequeños no entienden prácticamente nada. Vuelvo mi atención al espectáculo y me fijo en los nombres de la chica elegida este año: Frederica Tulligar, pero de la multitud surge una voluntaria, pecosa y de pelo rojo se acerca como llama ardiente hasta el escenario. Una señal de respeto es concedida por todos, al agachar su cabeza. La chica se pone de pie al lado de la acompañante y mira al público expectante al decir su nombre: Quimone Simons. Las mujeres ya se han librado de los juegos, pero los hombres están cada vez más nerviosos.
Al fin, la escolta se acerca a la segunda urna y hurguetea entre las papeletas, hasta sacar un papel que dice: Charles W. Goldman. Un chico de pelo negro y ojos verdes se impacta al escuchar su nombre y comienza a acercarse con lentitud al escenario. Parece no entender nada. Pero de pronto entre la multitud, un chico de pelo cobrizo aparece y se presenta voluntario. Todos estamos impactados por lo que ha sucedido este año, ya que nunca en la historia del distrito había sucedido esto.
Ambos chicos se miran y el pelinegro se devuelve a la multitud mientras el voluntario sube al escenario. Perceus Thompson, se presenta con orgullo y su pecho se infla al lado de la escolta. Los pelirrojos se miran y se dan la mano como de costumbre y todos nos metemos al Edificio de Justicia. Los tributos para recibir sus visitas de tres minutos, y nosotros para hablar de lo sucedido.Charles W. Goldman escribió:Hoy me levanto más temprano de lo normal, me ducho y peino con serenidad en el cuarto de baño. Las cosas no van a salir mal, lo sé, Perceus me lo ha confesado, pero aún así debo ir y ver con mis propios ojos lo que me ha confesado. Doy vueltas por mi pabellón un poco nervioso y media hora antes de empezar los juegos, salgo por la puerta trasera a despedirme de mi rebaño y luego voy a la plaza.
Todos los pastores de los pabellones caminan juntos hasta allí, donde casi todos los años sale alguien de nosotros. No tenemos muchas esperanzas, gracias a la cantidad de teselas que solicitamos. Camino solitario tras el grupo de muchachos hasta llegar a la plaza, donde nos separan por edad.
Llego a mi sitio y comienzo a buscar a Perceus con la mirada, que se encuentra dos grupos más allá, donde los chicos de 17. Lo saludo con la cabeza y me muerdo el labio con morbo. Escucho atentamente el mismo saludo de siempre en el escenario y el vídeo correspondiente. Perceus luce ansioso por decir su célebre frase, pero yo no se porque es su deseo formar parte de esto.
El primer tributo es una chica, Frederica, pero luego y muy pronto es sustituida por otra, Quimone. La voluntaria incluso se parece a Perceus en su pelo y pecas, pero hermanos no son. Luego va nuestro turno, y dice un nombre que me es familiar: el mio. Charles W. Goldman. Todos se miran extrañados por no conocer el nombre o simplemente murmuran preguntando quien es. Un par de ellos me conocen y responden que yo, por lo que poco a poco la gente me observa.
Comienzo a dirigirme lentamente al escenario, con una chispa de esperanza de que Perceus no se arrepienta. Cuando voy en la mitad de mi lenta procesión, Perceus me guiña el ojo y seguido de eso, exclama: Soy voluntario. Todas las miradas se apartan de mi y se posan en el. Una luz de salvación entra en mi pecho y miro con alegría y tristeza al pelirrojo voluntario. Al subir al escenario, se presenta: Perceus Thompson, y entran al Edificio de Justicia.
Rápidamente corro hasta el para saludar a Perceus, mi salvador. Llego a la puerta, donde un Agente de la Paz me pide mi Panem Card, que le entrego medio nervioso. Vengo a ver a Parceus Thompson -tartamudeo. Me responde que solo tres minutos y me lanza adentro de una celda junto a Perceus.Perceus Thompson escribió:Son las 5 de la mañana y estoy en mi ventana. No puedo dormir por lo que pasará hoy. Ya me he despedido de todo lo que amo y lo que tengo: mis libros. Una gota de rocío cae en mi ventana y una luz se enciende detrás de ella. Es un faro que se ha comenzado a alumbrar mi rostro, y una delgada lágrima cae por mi mejilla hasta desembocar en mis labios.
Desde que volví de la fiesta, mi madre ha estado más enojada conmigo por mi comportamiento, ya que una amiga de ella asistió y le dijo que yo andaba por ahí con un chico tras los matorrales. Negué absolutamente todo, aunque se que es inútil y que nunca me creerá, además no soy muy hábil con las mentiras. Mi padre, en cambio, se ha mostrado más amoroso, y yo creo que es por celos, ya que siente que ha perdido territorio desde la última visita secreta a mi cuarto hace 7 meses atrás, pero yo no lo extraño, ni a el ni a su pene. Ya se que no es único que podría fijarse en mi, y que pronto tendré mejores cosas en las que preocuparme.
Voy al baño de mi habitación y comienzo a recordar cosas, mi mente es un manojo de nervios que no puede ocultar las cosas, no puede no recordar lo que mi padre me hizo. Pronto comienzo a llorar desconsoladamente y empiezo a desesperarme. Golpeo las paredes y el piso, ya no quiero más esta vida de mierda. Doy un puñetazo al espejo que está encima del lava manos y este se rompe por completo, mientras una gota de sangre cae por mi muñeca. No me interesa. Simplemente lloro en el piso, desolado y desamparado, violado y resentido, sin temor ni a que temer. Sin darme cuenta, me duermo en las baldosas del baño y despierto cerca de las 7 cuando una diáfana luz, alumbra mis ojos.
Mierda, lo he olvidado por completo -refunfuño mientras me levanto y recuerdo que mi mano está levemente herida. Mojo mi puño y lo seco, para luego vendarlo. Limpio los pedazos de vidrio que hay dispersos por todos lados y enciendo la ducha para que se caliente mientras busco mi ropa. Debo elegir algo decente que no se olvide fácil. Quedo completamente desnudo y me meto en la ducha. Mi pelo rojizo brilla más que nunca y mi sonrisa cada vez se amplia más. No se que me ha pasado, pero siento que haré una buena acción al presentarme voluntario.
Salgo de la ducha y me visto lentamente. Bajo las escaleras y ahí están ellos, mis padres. No los saludo y paso hasta la cocina para desayunar. Tomo un sorbo de leche de vaca y un trozo de pan con queso y luego voy al baño para lavarme los dientes. Una luz cruza por los ventanales e ilumina mi rostro que se sonroja al verme en el espejo. Hola guapo. Te haría de todo, menos el aseo -bromeo para mi mismo y salgo del baño para ir a las cosechas. Mis padres no irán como es de costumbre, pero al salir, mi padre agarra mi trasero con fuerza y me dice: Suerte. Le sonrío falsamente y salgo de la casa.
Al llegar a la plaza, ya está casi lleno. Me adelanto en la fila y paso a formarme con los chicos de 17 años. A lo lejos escucho murmullos de la gente que habla sobre mi en el distrito 09. Los rumores corren fuerte, pero no me interesa. Un chico pasa por detrás mio y me puntea diciéndome al oído: ¿Cuánto cobras por la hora?, a lo que respondo: ¿Pagarías por acostarte conmigo? Y el chico se marcha.
Busco con la mirada al chico del tren. Que justo en ese momento también me mira, le sonrío y luego comienzo a ver el vídeo del Capitolio. El mismo de siempre. una y otra vez nos recuerdan la misma historia de los Días Oscuros y bla bla bla. La muchacha del Capitolio comenzó a sacar los nombres de las urnas, empezando por las mujeres. Y ¡Sorpresa! Una voluntaria aparece para sustituir a la elegida. Me ha robado el momento -pienso. Pero no importa, será algo inolvidable ver a dos voluntarios de un mismo distrito, más bien siendo del 10.
Pronto, la escolta saca una papeleta de la otra urna, que dice: Charles W. Goldman. Conozco ese nombre, y ya se quién es. El muchacho del tren comienza a caminar lentamente hacia el escenario, hacemos contacto visual, donde le guiño el ojo, y exclamo: ¡Soy voluntario! Todas las miradas se dirigen a mi, mientras se escuchan silbidos de entre la gente. Me abro paso entre ellos, miro a Charles y subo al escenario, donde digo mi nombre y paso al Edificio de Justicia junto al alcalde, nuestro mentor, la escolta y Quimone, la otra voluntaria.
Entramos al edificio y un Agente de la Paz que parece bien guapo nos guía a unas celdas, y nos dice: 3 minutos. No se muy bien a que se refiere, pero pronto entra Charles corriendo al edificio, el agente le pide su Panem Card y lo deja pasar a visitarme.Knappe Leermeester escribió:La verdad, no fue mucho lo que hablamos o de lo que deberíamos hablar en este preciso momento. Nos sentamos en la entrada del Edificio al mismo tiempo, sin tener mucho que observar que no hayamos visto antes, a excepción de la nueva escolta, pero no creo que a ella le interesara mucho estar en el Edificio de Justicia del 10. No teníamos tema alguno que dialogar entre el alcalde y yo, menos con esta Capitolina en frente. Comencé a mover el pie, haciéndolo sonar contra el piso una y otra vez mientras los minutos del reloj avanzaban rápidamente.
Los tributos recibieron la primera visita: el verdadero tributo antes de que el actual se ofreciera voluntario. Vino a saludar a su salvador, aparentemente. Para distraerme un poco, comencé a silbar. La escolta leía una revista de moda que traía en su cartera, mientras que el alcalde se hurgueteaba la nariz en busca de un tesoro. Me reí para mis adentros y seguí con mi silbido hasta que la del Capitolio emitió un sonido: Shh. Quería hacerme callar, pero yo no iba a hacerle caso, por lo que silbé el doble de fuerte.
La puerta de la celda se abrió y dejé inmediatamente de silbar. Observé al muchacho que salió del cuarto que hizo un gesto de saludo con la mano, y yo simplemente le asentí con el mentón. La gente solía hacer eso… creían que yo los conocía por el hecho de que ellos me conocían a mí. Que frío hace en esta época –comenté para romper el silencio. Nadie me respondió, por lo que me crucé de hombros y me recliné sobre el sofá, donde alcancé a ver un broche dorado que traía la escolta, que decía: Armelia E. Supuse que era su nombre, pero no comenté nada. Cerré los ojos y comencé a recordar que hacía yo en estos momentos, hace unos años atrás cuando era tributo.
Estaba yo en la celda, en la esquina, solo. A mi compañera la fueron a visitar sus padres… mientras que a mi, nadie. Mi padre había muerto hace 6 años y mi madre hace 3. Logro recordar que una lágrima rodó por mi mejilla en su funeral. Nunca le dije nada, ni te amo, ni te quiero. Simplemente lo daba por hecho que ella lo sabía, pero no era así. Nunca valoré todo lo que hizo por mi y mis hermanos hasta que ese cáncer apareció en su pecho por un golpe que mi padre le dio. Abrí mis ojos volviendo al presente, estaban algo vidriosos, por lo que pasé mi puño sobre ellos.
De pronto se escuchó un fuerte sollozo que retumbó por todo el edificio. Observé a una pareja que entraba a la celda de los chicos y supuse que eran los padres de alguno, aun que no tenían el pelo rojo como ambos niños. La señora parecía muy acongojada por la situación, pero el hombre la protegía con su chaqueta. Entraron a la celda y dieron un sonoro golpe en la puerta para que se cerrara.
Observé el techo con detención, buscando algo con que entretenerme, pero nada ocurrió. El alcalde al fin encontró el tesoro perdido en su nariz, lo observo y se lo llevó a la boca. Mi rostro fue entre risa y asco. Que repugnante era ese señor, nunca había cambiado. De pronto se volvió a abrir la puerta de la celda, y salió la mujer, aun sollozando con lentes de sol en sus ojos, y caminó sola hasta la salida del edificio, hasta que su esposo corrió tras ella y ambos desaparecieron del lugar.
Me puse de pie, me dirigí a la celda y entré, sin pedir autorización, a ella. Perceus y Quimone estaban sentados juntos, pero no hablaban, me acerqué a ellos y les dije: Vamos, debemos reunirnos en el comedor. Perceus lanzó un suspiro, al que lancé una mirada cortante. Ambos se levantaron y comenzaron a seguirme. Salimos de la celda y afuera estaba el alcalde y la escolta de pie. La chica del Capitolio aplaudió a los muchachos, que la miraban con extrañeza. Vamos Armelia –le dije para que dejara de aplaudir y me siguiera. El alcalde se retiró del hall y se fue a su oficina, ya que él no tenía nada que ver con esto.
Subimos las escaleras hasta llegar a una sala-comedor, donde había un desayuno, quizás pobre a comparación con lo que comeríamos los próximos días, pero saciador para alguien de nuestro distrito. Armelia miró despectivamente su plato y lo alejó de ella, yo lo tomé y lo acerqué al mío para comerme ambos. Y bien –comencé a decir. Aquí comienzan los juegos.Charles W. Goldman escribió:Entro a la celda en la que se encuentra Perceus. Luce descuidada y antigua, pero más sombría que mi pabellón. Doy un paso hasta Perceus y lo abrazo fuertemente. Suerte –le digo dándole palmadas en la espalda. Yo se que te irá bien, te estaré esperando. Yo no era muy positivo, pero lo que si sabía era hacer sentir bien a la gente, aun que fuese con mentiras.
Toma esto –le dije entregándole un viejo brazalete de cuero con lana de oveja. Esto te protegerá y cuidará en la arena. Es mi amuleto. Perceus lo miró desconfiado, pero luego me sonrió y se lo colocó en la muñeca. La chica pelirroja se encontraba en la esquina, sola y abandonada. Yo no sabía porque ella o Perceus habían querido presentarse voluntarios, pero tampoco quise preguntarles, ya que supuse que lo contarían en las entrevistas del Capitolio en unos días más. Observé a la muchacha y fui a darle un abrazo también a ella. Sé que no la conozco y que probablemente me arrepienta de esto luego, pero no me gusta que la gente sufra de soledad como yo he sufrido siempre. La tomé de las manos y también le desee suerte.
Pronto entró el Agente de la Paz y me hizo salir. Abracé por última vez a Perceus y me retiré de la celda. En la entrada del edificio estaba Knappe Leermeester, el mentor del distrito junto a la chica del Capitolio que lee los papelitos y al alcalde. Saludé a Knappe con la mano como si fuese la celebridad y el mi admirador, pero luego el movió el mentón en señal de saludo. Salí apresuradamente del Edificio y comencé a dirigirme a la plaza que ya estaba casi vacía. Seguí caminando por unas calles del centro hasta que divisé a dos señores de apariencia adinerada que caminaban por una calle concurrida. La mujer llevaba lentes de sol, mientras que el hombre los cubría a ambos con su chaqueta, como si se tratara de su guardaespaldas. Se escuchaban sollozos de la señora y la gente los miraba al pasar. Son los padres del muchacho, decía la gente, por lo que también los quedé observando.
Los padres de Perceus parecían distintos a él. Ambos eran jóvenes y apuestos, al igual que su hijo, pero ninguno de ellos tenía el pelo cobre. Pasaron raudamente por la calle, dirigiéndose al edificio de justicia, donde entraron seguramente a encontrarse con Perceus. Vaya, vaya, pensé. Por suerte que mis padres están muertos. Continúe caminando hasta perderme en los cerros que dirigían a la periferia del distrito, donde se encontraba mi hogar.
Al llegar a casa, los pastores de la zona me recibieron entre aplausos por haberme librado de los juegos, pero ellos no sabían que yo sabía que Perceus se ofrecería voluntario o siquiera que yo conociera al muchacho. Saludé con una sonrisa a todos y me encerré en mi cuarto. No tenía televisor en mi casa, por lo que nunca podría ver la famosa cosecha en que fui casi-protagonista. Sonreí de alivio por no haber sido el foco de atención por mucho tiempo, y me cubrí la cabeza con una almohada.Perceus Thompson escribió:Charles ingresó rápidamente a la celda en la que nos dejaron. Parecíamos prisioneros de verdad, hasta con restricción en las visitas y un guapo guardia que custodia la entrada. Yo era como el tipo malo que acababa de violar o matar a alguien. Charles era como la esposa o amiga del rehén, que pronto lo dejaría para vivir con otro hombre mientras yo estaba en la cárcel. Todo eso pasó por mi mente en segundos, hasta que abracé a Charles como si nos conociéramos desde siempre.
El muchacho se quitó un brazalete de cuero con lana blanca que traía consigo. Para ser sincero, jamás usaría eso, ya que era feo y estaba sucio, pero él me lo entregó en señal de buena suerte. Lo recibí y me lo coloque incrédulo. Gracias –le dije, soltando una sonrisa.
Mientras anudaba el brazalete, Charles se fue donde mi compañera, la abrazó y le tomó las manos. Quizás se conocían, que se yo. No puse demasiada atención hasta que el guapo Agente de la Paz entró para sacar a Charles de la celda. Nos abrazamos por última vez, mientras llevaba mis manos hasta su trasero, pero no alcancé a tocárselo por que salió raudo de la salucha. Cuando abrieron la puerta, logré divisar a tres personas: el mentor, la escolta y el alcalde, que estaban sentados afuera de la sala. Me senté al lado de la chica y me afirmé en la pared. Que aburrimiento. Nunca pensé que sería así. Yo siempre creí que esto era emocionante y divertido, pero me doy cuenta que no es así.
Pasaron casi 5 minutos desde que Charles se fue, y nadie más vino a visitarnos. Acaricié la pierna de la muchacha y le di dos golpecitos en la rodilla, hasta que se abrió nuevamente la puerta. Creí que eran solo tres minutos, pero esta vez se estaban alargando. Sonreí a la chica porque pensé que esta visita era para ella, me puse de pie y voltee mi cabeza hacia la puerta. Mire con incredulidad a las personas que estaban de pie junto a ella: eran mis padres. Mi rostro se llenó de tristeza y nerviosismo, mi mentón temblaba y las palabras no salían. No sabía que decirles a ellos, a los que me dieron la vida pero luego me la echaron a perder. No tenía nada en mi mente más que malos recuerdos.
Mi padre se acercó y me abrazó de la cintura, pidiéndome perdón por todo lo que había hecho, lógicamente sin decir a que se refería, por la presencia de gente extraña. Su mejilla rozó la mía y me dio un beso en el inicio del labio. Mi boca quedó entre abierta y sentí su calor alejarse de mi cuerpo. Te perdono –dije inseguro, porque la verdad es que no lo hacía, pero tampoco sabía muy bien si era lo correcto. Mi madre se quitó los lentes de sol que traía puestos. Sus lágrimas eran evidentemente falsas, por lo que me miró con prepotencia. Suerte con eso –fueron sus únicas palabras. Yo no esperaba más de ella, por lo que sonreí y le dije: Y a ti también. Sus cejas se enarcaron con incomprensión, se colocó de nuevo las gafas y salió de la sala fingiendo un sollozo eterno.
Mi padre volvió a acercarse para abrazarme. Sentí su cuerpo musculoso y varonil por última vez alrededor mío y lo tomé yo por la cintura esta vez, atravesando sus bolsillos traseros y hundiendo mis manos en sus glúteos. Por primera y única vez podía hacer esto, sintiendo que ya no era más una relación involuntaria, si no que ahora ambos erramos partícipes de esto. Lo besé en el mentón y me separé de él, dejando que se fuera.
Volví a sentarme y de nuevo se abrió la puerta. Pero esta vez no eran visitas, si no era nuestro mentor: Knappe Leermeester. Era mi prototipo de hombre: alto, musculoso, de rostro bello, con barba, atlético, varonil, agresivo, todo lo que podía pedir y necesitar. Callé antes de decir cualquier cosa y suspiré profundamente. Nos hizo salir donde estaba el alcalde y la escolta, que aplaudía sin cesar y yo no entendía el porqué. Luego, nuestro mentor le dijo que también viniera, por lo que dejó de aplaudir y nos siguió también.
Nos dirigimos al segundo piso, donde había un comedor con un desayuno listo para nosotros. Nos sentamos y la escolta, de nombre Armelia, corrió su plato, que inmediatamente cogió Knappe, quién nos dio la bienvenida oficial a los juegos. ¿Qué haremos ahora? –pregunté.
Charles W. Goldman- DISTRITO DIEZ.
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