BACKSTAGE | 77º JUEGOS DEL HAMBRE

BACKSTAGE
ENTREVISTAS DE LOS SEPTUAGÉSIMO SEXTOS Y MEDIO JUEGOS DEL HAMBRE.

Y ya estaban allí de nuevo. No era que me encantase trabajar en los juegos, pero de ser DJ, por muy bueno que fuera, no podía vivir solamente. Así que el dinero que ganaba en las épocas de juegos me ayudaba para mantenerme y tener unos pocos ahorros. Así que sin más discusión, me tocaba trabajar de técnico nuevamente tras el backstage. Recordaba los juegos anteriores y cómo algunos de los tributos de Putnam no habían salido bien parados. En realidad ninguno de los suyos había quedado vivo y seguro que eso le torturaba un poco. Me coloqué bien el micro que llevaba conectado al walkie, junto con el pinganillo, inseparables.

Algunos de los tributos ya estaban allí, a pesar de que quedaba un poco para que empezasen las entrevistas. Todos debían ser repasados para que no hubiese fallos. Seguramente no acabaría bien nada para el que dejara que saliese mal. Cuando la entrevista del último ganador, habían cortado la cabeza a los técnicos de imagen que habían dejado que se colara la muerte de aquel hombre estilista. Suspiré dando un código a uno de mis compañeros, para que supiera que me encargaba de los que ya estaban allí. La chica del dos parecía nerviosa y hablaba sola. La miré por unos instantes, antes de acercarme.

- Deberías ser más discreta si estás tan nerviosa. - le hice saber mientras llevaba mis manos a su cintura, buscando el cable que conectaba con bug invisible que era su micrófono. Lo llevaba enganchado a un lado, dada la complejidad del cuello y el escote del vestido. - A los patrocinadores no les vas a inspirar pena si te ven hablando sola, al contrario, se reirán de ti.- añadí, para que lo tuviera en cuenta. Alcé las cejas mirándola por unos instantes y le sonreí, colocándome bien el sombrerito que adornaba mi cabeza rapada. - Todo te irá bien si te relajas. - Inicié el reconocimiento de voz y para testear el micro que ella llevaba, lo conecté a mi walkie talkie. - Di algo, que lo pruebo. - le pedí, ajustándole el emisor, con una batería de repuesto, a la espalda, para que no se viera y aguantase todo el rato que hiciera falta.

Me encontraba en el backstage en shock total, mi acompañante me advirtió sobre la entrevista y dijo que debía dar una buena impresión, pero que impresión podría dar? Siento que estoy a punto de caminar por la plancha de un barco pirata, Estaba encantado con mi vestuario... si... pero eso no me daba confianza suficiente, el miedo se apoderaba de mi, dar una buena impresión podría comprarme muchos patrocinadores. 

Me despegue de la pared donde estaba recostado junto a algunos de los tributos que se encontraban haciendo fila para salir a su entrevista. "¿De que deberia hablar?, ¿mi infancia? o de ¿Como había muerto mi hermano 4 años atrás en los juegos?, ¿Quizás sobre mi pasión por la moda del capitolio?, no tengo historias interesantes..." Pensaba totalmente perdido en mi cabeza justo cuando observe a uno de los tributos masculinos al cual no le había prestado atención hasta ahora. "V.. vorhaut... No... no es el.. es solo un chico del 12...".  Pensé al ver al chico, era muy parecido a Vorhaut el chico de mi distrito que me gustaba mucho y la razón por la que Claudine mi mejor amiga dejo de hablarme. No me atreví a decir nada así que simplemente me quede viendo al chico fijamente con un poco de discreción. 

Quedaban unos minutos para que empezáramos, y yo salía la primera. Era un alivio, porque cuanto antes saliera, antes me quitaría de encima ese traje. Respiré un par de veces. Tenía que parecer adorable, tenía que conseguir encandilarme a todo Panem y que me patrocinaran.

Tenía que brillar en las entrevistas, ya lo sabía, pero, ¿de verdad era necesario que me pusieran trajes tan sumamente incómodos? Supongo que sí. Pero es que parecía una tarta. No me extrañaría que el traje estuviera hecho de azúcar. Me estiré un poco el vestido, pero seguía algo apretada, sobre todo en el torso. Suspiré y recorrí el backstage con la mirada. Todos los tributos andaban por ahí. Este año había muchos niños y la mayoría eran de mi edad. Antes había visto a Noëlle, la niña que había venido a mi distrito y con la que había hablado hacía un par de meses, pero ahora la había perdido de vista. Todos los tributos se estaban organizando en grupos poco a poco, pero nadie había venido a hablar conmigo.

- Estúpidos - bufé. Que fuera pequeña no significaba que no fuera una buena tributo. En realidad, era probable que fuera una de las más fuertes de todos. Pero en una niña pequeña ser fuerte no es demasiado normal; mi mejor baza seguía siendo parecer adorable. Ya les podría clavar un cuchillo en la aorta cuando estuviéramos dentro. Pero mientras tanto...

Me acerqué a un chico al azar (Off: para aclararnos, me acerco a Daniel). Tenía el pelo castaño claro y se había presentado voluntario a los Juegos en vez de su hermano. Sí, me había estudiado bastante bien la historia de cada uno de los tributos. Siempre es bueno conocer al enemigo.

- ¡Hola! - saludé efusivamente, agitando una mano rápidamente y colocando una gran sonrisa en mi cara - Me toca salir la primera y no conozco a nadie... ¿Me puedes desear suerte? Es que estoy un poco nerviosa y no sé dónde está mi mentoria... - con suerte Becca se había ahogado bajo tres mil capas de maquillaje y no la volvería a ver.

apariencia:

Rosa. Esto de los colores empezaba a descolocarme de verdad. ¿Tanto costaba conseguir un vestido negro?, verme rodeada de tanto color era horrible y desconcertante, impedía mi concentración y noqueaba mi estado de ánimo.

Estaba segurísima de que mi querida madre no me reconocería desde casa, ella estaría buscando a su arañita y sin embargo se encontraría una bola rosa gigante. Pero bueno, no podía quejarme, no hubiera sido educado, y a pesar de ese pequeño inconveniente estaba encantada con las entrevistas.

Me senté en uno de los sofás que había en el backstage, uno que se encontraba en frente de una mesa con comida y refrescos, y esperé pacientemente que llegase mi turno. Era de las primeras en salir a escena así que no tendría que esperar mucho, e iría antes que Julio, siempre antes que él.
Llegó el turno del tributo femenino del distrito 1, luego del masculino, después de los del distrito 2 y llegó mi turno. Durante todo ese tiempo no crucé palabra con ningún tributo. Me llamaron antes de que la entrevista del tributo masculino del distrito 2 acabase, y una vez escuché mi presentación me empujaron al escenario.

Estaba demasiado nervioso y repiqueteaba el pie derecho contra el suelo mientras caminaba de un lado hacia otro, ajustándome con las manos la americana de cuero que los estilistas habían considerado indispensable para la noche. Una de las maquilladoras me pasó unas gafas de pasta y guiñó un ojo hacía mi, cómplice, antes de alegar que la montura no tenía unos cristales realmente graduados solo era una estrategia para parecer un tanto más intelectual, además, parecía que era moda portar gafas sin necesidad en el Capitolio.

Me dirigí hacia el backstage pasándome las manos por el pelo a pesar que la peluquera refunfuñaba justo a mi lado y vislumbré a Aethel enfundada en un minúsculo traje azul que resaltaba aún más su piel oscura. Mostré una sonrisa cálida a la muchacha y aprobé su indumentaria alzando el pulgar antes de guiñarle un ojo. El resto de tributos que habían por allí captaron mi atención, me centré en la chica del dos que parecía algo ida y un poco más allá a los más pequeños, me deprimí con la imagen, ¿debía enfrentarme a aquellas pobres criaturas? No podían ser mayores que mis hermanos.

En silencio y apoyado en una pared, escuché cada una de las entrevistas mientras de fondo las voces se fundían en un ruido, los consejos que me daban los acompañantes del once me entraban por un oído y salían por el otro, haría cuanto estuviera en mi mano para quedar lo mejor posible.

El chico parecía un poco perdido. Si digo la verdad me daba curiosidad saber por qué se había presentado como voluntario. Me cogí un poco la falda del vestido y reí cuando me deseó suerte, como si fuera absolutamente estúpida. En el fondo, sin embargo, le estaba evaluando. Era pequeño y no parecía tener mucho músculo, aunque quizá era inteligente.

- ¡Muchas gracias! - exclamé. Creía que la sonrisa me rompería la cara así que me relajé un poco - Soy Emmeline, pero puedes llamarme Emme, voy por el distrito uno, pero como soy pequeñita nadie cree que pueda ganar, aunque yo espero que sí... - miré hacia la televisión, fingiendo ser despistada, aunque lo que realmente quería era saber cuánto tiempo me quedaba. La nueva presentadora estaba a punto de acabar su discurso, así que no podría quedarme mucho más. Me di la vuelta para despedirme mientras durara mi entrevista y me encontré con que había llegado otra chica. Se llamaba Nikola, era del distrito cinco. Según mis cálculos, probablemente moriría en el baño de sangre de la Cornucopia.

- ¡Hola! - la saludé cuando acabaron de presentarse - Soy Emmeline, participo por el distrito uno, ¿cómo estás? ¡Estás guapísima!

Eso de hablar tan rápido me hacía parecer más adorable, creo. Daniel habló, pero hubo algo en lo que dijo... quizá el tono al final de la última palabra, o quizá el hecho de que una mueca hubiera tardado un par de segundos en llegar a su cara después de que hubiera hablado... Algo hubo que hizo saltar mis alarmas. Quizá el crío del seis no era tan estúpido como parecía. Me quedé unos segundos sin hablar, sólo mirándole y pensando, hasta que recordé que tenía una fachada que mantener. Rápidamente compuse otra sonrisa y empecé a hablar de nuevo.

- ¡No te preocupes! Tenemos que centrarnos en lo que está pasando ahora, eso decía mi papá siempre y yo siempre le hago caso - asentí enérgicamente, como si les intentara convencer. Entonces un pitido rasgó el aire y un señor vino a cogerme de la mano diciendo que tenía que salir ya, que íbamos a empezar. Comencé a andar tras él y me giré para ver a los otros dos -. ¡Luego hablamos más!

Miré hacia delante y rompí la estúpida sonrisa. Tenía unos segundos en los que podía permitirme no tener fachada. Era realmente agotador tener una máscara en la cara todo el tiempo. Me dejaron en la entrada del plató. Si daba un paso más, todo Panem me vería. A mi lado había bastante gente, pero sólo un hombre parecía pendiente de mí. Estaba a la izquierda, escondido en una de las patas del escenario, entre bambalinas. Creo que quería crear un contacto visual conmigo. Alcé una ceja y lo miré con desprecio. Él señaló hacia el plató cuando dijeron mi nombre. Ya lo sabía, gilipollas. Sé cuándo tengo que salir, no soy estúpida. Levanté la mano izquierda y le enseñé el dedo corazón. Justo antes de que la primera cámara me enfocara, me cogí el vestido con la izquierda y saludé al público con la derecha. Nadie se había dado cuenta. Seguía siendo adorable.

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Uinseann estaba vestido con un traje formal que no iba para nada a juego con su personalidad. Un traje oscuro, con corbata, diseñado por Sirina. A Uinseann le apretaba por todos los costados y lo único que quería era desgarrarse los botones de aquella prenda del demonio y lucir su fornido torso. Mas su mentora buenorra y su estilista no habrían estado para nada de acuerdo, así que se limitó a sentarse en uno de los sofás con la espalda doblada en una chepa y con cara de malas pulgas.

Lo único que le hacía cambiar de ese estado de depresión eran las dos locutoras, despampanates jóvenes con ceñidos vestidos que levantaban el ánimo a cualquiera. Uinseann miraba cómo meneaban el culito al saludar a Emmeline y como botaban los pechos cuando se movían por el plató. ¡Qué delicia! A veces Uinseann soltaba risotadas lascivas.

La entrevista de Emmeline no tardó mucho en finalizar, y sin que se hubiese dado cuenta llegó su turno. Uinseann levantó las cejas al escuchar su nombre y se repeinó su engominada cabellera rubia. Se levantó, sintiendo la opresión del traje, y anduvo con pasos de chulo-playa hacia el plató central, donde los potentes focos iluminarían su perfecto rostro.