PLATÓ ENTREVISTAS | 76º JDH

A medida que va pasando el tiempo voy poniéndome más y más nerviosa. Paseo de un lado a otro del backstage mirando de vez en cuando a los televisores que emiten las entrevistas del resto de tributos y maldiciendo internamente el tener que salir de las penúltimas. Me planto frente al cuenco de fresas que reposa en una mesa de comida e, ignorando por completo la promesa que hice a mis estilistas de no mancharme el vestido, me llevo una fresa a la boca. La saboreo poco a poco relajándome y olvidando por un momento dónde estoy. Así mejor. Cojo una servilleta y me limpio con cuidado los labios y las manos. Me miro a uno de los espejos del backstage para verificar que no tengo manchas de fresa por la cara y me aliso el vestido. Antes de que me dé tiempo a nada más, el encargado de hacernos salir me toma del brazo y me conduce hacia una de las entradas que dan al escenario. - Espera aquí- me dice sin apenas prestarme atención. Durante mi espera me da tiempo a sufrir otro ataque de pánico escénico. No puedo hacerlo. Trago saliva y acaricio mi vientre. Sí que puedo hacerlo. Oigo a Julius despedir al tributo del nueve y me preparo para salir. No puedo hacerlo. Sí puedo hacerlo. No sé si puedo hacerlo o no pero tengo que hacerlo. El presentador dice mi nombre y la gente empieza a aplaudir. Cojo aire y salgo al escenario semi-dispuesta a enfrentarme a toda esa gente pendiente de mí. Parpadeo durante un momento deslumbrada por la luz de los focos y dedico una tímida sonrisa al público. Hay más gente de la que creía.

- Hola, Julius- consigo decir sentándome en la silla con las piernas cruzadas notando mis mejillas enrojecerse- Hola a todos- sonrío mirando al público y las cámaras. Ciertamente hay más gente de la que creía. Intento no pensar demasiado en el público y me centro en las preguntas de Julius. "Después de convivir con los demás tributos, ¿cómo crees que quedarás en los juegos?" Mal, me gustaría responder. En mi mente sigue habiendo una voz que me dice que no sobreviviré en los juegos aunque por suerte he aprendido a controlarla. - La verdad es que creo que quedaré bastante bien- sonrío rezando por que la gente me crea- No puedo asegurarte que vaya a ganar- ni por asomo- porque hay muchos tributos bastante fuertes pero te aseguro que lucharé hasta el final- debo hacerlo si quiero que mi niño tenga unos minutos más de vida. La gente aplaude mis palabras y me da gritos de ánimo haciéndome bajar la vista abrumada. "¿Tienes hermanos?" - No, soy hija única- mi mente vuela a mi antigua casa con mis padres. Recorro rápidamente con la vista el público buscándoles pero hay demasiada gente. ¿Me habrán visto por la tele? ¿Sabrán que he vuelto al Capitolio? Vuelvo la vista a Julius- Pero estos últimos meses mi mentora ha sido como una hermana mayor para mí- Nicole no sólo me acogió en su casa cuando no tenía otro sitio al que ir sino que me permitió vivir con ella sin importarle mi estado. "Si no hubieses salido en la cosecha. ¿Qué nombre le pondrías a tu bebé?" La pregunta me sienta como un mazazo en el estómago. Si no hubiese salido en la cosecha. ¿Significa eso que no piensa que vaya a sobrevivir? ¿Acaso la gente ha asumido ya que no iba a volver al igual que yo?- ¿Insinúas que no voy a volver? ¿Tan pronto quieres librarte de mí?- digo en tono de broma sonriendo. La gente ríe con la broma y yo bajo la vista a mi vientre con lágrimas en los ojos. Con todo este circo ni siquiera me he planteado cómo llamar al bebé.
- Si te soy sincera, aún no lo he decidido- alzo la vista y humedezco mis labios con la lengua intentando retener las lágrimas que amenazan con salir. No puedo llorar, no ahora al menos- Si es niña... me gusta Rhaenys- pero en cierto modo sé que será niño- Y si es niño...- bajo la vista y acaricio mi vientre notando a mi pequeño león moverse y dar una patada. Sonrío y alzo la vista al público- si es niño, Leo- el público aplaude conforme con los nombres y yo descruzo y vuelvo a cruzar las piernas esperando otra pregunta. Por suerte para mí mi tiempo ha pasado ya, de modo que tomo la mano de Julius para incorporarme y sonrío de cara al público recibiendo los últimos aplausos. Hago una pequeña reverencia, salgo del escenario y me voy derechita al backstage. Lo he hecho. Apoyo ambas manos sobre la mesa con comida respiro hondo. Y sólo entonces me permito derramar un par de lágrimas

Vanille Diermiseen escribió:

Hablar con Bourke antes de las entrevistas había aliviado de cierto modo ese pesado nudo alojado en la boca del estómago. Uno a uno los tributos fueron saliendo delante de mi, primero las chicas como gesto galán y luego los chicos para completar cada numero representativo de las localizaciones en Panem, iban sucediéndose y yo, sin soltar la mano de mi compañero de distrito, observaba en el pequeño monitor que teníamos en el backstage cada una. El último chico del siete salió, yo miré a Bourke en un último gesto desesperado, implorando sin palabras solo usando los ojos que cumpliera su palabra y viniera conmigo cuando fuera mi turno pues ya sentía mis ojos a punto de llorar por impotencia, era sumamente agotador saber que tenía que salir sí o sí a ese escenario y enfrentar el país con la mejor de las sonrisas cuando estábamos hablando de un juego macabro.

El encargado de hacernos salir vino directo hacia mi, sin cortesía tomó mi hombro y empujó con firmeza mi cuerpo hacia las pequeñas escaleras que conducían hacia el escenario, obvio trastabillé con los altos tacones pero no solté a Bourke, tiré de él con fuerza, llevándolo conmigo y el hombre protestó pero yo me negué, sacando un poco de carácter, agregué que “o salimos los dos o se quedan sin entrevistas del ocho”, pareció dubitativo pero accedió a dejarnos subir, más feliz, una vez colmadas las escaleras, plisé mi vestido y miré a Bourke nerviosa, sonriendo forzadamente y respirando profundo. Quedaba menos de un minuto para salir, sentía las ovaciones del público, el aplauso o las risas según el presentador hablara, miré a Bourke, apreté con más fuerza su mano y salí con él cuando mencionaron los dos nombres (seguro ya habían avisado por el audífono de nuestro cambio de planes) pues hasta una nueva silla fue sumada a ese precioso escenario.

Pensé en mi familia y sonreí natural casi de extremo a extremo de mi rostro y cuando lleguemos junto a Julius, tomé el extremo de mi vestido con la mano libre, pasé una pierna por detrás e hice una breve reverencia hacia el presentador para luego girarme hacia el público y saludarlos con un movimiento de mi mano. Tomé asiento junto a Bourke, miré su presencia por el rabillo del ojo y me relajé cruzando una pierna por encima de la otra, los focos estaban abrasando mi blanca piel y cegando mis ojos pero mucho mejor, así no veía más que la fila de frente donde un par de señoras cuchicheaban.

Estaba tan ensimismada mirando el frente, intentando vislumbrar más allá del cegador foco que la pregunta del presentador dirigida a mi, llegó tarde a mis oídos solo el apretón en la mano por parte de Bourke hizo que reaccionara, giré con la sonrisa y parpadeé un segundo recopilando el “¿Cómo te llevas con los demás tributos?” - ¡Creo que bien! – alcé la mano que tenía sujeta a Bourke, ejemplificando mis propias palabras, reí un poco y negué con la cabeza – En realidad con todos los que he tenido el placer de conversar me han parecido personas curiosas y dignas de conocer en otro lugar… - vamos a matarnos, claro que pensé, desvié los ojos hacia Bourke y sonreí – pero me quedo con Bourke, ¿no es evidente?

Hubo risas y aplausos por parte del gentío ante mi desparpajo y jovialidad, sonreí de vuelta para ellos y esperé la siguiente pregunta “¿Qué le dirías a tu madre si ahora mismo estuviese aquí contigo?”. La pregunta me tomó desprovista y hubo un cambio notable en mi rostro, bajé la cabeza y cerré los ojos un segundo, recordando como de bonito era su cara y como me gustaba su manera sosegada de hablar, apreté un poco más la mano de Bourke, buscando fuerzas y añadí - ¿Has visto la buena calidad de la seda del vestido de mi carroza, má?– forcé a mi misma a dibujar una sonrisa un poquito ladeada y miré el público que reía con mi ocurrencia – Era realmente bonito y ella adora coser, seguro estaría feliz con el resultado – hice una pausa y mordiéndome el labio inferior añadí – supongo que también las cosas típicas de una hija a su madre… que la quiero muchísimo y lucharé para que vea que no hay porque llorar, ¡no lo hagas mamá! Papá se pone gruñón – pese a que estaba diciendo las palabras exactas que quería transmitirle, intenté poner una nota desenfada a mi voz como si fuera exagerado, tomé la seda de mi vestido y sonreí - ¿Ha visto este diseño? Su seda es excelente y es muy bonito… ¿verdad Bourke? – ambos veníamos del distrito de los tejidos, algo debíamos haber aprendido después de todo.

Me quedé mirando su rostro un rato, aguardando que digiera algo con el único fin de agregarlo a esa entrevista, unir las participaciones pero jamás me hubiera esperado que en un parpadeo tuviera sus labios encima de los míos, dándome un beso y dejándome enteramente anonadada, ruborizada y acrecentó el nudo en mi estómago. Una vez se separó miré el suelo, buscando algo interesante en la punta de los zapatos, incapaz de volver a alzar la vista solo por el rubor estúpido de mis mejillas, tomé aire y apreté con fuerza la mano de Bourke, ignorando por completo el resto de la gente hasta que el presentador tomó la palabra, haciéndome una nueva pregunta.

“¿Qué te ha parecido la ciudad del Capitolio?” – Muy grande Julius – añadí primero cortada, luego recordando donde estaba y que me jugaba así que sonreí tan grande como pude – bella, ostentosa y excéntrica – exageré con la mano libre - además he descubierto comidas que jamás pensé que existirían. ¡Nubes de azúcar con chocolate! – hasta mis ojos brillaron con el recuerdo de aquel día con Putnam a quien busqué inútilmente entre el público - Riquísimas, nunca había probado eso y, ¡oh! Desde el tren un sinfín de pastelitos, los había de todos los gustos y sabores pero mi preferido son los de limón. ¿Los tuyos? – miré a Bourke buscando participación y apoyo, no sabía si estaba llevando bien mi entrevista después del beso.

OFF: Acordadas acciones con Bourke.

Finalmente nos habíamos ido quedando algo más solitarios ahí detrás, en el backstage. Los chicos y chicas de los demás distritos salían uno a uno tras el anterior y el silencio se había ido haciendo poco a poco con la sala.Aunque ya de por si mucha gente no tenía demasiadas ganas de hablar. Tras el chico del siete Vanille me miró como si necesitase que la salvara y yo apreté un poco su mano, para tranquilizarla. La verdad era que yo también estaba demasiado nervioso pero por algún motivo en especial a pesar de sentir aquella sensación de que me ardía el estómago mi cara no podía reflejarlo, aunque me imaginaba que era porque debía mantener la compostura por la chica, que tenía gesto inquieto.

El coordinador pronto estuvo allí para indicarle a Vanille que debería salir, aunque la jugada no le salió demasiado bien. Porque ella tras contestarle un poco borde que o salíamos los dos juntos o no salíamos, acabó saliéndose con la suya. Mepuse entre ella y el hombre, como si tuviera que protegerla allí también y sin decir nada la miré con su mano en la mía y acaricié un poco su rostro mientras ella sonreía algo inquieta. Ni siquiera me di demasiada cuenta del ruido que se oía allí fuera. La gente riendo, aplaudiendo y... hata que la chica no me arrastró hacia fuera no había imaginado siquiera la cantidad de gente que podría haber allí dentro. Tampoco me di cuenta de que nos anunciaban a los dos a la vez. Vaya, eso hubiera sido curioso.

El escenario había cambiado tras ellos conocer que nos negábamos a salir separados, por lo que lo habían adaptado para que “la parejita se sentase juntita”. Carraspeé levemente y cuando quise darme cuenta de todo lo que sucedía a mi alrededor, ya debería haber asumido mi papel de chico agradable y sonriente. Lo había intentado ensayar delante del espejo, allí en mi habitación pero... había acabado siendo imposible, así que dejé lo de sonreír para Vanille que seguro que lo hacía muchisimo mejor que yo y estaba más guapa que nadie. Tras la chica saludar con una especie de reverencia yo apreté la mano del presentador, soltando la de la chica durante unos instantes. Solo sonreí cuando la vi allí, reluciente com ella sola, sonriendo amablemente. A ella se le daban bien estas cosas, seguro que gracias a mi lado acababa consiguiendo más patrocinadores aún.

Seguramente el presentador dijo algo, comentando sobre nuestra extraña salida juntos al escenario, pero no pude darme demasiada cuenta de a qué se refería exactamente. Vamos, que estaba perdido y no escuché nada, el barullo inicial me había mareado un poco, así que lo que hice fue fijarme en Vanille que tras unos instantes fue preguntada por el hombre. Aunque después de unos instantes mi cabeza se aclaróy pude volver a prestar atención a las palabras del presentador. Me había quedado como sordo en un principio. Pero ahora ya estaba... mejor. Por lo que la pregunta del presentador llegó antes a mis oídos que a los de la chica, que tardó unos instantes en reacciomnar. La pregunta pareció un poco insulsa pero ella, que apretaba mi mano, consiguió hacer que el publico diera su máxima atención a ella. No entendí realmente lo que decía pero me imaginaba que decía algo de mí, porque me alzó la mano y me sonrió. No pude evitar devolverle el gesto con cara de idiota.

Vanille parecía conseguir desenvolverse con naturalidad y sonreía para el público. Aunque la pregunta sobre su madre me dio la sensación de que no le sentaba demasiado bien. Coloqué mi otra mano también sobre la suya y apreté suavemente, dándole un beso en la piel para que se tranquilizara. Yo no era consciente de que todo Panem me estaba viendo, por lo que me dio exactamente igual que lo hicieran. Sonreí un poco ante su gesto tras buscar algo de fuerzas y le habló directamente a la cámara, como si en vez de ser una máquina fuera su madre y ella fuera a venir direcamente para darle un besito cariñoso a su hija. Se escucharon unas risas y deduje que era el público, en quién no me había fijado hasta ahora. Sabía que aquella pregunta no le había sentadod emasiado bien a la chica y mi reacción fue algo inesperada, por mí y seguramente por todo el mundo.

- La seda es mi tela favorita. - comenté, estirándome un poco y sin pretenderlo, ni darme cuenta de lo que hacía coloqué mi mano en la mejilla de Vanille para darle un suave beso en los labios. En ningún momento me di cuenta de lo que estaba haciendo, por lo que cuando me separé ptras unos segundos me quedé mirándola como si no hubiera pasado nada. Hasta que me di cuenta de aquello no era demasiado normal. No frente al público, que se había quedado en silencio como si se hubiera muerto alguien. Aunque seguramente, en el momento en el que alguien muriera gritarían joviales.Agaché un poco la mirada, avergonzado y seguramente me hubiese puesto un poco colorado, pero no podía haberlo evitado, me salió solo.

Del resto de la entrevista no me enteré demasiado solo de que la chica me preguntó levemente por mi sabor favorito. Murmuré suavemente “el chocolate” y no añadí nada más, porque no fui capaz.

Después de aquello llegó mi turno y yo ya me sentía un poco exausto, no tenía muchas ganas de hablar frente al público, prefería que nos marchásemos ya, tras la intervención de Vanille, que la encontraba más que suficiente. Sin embargo eso al público de la sala no le parecía suficiente y me dio la sensación de que querían más de lo que era yo capaz de darles. Al menos esperaba que no fueran preguntas difíciles, porque no sería capaz de responderlas, de verdad. La primera pregunta, tras unos momentos como de “breve presentación” o de “cuchilleo tras el beso más sonado de los juegos hasta el momento”, llegó a mis oídos como desde lejos. Tuve que pedirle al hombre que me la repitiera, apretando la mano de Vanille. “¿A qué te dedicabas esencialmente en el Distrito 8?” Preguntó el hombre.

- Yo... - carraspeé. - No se me da muy bien hablar... - musité antes de negar un poco con la cabeza. - Yo estudiaba y trabajaba en los talleres a la vez. - contesté sin ser demasiado elocuente ni carismatico, ni siquiera era capaz de sonreír para agradar al público. Era imposible. - Aunque nunca fui demasiado bueno en los estudios, prefería coser. - añadí, tras sentirme un poco azorado por la sensación de que esperaban algo más de mí, más que una simple respuesta insulsa, sin sal ni chispa graciosa. Vanille le hubiera dado un tono más agradable, amistoso y jovial. Yo simplemente no podía, ni siquiera era así de hablador ya de por sí.

"¿Qué es lo más llamativo que podemos encontrar en tu hogar?" Aquella pregunta no llegué a entenderla demasiado, no estaba seguro de que si se refería a mi casa o al distrito en si. Porque yo no me creía que hubiera nada llamativo cerca mío. Ladeé un poco la cabeza, pensándomelo y escuchando un comentario del presentador sobre lo mucho que me estaba costando ser amable o pensar en aquellas cosas, a mí.

- Bueno... no diría que había nada llamativo pero... - miré a Vanille, que seguro que estaba mucho más relajada, porque su entrevista había concluído. - Si... si hubiera sido capaz de darme cuenta antes, hubiera contestado que Vanille. - pero no me había dado cuenta antes de que ella existía. Había estado encerrado en mi propio mundo, pensando que iba a continuar siendo un tipo soso, sin vida, todo lo que me durase. Me encogí un poco de hombros. - Pero no creo que hubiera nada.... llamativo. - Por algún motivo había respuesto de aquella manera, siendo un poco sensacionalista, pero no tenía muy claro de porqué me había dado por aquello, era un tanto extraño. ¿Serían las luces del escenario? Abrasaban y embotaban un poco la cabeza. "¿Qué habilidad has desarrollado más en estos días?" preguntó después aquel hombre.

- ¿Habilidad? - repetí, frunciendo el ceño levemente, mirando al suelo por un insatnte, para luego mirar al presentador, que seguramente no estaba demasiado complacido con aquellas sosas preguntas. Me encogí un poco de hombros. - Tengo la sensación que estos días lo único que he hecho ha sido “desdesarrollar”, como si no hubiera hecho nada. - le contesté, siendo demasiado sincero, porque aquella era la sensación que me daba mi entrenamiento de los días previos. - Pero supongo que... podríamos decir que la supervivencia básica es la clave. - volví a intervenir, encogiéndome de hombros y apretando la mano de Vanille, porque me sentía un poco mal. Tal vez debería haber dicho otras cosas o hacer otros gestos. Sentía que si no salía de allí vomitaría en cualquier momento.

Por suerte para nosotros la entrevista se acababa y... No nos costaría demasiado encontrar el camino de salida, ya que había un chico para guiarnos allí detrás de las cortinas. Saludamos de nuevo al público, que aplaudia jovialmente de nuevo, y ladeé un poco la cabeza despidiéndome por fin de aquel hombre que solo hacía que ponerme los pelos de punta. Prefería haberme quedado durmiendo, encerrado en el váter o algo así. Aunque estaba segurisimo que a Vanille le habría venido bien, ella ganaría muchos patrocinadores que le darían regalos que ayudarían a sobrevivir hasta al más inexperto. Me alegraba por eso, era lo único bueno que iba a salir de aquello.