PANTANO POCO PROFUNDO.

Todo ha pasado muy rapido, tras seguir la puerta 2 o mas bien la oscuridad que habia en ella, resbale y cai en algo pringoso, me sacudi la cara para ver que estabamos en un pantano. Me levante como pude sacudiendome un poco el barro, cogi el tridente de mi espalda, vi los tributos que estaban a mi alrededor, localice a Lei que estaba bien, pero termine por salir de alli a investigar.

La puerta se cerró cuando entramos 8 tributos. Todo estaba oscuro, escuchaba las respiraciones agitadas y nerviosas de mis compañeros. Ninguno sabíamos con certeza que iba a ser de nosotros. Escuché una especie de crujido, a continuación, caí, simplemente me dejé llevar, tenía miedo, era cierto, sin embargo no dejé que el pavor que sentía se apoderase de mi. Evité gritar.

Mi cuerpo impacta de golpe contra algo duro, a pesar de ello siento que me hundo en algo que parece fango. Puedo oler el aroma a putrefacción que merodea por el ambiente, y tras recuperarme más o menos de mi caída me pongo en pie cubierto de fango. Me sacudo un poco y dirijo mi mirada hacia Noam, el chico del 3, que tambien está despierto, pero se va rapidamente. Yo debo de hacer lo mismo. Ahora que está todo el mundo dormido decido que tengo que comer algo, así que busco en los alrededores hasta encontrar unas bayas , me agacho y recojo 5 ambares dulces, para llevarmelos a la boca de golpe, me da igual si están envenenadas.

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'Ámbar dulce' :

Creo que no había pasado tanto miedo en mi vida como cuando entré por esa puerta, estaba todo oscuro y no tenía la menor idea de que pasaría, si moriría de forma rápida, si nos dejarían vivir más tiempo o harían algo raro para que nos costara el doble sobrevivir. Lo único que sentí fue como resbalé y acabé cayendo de culo contra el suelo rebotando, el suelo o lo que yo creía que era el suelo, estaba pringoso, olía mal y estaba en cierto modo húmedo. Cerré los ojos con fuerza, vale seguía viva, me podía mover y buscar comida, bebida, lo que fuera pero tenía que sobrevivir tanto como pudiera.
Abrí los ojos y el panorama era extraño, había agua pero con mucha porquería dentro, habían arboles y arbustos, bueno parecía mejor que nada. Me levanté para comenzar a andar pero al respirar hondo el olor putrefacto del pantano me provocó arcadas, salí corriendo tan rápido como pude y me arrodillé detrás de un arbusto intentando no vomitar, cosa que no conseguí.

Con los ojos llorosos y sin ganas de estar en ese horrible lugar ni un segundo más comencé a andar con mi cuchillo bien sujeto en mi bolsillo con tal de tener solo que mover la mano para sacarlo y atacar en caso de que alguien se acercara.

Apenas alcanzo a oír la voz del chico del distrito 4 cuando el suelo se abre bajo mis pies. Vuelvo a caer en medio de la oscuridad como la primera vez, solo que esta vez sí estoy consciente. Me siento como la niña que aparecía en uno de los cuentos que me contaba mi madre de pequeña, aquella que caía por la madriguera de un conejo y aterrizaba en un mágico país. No puedo evitar gritar mientras me precipito al vacío notando el mundo moverse a toda velocidad a mi alrededor. Aunque no sólo tengo miedo por mí. "El niño" pienso justo antes de aterrizar boca abajo en medo del barro. Me quedo unos segundos quieta, sin saber qué hacer. No pasa nada, es sólo barro. Me pongo de pie con esfuerzo y, tras comprobar que sigo teniendo mi cuchillo, el agua y la caja que le cogí a aquel tributo que ví morir en el bosque, me examino brazos y piernas en busca de alguna herida. Salvo los pinchazos que noto en el vientre por el impacto de la caída estoy bien. Cubierta de barro pero bien. Me dan arcadas cuando me llega el olor del pantano donde hemos aterrizado todos los que atravesamos la puerta 2, aunque por suerte consigo no ponerme a vomitar. Sacudo mis manos y mi ropa y me limpio el barro que me cubre la cara. "Es sólo barro" me repito a punto de devolver. Doy una vuelta a mi alrededor para ver mejor donde demonios estoy. Unos cuantos tributos, algunos pájaros y ranas y bayas, nada más. ¿Por qué nos habrán traído aquí?

Los 8 tributos caimos de repente, aunque la caída no duró mucho tiempo. Cuando toqué de nuevo el suelo, mis pies se hundieron en algo fangoso y que producía un horrible olor. Me tapé la nariz haciendo una mueca y con la otra mano agarré el cuchillo con fuerza. Miré a mi alrededor y nos vi a todos. A los del 3, al del 6, al de 9, a los dos del 2 y a la chica embarazada del 10. Supongo que ella había sido la que había preguntado si había alguien hacía solo unos minutos. No le dije nada inmediatamente pues seguiamos dentro de la arena, aunque al parecer de un sector que no habíamos explorado, yo al menos no.

Vi al del 6 coger bayas y yo hice exactamente lo mismo. Me acerqué a unos arbustos y conseguí 10 ámbares dulces. Me metí seis de esas bayas en la boca y me las tragué. Ahora me hacia falta algo de agua. Las otras cuatro bayas las metí dentro de la mochila 2.

Cada vez que intentaba andar por aquel barro asqueroso, me costaba más y más. Miré de nuevo a los tributos pero ninguno parecía hacerse daño, ni quererlo. De momento.

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'Ámbar dulce' :

Consigo salir con esfuerzo del fango que me cubría hasta las rodillas y empiezo a caminar por el pantano sin saber qué hacer. Todo esto es muy raro. Es decir, si los del Capitolio quieren que muramos entre terribles sufrimientos, ¿por qué nos han mandado a un pantano? A lo lejos me parece ver al chico del distrito cuatro, el que habló conmigo cuando atravesamos la puerta quedándonos a oscuras. Empiezo a caminar hacia él notando más pinchazos en el vientre. Sé que ahora todos somos enemigos y todo eso pero... no sé, me apetece hablar con alguien. A medida que voy avanzando hacia él los pinchazos en la tripa se vuelven más fuertes hasta evolucionar en un dolor constante. Me llevo ambas manos a la tripa haciendo una mueca de dolor y noto un líquido bajar por mi pierna. Abro mucho los ojos y miro al tributo del cuatro asustada.

- He roto aguas- digo sin poder creérmelo- Ayúdame, por favor- esto no puede ser cierto, aún le quedaban dos meses más para nacer...

Me paralicé en cuanto vi que la chica del 10, Sophia, me miraba con gesto asustado y me pedía ayuda. Guardé el cuchillo dentro de la mochila y avancé hacia ella. No sabía que hacer. El niño estaba en camino y yo jamás había asistido a un parto, ni siquiera recordaba haber estado cerca de una embarazada. La cogí en brazos y caminé lentamente por el barro. Si iba a parir ahora no lo iba a hacerlo en medio de ese barrizal...Espera. ¿Parir ahora? ¿Tener un niño en la Arena? Creía que nunca antes había pasado, no lo recordaba, aunque seguro que ninguna tributo femenina había ido a los juegos en estado.

La dejé en un roca pequeña, pero lo suficientemente grande como para que se sentara. Odiaba al Capitolio por haberla dejado venir. ¿Qué pretendía con eso? Más drama de la que daban de por sí todas esas muertes.
-¿Cómo puedo ayudarte?- le pregunté con el pulso tembloroso y preocupado por si ahora algún otro tributo decidía atacarnos ahora.

No puede ser. No aquí, no ahora. No en la arena, no rodeada de gente que intenta matarme. "Todavía no" pienso mientras me contraigo de dolor. Dejo que el chico del cuatro me coja en brazos y cierro un momento los ojos resoplando. Esto no me puede estar pasando. Abro los ojos al sentir algo duro debajo de mí y empiezo a respirar agitadamente. Al menos no pariré en el barro.

- No sé- no sé qué hay que hacer en estos casos. A pesar de mi estado confiaba no tener que dar a luz en la arena. Intento recordar algo sobre los partos pero lo único que se me viene a la cabeza es que se necesitan toallas y agua caliente. Y aquí no hay nada de eso. - Ayúdame a quitarme los pantalones- jamás pensé que le diría esa frase a alguien. Me bajo los pantalones y la ropa interior hasta las rodillas y abro las piernas apoyando los pies en la roca- Voy a empujar. Cuando veas al niño, sácalo- echo la cabeza hacia atrás intentando respirar normalmente y me inclino hacia delante empujando con todas mis fuerzas.

Ayudé a que se quitara los pantalones y la ropa interior sin prestar más atención que a Sophia. No podía ser cierto. No podía tener al niño aquí porque eso le iba a dificultar las cosas en la Arena. ¿Cómo se iba a encargar del bebé sin recibir ella atención médica y el niño todo lo necesario para su supervivencia?
Cuando abrió las piernas sabía que me va a costar hacer de matrona, pero es lo que ella necesitaba y nunca me había negado a ayudar a alguien. Puede que si tuviera más ayuda, a alguien al lado, todo fuera más fácil, pero poco podían hacer los demás que ni siquiera sabía si se habían dado cuenta.
-Vale- dije preparándome mentalmente-. Empuja y respira, ¿si?- cerré los ojos y me puse de rodilla en el barro dejando caer la mochila a un lado-. Si necesitas coger mi mano y apretarla, sólo hazlo- abrí los ojos y el miedo despareció-. ¿Qué quieres qué sea?- le pregunté esperando a que el bebé viera por primera vez la luz del día.

Asiento resoplando a lo que dice el tributo del cuatro de empujar y respirar y le veo arrodillarse en el barro. Una parte de mi cerebro siente pena por él por estar cubierto de barro pero la otra parte está ocupada en respirar así que lo dejo pasar. Cierro los ojos con fuerza notando otro pinchazo más fuerte que los demás y grito de dolor. Me da igual que me oigan, lo estoy pasando mal y ahora mismo no me importa lo que hay a mi alrededor. Agarro con fuerza su mano y empujo con fuerza. Me paro unos segundos a respirar con la cabeza dándome vueltas.

- Es un niño- contesto con dificultad sonriendo. Abro la boca para decir algo más pero soy interrumpida por una nueva oleada de dolor. Cierro los ojos y grito con fuerza mientras empujo. Ahora es lo único que soy capaz de hacer; gritar y empujar. Empujo todo lo que puedo rezando para que acabe lo más rápido posible. Y de repente acaba. Abro los ojos notando cómo el dolor va remitiendo y miro al tributo del cuatro para confirmar lo que pienso. Ya está, ha nacido. Cojo a mi niño en brazos con lágrimas en los ojos y empiezo a limpiarle de sangre la carita.

- Shhhh, ya está mi vida- empiezo a acunarlo para que deje de llorar- Ya está, ya estás conmigo- le abrazo sin dejar de acunarle. Mi mirada se cruza con la del tributo del cuatro y sonrío- Gracias- susurro notando bajar las lágrimas por mis mejillas. Me levanto unos centímetros la camiseta y empiezo a darle el pecho a mi hijo recién nacido; más vale que le dé de comer ahora por si luego no puedo. De pronto siento que algo no va bien. El mundo a mi alrededor empieza a dar vueltas y a volverse borroso. Parpadeo varias veces y bajo la vista a mis piernas. Me estoy desangrando. Vuelvo la vista al tributo del cuatro y luego a mi niño. Voy a morir. Después de pasar estos meses juntos voy a separarme del niño de la manera más simple. Trago saliva y acaricio la carita del niño una vez más sin dejar de acunarle. - Se llama Leo- digo entregándoselo al chico que me ha ayudado a dar a luz- Supongo que los del Capitolio no tardarán en llevárselo- hago una mueca de dolor y me tumbo sobre la roca- Cuida de él- lo último que veo antes de sumirme en la oscuridad es la cara de mi pequeño, descansando en los brazos de alguien de quien apenas recuerdo el nombre.

*veo a Sophia tirada en el suelo en la lejanía* e_e

*me acerco a ella*

Pobrecilla *le robo la caja con cerradura cuadrangular*

*robada*

*le robo la botella de agua*

*robada*

*salgo* Descanse en paz

*entro y veo todo el panorama*

*me acerco a Sophia con lagrimas en los ojos*

*Miro al bebe y me pongo nerviosa*

*me alejo un poco nerviosa y lloriqueando*