Vestidor del distrito 08.

por **The Hunger Games** Mar 22 Mayo 2012, 08:35

VESTIDOR DEL DISTRITO 08.
C E N T R O . D E . R E N O V A C I Ó N

Es una sala doble separada por una puerta móvil,
así que sirve para los dos tirbutos del distrito.

por **Jude Kyriakov O'Dahm** Dom 17 Jun 2012, 09:51

Cruzó la puerta y se adentró en la fría estancia, esperando a que le trajeran al chico que ya habían preparado para que lo presentaran oficialmente como un trozo de carne en venta, como a alguien que tenía 23 posibilidades entre 24 de morir asesinado brutalmente. Hacía un año que ella misma estaba en la Arena, viendo morir a sus compañeros, soportando la idea de que sus dos mejores amigos iban a perecer, y creyendo que, por fin, su corazón había dejado de latir. Pero el Capitolio había sido cruel y había alargado su vida, haciendola cargar con una grave enfermedad que la obligaba a soportar continuos transplantes de sangre para sobrevivir. Sin el Capitolio se moría, allí estaba la clave. Soportaba como un alma en pena aquello que llamaban existencia, recordando cada mañana las frías palabras del ahora Jefe de Vigilantes. Se veía delante del espejo con las cicatrices que el estado había querido que no olvidase jamás. Y se daba asco.

Dejó encima del sofá el traje del chico del distrito ocho, que estaba guardado en una caja grande y cuadrada donde figuraban todos los accesorios que había confeccionado, y se dejó caer encima de los cojines. La tela no pareció notar su presencia, no se arrugó enfrente su peso, no reaccionó ante sus flacas extremidades. Lucía el pelo alisado cayendo por sus hombros esqueléticos, un vestido rojo que se pegaba a sus huesos y unos zapatos de tacón negros que la hacían parecer más alta. Pero lo que parecía, por encima de todo, era débil. Ni el maquillaje, cuidadosamente aplicado para que pareciera joven y vital, era capaz de esconder las notables ojeras que surcaban su rostro.

Escuchó los pasos de alguien que se acercaba. Estaba a punto de llegar. Estaba listo. Y Jude, solo entonces, empezó a temblar. Tenía miedo de lo que podía encontrarse. Más miedo del que había tenido jamás. Los segundos antes de que esa puerta se abriesen se le hicieron interminables, como si se hubiera parado el tiempo. Y entró. Y no se parecía en nada a Eric, solo en el género masculino, pero a ella le pareció la persona más similar al chico del distrito ocho que había conocido tiempo atrás del mundo. Lo veía a él reflejado en Noah. Se confirmaron sus temores. Lo miró con los ojos abiertos, como platos, con miedo y desconfianza a la vez, recordando el sonido de los latigazos que retumbaba en su cabeza. Miró un instante la silla delante suyo. ¿Se sentaría? ¿Tendría que hablarle? De golpe tenía mucha hambre.

por **Noah Hamilton** Dom 17 Jun 2012, 10:41

Salí con una sonrisa en mi boca. Había sido una noche exhausta y memorable. Quizás podría ser mi último mejor recuerdo de mi vida. Sonreí y el Capitolio me sonreía desde mi posición. Una gran cantidad de altos edificios dorados y plateados esperaba a que entrara para maravillarme. La verdad es que ya me habían maravillado, y no había entrado aún.

Pisé el bonito y cuidado asfalto del Capitolio. Nada tenía que ver con la arena amarilla-marrón de mi añorado Distrito 08. Miré alrededor con unas gafas de sol que nos dieron en el tren. A corta distancia solo podía ver Agentes de Paz y lo que parecían ciudadanos del Capitolio. Les sonreí tímidamente y levanté la mano en señal de saludo. Ellos me respondieron con gritos. La verdad es que me sorprendió la respuesta, pero daba igual. Me dirigían a un edificio gris perla, y llena de personas vestidas extravagantemente.

Entré y me conducieron a un pasillo, gris apagado, casi tétrico, liso y bastante... ¿Muerto? Al final del pasillo se encontraba una puerta negra, en la que me empujaron para entrar. La verdad es que la cosa me daba mala espina, pero no podían matarme. No ahora. Aún no habían empezado los Juegos. Posé mi mano vacilante en el pomo de la puerta y lo giré sin miedo para entrar en una habitación que nunca había visto.

Era una bonita habitación de color blanco, con un pequeño vestidor marrón claro, una pequeña mesa de color blanco también y dos sillones con numerosos cojines. En uno de ellos había una mujer, con el cojín encima, y parecía esconderse. Le miré a sus ojos, cubiertos de unos polvos que le hacían palidecer un poco mas la piel, y ademas, le hacía notar mas sus facciones huesudas y demacradas. No quería hacer prejuicios, pero..."¡Tío, parece una loca! Lo mejor será que sonrias y te presentes, para parecer cortés y tal..."

Me acerqué a ella y le tendí una mano con una de mis mejores sonrisas desplegadas en mis labios. -Soy Noah Hamilton. Un placer conocerte.- Sonreí y me senté en el sillón de enfrente de la muchacha huesuda y demacrada. Saqué del bolsillo de mis pantalones pitillo unas tiras que se llamaban "regalicisity" o "regalito". No sabía como se llamaba, pero me daba igual. Estaba buenisimo. Tenía varias, así que le ofrecí. -¿Quieres "regalicisity"?- Sonreí y le dí uno, esperando a que hablara.

por **Jude Kyriakov O'Dahm** Dom 17 Jun 2012, 20:21

Parecía seguro de si mismo, tranquilo, controlando la situación. Era el chico fuerte, podía con ello, Jude lo veía sin haber pasado ni dos minutos con él. No lo dudaba porque había visto muchos de esos solo con un año, solo con el año en el que ella estuvo a punto de morir, también. Eso no quería decir que no llorara por las noches, que él no echara de menos el distrito ocho, su tierra natal, pero ya había visto que ser débil no lo ayudaría para nada. Era una táctica , una conclusión, admirable. La muchacha había temido enormemente recibir un tributo menor que ella, estilista con solo diecisiete años, alguien quien necesitara su cordura y conocimientos para protegerse, sería demasiado, pero Noah parecía más mayor, un año o dos, como mucho, no necesitaba protección, no necesitaba su ayuda, y esa falta de presión hizo que quisiera proporcionársela. De hecho, visto exteriormente, ignorando las prendas de cada uno, era fácil confundirlos y pensar que él era el estilista por su constitución fuerte y sana, propia de alguien del Capitolio, y ella la tributo asustada y desnutrida.

- Yo soy Jude. - susurró, esbozando una leve sonrisa, dándose cuenta de que por mucho que a ella le recordara a Eric, siempre le recordaría al Eric de antes, no al títere del estado, al monstruo torturador que había plasmado con frialdad en el traje del distrito textil. Observó el regaliz que tenía en la mano y, un segundo después de que se lo hubiera ofrecido Jude, ésta ya se lo estaba comiendo como si no hubiera mañana. Técnicamente su estómago estaba vacío, por mucho que hubiera comido esa noche. Si después lo sacaba no la alimentaba. - Gracias.- añadió, con la boca llena.

Giró la cabeza, para examinar la caja gris, cuadrada y grande que había dejado encima del sofá, y se dio cuenta entonces de que un avox había entrado en la estancia y había tendido la ropa en el armario antes de que él entrara, solo que la chica no se había percatado de ello.

- Tenemos un problema, Noah. Tendré que raparte una parte del pelo para el traje. Pero no te preocupes, puedo darte algo para que te crezca antes de los Juegos, incluso de las entrevistas. - le aseguró, mirando fijamente el mueble y recitando todo lo que había ensayado más de una vez delante del espejo. Poco a poco perdió el miedo. No sabía porqué pero la presencia del chico la tranquilizaba. No iba a hacerle daño. Lo veía en sus ojos. O quería verlo. Se levantó y fue hacia el armario para sacar el traje principal, aquella especie de medias y el mono negro, violeta y amarillo. - Ponte esto. - Era lo primero que tenía que ponerse, luego ya vendría lo demás. Se lo dio, esperando que le gustara, que no la odiara por hacerle parecer, cuando hubiera acabado, alguien propio de la ciudad donde se encontraban.

por **Noah Hamilton** Lun 18 Jun 2012, 02:48

Le sonreí mientras me rascaba la nuca y me levantaba para observar el lugar en el que estaba. En el ropero había numerosas ropas de muchos colores. Sonreí y saqué una camiseta de rayas horizontales blancas, rojas y azules oscuras. -Esta camiseta me gusta. ¿La tendré que llevar?- Le miré a sus ojos con una cara que rebosaba expectación, nerviosismo y alegría.

Le miré a los ojos cuando me dijo que teníamos el problema en el que me tenía que rapar el pelo. Ipsofactamente, agarré dos mechones de pelo y los acaricié. Nunca le había echado mucha cuenta a mi pelo, pero imaginarme semi-calvo me podía. Pero bueno, debía hacer todo lo que me dijeran. Así que suspiré y le miré. -Si así gano puntos de cara al público, adelante, nena, rápame.- Sonreí y me senté.

Le miré a los ojos y pude ver que, a pesar de que vivía en la mejor ciudad del mundo, parecía triste, preocupada. Mi situación era peor. Yo estaba a punto de morir, y le verdad es que estaba mas feliz que cualquiera. Le sonreí y me senté a su lado. No sabía si debía entrometerme, pero no me gustaba que la gente sufriera. -Se que no nos conocemos, y que no confiarás en mí, pero, ¿Porque estás triste? Debería estar triste yo y no tú...- Dije eso bajo, casi susurrando. Le miré a los ojos con total sinceridad, y queriendo destruir todas las barreras de la timidez que se formaban entre nosotros.

por **Jude Kyriakov O'Dahm** Lun 18 Jun 2012, 03:16

Negó con la cabeza cuando sacó una camiseta de rayas rojas, blancas y azules, horizontales. Eso no era suyo, pero podría haberlo sido. Señaló con cuidado las prendas que le correspondían a Noah, unas medias oscuras, el mono negro, amarillo y violeta y la capa. Se guardaba el sombrero y los accesorios en las piernas para el final. Vio como el muchacho se esforzaba por ser cordial, entablar una conversación y romper el oscuro hielo que recubría sus silencios. Esperó, mirando al suelo, a que empezara a vestirse. No tenían mucho tiempo antes de los carruajes y sería mejor ir a lo que debían. Tenía que hacer bien su trabajo. No se arriegaría a fallar en nada. Tenía suficientes cicatrices para toda su vida, no deseaba ni una más.

- Bien. Es mejor que no te resistas, no sirve para nada...- reflexionó. Él se dio cuenta de que algo escondía aquella frase y Jude esbozó una pequeña sonrisa, con los ojos vacíos, agradecida de que fuera tan fácil tratar con él. No quería a nadie que se negara a llevar lo que había hecho, no lo soportaría. Se levantó y fue hacia el armario de color caoba claro. Sacó una pequeña cajita que contenía una máquina curiosa, incluso para Jude. No la había usado nunca. Tendría que experimentar.- Estate quieto. - susurró, encendiendo la máquina y notando como el muchacho del distrito ocho se quedaba inmóvil. Le apartó una parte del pelo a un lado y le rapó, con lentitud y mucho cuidado, una parte de su cabello. Se alejó y lo miró desde allí. Había quedado bien. Le pasó un espejo y se puso a juguetear con los tintes mientras esperaba que se vistiera.

Agarró una capa para evitar las manchas y se puso a mezclar potes de pintura diminutos, sentada en el sofá de enfrente de chico. Dio un bote al escuchar a Noah a su lado, preguntándole por su estado de ánimo.
- No sé disfrutar de los placeres del Capitolio, es solo eso. - comentó, distante y pensativa, viendo a la presidenta Winter en su cabeza. Se estaba volviendo loca. O ya lo estaba. - Asegúrate de no ser un experimento o te convertirás en su títere. - le susurró hablando rápido a la oreja. Luego se apartó de él, se levantó y miró a los lados, buscando una cámara que la hubiera grabado. Un mínimo gesto de rebelión y podían hacerle cualquier cosa. - Este amarillo es bonito. - dijo, nerviosa, sin mirar a nadie en concreto, mezclando los colores en pie.

por **Noah Hamilton** Lun 18 Jun 2012, 03:49

Me senté en una butaca y le muchacha sacó del armario una caja con una cosa rectangular, con varias cuchillas en el extremo. Le dió a un botón y empezó a hacer un sonido vibrante, cosa que me dió mala espina. Cuando entró en contacto con mi cabeza y mi cabello, éstos últimos cayeron como si nunca hubieran estado allí. No me hizo daño, pero me extrañó ver mis cabellos caer como si nada.

Luego mientras mezclaba tintes y colores, me comentó eso de que no sabía disfrutar de los placeres del Capitolio. "Parece un tema espinoso para la chiquilla. Mejor será dejar este tema." Le miré a los ojos y le sonreí. Luego, a mi oido, susurró lo siguiente "Asegúrate de no ser un experimento o te convertirás en su títere." No quería pensar mal, pero me dió por pensar que... "¡Ella es un experimento! ¡Por eso tiene tan mal aspecto!" Le miré a los ojos un poco asustado, aunque luego pensé que no me iba a hacer nada, ya que no me lo había echo antes. Ademas, ella parecía débil. Sin embargo, me armé de valor, y mientras me tintaba el pelo, le susurré.

-¿Tu eres una muta?- Lo dije con una mano tapandome la boca, con el fin de que no me pudieran leer los labios.

por **Jude Kyriakov O'Dahm** Lun 18 Jun 2012, 04:14

El chico pareció muy sorprendido de que Jude fuera un experimento, aunque no fuera ningún secreto. Lo que no sabía nadie era qué tenía, lo de las transfusiones de sangre. Asintió, mirando al vacío, sin recordarle que debería haberlo sabido, pues como mucho un mes atrás se hizo una fiesta en el distrito doce donde se anunció delante de todo Panem que ella y algunos otros tributos de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre habían sobrevivido para ser experimentos del Capitolio. Era lo peor que podía pasar, porque ya no podías ir por tu cuenta nunca más. Si un ciudadano de Panem ya estaba a merced total del Capitolio un experimento dependía de él para cualquier cosa.

Terminó de juguetear con los colores mientras él se vestía con las medias y el mono y luego le puso la capa de protección por encima de los hombros, para que no se manchara nada. Aplicó con cuidado las mechas de distintos colores sobre su cabello y fue a lavarse las manos. Lo dejó solo unos cinco minutos, para que pudiera pensar, y fue al baño. Se oyeron las arcadas. Jude se adentró de nuevo en la estancia cuando quedaba muy poco para que el tinte estuviera listo.

Cogió el sombrero azul y acicaló el plumaje y sacó la caja de maquillaje. Le limpió y secó el pelo y con cuidado fue aplicando una fina mascarilla de color por todo su rostro, seguido de sombras en los ojos y delineciones determinadas.

- Ya casi estamos. - le aseguró. Le puso el sombrero, le quitó la capa del tinte y le puso la de verdad, le dio los guantes y los collares que iban en las piernas y que dificultarían su forma de caminar. Lo obligarian a ir con las piernas muy abiertas y a tener una forma de andar monstruosa, parecida a la de una araña. Esa era más o menos su intención. - Mírate. - le aconsejó, tirándose en el sofá y temblando. Morfina. Hacía mucho que no le daban morfina. Estaba genial. Daba el miedo que tenía que dar. Se lo daba a ella. - Creo que es la hora de que vayas a las carrozas. - dijo cuando su busca empezó a pitar. Se levantó para despedirse y lo acompañó a la puerta. Lo estrechó entre sus finos brazos y le dijo, muy bajito. - No quieras a nadie en la Arena. Es más doloroso. - murmuró. Observó como se iba y, tras un rato, ella desapareció de la estancia también.

por **Noah Hamilton** Lun 18 Jun 2012, 04:56

Me vestí en cuanto me terminó de cortar el pelo. Sonreí y miré como me había dejado el pelo. Rapado por atras, y me dejó unos mechones de pelo en el flequillo, que luego tintó con colores rosa amarillo y negro. No me gustó, pero no le iba a debatir nada. ya que ese era su trabajo.

Me pusé las mallas con los extraños flecos y la camiseta negra con rayas moradas y amarillas. Luego me puso una capa y me levanté. La verdad es que estaba emocionado, y me sentía realmente imperial con aquellos ropajes.

Luego, me volvió a sentar y me maquilló con unas rayas rosa fucsia y rosa claro bajo mis bonitos ojos azules. Los parpados los decoró con una pinturilla de color rosa, haciendo que el color de mis ojos resaltasen.

Ahora que ya había acabado, le sonreí y me dió un abrazo. Sus finos brazos me rodeaban, y los mios, que eran gruesos y fuertes, le achuchaban con alegría. Escuché lo que me dijo de que no quisiera a nadie en la Arena, ya que era perjudicial, cosa que me hizo recordar a la chica con la que me acosté. Sonreí y le miré.

-Tranqui, que eso no ocurrirá.- Le tranquilicé. Y con un guiño de ojos, me fui de esa habitación, deseoso de que me conocieran.

por **Vanille Diermiseen** Mar 25 Dic 2012, 02:34

La gente nos esperaba cuando lleguemos a la estación del Capitolio, gritaban nuestros nombres y nos aplaudían. Apabullada y tímida, saludé con la mano, completamente roja y muerta vergüenza dejándome guiar por nuestra acompañante hacia el centro de renovación donde directamente me llevaron hacia un cubículo con cortinas, me quitaron la ropa, me pusieron una bata tras ducharme de cabeza a pies y empezaron a adecentarme con cremas depilatorias, cremas hidratantes, cremas para curar las heridas de mis manos cualquier cosa para dejar mi piel suave y hasta mi piel color pálido brillaba como la leche.

Una vez lista me llevaron hasta otra habitación donde me encontré con mi estilista que facilitó un vestido inspirado en mi distrito, me quedé maravillada con el diseño pues era excelente y más para alguien del ocho que adoraba confeccionar telas. Toqué las mangas, me fijé en los detalles de los zapatos y abrí la boca sorprendida por el talento del diseño. Quería enseñar mi vestido a mi madre, comentar los fallos o las perfecciones pero ya no podría, no podría decirle nada porque me despedí de ella para siempre en aquella lúgubre habitación del edificio de justicia y el pensamiento sacó una lágrima por mi cara que resbaló lentamente a través de la mejilla hasta perderse en mi barbilla. La sequé con el reverso de la mano y dejé que me maquillaran para la ocasión, peinaran mi cabello largo, liso y rubio platinado hasta dejarlo perfecto en una coleta alta con ligeras ondulaciones.

Miré el resultado en el espejo y me sorprendí por vislumbrar mis largas piernas en aquel extraño body, hasta parecía toda una mujercita y no una niña de quince años. Giré de un lado a otro, levanté las mangas con corte oriental y sonreí satisfecha agradeciendo con una sonrisa el trabajo de estilistas y maquilladores pues por lo menos antes de morir podía disfrutar de la experiencia de llevar el mejor diseño en las carrozas –Me gusta, mucho, mucho…

por **Electra Labanauskaite** Miér 04 Sep 2013, 11:00

Me sentía con más ganas que nunca. En cuanto llegamos al Capitolio salí despavorida de mi vagón, harta de estar allí encerrada. No me interesaba tener ningún tipo de relación con los demás tributos. Total, iban a morir. A toda costa. Y ahora que por fin habíamos llegado a nuestro destino haría lo que mejor se me daba: fingir esa sonrisa triunfadora que tanto amaban los capitolianos, y empezar a fichar a los más débiles. De todas formas aquello no era muy diferente a la vida real. Supervivencia, eso era lo que importaba.

Me dejé guiar hasta mi vestidor correspondiente; ya no podía esperar más para salir a la luz. Solo con escuchar cómo aquellos imbéciles gritaban nuestros nombres, las ganas de cargarme a alguien aumentaban; ¿por qué desperdiciar aquella furia? ¡La usaría para algo mucho más productivo! Ganar los Juegos del Hambre.

El maquillaje, el peinado, el vestido... todo era brillante. Después de que todo terminara ya estaba dispuesta a comerme el mundo.
— Qué buena estás, Electra —esbocé una mueca. Algo así como una mezcla entre una sonrisa burlona y una expresión de asco. Así era como me sentía. Eufórica y asqueada. Rabiosa. Sí, iba a comerme el Capitolio en cuanto menos se lo esperaran.

por **Nmuz Tremlett** Miér 04 Sep 2013, 13:24

Llegamos al capitolio y no tardo mucho para que empezaran a transformarme en uno de ellos, me encontraba tumbado en una camilla con una bata que no cubría mucho, estaba avergonzado pero estaba viviendo mi sueño, me sentía como alguien del capitolio aunque mas que mi sueño era mi pesadilla, era un tributo e iba a morir, eso lo tenia 100% asegurado. El día fue bastante activo, me cepillaban por aquí, me cortaban por allá, me limpiaban por acullá...

Una vez listo me llevaron a mi vestidor donde al fin conocería un diseñador, lo que me tenia muy emocionado, mi sueño se estaba cumpliendo justo antes de mi muerte, me moría por conversar con el.

Entre al vestidor y me quede allí sentado esperando que viniera, antes de entrar pude ver en la habitación de al lado a la chica de mi distrito se veía bastante linda en su vestido pero no parecía muy complacida.

por **Aaireen A. Lúthien** Miér 04 Sep 2013, 21:12

Distrito 03. Listo. Miraba la libreta en sus manos y trazó con el lápiz una fina línea gris para tachar el número del distrito que ya había cubierto. Los tributos estaban preparados y les había explicado cuanto sus trajes llevaban. Como iban a verse cuando las luces decayeran y el posible efecto. El plan que tenía para los chicos mientras estuvieran sobre las carrozas, y como creía ella que agradarían más al público. Lo cierto, es que ella solo los aconsejaba como mejor creía, pero no siempre era fácil, pues las personalidades de los jóvenes eran a cual más dispar. Suspiró mientras entraba en el vestidor del distrito 08. Atravesó la puerta sin el más mínimo pudor de encontrar a alguien medio desnudo, estaba acostumbrada, vestía a la gente y un requisito para vestirlos era tenerlos desnudos.

Localizó rápidamente a la tributo femenina del ocho, ya tenía el traje puesto, estaba peinada y maquillada. Sus ayudantes habían hecho un buen trabajo al colocarle el traje. La verdad, es que los trajes del ocho no tenían demasiado misterio, eran el distrito de las telas, así que, había usado diferentes telas y había añadido detalles como imperdibles, es hilos como decoración. En realidad, le había resultado de los más difíciles, aunque no debería haber sido así, al fin y al cabo, trabajaba con telas, pero… Se quedó en medio de la sala con su libretita en alto y miró al chico, que aun no estaba vestido, supuso que la esperaba y sonrió.

— Soy Aaireen, vuestra estilista. —dijo, a modo saludo. Se acercó un momento a la chica y pasó la libreta y el lápiz a uno de los ayudantes antes de ajustar el cuello del vestido de Electra. Tomó de encima de la mesa el bote de maquillaje y retocó la sombra de ojos y los labios. Le levantó el mentón para examinarla y sonrió. Le peinó el flequillo un poco y se giró para mirar el moño, firme y bien sujeto. Lo que decoraba el moño, eran dos agujas de tejer, aunque quizá el detalle no se apreciaría— Eres preciosa, y el traje te sienta genial. Recuerda mantener una sonrisa amplia y te adorarán. —le dijo, unas simples palabras de ánimo no estaban de más. Luego se giró para dirigirse al chico— Bueno, y tu traje. —se acercó a una de las perchas de donde colgaba el traje. Mientras Aaireen disponía la ropa, un par de ayudantes se acercaron al tributo masculino y empezaron a peinarle y maquillarle. En realidad, no era mucho el maquillaje, una simple base para unificar la piel y tapar posibles imperfecciones. El cabello lo peinaron hacia atrás, con una pequeña cresta, disimulada, nada excesivo. Cuando hubieron acabado y le quitaron la ropa a Nmuz, Aaireen se acercó a él y lo ayudó a vestirse. Colocó bien todos los puntos del traje y, como había hecho con Electra retocó algunos detalles en el pelo y el maquillaje— Tú también eres muy atractivo. No sé si tendréis planes con vuestro mentor, pero como recomendación, mostrad solidez y seguridad sobre la carroza. Haced que crean que tenéis claro que tenéis posibilidades. Les gustará. —sonrió. Cogió aire y los miró— ¿Necesitáis algo más? —preguntó.

por **Nmuz Tremlett** Jue 05 Sep 2013, 02:42

Veo a llegar a la estilista y se me iluminaron los ojos. Nos ayudo con nuestro vestuario, el mio en particular me encantaba y ya estaba casi listo, solo faltaba mi peinado cuando esta dijo algo sobre actuar con seguridad en la carroza. Si algo sabia era que Seguridad y Nmuz solo iban juntos en una oración si esta era Nmuz nunca actúa con seguridad, Pero la carroza era posiblemente lo mas parecido a un desfile de modas que haría en su corta vida por lo que debía hacer caso a la estilista.

- Yo... yo quiero un autógrafo por favor - Le dije a Aaireen extendiéndole un trozo de papel con ambas manos e inclinando un poco la cabeza. - S... si no es mucha molestia - Agregue nervioso, mi cabeza estaba pensando muchas cosas a la vez, estaba emocionado por conocerla pero también mi cerebro repetía una y otra vez para que quería el autógrafo si no lo iba a conservar.

- Y... y quisiera poder abrirme esto - Dije señalando mi vestimenta, era cerrada y no me gustaba mucho. - N... no digo que este mal p.. pero se veía mejor abierta cuando me la estaba poniendo - Justifiqué explicándole aun inclinado y con papel en mano.